Partida Rol por web

Tass estaba atento, pero a pesar de intentarlo con toda su destreza, no pudo detener el ataque de esas enloquecidas criaturas que habían entrado en escena. Ahora estaban rodeados de enemigos, cada vez más, y sus compañeros empezaban a desfallecer, sino caer directamente. Aquello, por supuesto, tiraba por tierra cualquier posible plan que tuviera para salir todos con vida, y le dejaba una única oportunidad de, al menos, intentar escapar él.

—Lo siento chicos —susurró, antes de empezar a retroceder, haciendo un quiebro para desequilibrar a los goblins y tener espacio para correr, en dirección a las naves. Una vez subido a una, empezó a mirar los botones, buscando el modo de hacerla subir, pero no lograba adivinar cual era la combinación. Hasta aquí hemos llegado me..., no, espera. ¡Claro!

Al darse cuenta de que tenía la forma, se giró en seguida al campo de batalla—. ¡Claudius, Rigar, corred! —les gritó, esperando hacerse oír por encima del sonido de la lucha y, sobre todo, que hicieran caso.

Esa pelea era demasiado para ellos, no podían resistir semejante embite. La jungla tenía seres poderosos habitándola, ya el templo era una pieza única, a la que se sumaban criaturas extrañas y no-muertos. Al no lograr los goblins rematarlo, supo que ahora había que tratar de salvar la vida, máxime cuando Tass logró tomar sus cosas.

- Hay que alejarse como sea, maldito sea este lugar, me hace anhelar el desierto de Qadira.

Dijo recordando antiguas misiones, duras pero no tanto como ésta iba demostrando a casa paso. En esta ocasión el aspecto animal del oso había hecho su trabajo, lo volvió resistente, se alegró por ello. Con el cuerpo dolorido, en las últimas, tenía que hacer algo por librarse de los molestos monos goblin, con una sola mano agarró las colas de ambos tomándolos por sorpresa, girando el cuerpo y zarandeándolos hasta que los hizo volar junto a su movimiento circular. Soltando los apéndices los lanzó en dirección a los muertos vivientes, ¡había logrado tener vía libre!

"Vamos! ¡La bestia no nos dejará huir fácilmente!" resuelto a volver, resuelto a salvar el pescuezo, intento dar una última estocada a la bestia mientras inicio el camino de retirada.

¡Dejemos que nuestros enemigos se desangren entre ellos!

Claudius luchaba por sobrevivir, pero quería acabar con la criatura antes de salir de aquella selva, sería un enemigo menos y no estaba dispuesto a dejarse matar ni ahora ni más adelante en señal de venganza. Buscó dónde debía estar su corazón y asestó una dura lanzada atravesando el cuerpo. Debió quedar cerca porque un grito atronador salió de la bestia, retorciéndose de dolor. No obstante seguía en pie y su respuesta fue brutal, lanzándose con toda su ira contra él antes de que pudiera huir. La suerte se alió con el sacerdote, evitando una herida mortal gracias a sus reflejos.

Sus garras atravesaron un par de costillas allí donde ya no quedaba nada de metal por ataques anteriores y cortaron órganos vitales que hicieron que el sacerdote cayese con una rodilla en tierra, apoyándose en el asta mientras se sujetaba el vientre con el otro brazo. Sin fuerzas se desplomó sobre el suelo.

Cerca de allí un brutal ruido antecedió al enorme destello luminoso que hizo que todos tuvieran que cerrar momentáneamente los ojos, el líder de los jinetes había vuelto a hundir su acero sobre la carne del bulette que acababa de destrozar a otro de ellos, estaba claro que utilizaba algún tipo de magia contra el gigantesco depredador. Éste se revolvió haciéndole frente enseñando los afilados colmillos, uno contra uno... o no. Los otros dos guerreros estaban en el suelo, pero el que momentos antes había sido vuelto a la vida gracias al mago avanzaba hacia él solo con medio cuerpo, reptando por el suelo con un cuchillo en la mano mientras sus piernas permanecían inertes mucho más allá.

