Siento la mano de la mujer sobre la mía y la observo de reojo un momento, para volver a posar mi mirada sobre Augusto de nuevo. Abro la boca sólo un poco, lo suficiente para que vea mis colmillos relucir ante la tenue luz que se cuela por mi boca.
"- ¿Me hiciste esto? Justo vos lo hiciste... me has vendido al demonio... ¡Judas!- le grito en el rostro-. ¿Quieres lo que tengo?... te lo doy, yo no lo pedí... sólo dime: ¿Deseas que te seque lenta o rápidamente, así quedas sin sangre ni alma? Tal vez sea así como me han hecho esto... Te haré sentir el mismo hambre y frío que sentí cuando tuve que padecerlo hace instantes. Dime cuándo quieres que lo haga y morderé- le digo al oído en susurros y agrego-. Lucas 6:43... Lo recuerdas, ¿verdad Augusto?... te lo diré: 'No hay árbol bueno que pueda dar fruto malo, ni árbol malo que pueda dar fruto bueno. Cada árbol se conoce por su fruto'. Has hecho que me pudra, Augusto, ¿qué fruto crees que daré ahora?".
Ni bien termino de decirle esas palabras, aprieto aún más sus ropas y le lanzó con fuerza e ira hacia atrás. Esta vez reparo un momento en la mujer que anteriormente me había hablado, y comienzo a caminar en dirección a Isabella.
Al llegar a ella me agacho y miro a María. Cierro los ojos un momento, tratando de hacer catarsis. Luego, abro los ojos y trato de regalarle a la niña una sonrisa.
"- Perdóname hija por lo que has visto. Ese hombre me ha lastimado como ninguna persona lo ha hecho jamás- le expreso y hecho una furtiva mirada a Isabella-. Siento mucho que hayas presenciado eso".
Me levanto y observo a los presentes un momento. Doy media vuelta y comienzo a caminar.
"- Estaré en la biblioteca- menciono a Isabella mientras doy un paso tras otro".
Le miro y luego a Isabella, deberia haberle contado todo antes de haberle echo eso, pero salvar una vida a veces es mas de lo que puedes pedir, aun para monstruos como nosotros.
Espera un segundo voy contigo le digo mientras me pongo a su lado tras darle una caricia a Maria en el pelo y una mirada a Isabella.
Si te hizo mal, pero aun asi deberias..y no me asustan los dientes, los mios son tan grandes o mas que los tuyos Sonrio mientras muestro uno de refilon guiñandole un ojo
Relajate tienes toda una vida por delante para hacerle pagar por ello, pero aun asi tendras que hacer acto de constriccion por el daño que hiciste a tus actuales hermanos no muertos.
Ahora padre deberia contarle que alguien esta muy interesado en conocer y en ofrecerle algo que le encantara desde luego
Me acerco a la puerta de la biblioteca y me detengo ante el llamado de la recién llegada. La observo con más detenimiento. Su aspecto es bellísimo, equivalente o incluso más que el de Isabella. Los rasgos en su rostro y su enjuto aunque voluptuoso y sensual cuerpo, podrían haberme quitado el aliento si aún me quedase algo.
La veo mientras, sonriente, comenta palabras para que me tranquilice y pueda confiar en ella. Entrecierro mis ojos y muerdo un poco mis dientes...
"- No veo la gracia en lo que padezco... es probable que sea idiota y no comprenda el sentido del humor de un monstruo- expreso aunque ella hace caso omiso a mis palabras".
Continúa hablando y cada vez más sus palabras me molestan. Pareciese como si no reconociera lo que acabo de sufrir, siendo que ella también ha de haberlo padecido en algún momento. Mi boca muestra una mueca de disgusto ante lo que dice, transformando posteriormente mi rostro.
