Una mañana, antes de salir te fijaste en algo extraño.
Había un pequeño sobre en el suelo del pasillo, dentro de la casa frente a la puerta.
dentro del sobre había una carta, escrita con letra de imrpesora que decía:
``Buenos días, señor Rondot.
¿Qué tal está? Conozco su secreto pero, no se preocupe, está a salvo conmigo.
¿Qué le parece si quedamos a las 14.00 en el bar San Giacomo? tengo algo que proponerle.
es una oferta que, le aseguro, no podrá rechazar.´´
No tiene firma.
Cuando leo la carta, un escalofrío recorre mi espalda. La primera sensación que siento es rechazo - Es imposible, nunca me han visto hacer nada -, arrugo la carta y la tiro a la papelera.
Salgo de casa, intentando quitarle importancia, voy a la cafetería de siempre, instintivamente, dejando que mis piernas me guíen, dándole vueltas al mismo pensamiento, "La Carta".
Quizá no me fijé en alguna ventana, o alguna cámara. Últimamente me estoy volviendo demasiado confiado... - Un café y un donnut. - Pido cuando llego a la cafetería, cojo el primer periódico que encuentro en la barra.
Miro el reloj un par de veces, quedan horas hasta que llegue el momento de la reunión, pero debería asegurarme una ruta de escape por si fuese una trampa. Termino el desayuno, lo pago, y salgo de la cafetería. Voy hasta la cabina de teléfonos más cercana, busco la dirección del bar San Giacomo, y cojo un taxi para dirigirme al lugar.
Cuando llegas al bar, nada parece llamarte mucho la atención.
Un tranquilo bar neoyorkino* de toda la vida. Un toldo rojo cubre las pocas pero suficientes mesas que están dispuestas fuera del local, con poca gente sentada en ellas tomando algo. Por un gran ventanal que casi hace las funciones de escaparate se puede ver el interior, bien alumbrado y sin mucho ambiente, aunque hay más personas dentro que fuera. Las mesas son pequeñas, para cuatro personas a lo sumo, pero están bien cuidadas. El bar está justo en la acera que da a la calzada, no en una gran plaza o en una callejuela. de hecho, es un bar vistoso, aunque hay bastantes como él alrededor, así que no llama especialmente la atención.
En una de las mesas de fuera, ves a un hombre formalmente vestido, de mediana edad y elegante, que al parecer te hace un gesto de saludo cuando cruzáis las miradas. está en una de las mesas de fuera, pero cercana al ventanal del bar, tomándose un pequeño café con tostadas.
*He supuesto que vives en New York XD
Miro el reloj - Aun falta bastante tiempo antes de la cita, no puede haber llegado ya -, me acerco a la mesa y le miro con cara extrañada.
Perdone caballero - le digo -, ¿le conozco de algo?
Si si soy yanki xDDD
El hombre comparte una mirada afable contigo.
Oh, no. Pero descuíde señor Rondot. Yo sí le conozco a usted. - te dice con aire tranquilo, mientras, con un gesto elegante, coge la servilleta para limpiarse los escasos restos de migas de pan que tendría en las comisuras de los labios. - O eso pensaba... No imaginé que fuera a venir antes de hora. Me ha encontrado tomándome el desayuno de verdad. - Añade con una ligerísima risa.
Siéntese por favor. ... A no ser, que quiera esperar hasta la hora que acordé. Personalmente, me da igual.
Me siento, intrigado e indignado. - ¿Y con quien tengo el placer de hablar? - pregunto, apoyando los codos y entrelazando los dedos, tapándome la cara parcialmente, como un gesto defendido - ¿Pero sobretodo, qué sabe sobre mi y como lo sabe?.
Mentalmente repaso la distribución del local y empiezo a planear las posibles rutas de escape, sabiendo que en un principio tengo la puerta principal y la trasera, posiblemente a trabes de la cocina. Quizá haya una ventana en el baño por la que, probablemente sea mi mejor opción gracias a mis poderes.
