Partida Rol por web

Los aventureros consiguieron apostarse en el camino de tránsito entre las estancias, esperando a aquella sarta de feos, armas en ristre. Desgraciadamente el viaje les debía de haber causado algún tipo de jet lag multidimensional porque, excepto Fette, no atinaron ni una:

La saeta de Zoex se rompió contra la pared a unos cuantos palmos de su objetivo, la pedradad de Skarlkja resonó contra el suelo, en un impacto limpísimo que de poco le serviría, Fette sí logró alcanzar a un goblin entre cejo y cejo, con la buena suerte de que en ese tramo de carne no estaba blindado, y Lagakh se lanzó rauda a repartir leña, pero aquellos medianos verdosos la esquivaron entre risas antes de terminar de alcanzar a los aventureros y proceder a aviolentarlos un poco.

Cuando uno de aquellos bichejo vio caer a su compañero por causa del disparo del mediano se volvió contra este, clavándole un tajo con su espada corta en el costado; Skarlkja recibió,  su vez un contundente golpe de llave inglesa en su hombro izquierdo que la dejó temblando de pi... de cola a cabeza, el golpe recibido por Zoex fue algo menor pero el dolor seguía estando ahí. Solo Lagakh se las apañó para responder a las risas de sus enemigos esquivando limpiamente sus golpes.

—¡Aaaay!—gritó Fette al notar el tajo del verdoso canijo—¡Serás asqueroso, maldito cara boñigo!

Colocándose detrás de la enorme orco, apuntó a aquel que le había rajado y disparó con ansia, pero fallando por los pelos. El mediano levantó el arco con temor por la represalia del goblin.

No podía creerme lo que estaba viendo, aquella mierda de criaturas asquerosas se estaba riendo de mí. Aquello no podía ser verdad y no lo iba a consentir. 

- ¡Malditas ratas! - Sí, aquello era peor que cualquier alimaña que nos pudiéramos encontrar. 

Resoplé totalmente indignada antes de volver a levantar mi hacha contra la mierda de enanos verdes, pero de nuevo lograron esquivarme y ahí se me comenzó a hinchar la vena del cuello. 

- ¡Cuando os coja pienso arrancaros la piel a tiras!

Aquello era una amenaza en toda regla y eso que mis ataques no es que estuvieran siendo demasiado precisos. 

​​​​​​Quizás tenía que haberles esperado en vez de lanzarme a por ellos. Era fácil pensar eso cuando a una le acababan de romper algunos cartílagos pero, a priori solo eran un puñado de apestosos y minúsculos goblins. Cansados de deambular, sin embargo, nuestra precisión y velocidad habían descendido hasta niveles más propios de unos kobolds.

-Essstosss goblinsss me tienen hassta la sseta. - escupo venenoso odio con cada sílaba.  -Ussa algún pergamino de essos, Lagh - ​​​​​​estaban muy cerca para mís ídolos y dejarlos sordos no nos serviría para nada.  Lancé la pequeña y quebradiza estatua serpiente venenoso hacia ellos, esperando que el vapor tóxico les hiciera retroceder asustados.  Una nube de gas en un Dungeon era algo que nadie quería respirar y contaba con esa reacción por parte de los goblinoides..​​​​​​​​​​​

Tanto Fette como Lagakh se vieron superados por los goblins, uno disparando a escasos centímetros de su blanco, pero fallando y la otra volviendo a ser burlada por la rapidez de aquellos medianos verdosos, pero quiso la suerte que Skarkja recordase que todavía portaban una de las esculturillas rellenas de veneno que encontraran a la entrada de su incursión.

Aquella se quebró a los pies del grupo, liberando sus desagradables entrañas gaseosas de muerte, que fueron respiradas por los asustados goblins, que no sabían de qué iba todo aquello, por desgracia Lagakh y Fette estaban luchando entre sus rivales, y aquello les pilló también por sorpresa... Zoex consiguió hacerse a un lado y cubrirse, aguantando la respiración, justo a tiempo.