"- ¿Constricción yo? ¿Hermanos?... Una mujer acaba de morir en mis manos, un alma inocente, sólo para alimentar a esta cosa que soy. No hubo daño alguno, sino justicia... lo que hice con aquellos con los que ahora, por desgracia, comparto destino, no fue más que pura justicia. Cosas que ya no puedo hacer, puesto que yo mismo soy un demonio... aunque me he dado cuenta que existen monstruos también entre los que aparentan ser inocentes- sentencio en susurros mirando hacia donde se encuentra Augusto-. ¿Qué más constricción quieres?... se han librado ya de mi, y me han convertido en esto... su cuenta pendiente ya está saldada- agrego con seriedad".
Me giro y continúo mis pasos para adentrarme, finalmente, en la biblioteca. Ella, como si no le importara lo que le digo, vuelve a dirigírseme. Esta vez, sus palabras me frenan en seco. Me quedo parado en la puerta. Mi cabeza comienza a trabajar, apresurada y alocadamente. Muchas cosas comienzan a emerger como si ahora reparase en su importancia. Me vuelvo para mirarla, como si estuviese sorprendido: "Una reputación bastante cuestionable, siniestra inclusive... La necesidad de mi presencia... Un carruaje y..."
"- Lo que necesite- menciono como si me mantuviese en ensoñaciones, mirando hacia abajo".
Observo el suelo con pesar. Tal vez mi cabeza haya lucubrado más cosas de las necesarias, cosas incorrectas. Pero la noche me ha hecho pasar ya mucho. Levanto mi vista aunque perdido aún.
"- ¿Quién... quién quiere verme ahora? ¿Por qué podría importarle a alguien?- pregunto- No comprendo el por qué... ¿qué querrían ofrecerme a mí?".
Camino mientras el sonido de mis botas resuena en los suelos de marmol de la casa de Isabella, es casi una hermana para mi, alguien a la que siempre estare muy agradecida por muchas cosas. Escucharme por las noches cuando lloraba sangre por no estar con el que iba a ser mi esposo o por lo que estaba a punto de hacer.
Giro mi rostro y, con pesar, miro a los ojos de la mujer. Sus palabras me han despertado intriga, así como el hecho de que se me precise para cualquiera que sea la labor.
"- En este momento no importa si la mujer era o no una prostituta, pues la mano que le ha ajusticiado no ha sido la correcta... ha sido una endemoniada conciencia la que cometió el asesinato- le contesto".
Doy vuelta por completo mi cuerpo y me acerco hasta ponerme al lado de ella. Me resulta increíble la capacidad que ahora albergo para percibir los aromas, y siento el olor de la dama tan profundo que me excita sobremanera.
"- Me sorprende que la pútrida existencia que representa, contenga aún algún ápice de lo que se considera amor. A pesar de percibir vuestro angelical y dulce rostro, imaginaba una maraña congelada en el lugar de lo que en vida fue corazón- le susurro".
Camino un poco más, ahora en dirección contraria a la biblioteca y quedando a espaldas de la joven. Mis dientes se aprietan unos con otros. No sé quién es el señor del que me ha hablado... poco me importa ya, diría.
Miro al techo del hall, donde nos encontramos, y comienzo una catarsis infinita, tratando de traerme un poco de paz.
"He aquí uno de tus hijos, señor. Míralo como es ahora, tan lejano a la perfección que has creado. ¿Es esto lo que has querido realmente? Veo que ya no hay cabida en tu corazón para mí...".
"- ¿Quiénes son aquellos que merecen castigo y qué han hecho para merecerlo?- le pregunto a la mujer sin mirarla-. Contesta rápido e igualmente rápido es posible que partamos- agrego con sequedad".
Creo que aun no lo habeis comprendido pero lo hareis con el tiempo. Como comprendereis tambien lo que la ha movido para hacerlo.
"- No es lo que pienso lo que ha de modificar tal estado, sino que por naturaleza es que aberraciones somos- contesto rápidamente ante su respuesta".
