Partida Rol por web

Fette iba a lanzar de nuevo una flecha, pero el inteligente movimiento de Lagakh lo sorprendió tanto que la miró como a cámara lenta con la boca totalmente abierta. Entonces recordó para lo que servía el cacharro que había usado, y se apresuró a salir de esa sala, preparando su propio grimorio.

Si la orco conseguía salir, le lanzaría al tal Xixi el conjuro para que fuera tan grande que no pudiera salir de la habitación y así poder culminar la honrosa huida.

Todo estaba condicionado a los designios divinos, mas Fette nunca se aprendió oración alguna, y los nervios sólo le daban hambre. Mucha hambre.

Ruedo por el suelo hasta debajo de una mesa, apagando las llamas.  Afortunadamente, mi serpentina raza no es de llevar mucha ropa, más allá de las típicas y reveladoras armaduras de aventurera serpiente.  Con mis grimorios agotados, solo me queda deslizarme entre las sombras hasta la habitación de la que venía Xiximander y cerrar la puerta desde adentro 

Seguro que allí había algo que podría romper/quemar/ usar y joderle la no-vida a esa culebra hipertrofiada.

Xiximander permanecía, amenazador, tras aquella creación arcana que él mismo había invocado de la nada, abrasando a dos de sus atacantes, mientras Lagakh hacía por alcanzar uno de sus grimorios, esperando que fuese el correcto. Sus palabras, del todo incomprensibles, volaron sobre las páginas del tomo, borrando tras cada sílaba sus equivalentes caligráficos, hasta que un rápido destello rojo recorrió el libro, entre las manos de la semiorca, clara indicación de que aquel receptáculo místico había quedado vacío de todo poder hasta el próximo amanecer.

Las cuencas iracundas del cadáver ahogaron sus candentes pupilas verdes por unos segundos en los que el serpentino emitió un profundo bufido entre los pellejos que otrora fueron sus labios.

- ¿POR QUÉ SSSSSSSIEMPRE ME HACÉISSSS ESSSSSSTO?- Dijo mientras sus ojos reaparecían. - SSSSSSOLO SSSSSSSSOY UN POBRE ALQUIMISSSSSSSTA INCAPAZ DE SSSSSSALIR DE ESSSSTA MAZMORRA POR CULPA DE LA GUERRA CONTRA ESSSSSOSSSSSS SSSSSTUPIDOS PIELESSSSSS BLANCASSSS DE SSSSANGRE CALIENTE Y NI TAN SSSSIQUIERA POSSSSSEO YA MATERIALESSSSS CON LOS QUE SSSSSSEGUIR TRABAJANDO...-

Y mientras así hablaba, el muro de fuego desapareció, justo a tiempo para que Skarlkja, rápida como una centella, consiguiese deslizarse hasta la habitación de la que el nigromante había venido, consiguiendo cerrar sus puerta a su espalda.

- ¿O esssssss que esssssta vessssssss me he topado con unossssssss previsssssores aventurerosssss que han venido con nuevosssss juguetesssss y útilessssss para el bueno de Xiximander?- En su rostro, medio desdibujado por el entumecimiento y la podredumbre, se dibujaba una sonrisa, ni amenazante, ni sivilina, simplemente parecía ser sincero y amistoso, mirando a aquellos que habían quedado en la habitación. - Y ssssssi no, ¿Qué puedo hacer por vosssssotrosssssss?

Skarlkja se encontraba en una habitación llena de frascos, probetas, decantadores, libros hechos polvo y parafernalia de todo tipo que escapaba a su entendimiento, pero un susurro llegó a su mente desde cierta jarra que había dejado a trás... - EL TARRO DE TERRACOTA LUNAR.- No hubo siseos esta vez, pero la mujer serpiente sabía que se trataba de su hermana.

Yo estaba que apenas me sostenía en pie, pero claramente no iba a ceder ahora. Al menos, no mientras me quedara algo de vida en el cuerpo, por lo que cuando empezó a hablar lastimeramente, simplemente me quedé observándole. 

- Podemos traerte algún material que necesites... ¿Con qué sueles trabajar? 

Me moví de forma que él al mirarme se quedara de espaldas a donde estaba el tarro con la cabeza de la hermana de nuestra compañera, esperando que ellos lo pillaran e intentaran cogerla mientras yo entretenía a aquella criatura. 

No tenía ni idea de nigromancia o lo que fuera que hacía el Xiximander éste, pero para mí que me iba a pedir ancas de rana, el cuerpo de una persona o criatura similar y... 

En menudo lío nos habíamos metido y ni siquiera íbamos cargados de tesoros hasta las narices como para que aquello hubiera merecido mínimamente la pena. 

—¡No gritesss! — mi hermana ha desarrollado, por lo visto, alguna habilidad telepática desde que vive en un frasco, pero no controlaba el volumen.