Escuché las palabras de nuestra compañera, pero me negaba en redondo a gastar uno de los hechizos para unos goblins de mierda. Eso iba en contra de mi religión y eso que no tenía. 

- Ni hablar. - La respondí.

No me había dado cuenta de dónde había salido aquel humillo verde, pero sí que tenía claro era que mejor salir de allí y no respirar aquello, porque tenía una pinta muy desagradable. Además, después de lo que habíamos visto en aquel lugar, era mejor tener cuidado con ciertas cosas. 

Así fui a salir del alcance de aquella especie de "nube" cuando me di cuenta de que el mediano era más pequeño y estaría más expuesto, así que eché mano de él, como el que se había olvidado de coger algo que necesitaba y nos puse a los dos a salvo de aquel veneno o lo que fuera. 

- ¿Qué era eso? 

De todas maneras, en cuando solté a Fette volví a asir mi hacha. Lo más importante del mundo siempre era poder golpear a todo aquel que se acercara a golpearte a ti. 

Cuando el humo empezó a rodearle, el pobre Fette vio la vida pasar por sus ojos. Y con razón, porque los otros cuatro canijos cayeron frente a él en un tris.

Por suerte, una fornida manó lo saco de ahí, salvandole de la terrible muerte que le amenazaba.

—¡Caracoles! Pensé que no lo contaba—dijo secándose el sudor de la cara. Luego miró a Lagakh con una sonrisa triunfal—¡Gracias compañera!

Esperó a que el humo se esfumara, arco en mano, y luego registró los cadáveres.

Los aventureros vieron caer a sus rivales, pero justo cuando el gas ya se había volatilizado, tras cobrarse un buen tributo, escuharon un sospechoso tintineo a su espalda, por el camino por el que habían llegado... Zoex fue el más rápido del grupo, levantando su arco una vez más tensando su cuerda y soltando el proyectil, dejando que sus ojos guiasen la saeta, que se clavó en la espalda del goblin que había llamado al resto con su silbato, quien trataba de huir con las cadenas de plata que había logrado extraer de algunos de los escudos de la sala contigua.

Los goblins envenenados y asaetados poco más llevaban encima que unos curruscos de algo que debía de ser como pan para ellos, peor era negro y estaba duro como una piedra, aparte de sus paupérrimas armas (2 espadas cortas, 1 barra metálica y 3 garrotes).

El elfo volvió sobre sus pasos y recuperó las cadenas de plata echando un ojo a los escudos en el suelo y a los que todavía quedaban en la pared, parando solo cuando sus pies alcanzaron al último goblin caído.

Me encogí de hombros cuando Fette me dio las gracias, pero no era necesario que al diera, porque allí estábamos juntos y lógicamente, tendríamos que ayudarnos entre nosotros, aunque si algo estaba claro era que moverlo a él era más sencillo de lo que sería moverme a mí. 

El elfo levantó el arco antes de que ninguno pudiéramos reaccionar y al mirar hacia donde estaba apuntando ya vimos la flecha clavándose en el "tontolaba" del gobo del silbato. 

- ¡Qué mal! No he matado ningún goblin. - Sí, había tenido mata puntería y sí, se decía puntería, pues no era fácil estamparle un hacha a algo tan pequeño. 

De todas maneras algo me decía que tendría tiempo para desquitarme con algún otro oponente. 

- Esas cadenas tienen pinta de poder venderse bien. - Quería decir con eso que pagarían bien por ellas. - ¿Miramos si hay más? 

Claro que si a mí se me estaba pasando esto ya por la cabeza, seguro que el mediano ya estaba saqueando hasta las piedras de la sala mentalmente. 

La pregunta de la pielverde fue como la señal de salida de una carrera para el mediano. Como había adivinado Lagakh, Fette estaba calculando las posibles ganancias con la cabeza y corrió raudo a comprobar qué botín podía saquear en la sala.

