Los Reinos de Hierro
Existen 5 grandes reinos (principalmente humanos), además del reino élfico y el reino enano.
El Reino de Cygnar:
Cygnar es el mayor y más poderoso de los Reinos de Hierro. Su capital es Caspia, situada en la desembocadura meridional del Río Negro. También es el hogar de Corvis, Ciudad de Fantasmas, lugar de nacimiento de los Tratados de Corvis, y un importante nudo comercial para el reino. Es una tierra con leyes, regida por el buen Rey Letho Raelthorne. Es un reino rico con un poderoso ejército, y la patria de expertos magos e ingenieros. Tiene un gobierno y una cultura sofisticados, y es conocido por todos como la joya de los Reinos de Hierro. Por supuesto, los hombres del Rey no pueden estar en todas partes y hay muchas aventuras y anarquía en las tierras salvajes que rodean las modernas ciudades de Cygnar.
El Rey Leto el Joven, como es conocido, destronó a su hermano mayor Vinter Raelthorne IV, el cual era un hombre cruel y despiadado, como lo fue su padre antes que él. El golpe de estado fue sangriento pero rápido,, y cuando terminó, el pueblo dio la bienvenida al nuevo Rey con los brazos abiertos. Por desgracia, Raelthorne el Viejo consiguió librarse de su ejecución y escapó de la celda de Caspia donde se encontraba, pero nadie ha vuelto a verle desde entonces. La mayoría cree que ha muerto.
El Reino de Ord:
Ord, en cierta manera un territorio atrasado, es el más occidental de todos los Reinos de Hierro. Ord tiene una larga y abrupta línea de costa, y la mayoría de los ciudadanos viven cerca del litoral y se ganan la vida con lo que le arrancan al mar. Es una vida peligrosa, ya que las aguas de los mares occidentales son despiadadas y los piratas de las Islas Scharde se acercan con frecuencia. Estas condiciones sirven para engendrar a los marineros más fuertes y hábiles, haciendo de la Armada Real de Ord una fuerza a tener en cuenta, a pesar de sus, en cierta manera, anticuados barcos.
La capital de Ord es Merin, pero el lugar más famoso es la depravada ciudad de Cinco Dedos. Situada cerca de la desembocadura del río Lengua del Dragón, Cinco Dedos es un nudo de comercio y base naval. Aquí se puede encontrar a los marineros más rudos tanto del río como del mar. En ocasiones, incluso los corsarios al servicio del rey Dragón ocultan sus colores y entran en el puerto a por suministros, o para secuestrar marineros para sus barcos.
El Reino de Llael:
Llael es un reino anodino con pocos reucursos naturales, y escaso talento para la magia o la técnica, que consigue lo justo para sobrevivir aprovechando su proximidad a la ruta comercial del Río Negro. Sin embargo el reino tiene una auténtica bendición, grandes cimientos de carbón, sin los cuales su economía quedaría completamente paralizada. La mayor ciudad minera del reino es Rynr, a una legua escasa de donde el Río Negro se adentra en Rhul.
El Rey de Llael sólo es la cabeza del estado de forma oficial, siendo el Consejo de Nobles de Marywyn, la capital, quien atiende los asuntos diarios del gobierno. Llael tiene un sistema de gobierno tortuosamente complejo, haciendo que la Asamblea Enana parezca un modelo de eficiencia. Actualmente, Llael no tiene regente. Cuando el último rey falleció, la línea de sucesión era algo confusa, y el asunto ha permanecido paralizado en las cortes durante ocho años. Mientras tanto, el Consejo de Nobles ha nombrado un Primer Ministro (Lord Deyar Glabryn IX), pero según pasan los días éste parece cada vez más un puesto permanente.
El Protectorado de Menoth:
El Protectorado es el más reciente de todos los Reinos de Hierro. Nació de un cisma religioso dentro de Cygnar, donde adoradores del antiguo dios Menoth comenzaron a oponerse a la religión estatal, la Iglesia de Morrow. Los seguidores de Menoth eran menos numerosos, pero su fe y su fervor no tenían igual. El devoto y escandaloso grupo pensaba que la Iglesia y el Reino en su conjunto se deslizaban hacia la corrupción y la decadencia. Advirtieron del precio de la maldad y de la llegada del Apocalipsis, creando augurios y profecías para apoyar sus palabras. La gente corriente prestó poca atención a sus relatos alarmistas, y el asunto no recibió ninguna atención oficial por parte del Primarca de Morrow. Esto demostró ser un gran error, ya que los adoradores de Menoth, cansados de ser ignorados, decidieron pasar a la acción.
Su descontento fue fermentando durante años mientras organizaban un ejército secreto de fanáticos. Lo que una vez fue un movimiento bien intencionado (aunque equivocado) comenzó a tomar rasgos similares a los de una secta siniestra. El grupo extremista inició una campaña de sabotaje diseñada para desestabilizar a la Iglesia estatal y ofrecer “evidencias” para sus profecías catastróficas. Su campaña no tuvo un gran éxito, pero provocó que se iniciaran las hostilidades, en las que se vieron envueltas la Iglesia de Mentoh y el ejército de Cygnar.