Oh, perdone mis modales. - Dijo con una pequeña carcajada. - Mi nombre es Abel Cardiel. Oficialmente, fotógrafo profesional. - Comenta estrechándote la mano. - Extraoficialmente... Bueno... Uno tiene sus hobbies.
Me gusta bastante coleccionar objetos, mmmh... Extraños no... Exóticos. Y, usted, creo que es bastante bueno consiguiendo cosas que no están al alcance de muchos...
Y lo que supongo es que quiere contratarme para algún "trabajito" ¿no? - adopto una postura mucho más relajada, pero aun así sigo desconfiando del fotografo - y sobretodo, ¿que gano yo con ello?
Oh, puede estar seguro de que le pagaré generosamente. - Te comenta con aire interesante.
Sin embargo, si esto fuera fácil de hacer, lo haría yo mismo, como habrá imaginado.
Este trabajo tiene una parte buena, y otra mala, señor Rondot. - Te dice, levantando el puño para subir los respectivos dedos de la mano según te expone las partes a las que se refiere. - Lo bueno... - Sube el dedo índice. - Son cinco millones dólares que le están esperando por el encargo, de los cuales ingresaré la mitad a la cuenta que quiera antes del trabajo, y la otra mitad después. Si lo acepta. Lo malo... - Levanta el dedo corazón. - Es que puede ser algo arriesgado. Aunque alguien con su poder no creo que vaya a tener muchos problemas...
¿Le va interesando?
Mi caché esta definido por el riesgo que conlleve la operación - comento con aires de superioridad - Pero no le voy a negar que se trata de una oferta atractiva, pero siendo algo tan valioso lo que quiere conseguir, supongo que estará mejor protegido de lo que nadie pueda imaginar, ¿no es así?
Hago una pausa pequeña para recapacitar y digo - Solo aceptaré si, además de el dinero, en caso de encontrarse mi vida o mi imagen en peligro, puedo abandonar sin ningún tipo de prejuicio para mi persona. Comprenda que nadie sabe mi verdadera identidad ni nada sobre mis habilidades, y si me expongo demasiado, podría acabar mucho tiempo en una cárcel de máxima seguridad, y no es algo que me convenga.
El señor Cardiel te dedica una curiosa mirada. Te sonríe, pero unos segundos en silencio parecen denotar como algo de decepción en su aire.
Queda en silencio unos segundos, pensándose su respuesta, o una posible contraoferta.
Bueno, entiendo la preocupación que pueda tener respecto a su persona. - Te dice. - Pero, me gustaría que no abandonara a la ligera. No se si me explico.
No me gustaría que abandonara el encargo porque un curioso le viera la cara de refilón. ¿Sería posible reducir el handicap de esa condición con un aumento de la recompensa?
Por supuesto, todo es negociable - sonrío con prepotencia.
Si, es un mensaje corto, lo siento xD
Hummm...
Bueno... ¿Hasta qué nivel de riesgo estaría dispuesto a disminuír por, digamos, el doble? - Te ofreció, torciendo ligeramente la sonrisa, debolviéndote el gesto arrogante.
Tranqui, no me caen mal los posts cortos, como ves XD
Pues podría estar dispuesto a aguantar a no ser que mi vida este en peligro - sonrío al conseguir lo que quería - y... ¿en qué consiste el encargo?
¿Conoce usted el pueblo de Larmah, señor Rondot? - Te pregunta con un ligero gesto pícaro en la mirada.
Tira Con. generales.
No, no lo conozco - Digo fingiendo no tener ningún tipo de interes
Tirada: 1d100(+41)
Motivo: Con. Generales
Resultado: 96(+41)=137
Ui, mierda, XD he tirao mal, pero vamos, 96 de 41 que tengo, ni puta idea y casi pifio xDDDDDD
No me extraña. No hay mucha gente que lo conozca.
De hecho, lo que se cuenta sobre él son mitos y leyendas. Cuentos para los niños.
Se dice que es un pueblo que data de la época colonial. Pero un pueblo bastante curioso, fundado por un clan de magos que emigraron de europa. - Empieza a contarte. - