Partida Rol por web

La Sombra sobre Padisham

1 - Prólogo

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14/02/2021, 11:03
Máster

Taldor, antaño tierra de emperadores, se extendía por casi todo el continente de Avistan. Desde la Última Muralla hasta más allá de las Tierras Fluviales lindando con el Mar Interior donde la lejana Chéliax marcaba el fin del mundo, el IMPERIO se consolidaba como la potencia más temible del continente. Se decía que de cada diez habitantes de Golarion siete eran Taldanos.

Sin embargo la invasión por sorpresa de Qadira en 4079 RA dio paso a que la frontera Cheliana se revelase y empujase el reino hacia el este en un afán de expansión sin precedentes. Siglos de emperadores incompetentes, más tarde convertidos en reyes y finalmente en príncipes, llevaron a la decadencia y con ella al olvido de lo que una vez fue el gran dominador del mundo. Stavian III fue el último de ellos, paranoico y sin amplitud de miras contribuyó como todos sus antepasados a que el resto de naciones pasaran por encima de la nuestra sin hacernos siquiera caso.

Pero todo eso ha cambiado.

Nuevos vientos soplan para Taldor. La aquilosada sociedad taldana, anclada en un pasado decrépito, ha roto una de las reglas más sagradas de su pueblo y por primera vez en la historia una mujer rige los destinos de sus habitantes. La princesa Eutropia Stavian, única hija viva del antiguo monarca, que aún sin derecho de sucesión demostró su ambición desde que nació, enfrentándose a su padre, rechazando varios matrimonios de conveniencia y alzando la voz sobre el privilegio que supone tener sangre de conquistadores en las venas.

Tras la victoria en la reciente guerra civil provocada por su hermano Carrius II, traído de la muerte por fuerzas oscuras y poseído por antiguos emperadores que aprovecharon el vacío de poder para instaurarlo en el trono y que ahora le sirve de consejero canalizando la sabiduría de los antiguos reyes, el Senado poco tardó en nombrarla Princesa Suprema, pese a la ruptura con las tradiciones ancestrales, y ella ha devuelto esa confianza reforzando las líneas de antaño, recuperando los valores de conquista y reconstruyendo el ejército, a la vez que acababa con el legado de su padre disolviendo el grupo de mercenarios ulfen que constituían la Guardia Real dando ese rango a verdaderos nacidos aquí, o acabando con la corrupción de las Espadas del León, la red de infiltración y espionaje al servicio de la corona, centrados ahora en defender los intereses de la nación.

Es palpable en la calle que hasta el campesino más humilde ahora se muestra orgulloso de ser taldano y está dispuesto a coger las armas para defender al Estado.

 

Notas de juego

Y dicho esto, es a esa red (Lion Blades) de infiltración, espionaje y a veces hasta asesinato a la que pertenecéis... que ha sido renovada de tal manera que ahora tiene una parte visible, la Logia Dorada (la vuestra) que se encarga de misiones delicadas y de suma importancia, y la Logia Negra que actúa en la sombra.

Ah, salvo esto último de las logias... todo es canon Golarion. Es la nueva situación descrita en los manuales de Pathfinder 2nd y el inicio de esa guerra civil se narra en la AP War of the Crown de la primera edición.

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16/02/2021, 17:42
Comandante Maxillar Pythareus

Noche cerrada. Una densa lluvia caía sobre la encharcada tierra cuando llegó el mensaje. El miedo en los ojos del enviado era palpable al veros, estabais convocados al castillo y muy feo sería el asunto si habían acabado recurriendo a vosotros.

El viaje a la capital fue desagradable, varios días bajo la potente tormenta que no cesaba, con el barro lamiendo ya la parte habitable de la carroza en la que os moviais. Nada a lo que no estuvierais acostumbrados, habíais vivido situaciones peores si es que esta era mala. Al llegar al destino se os ofrecería una alcoba caliente para informaros en la mañana.

Pero no fue así. Casi al llegar os llevaron a una amplia cámara donde grandes mapas vestían el centro, una sala de guerra, sin duda. Todo Taldor se veía en ellos, todo Golarion incluso. Iluminada solo con unas cuantas velas centrales, varias siluetas se encontraban hablando sobre ellos moviendo miniaturas sobre un tallado del reino en relieve. Aún lejos, vuestros sentidos agudos os hacen saber que algo pasa en el sur, por la sección sobre la que actúan.

- Acercáos.- Dice uno de ellos mientras vais reconociendo los rostros. La enorme cicatriz que exhibe quién os ha hablado no deja lugar a la duda, varios surcos le cruzan toda la cara y el ojo que le falta lo corrobora, Maxillar Pythareus el Lord Comandante del Borde Oriental. Pese a su edad sigue imponiendo respeto.

Junto a él, Nyria, la joven sacerdotisa de Calistria a la que habéis visto un par de veces y que esta noche demuestra su exuberancia bajo un transparente vestido negro que poco oculta su embriagador cuerpo de elfa, y un anciano que debe ser un alto mago a tenor de la extraña túnica que luce.

Pero la frugal luz de los relámpagos indica la presencia de alguien más sentado en uno de los sillones que hay apostados contra las paredes que rodean toda la estancia. Si no decide mostrarse tendrá sus razones, pero os incomoda un poco.

Mientras vais recorriendo los metros que os llevan hasta ellos, Pythareus sigue hablando.- Me ahorraré presentaciones e iré al grano. De sobra sabéis que estamos en guerra contra Qadira, una guerra velada hasta la fecha pero que se torna en insultos contra nuestra nación. Nuestros tecnomagos,- mientras hace un leve gesto hacia el anciano que lo acompaña,- han estado investigando viejos pergaminos, runas antiguas que contienen el saber de nuestros ancestros y a consecuencia de ello hemos estado tras la pista de una extraña reliquia del pasado, el Corazón de Rubí. - No os suena de nada.- La expedición que la sigue se encuentra aquí, en Padisham,- señala un lejano punto al sur,- un antiguo templo abandonado cerca de la frontera.

- Ayer recibimos un cuervo con una extraña misiva indicando un ataque qadirano, no sabemos exactamente cuánto hace de eso debido a esta maldita tormenta. No obstante hoy, aunque nuestros exploradores aún no han conseguido llegar si han confirmado que actualmente la zona permanece tranquila. Eso parece indicar que Qadira aún no sabe nada de nuestro objetivo y se trata de un simple toque de atención, pero no podemos arriegarnos y tampoco dejarlo sin castigo, no se trata de mercaderes de paso sino de un asentamiento consolidado.

- Sea como sea vais a ir vosotros a poner las cosas en orden. Si se trata de ataques aislados podréis controlarlos, allí os encontraréis con algunas tropas a las que podéis coordinar y al resto de componentes de la expedición. Y si finalmente es un asedio notificadlo cuanto antes y enviaremos refuerzos.

- Ni que decir tiene que es VITAL que se encuentre esa joya, si es que existe.