Cuando el polvo se asentó, los seguidores de Menoth controlaban una parte de la región oriental de Cygnar. Tras semanas de negociaciones se decidió que oficialmente Cygnar mantendría el control del territorio oriental, pero que la religión oficial sería diferente aquí. Sobre el papel este acuerdo perdura en la actualidad, pero en la práctica el Protectorado de Menoth es un reino separado gobernado por una estricta teocracia. Cualquier ciudadano o visitante que rompa las leyes de conducta del Protectorado es castigado severamente, y la veneración de Menoth cubre todos los aspectos de la vida diaria. El líder mortal del Protectorado es el Sumo Escrutador y Puño de Menoth, Su Eminente Jerarca Garrick Voyle.
El Reino de Khador:
Este rústico reino es un claro contraste con los reinos más modernos de Cygnar, Llael y Ord. Es una tierra baldía con pocos recursos, escasamente poblada por gente dura y austera. Sus habitantes son gente sencilla, pero son inteligentes, honrados y ferozmente independientes. Su gobernante, el Rey Ayn Vanar XXI, proviene de una larga estirpe de rebeldes guerreros y puede trazar su linaje hasta los primeros nobles hacendados que lucharon contra la invasión orgoth hace siglos. No es de extrañar que los khadoranos tengan una fuerte tradición militar. Todo el mundo es entrenado en el manejo de las armas y en las tácticas desde que puede caminar, y se considera que cualquier ciudadano sano está en la reserva del ejército. Los magos y los hechiceros son poco frecuentes entre el pueblo khandorano, pero sus regimientos disponen de temibles clérigos de batalla.
En tiempos pasados, Khador adoptó una agresiva postula expansionista. Con el paso de los siglos se han producido escaramuzas con sus vecinos, y los antepasados del Rey Vanar incluso se anexionaron tierras ricas en recursos de Llael y Ord, bajo la pretensión de que los territorios les pertenecían por derecho debido a los acuerdos de los Tratados de Corvis. En la actualidad Khador puede parecer demasiado débil para anexionarse más territorios, pero Llael y Ord no parecen ansiosos por intentar recuperar las tierras que perdieron. A pesar de su escaso talento mágico y tecnológico, los khadoranos son guerreros sin igual, y cualquier acción militar contra ellos seguro que es muy costosa.
Rhul: la tierra de los enanos
Comparados con los dinámicos reinos de los hombres y las extrañas actividades inescrutables de los elfos, los enanos son un bastión de orden y razonamiento. Su sociedad no ha sufrido trastornos importantes desde hace mil años. Incluso sus guerras civiles son mas bien duelos, que son organizados y juzgados por el Parlamento Enano, conocido entre su pueblo como la Asamblea. Los líderes tradicionales de la Asamblea son los Señores de la Piedra, ancianos y respetados ciudadanos enanos que pueden trazar su linaje hasta las trece primeras familias que fundaron la nación enana. Los otros miembros de la Asamblea son representantes de las Cien Casas, los primeros nobles hacendados. Este grupo es responsable de forjar las las leyes de la sociedad enana, usando una serie increíblemente larga de normas procesales llamadas simplemente el “Códice”.
Por todas las tierras conocidas, el pueblo enano es famoso por sus grandes obras de artesanía e ingeniería. Cualquier niño conoce la calidad de los trabajos en piedra enanos; y la pasión de la “gente fuerte” por el oro, las gemas y otros tesoros de la tierra es conocida por todos. Lo que la mayoría no sabe es que la habilidad enana para trabajar la piedra no está restringida a los oscuros espacios de túneles y subterráneos. También levantan espléndidos castillos, baluartes, templos, torres y puentes, un hecho que sorprende a la mayoría de los que visitan Rhul por primera vez.
Ios: hogar de los elfos
El pueblo elfo es solitario, reservado y mucho dirían que incluso xenófobo. También son caóticos e impredecibles, al menos para las mentes más ordenadas de los hombres y de los enanos. Sin embargo, hay una cosa que es cierta, aquel que entra en Ios sin ser invitado nunca regresa. El escaso comercio que se produce entre los elfos y otras razas se debe de hecho a su intención de esconder su tierra natal a la vista de los extranjeros. Por supuesto hay rumores... algunos dicen que los elfos dominan los elementos, que los árboles y las piedras les susurran secretos, o que sus ciudades son construidas alrededor de templos de dioses vivientes y viejos como el propio mundo... pero nadie podrá confirmarlo o desmentirlo. Incluso los escasos elfos que deciden abandonar su tierra natal guardan silencio sobre este tema.
Según esto, cualquier elfo visto fuera de su tierra se corresponde a una de estas tres categorías. Primera, el ocasional diplomático o comerciante importante bien protegido. Estos poderosos individuos pueden ser vistos en raras ocasiones por las calles de Caspia o de otras ciudades importantes, escondidos en un palanquín, destacando solamente por los enmascarados guardianes élficos que les rodean. Segunda, es un elfo proscrito. Estos patéticos (y posiblemente peligrosos) individuos han sido expulsados de su nación por crímenes indescriptibles. Entre los de larga vida, el exilio a las “tierras bárbaras” es una destino peor que la muerte. Por último están los elfos más raros de todos, aquellos cuya ansia de viajar y la curiosidad por el mundo que los rodea se antepone a su natural miedo, desconfianza y desprecio por el mundo exterior.