Te hallas en un tugurio del Mazo, disfrutando de un vaso de vino (no demasiado bueno, aquí no encontrarás buenos caldos), rodeado de parroquianos que son cualquier cosa menos ciudadanos ejemplares: ladrones, asesinos, proxenetas… Todos se dan cita en los bajos fondos de Shadizar, desde los fanfarrones fatuos y gallitos hasta avezados expertos en el arte de saltarse la ley de las maneras más inimaginables. En un rincón, un poco apartado, bebiendo cerveza, ves a un tipo alto, corpulento, de cabellera rubia y barba igualmente clara, que parece indiferente a todo y todos; más cerca, un kothio rodeado de sus aduladores, se jacta de sus últimas hazañas.
-¡Ah, qué moza! Cuando la secuestré delante de las narices de sus guardias, no me imaginaba que pudiera poseer tales encantos. Y la conseguí, por supuesto, sin necesidad de forzarla. Luego la vendí en el mercado de esclavos, y buen dinero me proporcionó, por Bel. Conozco a algunos que pagarían con el secreto de la Torre del Elefante por gozar de sus encantos…
La Torre del Elefante… Has oído hablar de ella, algún día la has visto con un poco de detenimiento, pero sin plantearte nada. Se dice que es la residencia de uno de los consejeros del rey, un sacerdote hechicero llamado Yara, un tipo de la piel del diablo que no acepta injuria alguna. De él se dice que en una ocasión, un príncipe extranjero osó insultarlo y su respuesta fue convertirlo en una araña y aplastarlo bajo su pie.
Sección 1
Si lo que escuchas te llama suficiente la atención como para acercarte al kothio y preguntarle por la Torre del Elefante, pasa a la sección 81.
Sinceramente, tus tareas de ladrón no incluyen mezclarte en secretos de hechiceros y magia, suelen salir muy mal. Si piensas así, pasa a la sección 132.
En la taberna del Mazo, rodeada de truhanes y gente de malvivir, sentada en un rincón, se halla la figura estilizada de un joven bárbaro apurando su vaso de vino. De piel pálida y sin pelo, su nombre es Vergren.
Mientras piensa en el escaso dinero que le queda, le llegan a su mente buenos recuerdos de cuando vivía con su clan, allá en la extensa tierra, dando caza a las bestias más grandes y peligrosas que haya visto jamás, pues este joven es un excelente cazador. No había presa que se le resistiera. Pero su anhelo de descubrir mundos nuevos le trajo hasta la civilización.
Y aquí está, pero todo es muy distinto. Las presas son diferentes. Cuesta hacerse con dinero. Y eso es lo más importante aquí en la ciudad, lo que te mantiene a flote, el dinero. Suspira. Da otro sorbo a su vaso de vino. Mira a su alrededor y espera no llegar a convertirse en alguno de los extraños personajes que sobrevuelan las mesas y la taberna ahora mismo. De repente una conversación llama su atención.
«¿La Torre del Elefante?, ¿Un secreto?» piensa recordando lo que ha escuchado «Tengo que oír más..» se dice para sí mismo al tiempo que se levanta con el vaso de vino en una mano, y el taburete en la otra, dirigiéndose al kothio que no paraba de hablar.
—Hola caballero ¿me permite invitarle a una ronda?— dice con una sonrisa Vergren —He escuchado sin querer su conversación y tengo una pregunta ¿Qué es eso del secreto de la Torre del Elefante?— dice esto acercando el taburete a la mesa y sentándose.
El tipo se sobresalta al verte aparecer y con un leve gesto de la mano te invita a que tomes asiento. Al comprobar tu juventud, el kothio te contesta en tono despectivo.
-¿Cuál va a ser ese secreto? Todo el mundo lo sabe, en esa torre maldita de los dioses vive Yara, custodiando el Corazón del Elefante, una gema de tal valor que se podría comprar toda Hyboria con ella. Te dice sin quitarte la vista de encima.
-Y si tiene tanto valor, ¿cómo es que no ha habido ningún ladrón lo suficientemente osado como para asaltar la torre y robar la joya? Le preguntas de nuevo.
El secuestrador kothio se queda por unos momentos paralizado de estupor. Pasado ese instante de sorpresa, vuelve la mirada hacia sus amigos y rompe a reír en carcajadas estruendosas.
-¡Escuchad a este cachorro! Exclama, sin poder contenerse. ¡Pretende robar lo que ninguno de los mejores ladrones ha conseguido nunca! Jajajaja, muchacho, vete a tu casa con tu madre. Si ni siquiera el legendario Taurus de Nemedia ha conseguido robarlo, nadie en este mundo puede. Responde jocoso.
-Siempre hay una manera si se poseen el coraje y la voluntad suficientes. Le respondes con acritud.
De nuevo, el kothio te contempla con ojos desorbitados. No puede creer lo que está oyendo.
-¿Será posible? ¿Vienes aquí, mozalbete, a darnos lecciones de cómo robar? Dice enojado.
Uniendo la acción a sus palabras, se alza y te da un empujón en el pecho que te hace retroceder un par de pasos.