En la habitación de al lado, Xiximander parecía mostrarse un poco más amable.  ¿Le habría dado alguna locura o Lagakh  había usado un grimorio en vez del hacha?  

—Jodido nigromante bipolar —No veía a la atlética semiorca dejando el hacha en el suelo y abrir un libro.  Menuda locura esa.

—Terracota lunar. Vale, lo veo ahí misssmo. ¿Qué hago con él?¿Sse lo tengo que meter por algún lado? 

Fette se dedicó a rebuscar en el laboratorio de Xiximander alguna poción que pudiera hacer un ¡PUM! tan grande que sepultara al horrible bicho, que parecía demasiado duro para ellos. Siempre atento a lo que ocurría para ayudar en lo que las Salter requiriesen.

Entre los frascos que había visto Fette, entre el alijo alquímico de Xiximander, uno estaba marcado con un corazón que casi parecía dibujado por una cría de tres años, otro, dos cabezas saliendo de un mismo cuerpo y un tercero con unas volutas de humo de las que parecían salir moscas, a saber. En otro estante había un montón de frascos cubiertos de mugre en los que costaba más ver cualquier tipo de etiqueta, peor puede que si el mediano se esforzaba un poco más...

Lagakh, con ciliadora, viendo cómo podía tratar de aprovechar los efectos del grimorio en su beneficio, o al menos como una distracción más que necesaria, mientras se las apañaba para dirigir la atención lejos del tarro que contenía aquella insufrible cabeza reptiliana.

- Oh, fundamentalmente necesito... Fuerza vital de aquellos a los que llamáis brujos y hechiceros... ¿Es alguno de vosotros un ente de este tipo?- Le comentó, zalamero, Xiximander.

En el cuarto de al lado, Skarlkja había descubierto lo que parecía ser el oscuro objeto de deseo que su decapitada hermana le había indicado. - Contiene sssssssu corasssssssssssón.- Contestó aquella voz psíquica, refiriéndose a una práctica común entre los hechiceros y los pudientes serpentinos: extraer su corazón de su cuerpo para ponerlo a buen recaudo en algún otro sitio. En tal caso era raro que el nigromante lo tuviese en la habitación de al lado, claro que aquel hechicero parecía haber perdido el norte hacía siglos, si seguía pensando que continuaba la guerra de los suyos contra los humanos. Aun así el problema era que la terracota lunar no se rompería simplemente tirándola al suelo, pero algo era algo...

Fette estuvo tentado de coger el frasco del corazón, pero finalmente no lo hizo. Ser temerario con la alquimia era mucho más peligroso que escalar sin sujecciones.

—Eeh, ¿brujo? No, no, no, no. Para nada. Lo más parecido a la magia que sé hacer es jugar con dados trucados.—miró al elfo con una gran sonrisa, recordando la última partida que ¡oh, sorpresa! ganó el mediano.

En aquel momento lo único que podía hacer era seguir dándole coba al tiparraco para ver si los demás podían hacer algo, aunque bueno, al menos ya habíamos averiguado qué es lo que necesitaba un muerto como aquel. 

- Lo siento. No tenemos ningún brujo o hechicero con nosotros. - Claramente yo era la que menos tenía que explicar que no era una hechicera, pues sólo había que verme. - Peeero... - Yo ahí lo iba a dejar caer por si aquello nos podía ayudar. - Hemos visto a otro grupo de aventureros cuando veníamos hacia aquí. No sabemos si ellos llevan un hechicero o no. 

Me apoyé en el mango del hacha porque me estaban doliendo ya hasta los colmillos, pero... a estas alturas, mi única opción era seguir hablando hasta que sucediera algo que nos ayudara o hasta que se pasara el conjuro y acabara conmigo. 

Oigo al nigromante darle conversación a Lagakh.  La semiorca debe tener las tripas fuera y las piernas amputadas para tener que mostrarse tan dialogante y no emprenderla a hachazos.  La cosa está chunga.  Según la Guía Salter para el mazmorreo inteligente, con los no-muertos hay que ser doblemente expeditivos y triplemente agresivo cuando obtienes ventaja táctica, como ahora.

—Jodidosss nigromantesss.  Hermanita, te voy a vengar bien vengada. Sssssss.

Así  que coloco el frasco con la terracota lunar en medio de la habitación y extraigo de mi mochila mi grimorio favorito.  Empezó a pasar los escamosos dedos por los símbolos, que reaccionaron a su toque, emitiendo irisadas y fantasmales hebras vaporosas, lazos con los que encontrar equivalencias, nombras existencias y pedir prestados fragmentos de realidad.

De entre todos los universos en que las serpientes fueron adoradas, un ídolo petreo comenzó a insinuarse justo a la altura del techo, hasta que toda su materia —o un simulacro de la misma igualmente pesado — se materializó, valga la redundancia, con un sonoro ¡Plop!