Doy un paso y me yergo, esperando a que continúe hablando. Me sorprende ver tan angelical imagen como máscara de un demoníaco espíritu. "Sentimientos...", cavilo ante sus dichos, y no puedo más que recordar la reciente situación que he pasado.
Sus palabras me resultan una paradoja, una noción tan ininteligible entre el sentir y la naturaleza misma que nos corroe, algo que me cuesta comprender. Más aún cuando habla de santos... tal posibilidad no es más que una quimera. Somos abominaciones. Entre seres como estos a los que ahora pertenezco no hay cabida para santos.
Observo a la muchacha mientras camina a mi alrededor. Sólo miro hacia el frente, escuchando con atención sus dulces y envenenadas palabras.
"- Inquisitio haereticae pravitatis sanctum officium... un hermoso nombre que ha conllevado en mí una honorable responsabilidad. ¿Torturador dices? Yo no lo veo como tortura, sino como la justa limpieza del alma de aquellos que pecan y no se arrepienten de sus actos. ¿Tú estás arrepentida, querida? Yo lo estoy, pero de nada sirve ahora- le contesto-. Sin embargo, lo que importa ahora es ver si limpios están aquellos que dices que desean cometer el agravio... En marcha- agrego".
Solo es una aberracion la que piensa que lo es. Si aun disfrutais de la luna y las estrellas, de una buena discusion o una compañia no lo sois. Puede que seais mas humano de lo que pueden ser los demas, hasta de los propios humanos.
"- La naturaleza es tal y no hay pensamiento por demás reconfortante que la cambie. Al parecer, muchos extrañan no ser monstruos... no sólo yo por haber recibido su... ¿bendición?... hace instantes. No hay manera de demostrar mayor humanidad, pues el señor no nos ha permitido tal cosa... no hay cabida para una metáfora tan desagradable como vil- contesto con seriedad".
En mi cabeza comienzan a cruzarse tantos sentimientos que no puedo controlar mi ira. El actuar de Augusto ha sido por demás imperdonable, y en mi corazón sé que me duele aún más que lo que me ha hecho Isabella a mí.
Cierro mis ojos un momento y me detengo a pensar. "Lo único que tenía lo he perdido. La única familia, la única persona que respetaba tanto como para protegerle ante todo, me ha vendido y entregado a manos de lo que siempre luché por evitar. Y ahí te sientas, Señor, a verme caer cada vez más en el abismo. Veo que no hay cordura al discutirle a esta mujer sobre la autoridad o benevolencia que posees, si no has tenido reparo alguno en mi desdicha. Mi corazón, o lo que queda de él, ahora se ha envuelto en un gran mar de dudas. Has hecho una puesta con el Diablo por mi alma, de igual manera que lo hiciste en otro momento con el santo de Job. Pero mi voluntad no es tan fuerte como la de él... lo siento Señor, pero no así".
Al salir de mis cavilaciones, me doy cuenta que la mujer se está despidiendo y retirando del lugar. Camino unos pasos y miro a la pequeña.
"- Adiós María... cuando nos encontremos nuevamente, te contaré el cuento que prometí- le digo sonriendo y mi rostro cambia al levantarme".
Miro con brusquedad a Isabella, tanto que me percato de ello y comienzo a relajar mi cara.
"- Será momento de irme. No sé cual habrá sido vuestro accionar o el de los tuyos en mi progreso en la Santa Iglesia... y tampoco sé el motivo por el que te has "adelantado" a los deseos de Augusto. Creo que hay de qué hablar y no es momento ahora, aunque ya tendremos la plática necesaria a su debido tiempo- le digo a la hermosa mujer".
Me giro, en dirección a las puertas. En el camino, las últimas palabras de la bella joven me despiertan intriga. "¿Decirle a su padre que no se porta bien?", pienso frunciendo el seño y miro hacia Isabella y María. Indudablemente, hay cosas que se deben hablar... ya llegará el momento.