-Esssto marca un punto de inflexsssión en nuesstro desscensso. -me siento eufórica. Primera victoria clara desde hace demasiado. Ha salido todo de rechupete, sin que el veneno afecte a ninguno de los nuestros. Parecía que había sido una estrategia perfecta por mi parte y eso me hace sentirme... Aliviada.

-Ssi, essas cadenass de plata por lo menoss noss servirán para una marisscada. Y mucho vino, mucho alcohol. Todo el asunto de Zoexx me pone tensa y no conozco manera mejor de relajarme que marinar mi cuerpo serrano y serpentino en licor.

-Deberiamosss sser mass asstutoss a partir de ahora. Hablo por mí, en realidad. -Ess muy importante sseguir loss procedimientoss esstándar de mazmorreo.  Incluyendo cossasss tan obviass como usar el terreno a nuessstro favor. Ess algo que mi madre quissso ssiempre inculcarme sssin mucho éxito.  En fin. Nunca ess tarde para cambiar..

Fette decidió que mi idea sobre las cadenas de plata era muy buena, eso, o había tenido la misma idea y antes de decir nada ya la estaba poniendo en práctica. Posiblemente, sería esa segunda opción. 

- Estoy de acuerdo. Casi nos dan una paliza unos goblins. 

Se haber sucedido eso, no hubiera podido mirar mi reflejo nunca más, porque me moriría de la vergüenza. 

- Creo que tengo al hacha desentrenada. 

Negué con la cabeza, pues la verdad es que desde que habíamos vuelto no es que hubiera estado demasiado sembrada. 

Claro que todos los allí presentes sabían que cuando me cabreaba me pasabas las normas de todo por entre las piernas y lo veía todo rojo, pero bueno, aquello formaba parte de mi encanto. 

Tras una breve parada para saquear el cuarto de los escudos, el grupo continuó descendiendo, iluminados por el zumo orgánico extraído por Fette de aquella infausta sanguijuela de lava de otra tumba, en dimensión. El camino, menos regular y más renqueante que aquellos que habían seguido hasta ahora dentro del lecho final de los reyes sangrefrías, estaba cubierto de gusanos largos como el brazo de un mediano, más larvas y unos extraños percebes de secano que vivían quedamente en la oscuridad de aquellas mazmorras, sin prestar la más mínima atención al grupo de aventureros.

Tras diez minutos de torpe deambular por aquel corredor, más escarbado que edificado, las paredes comenzaron a cubrirse de relieves similares a los que ya habían visto en las tumbas de la primera planta, posiblemente diseñados (Si no incluso ejecutados por el mismo artista), pero el abismo seguía abierto al lado izquierdo de la senda por la que deambulaban.

Finalmente llegaron ante una gran puerta de piedra, peor ante ella encontraron un mecanismo que ya habían observado (y reventado antes) pero colocado de una manera diferente: había una barra de piedra, fijada por dos cadenas al suelo, ante el umbral. Por cómo habían visto las tripas de aquella trampa a la entrada de la tumba (Cuando la reventaron con uno de los iconos pétreos de uno de sus grimorios), dedujeron que al tirar de la barra, un martillo enorme saldría de sobre la puerta, arrojándolos al abismo, peor tampoco parecía haber otro camino...

—¡Puaj, que asco!

El camino estaba siendo repugnante. Que las larvas fueran como sus extremidades, tampoco ayudaban a llevarlo con la dignidad esperada para un supuesto héroe... aunque tampoco es que lo pretendiese ser.

Al llegar a la puerta cambió su cara. Por fin algo de lo suyo: una trampa. Con cuidado depositó la lava y extrajo un par de estacas de las que guardaba. Tras un par de minutos estudiando el mecanismo, colocó los maderos bloqueando una rueda, presumiblemente la que activaba la parte peligrosa, y creando una holgura en una de las cuerdas, para evitar que actuase también.

Al terminar, se alejó un par de metros y, ufano, contempló su 'obra'.

—Perfecto. Seguro que funcionará.