Un rayo ilumina de golpe toda la estancia. No se os escapa quién ha estado oculta en silencio todo este tiempo, es la reina. Desde que que llegó al trono controla TODOS los asuntos en persona, a diferencia de su padre que sometía al pueblo y demostraba desdén y desgana.

Maxillar Pythareus se da cuenta de vuestras miradas y prosigue.- Viajareís por mar hasta Zimar, Orian os acompañará. Creo que ya lo conocéis, os estará esperando en el puente.- Se os viene a la mente el viejo sargento, ya avanzado en edad como para participar de misiones activas pero buen guía por su conocimiento del reino.- Desde allí tomaréis uno de nuestros transportes voladores para ir por tierra hasta el templo, nuestro comercio con Numeria está dando sus frutos.

Os sorprende lo que escucháis, desde hace unos años extrañas gemas se han usado para hacer volar naves, plataformas del tamaño de un carruaje que poco a poco aumentan en tamaño. Jamás habéis ido en uno de ellos pero si os han llegado historias de la inestabilidad de algunos.

- Y ahora, si tenéis alguna pregunta... de lo contrario podéis ir a descansar, entendemos que el viaje ha sido incómodo y mañana os espera un barco, preguntad por el Halcón Marino en el muelle norte.

Notas de juego

Estáis en Oppara, la capital.

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28/02/2021, 14:26
Tassidar "Tass" Thistleriddle

Taldor había cambiado en los últimos años, ya no era la nación decrépita y lastimera en que había llegado a convertirse. El orgullo había resurgido en los corazones de la gente, insuflaba nueva esperanza, una chispa de dignidad que lentamente prendía por todas partes. Allí donde uno posaba los ojos, podía ver el rastro de ese fuego. Los movimientos de los ciudadanos ya no eran lánguidos y agotados, las miradas no eran apocadas y agotadas, desde los granjeros más humildes hasta los héroes que se alzaban de entre las masas, todos poseían una nueva fuerza, una energía renovada, un vigor que hasta hacía poco tiempo, solo permanecía en los relatos de tiempos mejores. Tiempos pasados. Tiempos en los que habían sido un país más grande y poderoso como ninguno. No se había recuperado aquél viejo esplendor, pero se había dado el primer paso.

Tassidar Thistleriddle, al que todos llamaban Tass por simple comodidad, aún era escéptico con todo aquello. La guerra civil había sido cruenta y las consecuencias aún no se conocían del todo. No podían conocerse. Faltaban años para que el polvo se asentara, por mucho que la nueva reina y sus reformas dieran una sensación de robustez nada común tras un suceso como aquél. Si, las cosas, en apariencia, iban bien, mejor que nunca dirían muchos, pero esa nueva fortaleza aún estaba por ponerse a prueba. La gloria a la que se aspiraba estaría puesta en entredicho hasta que se conquistara, y la única forma de hacerlo era por la fuerza de las armas, subyugando a sus vecinos, unos territorios que conocían la libertad desde hacia demasiado, que habían crecido, que ya no eran los mismos que estuvieron bajo la bota de su reino. Era a ellos a quienes se enfrentaban, tras siglos de humillaciones, y a los que tenían que meter en vereda si querían ser de nuevo un imperio.

Tass pensaba en todo aquello mientras dormitaba en el interior del carruaje, mirando de soslayo hacia el exterior. Oppara era enorme, ruidosa, majestuosa, decadente, gloriosa, trágica y muchas cosas más, todo al mismo tiempo. Construida hacía más de seis mil años, destruida y levantada de nuevo, se alzaba imponente sobre los Acantilados Negros, cerca de la desembocadura del río Porthmos. Sus edificios de piedra, mármol, granito y, más recientemente, ladrillo, brillaban bajo el sol del ocaso, y aunque ya no había cubiertas de oro que explicaran el porque del sobrenombre de Ciudad Dorada, seguía siendo una vista impresionante. Se había criado allí, conocía bien los muchos distritos de la urbe, especialmente los barrios más sórdidos, que también los había y no eran pocos ni grises, sino muchos y oscuros, pero el caso es que cada vez que volvía, se maravillaba como la primera vez.

Como miembro de las Espadas del León, ahora parte de la Logia Dorada, pasaba mucho tiempo fuera. Sus viajes le llevaban a rincones dispares, tanto dentro de las fronteras como fuera de ellas. Su último encargo le había mantenido en el extranjero un largo periodo, en Andoran, tanteando como siempre la firmeza de sus convicciones. Los ejércitos de exploración eran parte de las leyendas, nada más, y ahora se esperaba que ciertas anexiones se produjeran con sutileza. Esos que pensaban así eran unos necios, nadie estaba dispuesto a dejarse aplastar de nuevo, pero él seguía órdenes y no las cuestionaba en voz alta. Si los barbudos querían jugar esos juegos, era cosa suya, aunque cualquiera con dos dedos de frente sabía que al final tendría que correr la sangre. El caso es que hacía meses desde que le habían emplazado, y varios ciclos ya desde que había recibido la carta para hacerle regresar, sin ninguna explicación. Al poco de llegar había tenido la agradable sorpresa de encontrarse con viejos amigos, compañeros junto a los que se había labrado una reputación. Se habían puesto al día, habían comido y, tras unos días, habían recibido otra carta, haciéndoles llamar. Tass se había rascado la incipiente perilla que se había dejado, ignorando por completo la ley, cuando había leído la misiva entregada por un tembloroso recadero. Había fruncido el ceño, sin saber que esperar, pero consciente de que si se requería el servicio de los Perros de Taldor, es que algo iba mal. Por último había despedido al agitado joven, y había suspirado al caer en la cuenta de que se había terminado la buena vida, y volvían al barro.

El viaje había sido un preludio de lo que sin duda estaba por venir: una misión desagradable, sucia, que les mancharía las manos como otrora había sucedido. No le importaba, pero lo cierto es que estaba algo oxidado. Ya no era tan joven ni disfrutaba tanto esas cosas; había terminado por apreciar el buen vino, las camas calientes, la compañía joven y entusiasta y otro sinfín de pequeñas comodidades. Mantenía afilado su estoque y aún más su mente, pero el primero hacía tiempo que no había tenido que ensuciarlo. Se había ganado ese merecido retiro, y era una lástima tener que recuperar viejos hábitos, pero la vida era así, eso lo sabía bien.