—Jódete, Xiximander.  Nadie jode a una Sssalter y no-vive para contarlo.

Mientras Lagakh seguía tratando de ganar algo de tiempo al resto de la panda, Skarlkja, poniendo su peculiar trofeo en un lugar seguro, se dispuso a echar mano de su lectura favorita, o al menos a la que más había recurrido hasta ahora, causando el efcto común al que ya estaban todos bastante acostumbrados. De la nada, a pocos centímetros de la parte superior del frasco de terracota, se materializó aquel nuevo ídolo serpentino que resquebrajó y machacó por completo el preservado corazón de Xiximander, así como su contenedor. La semiorca vio como la sonrisa conciliadora del pútrido nigromante se congelaba en su rostro justo cuando le iba a comentar que tal vez debería partir a ver si aquellos otros aventureros eran un plato más tentador que ellos, pero la información nunca llegó. Fette y Zoex se miraban, riendo por lo bajo, recordando trastadas anteriores, cuando se dieron cuenta de lo que ocurría.

El único peligro se hizo patente para Skarlkja, cuando comprendió que el icono que había invocado era demasiado grande par aquella estancia, lo que provocó su derrumbamiento.

—Chúpate esa Xiximan... ¡JODER!—Fette saltó aún más hacia atrás al ver el estropicio que estaba creando el mega ídolo de Skarlkja.

—¡SALTER! ¡SALTER! ¡CONTESTA SALTER!

—¿Creiaissss que la había palmado? —salgo de entre los escombros, cubierta de polvo y con numerosos rasguños en mi preciosa piel. —.​​​​ Hace falta mucho masss para..cof..cof.. hacerssse unas botass con mi piel.  Graciass por preocuparte, Butlersss, eress un blandito, cálido y jugoso mamífero.

No se me escapa el hecho de que la única que ha estado a punto de matarme he sido yo misma, pero redirijo las culpas rápidamente.

—¿Donde está el nigromante, esse sssucio cortador de cabezass? Vamoss a rematarlo, rapido.

El nigromante poco podía decir, puede que al director se le olvidase continuar su post indicando que al curioso rictus de Xiximander, tras sufrir un aplastamiento de varias toneladas sobre su corazón, pero así las cosas... La semiorca, expectante, ya no necesitaba buscar más posibles distracciones para el pútrido nigromante, ya que, al caer ante ella, no pudo emitir ni un sonido más, más allá de un estertor que sonó más como el aire escapando de un viejo fuelle roto.

La reaparición de Skarlkja, proveniente del cuarto anexo, que se había hundido parcialmente, coincidió con el final de aquel molesto estertor extendido, acompañado de las incrédulas miradas de Zoex y Fette... ¿Al final eso era todo? ¿Bastaba con soltar un peso insoportable sobre aquella urna de terracota para romper un corazón de serpiente? Eso parecía.

- Sssssssssssssssssiiiii... Diablossssssssssssssssssssss bien hecho, hermanita.- Se congratuló el recipiente que contenía la abotargada cabeza de la mujer serpiente, seguía comunicándose psíquicamente, pero varias burbujas que agitaron las aguas pestilentes del frasco, indicaron claramente que no había podido contenerse y había gritado de alegría en aquel turbio cocktel. Daba gracias de carecer de dentido del gusto y de pulmones, o habría pasado por un trance bastante repugnante.

Ahora, la duda definitiva ¿Era aquel templo funerario un capricho anacrónico mimado por el propio nigromante caído, con lo que aquel edificio perdía su corazón y su alma, o quedaba alguna otra figura e poder, aparte de aquellos con los que se habían cruzado hasta aquel momento. Aparentemente, seguía quedando mazmorra para dar y tomar, peor lo más valioso que habían encontrado allí dentro (Cabeza parlante a un lado), estaba en aquella sala, e iban a necesitar algún tipo de plan para extraer los tronos o bien salir al exterior en busca de ayuda.

Yo sólo le estaba dando coba y bueno, quizás, intentando salir de aquello con eso de los aventureros. No es que tuviera mucho reparo en vender al otro grupo para que saliéramos nosotros ilesos, gajes del oficio. 

Eso sí, cuando vi que se caía respiré aliviada. 

- ¡Joder! Ya no sabía qué más podía contarle. No he hablado tanto con nadie en tan poco tiempo... - Sí, mis compañeros podían corroborar que no es que fuera yo de tantas palabras. 

Me empecé a mover casi usando el hacha de bastón. 

- Vámonos. No se vaya a levantar de nuevo. - Si ya estaba fiambre antes de esto, aunque no se le hubiera notado al freírme. - Cuando estemos lo suficientemente lejos de aquí necesito descansar un poco... - Pero vamos, eso saltaba a simple vista. 