Sección 81
No quieres meterte en líos, ya que hay mucha gente que podría ponerse del lado del secuestrador. Lo dejas estar y te sales de la taberna. Pasa a la sección 37.
¿Vas a permitir que te traten así? De ninguna manera. Pasa a la sección 83.
Ese empujón hace que Vergren se enfade, pero intenta mantener la calma, echa un vistazo a su alrededor e intuye que si se enfrenta al kothio, su séquito se entrometerá, y no vale la pena empezar una pelea que no se puede ganar. El Bárbaro aprieta los dientes, retrocede, y se va de la mesa abandonando la taberna.
«La mejor manera de responder a ese tarugo y a todos los demás es consiguiendo el Corazón del Elefante..» piensa Vergren «..y tiene que ser valiosa si ya hay otros que lo han intentado.., Taurus de Nemedia,..» repite el nombre para intentar recordarlo «..si logro hacerme con esa joya se acabarán todos mis problemas, incluso los de mi clan.»
Las ilusiones del bárbaro comienzan a crecer de tal forma que crean en su mente placenteras visiones de éxito y riqueza. Vergren ya tiene una misión. Una única misión. Robar El Corazón del Elefante.
Piensas que no te merece la pena provocar un conflicto con este tipo. Es muy probable que si lo atacas acabes enfrentándote con él y con sus amigos en un combate que no tienes demasiadas posibilidades de resolver con bien. Así pues, decides que lo mejor es ignorar las puyas del kothio y dirigirte a la salida de la taberna.
-¡Mirad al imberbe! Escuchas detrás de ti. ¡Sabe quiénes son sus mejores, y prefiere guardarse su valor! ¡Vuela, paloma, vuela, no vaya a ser que aparezca un águila!
Las carcajadas a tu espalda te hieren más profundamente que cualquier cuchillada. Puedes soportar muchas cosas, pero desde luego no que te llamen cobarde. Te vuelves como una exhalación y, desenvainando tu espada, te abalanzas sobre el secuestrador, que abre unos ojos como platos al ver lo que se le viene encima; pero no tiene apenas tiempo de darse cuenta, ya que en tu impulso golpeas un candil y lo derribas, apagándolo y dejando la sala de la taberna en la oscuridad más absoluta.
Sección 37
Pasa a la sección 115.
Casi puedes percibir la inmovilidad del kothio mientras te deslizas hacia un lateral. Poco después sientes desplazamientos de aire que pueden estar indicando que tu rival anda dando estocadas a ciegas.
-¿Dónde estás, perro bárbaro? ¡Maldito mozalbete, en cuanto te coja te voy a hacer comerte tu espada! ¡Da la cara, cachorro de chacal! Te grita.
Por un momento te detienes, la sangre hirviendo en tus venas al oír los improperios de este sujeto que parece empecinado en desafiar tu orgullo.
Sección 115
Si decides enfrentarte a él en la oscuridad, pasa a la sección 9.
Si te comes tu orgullo y piensas que no hay perro más desdentado que el que insiste en ladrar una y otra vez, pasa a la sección 87.
Por un momento, Vergren se ha visto lleno de ira, pero cuando iba a darle su merecido a ese kothio bocazas, los dioses han querido evitar que cometiese un error, o eso es lo que él ha interpretado.
«..¡maldito traspiés!..» piensa agazapado en la oscuridad e intentando ponerse a cubierto de los ataques del kothio «..apenas veo nada.., será mejor que me vaya de aquí ahora que no pueden verme». Vergren decide abandonar la taberna con cierto sigilo aprovechando la oscura penumbra.
Voy a la sección 87
Sales al exterior de la taberna, dejando atrás al vociferante kothio. ¿Qué más te dan sus palabras, si no puede hacerte nada? No es más que un viejo perro ladrador desdentado, que se conforma con bravatas. Ahora, has de decidir qué vas a hacer el resto de la noche.
Sección 87
Mejor no pasar durante unos días por esta taberna. Ahora, de momento, quizás lo mejor sea descansar. Pasa a la sección 131.
¿Quién dijo miedo? Si nadie se ha atrevido a robar el Corazón del Elefante, allá ellos. En tu juventud piensas que puedes hacerlo sin problemas, seguramente con tu espada y un rollo de cuerda con garfio puedas apañártelas. Pasa a la sección 125.
«¡Maldito bastardo!...me ha puesto de los nervios..» se dice Vergren mientras huye de la taberna.
Unos momentos después, más calmado, el bárbaro intenta pensar un plan para entrar en la torre, evitar al hechicero, cuyo nombre le viene súbitamente la cabeza «..Yara..», y robar la joya. El Corazón del Elefante. La solución a todos sus problemas. Vergren esboza una sonrisa de felicidad.