La comitiva que les esperaba nada más llegar al castillo era de todo menos una buena señal. Caras reconocidas todas ellas, impacientes, tensas. Y no era para menos. Cuando se mencionó Qadira no pudo evitar un suspiro, cansado de aquella misma cantinela una y otra vez. No había final para esa enemistad. No lo habría nunca, sospechaba que ni siquiera si uno de los dos estados acababa borrado de la faz de Golarion. Si no una cosa, era otra, y si no había nada lo buscaban, o se lo inventaban. No le sorprendió saber que habían mandado una expedición fuera de los límites establecidos, ni que los keleshitas habían respondido. Era un tira y afloja que ya duraba siglos, o milenios. No importaba, porque duraría otro tanto. Empero, el motivo esta vez era interesante. No había oído hablar del Corazón del Rubí, y a él siempre le gustaban esas cosas, tenía conocimientos muy amplios de muchos temas, y nunca perdía la oportunidad de aprender más. Además, iba a viajar en unos de esos transportes voladores, lo cual añadía una pizca más de atractivo a la mezcla. Comenzaba a sentir esa picazón propia de antes de una aventura, ese calor en el estómago que era la impaciencia y el anhelo de ser parte de la narración, de que los actos tuvieran repercusión. Y si Eutropia Stavian estaba allí, seguramente así fuera. Tass asintió, con ganas de empezar, y luego negó, dando a entender que no tenía nada que decir, y mucho menos que preguntar.

Ninguna por mi parte —corroboró con palabras, reafirmando su gesto. Esperó, por si alguno de sus dos camaradas tenía alguna, y si no se despidió para marcharse de allí a descansar.

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28/02/2021, 17:14
Páter Claudius

Taldor habia cambiado.

Su última parte del orgullo habia caido. El anciano rey habia muerto y ahora una niña engreida, ambiciosa, mezquina y poco preparada se aferraba al trono. Y ya sabemos, como pasó en Korvosa. Una ambición desmedida sin estar respaldada por conocimientos, contactos y conjuros es tan sólo el preludio a la catastrofe.

Pero aqui estamos. En SU presencia.
La de esta mujer que tiene que probarse ante el pueblo y ante todos nosotros. 

Desgraciadamente, si ella fracasa el pueblo fracasa. Y si nosotros fallamos, ella no tendrá oportunidad de triunfar.

 

Demonios...

 

"Puede contar conmigo para lo que sea preciso, señor"
"Por la gloria de Erastil y por el futuro de Taldor."

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28/02/2021, 20:43
Rigar Mars

Rigar agradeció que fueran contactados y urgidos a reunirse, había tenido suficiente diversión por unos días en los que gastó a manos llenas, ahora debía de conseguir una bolsa más abultada con la que celebrar una nueva misión victoriosa. La vida era corta y él tenía por costumbre exprimirla. Taldor se había convertido en una fuente continua de trabajos bien pagados, el joven cazador se había criado en los bosques pero su lugar, como pronto aprendió, era la ciudad. Podía moverse con total libertad, aplicando su facilidad para la caza para perseguir la presa más satisfactoria, que era otro ser vivo e inteligente.

Estar en presencia de la reina significaba que aquella no era una misión cualquiera, la reliquia buscada podía cambiar el curso de la historia, así le parecía. Miró a los representantes del trono, sorprendido por la presencia de la elfa, ¿quería decir ese detalle que el Corazón de Rubí tenía que ver con su deidad? Un detalle curioso, como el hecho de que precísamente no les hubieran explicado sobre el templo aunque poco importaba, en cuanto vieran las ruinas sabrían a qué deidad estaba dedicada.

- Entendemos la importacia de ese hallazgo, vamos a remover todo el templo hasta encontrarlo. Lo traeremos entonces en las mejores condiciones.

No era el tipo de trabajo que le encargaban, solía dedicarse a la caza y no a la búsqueda de objetos, mas sin duda la recompensa iba a ser abundante y si tenían éxito, la reina tendría buenos ojos hacia ellos. De perros de presa podían pasar a lobos, aumentar su status y Rigar no quería ser rico, pero sí enfrentarse a retos más grandes y luego celebrar con más ahínco, así era su estilo de vida.

- Estoy listo y deseoso de embarcarme.

Confirmó con una sonrisa lupina tras la cual miró a sus camaradas, eran personas habilidosas con grandes recursos, que podían sobrevivir a los peligros más duros.

Bien pensado, perseguir un corazón era un acto que podía entenderse como salvaje, le gustaba la idea.

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28/02/2021, 23:07
Sargento Orian

El Lord Comandante os mira satisfecho tras escuchar vuestras palabras.- Tal y como imaginaba. Si no hay preguntas id a descansar.- El silencio de la sala vuelve a hacer compañía a los truenos que suenan al otro lado de la ventana, no obstante antes de retiraros un susurro a su oído da paso a unas últimas palabras.

- Por supuesto, y como siempre,- notáis el enfasis en esto,- cualquier tesoro que encontréis será añadido a la Corona... a la que servís... e informaréis debidamente.- El añadido es innecesario, aunque sabéis que "como siempre" se refiere a cualquier cosa relevante es normal disponer de lo que encontráis en beneficio propio, no es fácil ni productivo para la estructura del reino controlar a todos sus agentes, podría ser contraproducente y de momento es un olvido tolerado.

La noche se hace corta y la comodidad de vuestros aposentos hace que os resulte brusca la llegada del nuevo día. La tormenta sigue fuera y solo hará el viaje en barco más incómodo.

Ya fuera, pese a la lluvia los muelles bullen de vida, decenas de marineros cargan y descargan toneles y extrañas cajas en numerosas naves que hacen del puerto uno de los lugares más grandes de la ciudad. Aún así no os resulta difícil encontrar vuestro barco, una preciosa plataforma de tres grandes velas con un curioso diseño delantero para cortar la corriente a su paso, donde la madera adopta forma de cuña separada de la proa.

Al subir a bordo el propio Orian os recibe como si os hubiera estado esperando días a la intemperie.- Así que os mandan a vosotros. Espero que si es cierto lo de los ataques, esos qadiranos estén bien preparados.- Su sonrisa es sincera.- Intuyo que si no, sus cabezas rodarán hasta aquí.- Se aparta la pipa de la boca y escupe sobre la cubierta mojada. Mirando al cielo vuelve a hablar.- Vayamos abajo, odio mojarme y os he buscado un sitio caliente donde dormir. Además, no me gusta informar sin el estómago lleno, he cargado el mejor té de todo Katapesh y por supuesto miles de barriles de ron.- Estalla en una sonora carcajada, disponer de mercancía exclusiva es uno de sus beneficios de veterano.

- Veréis,- os dice ya más calmado y libre del guardapolvo mojado que lo cubría,- los de arriba están nerviosos estos días. No sé exactamente qué vais a proteger pero parece importante. Una joya o algo así, aunque los rumores dicen que es más potente que esos cristales con los que comerciamos con Numeria.

- Mandaron ya una expedición y parece que tuvo éxito buscándola, yo mismo los llevé, y creedme, con el tamaño que tenía se me hace raro que la hayan atacado, conté dos divisiones de 50 hombres cada una y varios de esos nuevos magos, además de toda la logística para acompañarlos. Pero bueno, todo es posible, allá en el sur están todos locos... verían movimiento y es posible que quisieran meter las narices. Reconozco que yo tampoco estaría muy tranquilo si viese a esas serpientes excavando en nuestra frontera.

Con el mejunje que os sirve empezáis a entrar en calor.

- Si queréis cualquier cosa no tenéis más que hablar con el capitán, es buena gente, no se mete en nuestros asuntos si no nos metemos en los suyos pero puede conseguir cualquier cosa.- Levanta la copa como certificándolo.- Aunque el viaje será breve. Os llevaré hasta Zimar, cuando dejemos la costa remontaremos el río para llegar hasta allí, este barco no parece sufrir el cambio a agua dulce. Luego seguiréis solos, supongo que os asignarán un guía. El asentamiento no está lejos, me han dicho que vais a usar uno de esos artefactos. Yo aún no me fiaría, creo que tienen bastantes problemas pero es cierto que poco a poco comienzan a verse más. Quizá hasta me anime a montar en uno.

Desde hace unos años, los tecnomagos de Taldor han adoptado la extraña magia de Numeria usando gemas que el reino compra a sus mercaderes a cambio de innumerables sumas. Gemas capaces de dar vida a siniestros mecanismos y hacer volar vehículos. Grandes golems (o constructos) de metal están empezando a ser usados para la guerra, y se está consiguiendo que la población más pudiente empiece a viajar de un lado a otro a velocidades nunca antes vistas.

Pero también son frecuentes las historias sobre accidentes inesperados y su uso aún sigue dando problemas, que por otro lado mientras las relaciones comerciales se sigan manteniendo se irán solventando.

- Ahhhh, esto es vida. Debí retirarme antes de la vida activa.- Os dice mientras apura la copa y comienza a echarse otra.- Relajáos, nos quedan aún varias jornadas hasta llegar a los acantilados, si hay suerte cruzaremos los arrecifes sin problemas.

Orian empieza a dormirse y casi al momento escucháis sus profundos ronquidos.

El viaje es bastante tranquilo, gozáis de total libertad para moveros así que al segundo día ya conocéis todo el barco y a algunos marineros. La lluvia torrencial hace incómodo cualquier movimiento, hasta el extremo que preferís permanecer bajo techo la mayoría del tiempo. No obstante arriba se mantiene constante un mínimo de gente y siempre un vigía en el mastil más alto.

El tercer día Orian está más alterado pero no os quiere decir nada cuando le preguntáis. La tormenta ha arreciado y el viejo no para de beber, escucháis los sonidos en cubierta que os han estado acompañando todo el viaje, gritos organizando a la tripulación y a veces de alarma ante algún cabo suelto o la pérdida de algo que no ha sido debidamente amarrado. Pero cuando llega la tarde algo os llama la atención, todo eso se torna en silencio y un zumbido empieza a penetrar en vuestros oídos. Al cabo de un tiempo ya no es solo un zumbido, sino que se trata de un ruido constante que cesa durante intervalos para volver a surgir más fuerte hasta que vuelve a concluir e inicia nuevamente el ciclo.

Notas de juego

Estáis en el lugar que os sirve de camarote, decidme qué hacéis.

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02/03/2021, 18:05
Rigar Mars

Tampoco había tenido la oportunidad de subir a uno de esos nuevos aparatos impulsados por la magia de las gemas, no le importaría hacerlo aunque planteara esas dificultades tan comentadas. Rigar no tenía remilgos para ese tipo de construcciones, ni para habitar entre edificios, su terreno habitual era la ciudad de Taldor y a él estaba acostumbrado.

- Esta promete ser una expedición única. Los qadiranos van a sentir el medio cuando estemos tras sus talones.

Le gustaría enfrentarse a algunos de ellos, prefería que huyeran para perseguirlos, aunque imaginaba que de dar con una patrulla vendrían directos al combate.

Cuando trataba de pasar un rato distendido llegó hasta él ese zumbido delator, diría que lo producía una criatura pero al volverse intermitente le quedó la duda. Se levantó para cojer sus armas, el arco de hueso y su gran hacha.

Hizo un gesto con la cabeza dando a entender que iba a ver qué había fuera, si descubría algún tipo de peligro podría prepararse contra él.

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03/03/2021, 11:11
Tassidar "Tass" Thistleriddle

Por supuesto, pensó con recelo antes de marcharse, dejando que su rostro vagamente ratonil se crispara un instante fugaz. Nunca le había gustado que le controlaran, ni tener que dar aquello que conseguía en el trascurso de sus misiones, pero sabía perfectamente que trabajaban para la corona y, a cambio, les daban todo lo que necesitaban para actuar. Además, siendo sinceros, era cierto que a nadie le importaba si los agentes se quedaban una baratija o dos; mientras uno no resultara acaparador, se podía avanzar en esa línea de trabajo.

A partir de ahí todo fue bien, o todo lo bien que se podía esperar bajo un cielo tormentoso. Descansaron cómodamente, tal vez menos de lo que le habría gustado, pero suficiente para reponerse de la incomodidad del viaje anterior y relegar la fatiga de la jornada a un segundo plano. Recuperados casi por completo, no les supuso un gran esfuerzo moverse por las bulliciosas calles de la ciudad ni el atestado puerto —Oppara no descansaba, hiciera el tiempo que hiciera—, hasta encontrar su barco, donde ya les esperaban cuando subieron a bordo. La travesía a partir de ahí fue tranquila e incluso cómoda, al menos si se ignoraba el continuo vaivén del navío, especialmente en el primer tramo cuando el barco sufría el continuo azote de las olas por culpa del incansable temporal. Al igual que a las ratas no les gustaba mojarse, a él tampoco le hacía gracia, y se mantuvo en el camarote lo máximo posible.

Orian fue un buen anfitrión, atento en todo momento, y les colmó con su atención, cada conversación regada con buena comida y mejor bebida. Bromeó, explicó e informó, creando un ambiente distendido, amigable pero productivo. Sin embargo, poco a poco se fue tornando taciturno, y al tercer día su humor se había agriado sin un motivo aparente. Las cosas parecían como siempre, pero una ligera desazón comenzaba a asentarse en su interior, un cosquilleo en el estómago, la sensación de que estaba a punto de pasar algo. Como siempre que se juntaban ellos tres, las cosas tendían a ponerse feas y complicarse rápidamente. Cuando Rigar se ofreció a salir para ver, Tass suspiró, se puso en pie y se caló bien el sombrero.

Voy contigo —corroboró, como si su gesto no hubiera sido suficiente. Dando a entender que esperaba problemas, hizo ondear su capa y, con el mismo movimiento sutil, apoyó la mano en la empuñadura del estoque.

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03/03/2021, 16:06
Máster

La tormenta parecía arreciar fuera, el agua lo cubría todo y se había convertido en una fina cortina que dejaba ver poco más allá de unos metros. Las salidas de achique estaban colapsadas y el suelo lleno de charcos. Varios relámpagos soltaron su carga en el cielo y al poco su impacto sónico.

Pero lo que más les llamó la atención era que la tripulación no profería ruido alguno, vieron a un par de marineros mientras avanzaban por cubierta, agarrados a los cabos, quietos, como esperando algo. Uno de ellos les hizo un gesto, un ademán de guardar silencio.

Extrañados estuvieron a punto de contestar pero el gemido y ahora rugido que habían escuchado en los camarotes parecía cada vez más intenso. Se escuchaba amortiguado pero de modo claro, como si proviniese de debajo del agua que navegaban, llenándolo todo al salir al aire.

Y de pronto la nave sufrió un vaivén, como si algo hubiera golpeado el casco y el cascarón tratara de mantenerse firme. Al no esperarlo les costó mantener el equilibrio. Varios barriles salieron disparados por la borda fruto del tremendo impacto.

Notas de juego

Doy por hecho que todos salís, Souhiro, dime si no.

Haced una tirada de TS Reflejos 12 para no caer. Serían magulladuras al caer y/o chocaros algo de cubierta sin poder esquivarlo (daño 1D4). Fallar os deja en el suelo para el siguiente asalto.

Indicadme también si hacéis algo adicional, tenéis un par de turnos antes de que ocurra algo más (si habéis caído no hay opción a hacer nada, solo levantaros por la dificultad). Esta noche posteo si están las tiradas.

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03/03/2021, 16:28
Páter Claudius

Viendo la situación, lo tengo claro. Estamos en apuros. Hay algo sigiloso, y que está tratando de atacarnos.

No voy a permitirlo.

 

Esquivando con gracia (Y con suerte más que otra cosa) los barriles, saco rápidamente mi arco, y encordo una flecha.

Ni siquiera musito una palabra. Estoy tan sólo centrado en contemplar lo que sea que pueda estar a nuestro alrededor. Al fin y al cabo, si los marinos no hacen ruido, nosotros tampoco.

- Tiradas (1)
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03/03/2021, 20:26
Tassidar "Tass" Thistleriddle

Los tres, al unísono, salieron del camarote. La cubierta estaba empapada y aún quedaba algún resto de la tormenta. El movimiento se hacía complicado por allí, pero era ágil y se movía con soltura, por lo que no le costó tanto como podría haber sido. Empero, no estaba preparado para aquél golpetazo que hizo crujir la madera con un lamento ahogado e hizo zozobrar el navío. Sorprendido, a punto estuvo de caer al suelo al intentar esquivar un barril, pero en el último segundo, en un momento de inspiración, apoyó la mano y, con una cabriola, quedó en pie.

No lo pensó mucho, consciente de que había algún peligro inminente. Desenvainó su estoque, se acercó a una de las paredes del castillo de popa, y se preparó, con la espalda protegida, observando atentamente y, porque no, olfateando el aire, intentando diferenciar algún aroma extraño entre el salado olor del mar.

- Tiradas (3)

Notas de juego

Tiro Percepción y de paso recuerdo que tengo olfato a 30'. :)

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03/03/2021, 22:09
Rigar Mars

Al salir afuera fue zarandeado, con la mano izquierda hubo de agarrarse al marco de la puerta para evitar una caída inoportuna. Estaba sorprendido porque la causa del zumbido no estaba a la vista y con la tormenta cerniéndose sobre ellos no creía que algo como un gran insecto pudiera estar acechando al barco. Llamó la atenciión de los hombres que estaban a cubierto.

"Dónde está"

No llegó a pronunciar esas palabras sino que lo comunicó por gestos a los marineros, imaginando que en alguna parte había un monstruo. Retrocedió entonces no para esconderse sino para recurrir a su magia, quería que su hacha fuera todavía más letal y la magia de la naturaleza aplicada a las herramientas humanas podía llegar a ser muy poderosa.

- Tiradas (1)

Notas de juego

Lanzo lead blades sobre el hacha, el daño sube a 4d6 por tres minutos.

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03/03/2021, 23:54
Capitán Adduin

La nave pareció estabilizarse tras unos zarandeos... hasta que llegó otro embite. Era indudable que algo la golpeaba desde abajo y ese algo coincidía con lo que habían sido zumbidos y ahora extraños rugidos, el sonido de alguna bestia marina. Preparados para el combate, el olor salino, la poca visibilidad bajo la tempestad y la sensación de frío al contacto con la ropa y el metal mojado los dejaban en clara desventaja, sin poder siquiera detectar al causante de todo aquello.

El agua subía por los laterales en forma de enormes olas perjudicando aún más sus sentidos. No obstante, como saliendo de la niebla que formaba la espuma apareció el capitán, que rápidamente les hizo un gesto claro para que lo siguieran. Acercándose a babor les pasó una cuerda indicando que se ataran a la barandilla para no caer.

Pese a la oscuridad podían ver algo bajo la superficie del mar, una gigantesca mancha oscura que superaba con creces el tamaño del barco, una sombra que permanecía quieta. Y de pronto sin llegar a salir del agua emergió hacia ellos mostrando lo que parecía una cabeza y las primeras espinas descomunales de un caparazón. La bestia abrió la boca emitiendo otro rugido y se colocó en algún punto de la quilla mordiéndola, provocando de nuevo que la estructura se moviese tan violentamente que luchaba por seguir a flote. El impacto fue brutal y sin duda sin ayuda de la cuerda hubieran caído al fondo.

Haciendo amago de usar sus armas vieron como el capitán interponía su mano para evitarlo con un gesto nervioso, los movimientos de su cabeza indicaban claramente que no lo hicieran. Tras varios empellones que duraron siglos por fin la criatura desistió y comenzó a alejarse. Pasado un tiempo prudencial parecían ya fuera de peligro.

- Maya lleva siglos por esta zona. La primera vez que la vimos mi tripulación entró en pánico, yo mismo fui presa del miedo. Varios perecieron cayendo por la borda y no tuvimos la suerte de hoy, nos estuvo acosando durante días. Con el tiempo comprendimos que lo que la atraía además del casco era el ruido de cubierta, cuanto más gritábamos más empeño ponía en intentar derribarnos. Debía pensar que somos comida, quizá nos confunde con alguna criatura que le sirve de alimento, aunque no quisiera saber de qué se trata.- El capitán parece recordar alguna cosa con tristeza.

- No creo que volvamos a encontrarla, hacía mucho que no la veía. Esta ruta suele ser segura salvo quizá por sobresaltos como este, pero ha perdido pronto el interés. Aún así navegamos cerca de la costa y me extraña que nos haya alcanzado. Mi vigía no ha podido verla con esta tormenta, os pido mis disculpas. Mandaré que os lleven ropa seca y comida caliente si lo deseáis.- Parece muy interesado en teneros complacidos, quizá su sueldo depende de ello.

Ya repuestos, llega la noche y conseguís dormir. Orian no ha despertado desde que bajasteis tras el incidente, quizá por el exceso de alcohol, ha estado bebiendo desde que comenzó el día.

Notas de juego

El agua salada, la lluvia, la distancia anulan el smell (por cierto recuérdamelo siempre porque da mucho juego).

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04/03/2021, 00:45
Sargento Orian

El resto del viaje transcurre tranquilo, dos días después el temporal cesa y poco a poco se va abriendo el cielo. Orian se muestra jovial y parece no tener nada que ver con aquel hombre silencioso en el que se transformó hace unas jornadas sino más con aquel que os dio la bienvenida. Suponéis que cada uno tiene sus propios demonios.

La tripulación también parece animada y la jornada siguiente llegáis al estuario que os dará entrada al río finalizando la etapa por mar. La dificultad estriba en que para entrar en él tenéis que sortear los acantilados, de los que surgen rocas a baja profundidad que sobresalen como cuchillas y han sido capaces de acabar ya con algunas embarcaciones a tenor de los esqueletos de naves que veis abandonados en ellos.

- Principiantes o chapuceros.- Os aclara el capitán, y en efecto, no os cuesta mucho sortearlos y remontar hasta llegar a agua dulce.

Con la sal ya atrás, la jornada siguiente transcurre muy tranquila. Aunque se trata de un río las orillas quedan bastante lejos, muchas veces ni las veis, y sin duda os sorprende el caudal de agua que contiene. Es notorio el esfuerzo que hace el barco para navegar contracorriente y sin embargo la buena velocidad que alcanza y lo estable que parece ser, mucho más que por mar.

- Esta es la parte que más me gusta del viaje. Y me alegro que esa maldita tormenta nos haya dejado, estaba ya harto de ella, el hombre no está hecho para vivir como un pez.- Orian os ofrece a menudo de su cóctel en abundancia mientras mantiene largas charlas con vosotros recordando viejas batallas y haciendo preguntas sobre conocidos comunes o vuestras recientes misiones.- Cuando lleguéis a Zimar veréis de nuevo la fuerza de nuestra Falange. Todo ciudadano de Taldor debería admirarse de ella, nuestra primera línea de combate, no hay división igual y todos temen sus estandartes en cuanto los ven. Eutropia se ha encargado personalmente de elegir a sus altos mandos y hay que reconocer que a los reclutas ya no los entrenan viejos como yo, savia nueva ha llegado por fin al imperio.

- Como cualquier ciudad fronteriza es un vergel que no podemos controlar del todo, pero ese pretencioso de Gulreesh ya no domina los barrios bajos como lo hacía antes. Aún recuerdo cuando había que pedirle permiso incluso para ir a mear. ¡Ah, ha cambiado mucho, ya lo veréis!

Sabéis de sobra que El Rey Gulreesh, el Señor de la Inmundicia, como se hace llamar, ha dominado la ciudad desde hace varias décadas controlando todos los negocios sucios que en ella tienen lugar, pero ahora se rumorea que tras una fuerte confrontación con la princesa ha perdido gran parte de poder e incluso se dice que ahora está a su servicio.

Notas de juego

Podéis preguntar si hay algo que queráis saber. Mañana posteo porque llegaréis a vuestro destino tras el viaje en barco, Zimar.

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04/03/2021, 16:11
Gobernador Elven

Vista desde lejos, Zimar es una ciudad preciosa, con altos edificios de estilo taldano y grandes bóvedas con influencia qadirana. Aunque pertenece al reino parece estar entre dos mundos, como algunas de las otras ciudades con las que os habéis cruzado en vuestra travesía por el río, como Demgazi.

Su disposición sobre la falda de una ladera la hace subir desde el río hasta la cima de la fortaleza donde el nuevo gobernador rige en nombre de la princesa. Cuando al atardecer el barco llega al puerto os reciben con honores y un pequeño cortejo escolta vuestro traslado a la cima, pero notáis bastante premura en todo, como si tuvieran prisa en haceros llegar allí.

El asentamiento es enorme, largas calles y gentío muy denso, bazares, templos, muchísimo bullicio por todos lados y siempre la presencia militar, la famosa Falange de Taldor, soldados de élite apostados aquí para vigilar la frontera. Todo parece bajo control pues la medida es disuasoria, sin embargo Zimar siempre ha tenido fama de ciudad de negocios sucios, de hecho no recordábais tanto orden la última vez que os tocó venir.

Al final os recibe la máxima autoridad, un hombre ya entrado en años pero que ostenta el vigor de un caudillo con la suficiente severidad como para regir en un sitio así.

- Bienvenidos a Zimar. Soy consciente de que vuestra estancia será efímera pero me gustaría que tuvieráis buen recuerdo de la ciudad, esta noche la pasaréis en la zona real, hemos dispuesto amplias habitaciones para vosotros. Cualquier cosa que queráis solo debéis pedirla.- Os pillan de sorpresa tantas atenciones.- Mañana al alba se os llamará y partiréis junto a un piloto de mi entera confianza al punto de destino.

- He sido informado de la misión.- En ese momento hace un gesto y todos los que estaban en la sala salvo él salen de ella de un modo un tanto ruidoso, quedándoos solos.- También se me ha indicado que es de la máxima importancia. No puedo ofreceros escolta por orden real pero una vez allí contaréis con todos los hombres que se destinaron a la expedición. Mis exploradores han comprobado que si hubo un ataque, sin embargo uno de ellos no ha vuelto. Es raro pues están bien entrenados, así que es posible que algo más se nos escape. La propia reina me ha ordenado que os transmita que es VITAL QUE PASE LO QUE PASE DEVOLVÁIS LA JOYA A LA CAPITAL, si debe haber bajas será asumible.

Es una frase que no os deja muy tranquilos.

- Veréis, todo esto se está llevando con sumo cuidado, llegan muy pocas noticias desde allí a pesar de no estar lejos, un antiguo templo del que solo quedan algunas ruinas pero perdido en una zona salvaje. Avanzar en masa resulta imposible por eso solo se puede llegar de modo aislado. El problema es que se nos ha dicho que el Corazón ha sido encontrado pero también posteriormente todo lo contrario, supongo que por eso os envían a vosotros. No se duda de la lealtad de los nuestros pero cualquiera puede verse tentado a quedarse algo que es más de lo que esperaba. O quizá se trate de una maniobra enemiga si es que interceptan nuestros mensajes.

- No hace falta ser muy listo para darse cuenta de que el objeto es algo poderoso, me consta que para los tecnomagos podría decantar la balanza, y ya sabéis el auge que la orden ha tenido estos años, la propia reina confía más en ellos que en su propio ejército. Así que puede que de verdad estemos ante algo importante, y si cayese en manos enemigas...

No continuó la frase.

- No es necesario que os diga más, traed de vuelta la piedra si es que ha sido encontrada y aclarad qué está pasando allí. Las recientes tormentas habrán removido el terreno, así que llevad cuidado, hay millas de selva y ni siquiera nosotros nos adentramos tan profundamente. Pero ya me han avisado de que es vuestra especialidad.

- Y como os dije antes, tenéis a vuestra disposición todo lo que queráis, contamos con las mejores cortesanas de todo Golarion o cualquier otra cosa que os satisfaga.- Lo remarca con toda intención.- No ponemos en entredicho ningún tipo de placer y entiendo que puede ser la última noche en mucho tiempo que paséis bajo techo.

El ofrecimiento os permite olvidaros por un tiempo de qué está por venir, recuerdos de semanas e incluso meses en las peores condiciones avivan vuestra mente pensando en lo que será a partir de mañana, pero hoy es hoy.

Notas de juego

Anochece... ya a vuestro criterio.

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04/03/2021, 17:08
Primer Piloto Fionno

El amanecer trae noticias de un día soleado. Estáis despiertos mucho antes de que os avisen contemplando los amplios jardines a los que tenéis acceso desde la habitación y disfrutando del confort del espacio y el lujo que emana de cada detalle y adorno.

Echando un último vistazo os despedís en silencio de la cama que no está vacía, y bajáis hasta el enorme patio que sirve de plataforma a los extraños vehículos que llevan años ya viéndose por el reino.

Gente de todo tipo con extraños uniformes se afana llenando de vida el lugar. Parte de la comitiva que os recibió en el puerto os informa que la noche anterior han cargado vuestro equipaje, quedando solo lo que llevabais a mano. Ellos mismos os llevan hasta el que será vuestro transporte, una especie de nave pequeña con capacidad para unas diez personas que dispone de varias extrañas velas en forma de aletas y rematada con adornos de color dorado sin brillo.

Una pequeña escalera os facilita el acceso y sobre ella veis un gnomo vestido de traje oficial de color azul con hombreras que sobre uno de sus ojos lleva un artilugio hecho de cristales superpuestos a modo de catalejo en miniatura. Os mira algo extrañado, como si no fuese lo que esperaba o tuviese un amago de aprensión, pero enseguida se muestra amable.

- Soy Fionno, vuestro piloto. La nave ya está lista, estaba comprobando que todo estuviera en orden. Podemos partir cuando queráis.

Dándole el visto bueno procede a bajar por la escalerilla y hablar con varios de los operarios que están abajo. Al rato asciende de nuevo con algo en la mano, una extraña gema verde que introduce en un hueco de la parte posterior, cerca del timón. Parece estar hecha a medida y al poco comienza a iluminarse despidiendo un ligero brillo.

- Caballeros, agárrense, nos ponemos en marcha.- Sujetando con firmeza el timón, la nave comienza a ascender suavemente. No obstante os aferráis a las barandillas ante la sensación de ingravidez.- Volamos hacia Padisham,- dice cuando ya estáis en el aire y nadie os escucha,- no podremos llegar hasta allí debido a la vegetación pero intentaré dejaros lo más cerca posible. Buscaré un buen sitio y os espéraré para el viaje de vuelta, tardéis lo que tardéis.

- En la bodega tenemos víveres de sobra y toda la carga,- os señala una pequeña trampilla que se abre hacia fuera desde el suelo,- también disponemos de un pequeño camarote pero creedme, es más cómodo aterrizar y dormir en tierra, salvo que sea estrictamente necesario.- Solo se os ocurren situaciones de peligro para no hacerlo.

El vuelo parece suave, nada que ver con lo que os han contado y aunque la altura no es considerable (pero si a tener en cuenta porque a veces supera las de dos o tres árboles gigantes) en todo momento tenéis la sensación de poder caer al vacío y abusáis de agarraros con fuerza donde podéis.

Solo es cuestión de acostumbrarse, os repetís.

Notas de juego

Vuestro deslizador será una cosa así.

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05/03/2021, 23:40
Rigar Mars

La presencia de aquella gran tortuga le hizo pensar que estaban en manos del destino, si era el deseo de aquél monstruo la misión terminaría de modo abrupto por no decir que se darían un buen baño. El tiempo pasó despacio aunque hizo un esfuerzo por descansar tras vestirse con las nuevas ropas, un acto que no le costó tanto pues era un hombre con suficiente templanza.

El viaje continuó hasta llegar a puerto, allí observó de nuevo la bella ciudad. Vivir en un lugar como ese le sería atrayente, Rigar gustaba de ver edificios agolpados con estrechas calles aprovechables para hacer una persecución o una emboscada. Era un cazador de ciudad y le gustaría recorrerla aunque esa noche lo que recorrió fue la morena piel de una de aquellas exóticas mujeres con las que tanto contrastaba. No era muy lascivo pero las misiones de la reina no estaban pensadas para hombres que quisieran llegar a viejo y era por eso que había que aprovechar los placeres que había a su alcance.

Una mañana más, esta vez sí notó una sensación de encontrarse fuera de lugar.

- Buenos días, yo soy Rigar. Adelante con el vuelo, hay que ganar a las horas.

No tenía que haber mucha diferencia entre navegar y volar en uno de aquellos artilugios mas todo ese espacio abierto... por alguna razón no terminaba de ser de su agrado. Estar en el aire sin edificios, siquiera árboles, le hacía sentir extraño por lo que se dedicó a sentarse y charlar.

- Sin duda has de esperarnos, no tenemos intención de perdernos el viaje de vuelta.

El templo presentaría retos pero siempre habían salido con bien en sus misiones y creía que esta vez también tendrían éxito.

- Ya queda poco, tengo ganas de encontrar ese objeto.

Comentó a los demás.

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06/03/2021, 10:00
Tassidar "Tass" Thistleriddle

La sensación de peligro se acentuó cuando el capitán les habló de aquella criatura, que él desconocía. Jamás había oído hablar de un monstruo semejante, aunque imaginaba que, de haberlo hecho, seguramente lo habría descartado como muchas otras habladurías. Los marineros, cuando bebían, cansados tras largos trayectos en el mar, solían ser disparatados y, en muchas ocasiones, sus extravagancias aumentaban exponencialmente a medida que intentaban impresionar a los parroquianos habituales de tierra firme, compitiendo por ver quien tenía la mejor historia. Era lógico, a todo el mundo le gustaba sentirse importante, y sus relatos entretenían a la gente; si eran buenos, los taberneros solían recompensar el tiempo con una o dos bebidas gratis, y dependiendo del papel que el hombre tomara en su propio cuento, hasta podían atraer a una mujer interesada sin necesidad de pagar para aliviarse de tanto tiempo en el barco.

Tass, cuando coincidía con las tripulaciones de permiso, escuchaba educadamente y se entretenía, a veces hasta sacaba algo de utilidad, pero por lo general no solía dar mucho crédito a las palabras de beodos deseando destacar, igual que no se las daba a los granjeros que hablaban de engendros de toda índole que surgían del bosque para devorar ganado ni a los chalados que extendían rumores sobre criaturas provenientes de las estrellas que se llevaban a sus hijos durante un par de noches y, tras varios días, regresaban cambiados. Todas aquellas cosas solían tener explicaciones más razonables, pero también más mundanas, y a nadie le divertía un incidente corriente, protagonizado por lobos, bandidos o, en el mejor de los casos, la explosiva mezcla de la inconsciente juventud y el alcohol barato. Por eso se sorprendió cuando descubrió que entre todas las fábulas, resultó tener una bajo los pies, y como acostumbra a suceder ante lo desconocido que se escapaba a la comprensión, la primera reacción fue de miedo. Luego, pasados unos minutos, cuando estaban ya seguros de que no les hundiría y devoraría, ese temor dio paso a la genuina curiosidad, y pronto eso también quedó apagada por la hosquedad típica de alguien acostumbrado a descubrir la verdad que se topa con una situación que no da respuestas, ni tiene forma de hallarlas.

El capitán fue amable, les mandó ropa seca y comida caliente, lo que templó su ánimo. El trayecto continuó sin más incidentes, el agua salada dio paso a la dulce cuando empezaron a remontar el río. Orian recuperó la actitud alegre y volvió a ser una grata compañía; el veterano conocía a tanta gente que era imposible no hablar de viejos contactos en común, y sus numerosas e interesante andanzas habrían dado para semanas enteras de amena conversación. La dotación del navío también se mostraba vivaz y dispuesta a charlar, compartir un trago y jugar a los dados y a las cartas sin mirar si a quien desplumaban era un compañero o un respetado miembro de la Logia Dorada. El investigador mantuvo el broche que señalaba su posición oculto bajo la ropa para no llamar la atención, pues le gustaba sentirse uno más, sin recelos ni deferencias estúpidas. Perdió tanto dinero al principio como ganó después cuando entendió o refrescó las reglas. Se puso al día también con sus compañeros, hablaron de qué habían estado haciendo y a qué se habían dedicado desde su última separación. Estuvo bien volver a sentirse en familia.

Zimar se extendió ante sus ojos como estaba planeado, sin sobresaltos. Saber que aquél cabrón había perdido gran parte de su poder era una buena noticia, cambiaba la forma de moverse por la ciudad, ahora más civilizada y algo menos peligrosa. Aún así, no había que olvidar que, como otras cercanas, se encontraba en una posición frágil, demasiado próxima a Qadira, y el control del Imperio no era total, por mucho que hubiera mejorado desde que la princesa, ahora reina se tuvo que recordar, subiera al trono. Los soldados apostados en puntos estratégicos para controlar las calles e imponer la disciplina y la ley eran prueba fehaciente de ello; no eran simples guardias, sino guerreros bien entrenados de facciones duras y miradas adusta que destacaban incluso entre la marea de ciudadanos que iban de un lado a otro, ajetreados en sus quehaceres. Ningún lugar donde el dominio estuviera afianzado necesitaba de semejante demostración.

El gobernador les puso al tanto de las novedades, que no eran muchas, y se encargó de enfatizar una y otra vez lo importante que era recuperar la joya y devolverla a Taldor. Sus palabras no le intranquilizaron demasiado, pues ya se imaginaba algo así, y cuando se trataba de magia, eran pocas las veces que se anteponía la vida de nadie frente a las posibilidades de obtener una ventaja de gran calibre. Así era la guerra y hacia mucho que ya no le producía remordimientos. Los sacrificios eran una parte fundamental para obtener cualquier victoria digna de tal nombre.

Esa noche se retiró temprano a la alcoba que le habían preparado, una habitación lujosa que constaba de tres zonas diferenciadas: el dormitorio propiamente dicho, ocupado casi en su totalidad por una enorme cama doble en la que cabrían media docena de su tamaño bien colocados, a los pies de la cual había un recio arcón y, a la derecha, un armario amplio con varias mudas adaptadas para su figura; una salita de estar con una mesa baja rodeada por mullidos cojines y sobre la que había una pipa de agua de dos mangueras, así como un cómodo sofá de tres plazas; y por último un cuarto de baño con una bañera de cobre, un tocador con una jofaina portátil y un bacín bastante elaborado para la sencilla función que tenía. Pidió que le llevaran agua caliente y llenaran la gran tina, con lo que pudo darse un relajante bajo que arrebató toda la tensión del viaje, y también solicitó a un par de cortesanas siguiendo unas especificaciones concretas: una debía ser morena, de cabellos negros y ojos claros, verdes o azules, intensos, no necesariamente delgada pero si sinuosa y con curvas, que supiera bailar la famosa danza del vientre de Keleh y fuera salvaje en la cama; la segunda de piel blanca y suave como la porcelana, pelo rojo como el fuego, esbelta y de movimientos ágiles, que supiera complacer y fuera dulce. Disfrutó de ellas varias veces hasta que, exhausto y satisfechos, finalmente se durmió envuelto en la fragancia de sus perfumes, iluminado por la plácida luz de la luna que se filtraba por un gran ventanal que ocupaba gran parte de la pared derecha.

Los primeros rayos de sol le despertaron a la mañana siguiente, y ya estaba aseado y vestido correctamente cuando fue llamado. Desayunaron fuerte y bien, todo tipo de viandas, inclusivo platos exóticos que no había probado nunca, antes de ponerse en marcha para hacer la segunda parte de su periplo, que ahora empezaría a complicarse. La plataforma era asombrosa, pero más lo era la extraña nave que había sobre ella. Vagamente familiar a un buque común, carecía de muchas de las partes de éste, y en cambio tenía otro montón de aparatos que eran toda una proeza mecánica, además de sigilos y grabados que daban a entender que dependía de energías arcanas para mantenerse a flote. Era una impresionante obra de ingeniería, hábilmente fusionada con magia. Estaba extasiado porque se pusiera a funcionar.

Saludó al piloto cuando embarcaron y este les dijo su nombre, presentándose.

Buenos días, yo soy Tassidar, pero todo el mundo me llama Tass —dijo, inclinando la cabeza educadamente—. Agradecemos la oportunidad de probar este artilugio, y que nos aguardes para la vuelta; intentaremos que la espera no se haga larga. —Sonrió.

Desde ese momento permaneció en cubierta, aferrado a la baranda con fuerza, inconscientemente más de la necesaria, oteando maravillado el horizonte, pero perdido en sus elucubraciones. Así que así era volar, pensaba exultante. Aquella tecnología, algún día cambiaría el mundo por completo. Con los años, los magos, en apariencia todopoderosos, serían relegados a una clase en decadencia, cuando ingenios como aquél permitieran a todos igualar sus poderes mediante la ciencia. No le cabía duda de que tarde o temprano se encontrarían nuevas fuentes de energía que incluso evitaran la necesidad de hechicerías, los costes se abaratarían y su uso se extendería, primero al sector militar, por supuesto, pero luego también al civil. Golarion sería muy diferente entonces. Y aunque sabía que no viviría tanto para verlo, le bastaba con estar en ese momento, en el germen de aquella nueva realidad. Puede que, si tuvieran éxito, sobreviviera lo suficiente para ser partícipe de algún otro cambio en el rumbo de la historia.

Aquella reflexión le recordó porque estaba allí y que habían ido a hacer. Como bien había dicho Rigar, no quedaba mucho para su destino, y él también tenía ganas de recuperar la gema. Asintió con un cabeceo, mostrándose de acuerdo, y prestó un poco más de atención al horizonte, intentando imaginar que se encontrarían cuando llegaran a las ruinas.