Partida Rol por web

Yo me había mantenido vigilando, porque seguía pensando que aquello de que esto fuera un estercolero de equipos no era demasiado normal. Además, aquellos mohosos goblins no me habían hecho pensar precisamente que lo que sucedía por aquí era normal. 

- Si en algún momento os cansáis ya os ayudo y que otro vigile... - Dije ofreciéndome también, aunque estaba claro que si había que hacer frente a un enemigo, casi lo mejor era que así de primeras saludara a mi hacha. 

Lo que no hubiera esperado nunca era eso de encontrarnos a otra mujer de mi especie allí encerrada. 

- Te he dicho que se comen a la gente. - Le dije a Skarlkja un poco en bajo, pues no quería que a aquella mujer le diera un infarto al escucharme. 

Claro que cuando mi compañera empezó a reírse por eso de ser botánica, yo tuve que apretar los labios, haciendo que mis colmillos casi se vieras hasta más. Lo que tenía que hacer una para no reírse. 

- Menuda profesión más ridícula... - Pensé casi mordiéndome la lengua para no reír. 

Entonces recordé que parecía el almuerzo o el sacrificio de alguien y me volví a poner seria. 

- ¿Y has venido tú sola a esta tumba?

Claro que entonces recordé una cosa. 

- No sabrás tú que le ha podido pasar a un caballo que había fuera hace unas semanas ¿no?

A ver si había venido con el grupo aquel y estaba aquí, tomándonos el pelo la muy...

-Esso no sse me había ocurrido - mis pupilas se vuelven verticales y asiento complacida ante la astucia de  Lagakh. -​​​​​​-Sssi, esso podría sser también.  Nos deberíass un caballo entoncess. Masss interesess. Y daños moralesss -añadió. Al fin y al cabo, las clases predilectas de las mujeres sserpiente (los hombres eran pequeños y estúpidos) eran o bien asesinas o bien abogadas especializadas en demandas por daños y perjuicios.

—Así que una botánica, ¿eh? ¿Y qué plantas has encontrado aquí? Cuenta, cuenta.

Fette miraba a la semiorca con los ojos entornados y rascándose la barbilla cual investigador privado. Algo olía raro en esa sala, y no era el queso mohoso que llevaba escondido.

El rostro de la joven botánica semiorca se tiñó de oscuridad por unos segundos antes de dejar asomar su auténtica apariencia, de la misma altura y complexión pero con una retorcida cornamenta saliendo de su frente, apuntando hacia abajo. Una singular armadura, parecida a la coraza quitinosa de un insecto cubría su auténtico ser. sus ojos eran completamente negros, pero aún en su apariencia real, el aspecto demacrado y hambriento seguía presente.

- Veo que no nacisteis ayer. En fin, si... Los sacerdotes de los antiguos moradores del lugar me invocaron para que contestase sus estúpidas preguntas y ni se molestaron en liberarme cuando fueron muriendo o abandonando esta zona de las mazmorras. Han sido SIGLOS de hambre, SIGLOS de debilitamiento y resquemor, y parece que mi suerte va a continuar siendo la misma. ¿O tendréis piedad de esta pobre sierva?

Aquello dejaba claro que no era botánica y no tenía respuestas para Fette, tampoco sabía nada del caballo de Lagakh. La criatura seguía plantada en mitad de la sala, a medio camino de la puerta y del altar a su espalda.

Fette no sabía casi nada de estas criaturas. Así que se quedó mirando a Lagakh y Zoex. Le parecía que podían ayudarla, pero sin saber si era peligrosa... 

—¿Qué nos garantiza que no nos ataques si te liberamos? Además, ¿cómo te han capturado esos goblins tan cutres y escuchimizados?

No tardamos en comprobar que ni era botánica, ni semiorca, ni siquiera sabía quién había matado a mi caballo. Tendría que seguir indagando para ver si quedaba vivo alguien con quien pudiera arreglar cuentas por ello. 

Fette no se fiaba mucho de liberarla, pero yo mucho menos aún, aunque viendo que tenía apariencia de las súcubos que hablaban las historias, si la soltábamos igual luego teníamos problemas. 

- No sé. Sigo pensando que ahí detrás había muchos restos como para que nadie les hiciera nada. Si la soltamos igual los siguientes restos son los nuestros. 

Yo no estaba por la labor de más sorpresas chungas, aunque estaba viendo que en aquel lugar no parecían acabarse nunca. 