Confiado, el bárbaro no se lo piensa dos veces y se pone en marcha «Veamos cómo es esa torre»
Voy a la sección 125
Te diriges hacia los suburbios más ricos, donde se han establecido las casas nobles, los mercaderes más acaudalados… Alejada de todos ellos, como una serpiente alzada dispuesta a atacar, puedes ver la Torre del Elefante, tu destino. Al acercarte compruebas la situación: alta, como de unos treinta metros, de paredes lisas como el cristal… Incluso tú, con toda tu habilidad para escalar, te las verías realmente mal para conseguir trepar. Rodea a la torre un amplio muro de piedra igual de lisa. Y lo más sorprendente, no percibes alrededor ningún signo de guardia. Tal parece que Yara esté muy confiado de su seguridad…
Das una vuelta completa alrededor para comprobar, con sorpresa, que no hay puerta alguna que dé acceso al interior. ¿Cómo demonios entra y sale Yara? Recuerdas, con un escalofrío, que es un hechicero con bastantes malas pulgas…
Sección 125
Si no has tenido la previsión de llevar una cuerda, pasa a la sección 84.
Si cogiste la cuerda, no te queda más remedio que usarla. Pasa a la sección 77.
¿Cómo ha construido esta edificación? Se dice que lo hizo en una noche, así que debe ser un mago muy poderoso… Mejor dejarlo en paz, la magia siempre te ha dado repelús y no deseas mezclarte con ella. Pasa a la sección 78.
Vergren comienza a sentir un atisbo de preocupación cuando llega a estar frente a la Torre del Elefante. Su estructura la hacen casi imposible de trepar, y para colmo, la rodea un muro sin puertas, parece que el plan se complica desde el inicio. Pero, hay una cosa que le llama poderosamente la atención. No hay guardias.
«Bien, Vergren...» el bárbaro comienza a hablar consigo mismo «..¿Por qué no hay guardias? Pues, puede ser que Yara crea que con esa especie de torre y el amplio muro sean suficientes para mantener a los curiosos a raya, o bien, que el hechicero se guarde un as en la manga que desconocemos...mmh.. por lo pronto vamos a superar el primer obstáculo.»
A continuación saca la cuerda que se ha traído para la ocasión y, cuidando de no ser visto, decide intentar trepar el muro exterior.
Voy a la sección 77
Lanzas el garfio a la parte superior del muro. Necesitas un par de intentos, pero al final consigues que enganche. Tu temor, en este momento, es que el ruido haya podido atraer a algún guardia del recinto interior. Con tus habilidades, trepar por la cuerda es un juego de niños. En unos segundos estás arriba, asomándote al otro lado, para descubrir que hay un jardín muy bien cuidado, con algunos árboles aquí y allá y otros tantos arbustos tras los que podrías esconderte.
Saltas al césped, amortiguando la caída con una flexión de las rodillas; nada ni nadie parece molestarte, es como si Yara no necesitara vigilancia. Y aun así, los rumores que has oído al respecto hablan de guardias no humanos… ¿A qué se refieren? El silencio es absoluto, no se mueve ni una brizna de aire ni se escuchan grillos ni piar de pájaros… Nada. Ves cerca un matorral, y escuchas por allí un tintineo metálico. ¿Un guardia?
Sección 77
Si te acercas con cautela, pasa a la sección 114.
Si te diriges en la dirección opuesta para esquivar el posible encuentro, pasa a la sección 31.
Una vez al otro lado del muro Vergren mantiene una postura agachada intentando aprovechar la vegetación del lugar para evitar ser visto por algún vigilante, si los hubiese aquí dentro, o por el mismísimo Yara. Pero, ahora mismo hay algo que ha empezado a preocuparle mucho más. El absoluto silencio. La calma que existe en ese lugar no es normal. El bárbaro empieza a pensar si no será algún conjuro del hechicero para atemorizar a los curiosos. Las historias que cuentan sobre Yara, el hechicero, son bastante espeluznantes.
«No te dejes engañar. No hay que perder el tiempo» se dice a sí mismo el bárbaro. Y antes de que pueda hacer nada un tintineo metálico cerca de su posición le llama la atención. Vergren decide acercarse sigilosamente para ver qué lo produce.
Voy a la sección 31
Apenas has dado unos pasos cuando ante ti, surgidos de unos matorrales, aparecen cinco majestuosos leones que te contemplan con ojos ambarinos en los que reluce el hambre. Sabes que no tienes opción alguna: si intentas correr te alcanzarán sin duda alguna, y si intentas luchar… son cinco. Así pues, tu honor de bárbaro te impulsa a la única decisión que puedes tomar: morir con la espada en la mano.
Las magníficas bestias cargan contra ti en un aterrador silencio, algo que te produce escalofríos, pero les haces frente a pie firme, espada en mano. Consigues herir a uno de ellos en el hocico y arrancarle un quedo rugido de dolor, pero eso es lo único que sale en claro de esta pelea: las zarpas y los colmillos hacen un trabajo feroz y te despedazan antes de que tengas tiempo casi de sentir dolor…
- TU AVENTURA TERMINA AQUÍ -
Sección 31
Has muerto valerosamente. Espero que te haya gustado la aventura. Ahora hay dos caminos posibles a elegir: dejar la partida con el agrio sabor de boca que te ha dejado la muerte de Vergren o volver a empezar de nuevo en la sección 1, con un PJ nuevo.
¡Tú decides!