Rigar había conseguido zafarse de los incómodos goblins que estaban mordiendo su cuello, lanzándolos al suelo y aprovechando esos momentos para escapar detrás de Tass, que había esquivado a sus rivales y se escabuía ya después de gritarles que corriesen hacia las naves.

Por el camino vieron acercarse al que había estado custodiando los tres deslizadores, ahora en actitud ofensiva, que también al verlos decidió frenar y usar su espada contra ellos. El cazador decidió no parar y confió en su armadura, que aguantó el golpe recibido al pasar junto a él y le permitió seguir adelante pero el pequeño cambiaformas recibió un tajo cerca de la frente que le hizo trastabillar antes de volver a recuperar el equilibrio ignorando la hemorragia. Uno de los goblins se lanzó contra el no muerto, tratando de quitarle el yelmo para morder su cara. Los otros tres seguían persiguiéndolos.

Corrían por sus vidas, hacia la nave, buscando la salvación, y parecía que la iban a encontrar.

El Páter se Retira, con la idea clara de que ya ha luchado todo lo que se esperaba de él, y se echa a correr

"Abur! Que me espera una gorda muy fea"

Claudius se dio cuenta de la situación para apartarse a tiempo, la bestia contra la que luchaba estaba obcecada con él, la brutal pérdida del ojo era una afrenta lo suficientemente grave como para dar la vida matándolo. Posiblemente los habían seguido después de haber curado parcialmente sus heridas y ahora habían asumido un riesgo innecesario para exponerse y acabar con ellos, aunque quizá no era solo contra él... la presencia de uno solo de los depredadores y la cabeza ensartada de otro de ellos (¿dónde estaría el cuerpo del que faltaba?) le hacían pensar que quizá la venganza era doble.

Quizá habían estado esperando el momento de tenerlos a todos juntos... y ellos mismos se lo habían servido en bandeja.

Sin pararse a pensar más salió corriendo, notando cómo el gigantesco ser peludo salía detrás de él, casi sintiendo su aliento en la nuca. A lo lejos veía a sus compañeros, estaban ya tocando una de las naves. Sin darse cuenta se dio de bruces contra otro de los enemigos, un soldado que tenía un goblin encima, tratando de abrirle el yelmo por el que insertaba su cuchilla. De golpe se miraron, el no muerto mostraba sorpresa pero inconscientemente trató de intentó cortar el aire hacia él con su espada.

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Casi sin tiempo, Tass llegó a la nave y de un salto se agarró a una de las figuras ornamentadas que cubrían su calado. Le costó poco trepar hasta cubierta, al tiempo que veía como Rigar seguía aún abajo, acercándose deprisa sobre la maleza.

Corrió raudo hasta el timón y comprobó por suerte que la gema que la hacía avanzar seguía incrustada en su sitio. En ese momento comenzó a trastear, repitiendo los movimientos que había estado trazando mentalmente mientras se abría paso por la selva hasta aquí. Recordaba a Fionno, el piloto que los había traído, y cómo le había resultado absurdo verlo dar vueltas y vueltas a la dirección antes de empujar o extraer la rueda hacia sí. Pero ahora esos gestos cobraban sentido, quizá moviendo esto... en efecto, la nave dio un ligero envión sobre sí misma y pareció liberarse de un lastre invisible que hizo que comenzase a flotar suavemente hacia las copas de los árboles.

Pero debía ir más deprisa, el pequeño siguió trasteando intentando elevarla cómo había visto hacerlo al gnomo.
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Rigar tenía a su compañero delante, pero era él el que estaba más expuesto si los goblins lo alcanzaban. Más allá un atisbo de esperanza comenzó a relajarlo un poco, Tass había llegado a la nave, tendrían una oportunidad si se daba prisa. No tardaría en llegar él también pero justo en ese momento sintió un mosdisco en el tobillo, uno de ellos se le había enganchado y tenía que quitárselo de enmedio. Con destreza lanzó el hacha contra él, haciendo que su cuerpo rodase unos metros. La punzada aunque intensa no había sido grave.