Ya que nos íbamos encontrando a todo lo extraño del mundo, a ver si nos encontrábamos en algún momento a alguien que nos dijera: "Tomad, riquezas y equipo a montón". 

-¿Las viejass serpientess te hacian preguntass? - era una forma de dárselas de pisto, ¿Qué iba a saber una súcubo que no supiese un diablillo, los cuales eran notoriamente más fáciles de contentar? -No me lo creo. Ssi fuessess tan lissta no estaríass aquí. A ver - pregunto con cara de víbora - ¿Ssabesss como llegar fácilmente a donde esstá mi hermana y salir ilessoss? Essso valdría liberarte, sseguro.

Meneo la cabeza, decepcionada, anticipándome a su más que probable negativa. No pierdo la oportunidad, sin embargo, de intentar llevarme llevarnos un buen botín. Había que pensar en el equipo.

-O por lo menoss un tessoro de loss buenoss. Esso te valdría por algo de comida, sangre, energía vital, essass cossas que oss molan a lass demonioss. Pide por essa boquita tan guapa que tienesss.  Miro a Zoexx fugazmente al decir ésto.  Había estado MUCHO más callado de lo normal, incluso para alguien como él.

- Las viejas serpientes tenían preguntas sobre mi mundo natal, nada que ver con esta pocilga gélida en la que habitáis. - Comentó la criatura planar. - Fueron sus hechiceros los que me encadenaron, no estos deprimentes goblins albinos. Los veo mirar entre las rendijas, pero no tengo mayor trato con ellos. En mi estado actual no puedo hacer... Demasiado... Crepo que esos bichos buscan un nuevo lider, peor no he conseguido atraerlos. Creo que les dan miedo las mujeres, más las de su propia especie. 

Zoex escupió al suelo sin abrir el pico, algo que solía hacer cuando no le gustaba la escena que se desarrollaba delante de él, devolviéndole la mirada a su compañera, la mujer serpiente.

- Los míos también solían encadenar a estas criaturas para tratar de obligarlas a descubrirles los secretos de sus artes místicas, pero yo ni creo que tengan grandes poderes, más allá de la mentira y la capacidad de envenenarse si se muerden la lengua.- A Skarlkaja le sonaba este mismo comentario porque alguna vez el elfo había dicho lo mismo del pueblo serpiente cuando todavía se estaban conociendo. - Nada personal, ya sabes, cariño.

La criatura cautiva miró con recelo a la semiorca cuando está dijo a las claras que no se fiaba de ella, incluso dejando caer que tal vez tuviese que ver con todos aquellos restos.

- Hace mucho que no logro engañar a nadie, sois los primeros que atravesáis todos esos restos que han ido quedando, fueron los goblins quienes hicieron la empalizada. ¿Grandes riquezas? En este altar hay unos buenos cuencos de oro añejo, algo podréis sacar por ellos. ¿Qué dónde está tu hermana? Pues... He oído a una mujer serpiente llorar desconsolada por las noches, por los pasillos hacia la izquierda de esa sala por la que llegasteis, no sé a qué altura se encontrará o si esta arquitectura puede hacerme malas jugadas al propagar las voces por recovecos imposibles, pero... Si me dais un muerdo... Os puedo hacer de perra de presa.- Sonrió con su boca llena de colmillos, por debajo de sus ojos sin blanco, como una caricatura de una mujer humanoide a la que hubiesen achaparrado la cabeza, cuya boca estuviese a punto de partirle la cabeza por la mitad.

Era casi imposible que pudiéramos saber si las milongas que nos estaba contando eran ciertas, pero vamos, había que reconocer que estaba intentando salir de allí, la verdad. 

Zoex dijo aquello de que los suyos también hacían esto y negué con la cabeza. Luego decían que la sangre orca nos hacía ser malos por naturaleza y seguro que encadenaban a piezas como esta sólo para divertirse. 

Al mirarme mal, sonreí, como diciéndole que me importaba una mierda que me mirara así. 

- Voto por seguir. Buscar a tu hermana y cuando nos vayamos a ir venir y soltarla. No me fío de que no nos vaya a apuñalar por la espalda cuando nos demos la vuelta. 

Si llevaba tanto tiempo aquí encerrada estaba claro que haría cualquier cosa para salir de aquí, incluso pasar por encima de nuestros cadáveres. 

