Partida Rol por web

- ¡¡¡RARGH!!!

Se escuchó el eco del berrido de la súcuba en la sala. El primer impacto que había recibido fue el del hachazo de Lagakh, quien pudo notar cómo el filo de su arma se hundía en el cuerpo de la criatura, aun pudiendo verla a duras penas.

- ¡¡¡¡¡¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH HAH!!!!

Fue la reacción que la saeta de Fette causó a la criatura, cuando le alcanzó en el pecho. Zoex también disparó peor no tuvo tanta suerte como su compañero mediano.

Skarlkja reptaba bajo aquella criatura que la había rodeado de oscuridad gaseosa, podría ser capaz de escapar de su contacto, que las leyendas decían que podía drenar a un percherón de toda su vida en menos de un minuto, pero eso supondría tener que dejar atrás los cuencos del altar que la bestia custodiaba.

La súcuba se tornó intangible, liberando el acero de la semiorca y dejando que la flecha que la había dañado cayesen al suelo.

Arrugué el gesto cuando vi que la criatura se había vuelto intangible y no la podíamos golpear más. 

- ¡Qué hija de puta! - Me salió del alma aquella expresión. 

Me negaba a darme por vencida e intenté volver a darle con el hacha, pero estaba claro que era imposible hacerla daño. 

- Ahora la tenemos que dejar viva obligados... 

Eso era el mayor engaño de la historia de los engaños y me sentía totalmente estafada. Encima de haber empezado ella, no podíamos darle su escarmiento. 

- ¿No nos hemos encontrado ningún arma por aquí abajo? - Quizás lo hubiéramos hecho y no lo supiera, aunque claramente estaba preguntando si teníamos un arma mágica con la que poder arrearla. 

-¿Como sse puede sser intangible y no sstar encadenada? -​​​​​​-digo con un tono absolutamente fuera de lugar, por retórico. Y es que no hacía ni unos minutos en que había estado pensando en eso mismo.  Por las grandes matriarcas ¿Estarían despertando mis poderes proféticos?

 existía la pequeña posibilidad de que hubiesen usado una hecha de esos viejos eslabones planares, tan populares para encadenar seres incorpóreos

-¡Ssslaboness planaresss! - ¡Era tan obvio! -Lagakh, ussa tu protección contra el mal y revienta a esssa guarra contra lasss paredesss, como antesss con los otross bichoss.  Seguramente, en su forma incorpórea se desintegraria, repelida y retenida simultáneament por fuerzas superiores a su resistencia estructural. O acabaría desmembrada, que era mucho más satisfactorio.

—Pero, pero, pero...—balbució Fette.

¿Cómo que hacerse intangible? El mediano odiaba las trampas de los dioses y algunas de sus extrañas creaciones. Menos mal que quien ató a esa tipeja sabía cómo hacerlo...

—Eh, bicho asqueroso! Ya sabes lo que te va a pasar si no te portas bien con nosotros... así que ya nos estás ofreciendo algo a cambio de tu miserable vida, ¿lo pillas?

Lo de usar el grimorio y hacerla desaparecer era algo que sonaba realmente bien, así que sonreí como si aquello fuera un pensamiento muy agradable, pero luego, volvía a la realidad y era que aún estábamos en aquella maldita tumba y luego igual lo necesitábamos de verdad. 

- ¿En serio quieres que lo gaste aquí? - Lo estaba sopesando realmente. - Sigo pensando que es mejor guardar todo lo que podamos hasta que tengamos que salir. Después, si nos ha sobrado, venimos y la hacemos desaparecer. Por zorra y bruja. 

Sí, mi parte humana de vez en cuando razonaba un poco, la orca era la que se estaba regocijando en la idea de borrarla del mapa. 

Claro que luego Fette aprovechó el momento por si nos quería llenar los bolsillos a cambio de su miserable vida y guardé silencio. 

-Nah, no te molesstess.  Sstate alerta mientrass agarro todoss essoss cuencoss. Me dispongo a hacerme con ellos.  A poco que pesen un poco, será el mayor tesoro que hemos encontrado hasta ahora. Hablé en dirección a la fantasmal diablesa -​​​​​​El huessso de ssucubo molido sse vende carissimo en el norte, como afrodisssiaco.  Ssserá mejor que no corporicesss tu fea cabeza o te la reventaremoss.

