Cerca de los aposentos del mismísimo Duque, se encontraba una sala oscura en cuyo centro se encontraba una mesa exquisitamente decorada.
En el centro, una reluciente bola de cristal que cuidadosamente había sido cubierta con un paño de seda color púrpura.
Los Barones tenían acceso a esa estancia con el objetivo de poder observar lo que ocurría en La Torre Infinita, sabiendo que no podría interceder más que como observadores de aquel juego macabro...
Zona on-rol para interpretar a los Barones :)
Acompañado de mi séquito, me desplacé por pasajes secretos hasta la sala donde el Duque nos permitia usar la Bola de Cristal.
Sin duda alguna, pensé mientras retiraba el tejido que la ocultaba, el Duque o alguno de los Barones tenían la capacidad de observar a su vez dentro de mis dominios. Sonriendo irónicamente, me concentre en el artefacto. Si querian verme disfrutar con mis concubinas, no loa culpaba. Era lo más cerca que los oscuros hechiceros, ermitaños, archimagos y locos que se hacian llamar barones, iban a estar de una mujer atractiva en toda su vida.
Tras un rato observando, me retire con gesto decepcionado. Los héroes no eran como antaño..incluso los inocentes experimentos de Archaon estaban resultando un obstáculo insalvable.
Preparad los ejércitos, vamos al sur. A Caldea- exclamé con gesto aburrido Estos "héroes", malditos desgraciados, no son los que esperábamos.
Y que esperabas Mortal - La voz emergió desde las sombras más recónditas de la oscura sala del Duque
Fu-Sei se levantó y las placas de su armadura sonaban cada vez que sus muslos le hacían avanzar hacia la bola de cristal. No llevaba séquito alguno. Tan solo su extraña armadura del este y su espada. De las cuencas de sus ojos reptaba un vaho carmesí que se dispersaba a los pocos dedos de recorrido.
Quedó a una distancia de la bola, observándola - Una gran ventaja para todos la Maldición de Archeon que pesa sobre los mortales.
No llegarán al final de la torre con vida y solo queda ver en qué mazmorra quedará el trofeo de sus cuerpos muertos
Observé al demonio del este en silencio. Cómo todos los demonios, combinaba poderes inmensos con vulnerabilidades de las que no podía escapar. En otro lugar que no fuese la Torre Infinita, habrían sido primero aliados y, tras la victoria, enemigos.
Acabar con toda la vida sobre la tierra no era una de mis prioridades, si no el dominio y la tirania.
Te enfrentaras a ellos en persona esta vez, Fu-Sei? Comento con una sonrisa. ¿O acaso el Duque también ha subyugado tu fuerza a la vez que tú voluntad?
Por supuesto, me dije, Fu-Sei no tendría oportunidad de luchar. Incluso un puñado de mis elfos podría acabar con estos "héroes". Solo buscaba molestar al impertérrito diablo.
El Coleccionista contemplaba la bola de cristal mientras acariciaba el gatito que tenía apoyado en sus piernas y que no paraba de ronronear. También escuchaba las conversaciones que estaban manteniendo ante ellos. Calma, calma. Recordad que aquí estamos para disfrutar de nuestra obra y ver dónde caen esos ingratos. Da igual dónde quede el trofeo de sus cuerpos, luego podremos repartirnoslos como queramos. Tengo ganas de añadirlos a todos, o al menos alguno de ellos a mi zona de reliquias. Y entonces una potente risa resonó por toda la estancia.
Me alegro que usaras esa sala de oscuridad, así cuando lleguen a mi sección no les quedará más remedio que ir a tientas.
Fu-Sei dejó escapar una vaharada entre sus colmillos mientras se adelantaba al osado Barón, quien con una sonrisa desafiaba al demonio sabedor de las cadenas que lo ataban. Por su boca vacía, casi inarticulada como la de una criatura muerta comenzaba a escapar el primer sonido cuando intervino el Coleccionista.
No creo que sea tan fácil Coleccionista, es muy probable que lleven más antorchas, o a esa misma aún le quede llama
Si no les hacemos perder el equipo con el que han venido, difícilmente acabaremos con ellos.
Por infortunio la maldición les acompañará en su corto viaje, por acto del Barón Archeon
Se encaró de nuevo a Nalnwalme - Veamos que les has preparado tú
Fu-Sei observó el combate de los elfos oscuros, Nalnwalme tenía todo un ejército - Realmente debo admitir que estoy impresionado. No esperaba todo un ejército y ha sido una buena jugada - La vaharada de polvo carmesí que emanaba de sus ojos y su boca formó una intensa nube al abrir la boca en una silenciosa carcajada - Más no han servido de nada. Son tipos fuertes, y el engaño parece ser la mejor baza para derrotarles... no obstante, yo mismo no soy mejor profeta de la argucia. Mis más afines vasallos están preparando ya su llegada para cuando consigan salir de ese lugar...
¿Queda algún último truco preparado?
La muerte de mi favorita hizo que soltara un grito de dolor y rabia. Los centenares de elfos que marchaban junto a mi carroza se detuvieron, confusos y aterrados.
Volvemos a la Torre!-Grité furioso, enloquecido. Ansiaba encontrarme con los héroes y despedazarlos.....hacia tiempo, mucho tiempo, que no sentía así.
Al llegar a los pies de la Torre, una punzada de preocupación atravesó la mente de Nalwalme..se preguntaba si los héroes habrían llegado a la presencia del Duque...tal y como él hizo hace décadas, cargado de ideales y ambición.
La misión del Duque le daba totalmente igual. Su piso había caído en la decadencia, sus ejércitos eran una sombra de lo que fueron...solo se preocupaba de que algo le sacase del aburrimiento..
Syrid.. disfrutaría doblegando la voluntad de la norteña, haciéndola suya...eso le daría unos años más de diversión.