Siguió corriendo y por fin alcanzó la estructura. Apresurándose al máximo subió por ella. Al llegar arriba volvió a relajarse pero el momento duró poco, los dos que quedaban se le habían echado casi encima, con todas sus fuerzas agarró a uno de ellos del cuello y lo lanzó lejos, cayendo casi cerca de su otro compañero, que tras morder la bota había quedado abajo, en el suelo, y ahora se levantaba.

Pero el último que tenía delante no se lo iba a poner fácil, como el resto, sus ojos parecían carentes de iris, algo los afectaba y los hacía aún más terribles. Las manchas de su piel afeaban su aspecto causando verdadero temor. Golpeó como pudo pero la criatura no pareció notarlo, debería haber caído ya, no obstante un segundo golpe, plano esta vez, hizo que el goblin perdiese el equilibrio y resbalase hasta el suelo de la selva.

Respirando un poco empezó a notar que la nave se movía. Tass, lo ha conseguido!!

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Esquivando con gracilidad el Páter se libró del ataque y siguió corriendo hacia ellos. Los gruñidos que tenía ya muy cerca y el sonido que provocaban los pasos contra el suelo le indicaban que la extraña criatura se había puesto a cuatro patas para alcanzarlo.

Pero allí estaba el final, su salvación, la nave ascendía, más rápido de lo que hubiera querido y sobre ella Rigar luchaba contra dos de los goblins mono, que trataban de subir para ser despedidos hacia el suelo a hachazos mientras el pequeño cambiaformas manejaba el timón sobre la popa del pesado esquife.

Tass corrió todo lo que sus cortas piernas dieron de si. Dejó atrás a los monos, que tardaron un momento en darse cuenta de que estaba huyendo y, para cuando lo hicieron, ya estaba suficientemente lejos. Se encaró al guardián cuando este fue a por él, y estoque en mano le enfrentó, a la carrera aún, para detener el ataque y devolverle una punzada casi sin mirar, obcecado con llegar a la nave. Alguien apareció casi junto a él.

—Ya era hora —le dijo con una sonrisa, sin perder el ritmo.

Llegaron al vehículo detenido y ni siquiera se molestó en frenar. Sacando fuerzas de dónde no había, se puso a trepar de manera inmediata. Ponerla en marcha no iba a ser inmediato y de nada serviría si se les subían media docena de polizones a bordo. Su compañero se quedó abajo, protegiendo el barco volador de intrusiones. Un instante, y, ¡voilá! Lo consiguió. El artilugio cobró vida y comenzó a ascender. El cazador había subido también, y luchaba contra otro de esos goblins. Claudius. ¿Dónde estaba? Giró la cabeza y lo vio, demasiado lejos. Tenía que haber corrido desde el principio, no luchar contra la bestia. Mierda. Rigar estaba ocupado y él no podía soltar los mandos o no lograría hacerlo subir lo suficiente. No daría tiempo a nada ni podía controlar la velocidad de ascenso, no dominaba tanto la máquina. Lo sentía por él, pero aún había algo que le molestaba más: el fragmento.

—¡Necesitamos el fragmento! —gritó para hacerse oír por Mars, que esperaba que le transmitiera aquello al Páter. Puede que no pudieran salvarlo a él, pero había una posibilidad de que aún tuvieran un éxito casi completo en aquella misión. Si lo lanzaba, tal vez...

Los segundos corrían más rápidos que ellos, los latidos de su corazón le parecían lentos. Había logrado alcanzar la nave, miró a Tass asintiendo cuando lograban subir.

- Tratemos de regresar los tres, será apoteósico volver todos y con la gema. Vaya recompensa nos espera.

No tenía mucho sentido volver sin el preciado tesoro, a buen seguro la reina les decapitaría, lo que les obligaba a retornar a un territorio bajo vigilancia por tantas bestias terribles. Miró hacia abajo encontrándose ahora con la mirada de Claudius.

- ¡Voy a dejar caer la cuerda! ¡Sube ya!

Y tomando uno de los extremos dejó caer parte de ella, buscando enseguida dónde asirla pues Rigar iba a necesitar ambas manos para apoyar desde arriba.