​​​​Yo me iría ya.

Fette sonrió por las ideas de sus compañeras, pero disimuladamente. No se fiaba de la súcubo, ni de la magia que la retenía. Dio un par de pasos atrás y comprobó si venía alguien por el pasillo.

Si se iban ya de esa sala, por él mejor.

Skarlkja se arriesgó a caminar hasta el otro extremo del círculo, aprovechando la incorporeidad de Baltoplat, la diablesa planar, haciéndose con los cuencos de oro y congratulándose de conseguir, al fin, algo que no pasase del latón tintado. Puede que aquellos cuencos estuviesen malditos, pero quién era ella, como heredera de los antiguos sangres frías, para tener miedo de algún triste y polvoriento disco antediluviano... Pero puede que no llegase a saber cuánto le podrían dar por ellos, pues aún en su intangibilidad, la súcuba volvió al ataque. Para algunos ataques no hacía falta tener un cuerpo... La cadena, el grillete y el propio círculo que encerraban a la criatura comenzaron a brillar con una luz violácea al tiempo que la mujer serpiente comenzaba a notar algo que atenazaba su pecho, como si una garra se colase entre sus costillas y tratase de tomar su corazón. 

Baltoplat trataba de tomar por la fuerza la esencia vital que le habían arrebatado.

Zoex, viendo lo que allí acontecía, tomó una flecha y la disparó a la sombra en la que la criatura se había convertido, que giraba como un remolino sobre la cabeza de Skarlkja, peor solo consiguió confirmar su inmaterialidad.

- Esa zorra está tratando de arrancarle su ansiada energía vital a nuestra nena sibilante.- Informó al resto, pro si no tenían ojos en la cara o estaban demasiado lejos.

Yo ya había creído que aquella súcubo no iba a poder hacer más mientras estuviera en aquel estado, pero claro, lo que yo pensaba no era lo que en realidad estaba sucediendo. La verdad es que con todo aquello yo me estaba perdiendo un poco, pero al final, iba a tener que hacer lo que había preferido gastar más adelante, cuando nos hiciera falta. 

- Esto nos pasa por intentar ser buenas personas. - O al menos, de primeras lo íbamos a ser, pero a todos nos quedó clara la personalidad taimada de la que estaba allí encerrada. 

Esperaba que el grimorio de protección nos sirviera como nos había servido la anterior vez, aunque si esta criatura no podía salir de aquí, confiaba en que simplemente desapareciera, la mandara al plano al que pertenecía o lo que fuera que la tocara, siempre lejos de nosotros. 

No me gustaba en absoluto lo que podría pasarle a Skarlkja si aquello no funcionaba. 

—¡Adentro voy!

Fette, viendo las intenciones de la semiorca, saltó junto a ella para verse protegido por el efecto del grimorio mientras miraba a Salter tratar de sobrevivir. 

Ando con los cuencos en la mano, confiada en que la sucubo no se atrevería a hacer nada sabiendo que Lagakh le tenía ganas.  Pero va y resulta que me equivoco, de nuevo, y van muchas ya. 

—Coged loss cuenc... — los lanzo en dirección al pasadizo, lejos del círculo que contiene a la demonia al notar como quieren sorberme el alma. Así, a distancia. Y yo convencida de que los de su clase necesitaban algún contacto intimo para ello.  Un cerebro secundario en la base de mi cola se activa, apenas un puñado de células vestigiales que hacen que ésta se ponga rígida y me impulse hacia atrás, Boing, un reflejo que ha salvado a más de una de mi raza (y matado a otras pocas, desnucadas contra las paredes).  Pero no esta vez, claro.  No después de haberlo hecho tan críticamente bien.

Skarlkja fue capaz de deslizar los cuencos y a su propia persona mientras Baltoplat trataba de alcanzar su esencia vital y chupetearla como si del tuétano de un buen hueso se tratara, veía cómo Lagakh se había hecho con su grimorio de protección y se disponía a leer su contenido para protegerse del súcubo y dar una ventaja a sus compañeros, con Fette a un lado y un silencioso Zoex al otro, pero la mujer serpiente logró alcanzarlos antes de que la semiorca terminase ni un solo verso, ahorrándose así el preciado poder e las escrituras en caso de que más adelante les fuesen a ser más útiles.