En realidad olía un poco a churruscado, pero bueno, después de todo lo que llevábamos dentro de aquel lugar, ya olíamos todos un poco a rancio, como el ambiente de este sitio. 

—La tumba sssta ess una gran mierda — digo, visiblemente molesta. —Tuvimosss que haberle echado colmillosss e ir por donde el gigante essse hecho pedazosss.

Le arrebato la cabeza de mi hermana a Lagakh.

—Que no esss que no te echara de menoss hermanita. Sabess que te quiero mucho, pero esso de ssalir por la noche a beber sservessa y liarnosss con mamífeross sabess que no va a poder sser en un tiempo.

Acuno mimosamente la macabra urna con su fea cabeza dentro.

—Hablaremoss con lass matronass Salter.  Ahora que tienesss poderesss psiquicosss menoress quizasss puedass ser útil... ¡Como pissapapeless! jajaja no, ssabesss que bromeo. 

Me giro hacia mis compañeros. Estoy hasta el ovipositor de este mazmorreo.

—Volvamoss sobre nuestross pasoss. Acabamosss con la ssucubo con ataquesss a distancia, le ponemoss la corona de loss cara de sseta a mi hermana y les obligamoss a cargar con todo el tesssoro.  No sabemoss cuánto tiempo estará la Tumba abierta pero sseguro que ssi vamoss a la ciudad a por unas carretasss cuando volvamoss ya no esstará —Me encojo de hombros — ya sse sssabe, lass tumbass sson assí de cabronasss.

Fette estuvo de acuerdo con Salter, aunque sintió un escalofrío de pensar en los goblins albinos y su corona asquerosa.

—Yo, antes de partir, me voy a tomar un bocata de fuagrás que he traído. Tengo un hambre atroz después de tanto correr, luchar y sufrir.

Y es que no había terminado de hablar y ya estaba mordiendo su merienda.

—Eeh, chicas... ¿y el basilisco y los otros tipos?—añadió entre bocado y bocado—meh, supongo que se los habrá comido el bicho ese, pero podremos pasar, ¿no?

Lagakh tenía toda la razón del mundo cuando propuso salir de allí y conseguir un poco de descanso. Todos pudieron pararse un rato en el laboratorio de Xiximander, bajo la segura sombra del icono de piedra que había coronado al nigromante. Cuando este desapareció, finalmente, no había ningún brujo serpiente debajo, regenerándose y volviendo contra ellos, solo había una pulpa verdosa de sangre artificial, líquido de embalsamado y una buena colección de vértebras serpentinas hechas polvo. 

Entre los papeles del señor serpiente que cubrían una mesa cercana Butter vislumbró un esquema que medio pudo reconocer por la cantidad de planos de mazmorras que había visto y memorizado antes, como buen entrenamiento para el trabajo con el que se ganaba la vida contra sus compañeros. Si, era un plano de la mazmorra por la que se movían, viejo, al que faltaban pedazos o que se había decolorado con vaya usted a saber qué líquidos y productos, peor tal vez pudiesen trazar con él una posible vía de escape alternativa. 

Aun así, el plan que Skarlkja proponía también era más que viable, pero ciertamente estaba el tema de las galerías por las que habían logrado escabullirse, gracias a uno de sus grimorios, del basilisco, pero la bestia, si seguía viva, ya se habría librado de aquel yugo místico, poderoso, peor temporal.

Era cierto que en el mapa encontrado por el mediano no figuraban los emplazamientos de goblins, gelatinas, esqueletos, brujos, íncubos, súcubos u otras singularidades, pero creía reconocer, al menos, unas cuantas indicaciones de trampas y su posible formato: péndulos, suelos corredizos, rampas hacia la nada, flechas cruzadas... E incluso había entrevisto determinados pasillos que parecían indicar rutas alternativas. Aun si no lo usaban ahora, posiblemente les sería de muchísima utilidad si necesitaban volver con más gente para saquear el lugar.

Una vez descansamos y pasó algo de tiempo, me volví a sentir fuerte, lo cual estaba bien porque aún teníamos que volver a salir de aquel lugar. Desde luego, era el trabajo más triste que había tenido, porque casi había muerto y no había visto nada que se pareciera ni remotamente a un tesoro. 

- Entonces... - miré a Fette que era el que había estado ojeando aquellos papeles - ¿por dónde salimos? 

Ya habían mencionado lo del basilisco, pero a mí, ir a pelear con un bicho que podía convertirnos en piedra, para nada, me parecía una pérdida de tiempo, energía y posiblemente, de vida. 

- ¿En serio queréis que nosotros tres nos enfrentemos a un basilisco? Si no hemos encontrado nada en toda la mazmorra. Yo voto por salir y punto... 

Claro que tendríamos que ponernos de acuerdo en qué hacer. A estas alturas si algo ya habíamos visto, es que era mejor andar por ahí en grupo y no uno solo.