Sin dudarlo, me pongo a agitar los brazos señalando donde estoy. Es el momento. Es la última y única oportunidad que tenemos. Se que dependo totalmente del grupo.
Y que ellos se expondrían si bajan.

"Erastil, oh mi señor Erastil. Si es tu voluntad. Si es tu deseo, concedeme un milagro. Otorgame el poder de darles tu orden a todos estos monstruos. A todos ellos"
"Si me otorgas mi petición, en agradecimiento dedicaré mi esfuerzo durante una estación entera a sanar enfermos y distribuir tu palabra como voluntario en La Casa de la Redención del Amanecer, demostrando a todos tu grandeza"

"ORDEN IMPERIOSA: HUID!"

Así que trato de conjurar a la defensiva, con la esperanza de que los monstruos se aparten, y esperar que me lancen una cuerda, un ancla o algo.

La nave ascendía, Tass había conseguido el milagro.

Sin embargo sabía que el aparato podía subir más rápidamente, a esta velocidad los monos goblin podrían aún trepar y con ello ponerlos en serias dificultades, tenía que elevarlo aún más rápido. Tocó el timón y lo atrajo hacia sí, provocando otro embite que a punto estuvo de pillar a Rigar por sorpresa y lanzarlo al vacío.

Pero el navío respondió y de modo perceptible inició su avance definitivo hacia las nubes.

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Erastil dormía. La ninfa que había a su lado lo había dejado agotado, el lecho de hojas sobre el que estaba acostado seguía caliente y una sensación de tranquilidad lo embargaba. A veces los dioses merecían un descanso.

Y de pronto despertó.

- Claudius,- su ceño se frunció al reconocerlo,- otra vez te has metido en líos, ¿cuándo dejarás esa jungla?- Por sus ojos pasaban imágenes, vio la criatura a la que él mismo había encomendado la custodia de la selva, ¿qué le había pasado? Estaba corrupta.- Uff, amigo mío, esto está por encima de ti, nos veremos pronto y charlaremos tranquilamente, ahora necesito pensar en otras cosas.

Volvió a recostarse, acariciando la melena vegetal de la belleza que tenía al lado. Y de pronto lo vió, el fragmento!! Cabrón engreído!! Sonrió, le agradaba que sus discípulos tuvieran ese arrojo... y le agradaba mucho más que ese arrojo los hiciera enfrentarse a otros dioses.

- Siempre supe que eras especial.

Moviendo la mano con un gesto tranquilo algo similar a un polen brillante cayó de ellas mientras iba desapareciendo antes de tocar las sábanas. Con una mueca de satisfacción volvió a dormirse.

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El Páter Claudius esperaba una señal, su plegaria a Erastil había sido sincera, jamás había necesitado tanto su respuesta como en este momento. Frenó entonces en seco, viendo a los dos goblins que intentaban saltar sobre la nave que él tenía a pocos pasos.

Sabía que se le acababan las opciones, el gesto de Rigar desde arriba tendiéndole la mano le hizo saber que no dispondría de ningún cabo al que aferrarse, tendría que trepar él mismo, aún estaba a tiempo.

Y de pronto escuchó el rugido, la bestia que lo había estado persiguiendo lo había alcanzado. Dándose la vuelta decidió enfrentarla, su aspecto era macabro, la sangre oscura había manado de todas sus heridas manchando su pelaje, un desecho moribundo de lo que había sido, presa del odio y de la ira... hacia él.

Y escuchó una voz en su mente. Acaba con él, ya no lo necesito. Los ojos del clérigo se abrieron, sorprendido ante las palabras, Erastil lo había escuchado, lo sabía con certeza.

La enorme criatura se lanzó a por él, sin darle tiempo a prepararse, pero había estado luchando con el arma mortal que ahora portaba y sabía que además contaba con la ayuda de su dios. Vio de cerca una de las garras, duras como el acero, pasando cerca de su cara al tiempo que preparaba la lanza para asestar el golpe mortal.

La hoja entró por el mentón y atravesó el cráneo, dejando empalada a la bestia que con un movimiento instintivo agitó la otra garra en su dirección, antes de quedar quieta del todo. El sacerdote soltó el arma, que quedó atrapada entre el suelo y su víctima, erguida, como en señal de aviso para otros con el cuerpo haciendo cuña para que la figura no cayese. Su cabeza, con los ojos abiertos, sin vida.

Y entonces llegaron los gritos, sus súbditos comenzaron a chillar sonoramente, llenando la selva de alertas y salieron corriendo hacia él. Claudius sabía que no tenía tiempo que perder, corrió hacia la nave y pisando de un salto sobre uno de ellos se propulsó hasta arriba, todo lo que pudo.

Con algo de suerte se pudo asir a una de las figuras talladas en la madera, el dolor en su brazo era inmeso pero era su única posibilidad de sobrevivir. Desde arriba Rigar le ofrecía su brazo, pero aún estaba demasiado lejos.

Me lanzo hacia arriba. A trepar

"Vamos! Alla vamos... Noooooooooo!!!!"

La mano del Páter se aferró a otra escultura, agradeció a quienquiera que hubiera tenido la idea de adornar las embarcaciones. Pero la nave ascendía muy deprisa, a esa velocidad le estaba costando mantenerse.

Temiendo lo peor le gritó al cazador. Rigar, coge esto!! Dejando una mano libre la metió en su túnica buscando el fragmento que con telas había conseguido aislar y esconder. Con fuerza lo arrojó a cubierta, pero el movimiento le hizo perder estabilidad, haciendo que perdiera el agarre con la otra. Trató de usar ambas manos para volver a una posición al menos neutra pero era demasiado tarde, sus dedos resbalaban a marchas forzadas soltándose finalmente del todo.

La mano de su compañero lo aferró en el aire, se mantenía cogido a la barandilla mientras con un esfuerzo sobrehumano lo levantaba para dejar sus brazos cerca del borde y que el clérigo se pudiera enganchar a él. Respirando profundamente recuperaron el aire, mientras el navío se elevaba dejando atrás el suelo.

La caída fue rápida, más de lo que esperaba. Notó cómo su cuerpo impactaba contra el suelo y pese a la vegetación el dolor le indicaba que se había roto algunas costillas, quizá también la columna. Tumbado contra la hierba escuchaba la llegada de los monos goblin, antes de sentir sus cuchillas atravesarlo innumerables veces, había matado a su líder, era el menor castigo que podía sufrir.

Y de pronto Claudius estalló en carcajadas, antes de caer insconsciente por el shock ante las tremendas heridas sabía que ya no formaría parte de las huestes de esos malditos muertos. Dejó su mente en blanco...

... y entonces vio el Gran Bosque, Erastil se mostraba delante de él, su cornamenta ascendía varios metros por encima de su trono de ramas, entrelazadas formando un precioso dibujo que ya había visto en vida.

- Sabía que te vería pronto, hijo mío.

Rigar consiguió atrapar a su compañero, se había agarrado a uno de los barrotes laterales para dejarse caer a escasos centímetros de él poniendo en peligro su propia vida justo en el momento en que el sacerdote se soltaba sin poder mantener su propio peso. Agarró la muñeca prácticamente en el aire a la vez que aprovechaba el impulso para elevarlo.

Mientras subían a cubierta la piedra se deslizaba de un lado a otro, corriendo el riesgo de resbalar y caerse. La ágil mano del Páter la enganchó con tranquilidad. Al tocarlo sintió el calor de la piedra, pese a las telas que lo cubrían tardó en acostumbrar de nuevo sus manos para no sentir que se quemaban, ¿cómo sería la gema entera?

Estaban a salvo. Ambos quedaron en cubierta, boca arriba mirando el cielo. Riendo a carcajadas.

Tass los vio desde lejos, esbozando una sonrisa y volviendo rápidamente al timón.

La nave se seguía elevando cada vez a mayor velocidad, con dificultad el cambiaformas seguía trasteando, esto no iba bien. No sabía cómo frenarla y aún no quería decirles nada a sus compañeros. Usando todas sus fuerzas probó varias combinaciones, hasta que una de ellas pareció funcionar. Un fuerte movimiento lateral hizo que casi de golpe el ascenso remitiese y al poco pudo estabilizarla.

Más abajo, la selva permanecía en calma, miraban hacia el lugar que habían dejado, y de repente notaron un destello, similar a aquel que habían visto de cerca, quizá el líder de los jinetes seguía enzarzado con el enorme tiburón de tierra. Un escalofrío les recorrió la espalda, cómo sería enfrentarse a una criatura así más allá de la muerte. Los cuerpos de todos sus compatriotas, los de los bulettes y los de cualquier criatura que estuvieran cazando se antojaban terribles.

Haciendo desaparecer una idea tan poco esperanzadora, Tass fijó un rumbo. A casa.

Gracias a Rigar, estoy vivo. Gracias a Tas, estamos vivos. Gracias a Erastil, volvemos con éxito.
Me quedo sentado. Sin aliento. Apoyado en uno de los bordes del esquife, respirando con fuerza mientras uno a uno, los hechizos expiran. Mientras las heridas se van enfriando poco a poco.

Juro que me ha parecido ver el rostro de Erastil, asegurando que nos veremos pronto.
Para otras personas, eso sería algo omioso. Para mi, la opción de verle pronto no me repele en absoluto

"Gran Certero, Gran Padre Erastil. Anhelo verte cuando sea la hora. Y en mi queda y agotada plegaria te aseguro que tan sólo quiero poder reunirme contigo con la certeza de que mi labor se haya cumplido por completo"
Sigo asi, en silencio, hasta que el dolor de las muchisimas heridas me traiga de vuelta

Dejo caer el yelmo
"Rigar, Gran Cazador de Taldor, y Tas... pequeño chiquilicuatro. Os debo la vida a ambos" y me quito un brazal, que dejo caer al suelo
"Espero seguir en deuda con vosotros mucho tiempo, pues eso significará que nuestras vidas no estarán en peligro. en breve" y dejo caer el otro brazal de mi armadura

Y con esto, con una respiración pesada y agotada, me aflojo y dejo caer el cinto. No tengo energías para quitarme el peto. Tan sólo cierro los ojos y sueño con la patria.
Siempre, con la patria.

Tras un tiempo, tras hacer la entrega, he estado tratando de identificar los restos, uno a uno.

Algunos llevaban identificaciones, como las mujeres que encontramos en el fondo de la fosa. Para otros tantos he necesitado la ayuda del Padre Superior, importunandole para que realizase hechizos para poder hablar con los muertos, preguntandoles 1.- quienes eran, 2.- donde vivían, 3.- a quien avisar de una noticia y 4.- "Que dia es hoy (que dia es en el que has muerto)"

Luego, me encargué personalmente de restaurar los cuerpos para que pareciesen dignos y presentables, de vestrirlos con los uniformes militares de Taldor para que así los encuentren sus familiares

Y tambien de ir, uno por uno, a las familias para dar la triste noticia, y a los funcionarios regionales para que todo quedase en regla: Que se pagase a los herederos hasta la última moneda de cobre de sus honorarios, y que fuesen registrados como héroes.

"Dado que no pude ayudarles en vida, les ayudaré a descansar en paz en la muerte"

Finalmente, para cumplir mi palabra, me encamino a la "Casa de la Redención del Amanecer"

— Buenas, gran Patriarca —  le digo al prior del templo — Quisiera ofrecer mi ayuda en la labor social, en el voluntariado. Si, soy un devoto seguidor de Erastil. Y eso no está reñido con querer la prosperidad de nuestra tierra, sino más bien lo contrario. Cuente con mi arco, con mis brazos y con mi humilde ayuda para cuanto necesite la ciudad

Intento fijarme en la mirada de El Gran Patriarca. A ver que me dice, si me acepta o si deberé de hacer mi voluntariado en la puerta.

Pero desde luego, fue una promesa al Gran Erastil ¡Y la cumpliré!