A su espalda Baltoplat volvió a darse de bruces con la frontera imposible del extremo del pentagrama que la encerraba, en su eterno no ser en aquella mazmorra, basculando entre la intangibilidad y la debilidad corporal mientras continuaba ansiando abrazar a alguien que le diese el calor que tanto preciaba.

Al ver a su víctima libre de su alcance, se elevó hasta casi tocar el techo y emitió un lastimero lloriqueo que finalizó con un Lo siento... Tenía que intentarlo... Tan sentido como mediocre.

El grupo de exploradores veía a la entidad revoloteando como una anguila en una pecera, incapaz de encontrar una rendija por la que huir de aquella prisión mística.

No llegué a comenzar a leer el hechizo, pues la verdad es que en cuanto abrí la boca y miré a nuestra compañera, me di cuenta de que se las estaba arreglando realmente bien ella sola. 

- Ahora lo siente... No te jode... - Desde luego, tampoco es que aquello hubiera sonado demasiado a disculpa, pero bueno, tampoco es que esperara nada parecido. 

Me quedé un poco observando, por si veía que saliera de allí o algo parecido y al ver que no era capaz, miré a mis compañeros. 

- Creo que es mejor que salgamos de aquí cuanto antes. 

Me eché el hacha al hombro y comencé a caminar hacia afuera. Nunca iba a a ninguna parte la primera en un sitio como aquel, pero como era camino ya explorado... Eso sí, cuando hubiera que cambiar a otro que no hubiéramos pisado, le cedería la delantera a Fette, que estaba claro que tenía sentidos para algunas cosas de los que yo carecía. 

¡Por fin! Pensó el pequeño Fette, algo aliviado. Desde hacía rato quería irse de allí, y es que ese pasillo, entre goblins albinos fanáticos y súcubos mentirosas y hambrientas, había sido suficiente para él. Así que cuando Lagakh salió de allí, él la siguió cual perrillo faldero, mirando hacia atrás de reojo.

—¡Vamos Salter! Sigamos...—por favor, habría dicho. Pero se contuvo para no parecer asustado. Tenía cierta dignidad que aparentar.

-Tenia que intentarlo, tenía que intentarlo - me burlo con voz sibilina mientras recojo los cuencos bañados en oro. Por el peso, dudaba que fuesen enteramente del valioso material.¡Malditos Reyes serpiente y su obsesión con la riqueza no terrenal!

-Vamoss por essa de atrass*, pero oss digo que me empieza a incomodar dejar tantosss enemigoss vivoss trass de nosotrosss.  Que si los goblins fúngicos, que si el ruido de cadenas, que si una súcubo que prácticamente ya estaba libre y engañaría a los primeros pardillos que pasaran por ahí.  -No sse mazmorrea assí. A menoss que... Claro, esstemoss ussando un enfoque ssigiloso. Pero ya esss tarde para esso.  Empezaremoss a hacerlo en el siguiente nivel.

Las palabras de mi compañera me hicieron gracia, pues pensándolo un poco, tenía razón en eso de que estábamos dejando a demasiadas cosas vivas a nuestras espaldas. Así, que ahí, tuve que reírme mientras íbamos hacia otra zona. 

- Es para darle emoción cuando tengamos que salir. - Bromeé, aunque estaba claro que sí que sería mejor que empezáramos a limpiar la zona lo antes posible o tendríamos problemas cuando quisiéramos marcharnos. 

De todas maneras, en un lugar como aquel, podría cortarnos la retirada un grupo de goblins al que no hubiéramos visto, porque aquellas criaturas eran capaces de esconderse como ratas. 

- Vale. - Pues nada, en el siguiente nivel mataríamos más cosas. Yo no tenía ningún problema con esa propuesta. 

El mediano siguió por la puerta que señaló Salter, lanzando rápidas miradas a sus espaldas.

—Bueno... me da que esta—dijo señalando a la súcubo— va a tardar en salir, y que eso goblins chapuceros seguirán adorando esa cutrez de corona mucho tiempo más—rió Fette.

En cuanto se acercó a la puerta, retomó su habitual búsqueda de trampas y mecanismos peligrosos.