-Graciasss por loss cuencoss - me adelanto hacia los mismos, en teoría junto al altar, sin perder detalle de nada y los saco de forms casual, dejándolos en manos de Fette.  Examino la cadena que lleva atada, como estudiando la posibilidad de liberarla.

-Te dejaremosss assi, nada de volver a encerrarte debajo de esscombross.  Y te daremosss una ración de comida, como pago por el inedible oro.  Pero losss llorosss de mi hermana ya losss oigo yo cada noche, dentro de mi mente, no me ayudass muchi.  Ademasss, la jefa Lagakh no esstá por la labor de liberarte.  

Me alejo y me pongo al lado de la fornida semiorca.  Sonrío a Zoexx, lo prefiero cínico y desagradable a silencioso. 

-Ssi, podemosss liberarte cuando volvamoss. Entonces renegociaremosss teniendo en cuenta todo lo que noss puedesss ofrecer, preciossa.  Azoto las losas del suelo con la punta de mi colita.  -Sseguro que puedess esssperar unoss dias máss, desspuess dd trescientoss añoss, jahk, jahk.

Fette observaba a sus compañeras. No tenía ganas de liberar a un súcubo, por muy triste que fuera su historia, ni de volver a donde los goblins albinos. Tampoco podía negar que sentía gran curiosidad por saber cuánto de aquello era verdad o no.

En cualquier caso, le pareció bien la idea de ir a por la otra Salter y luego decidir qué hacer. Total, como decía Skarlkjia, podía esperar un poco más.

Yo tenía otro plan para la súcubo después cuando volviéramos, pero antes de que me dejaran explicar nada, ya estaban haciendo de las suyas. 

- Y luego se preguntarán por qué soy la borde del hacha... 

La mujer serpiente comenzó a moverse y yo me acerqué lo justo a la súcubo como para poder abrirla la cabeza en caso de que tocara a mi escamosa compañera. 

- Y así es como nos gusta jugar... 

Desde luego, había que reconocer que a la mujer serpiente le gustaba tocar las narices hasta a los presos y a mí me gustaba ser tan sutil como estaba siendo, enseñarle bien el hacha para que el resto lo intuyera sola. 

Cuando Skarlkja entró en el círculo que rodeaba y mantenía cautiva a la súcuba, esta la miró con recelo, estaba débil y hacía generaciones que no había tenido oportunidad de saciar su apetito por la energía viva de los seres de este plano, aun así le habían prometido liberarla si podía esperar un poco más, pero esa criatura se arrastraba tan cerca de ella, dirigiéndose hacia aquellos cuencos rituales cubiertos con una capa de oro...

- No deberías... No deberías de haber...- La criatura cautiva arrastraba las sílabas, incapaz de terminar sus palabras, miró a Lagakh de refilón y emitió una ventosidad que comenzó a propagar una oscuridad gaseosa en torno suya. Aun así, la visión aguzada de la gigante verde era tan afilada que seguía reconociendo la silueta de su blanco, aun a pesar del molesto efecto especial.

—¿Mande? ¡Pero será gorrina!

Sin dudarlo, Fette sacó una flecha de su carcaj y disparó a través de la creciente niebla. No estaba seguro, pero el sonido de la flecha al impactar sonó a chicha...

—¡¡Deja a mi amiga!!

-Pero como sse puede sser tan guarra- consigo insultar a la sucubo, pero no me da tiempo a apartarme de sus hambrientas garras.  Me he pasado de lista, de nuevo, confiando en que la diabla tuviese un poco más de temple.  Mucho hablar de la debilidad de la carne, de la fragilidad del sistema cuerpo-mente de los mortales y PLAM, tan pronto se encarnaban, los demonios eran unos desesparados de la vida.  —¡Aghk!Traidora criatura. Voy a arrancarte la piel a tirasss para hacerme un vesstidito. Mala, mass que mala.

Si estaba con el hacha de aquella manera era porque aquello ya me lo había esperado, aunque mi idea de antes de hacer que la súcubo fuera nuestra "más mejor amiga" ya no podría ser porque pensaba estamparla un golpe en toda la cabeza. 

- ¡Ya sabía yo...! 

No pensé en nada que no fuera darle un buen golpe a aquella zorra. Acababa de perder la posibilidad de que la soltáramos. Era más, ahora de lo que tenía una mayor posibilidad era de que nadie más la pudiera soltar nunca. Bueno, soltar igual sí, pero sin que ella llegara ya a enterarse.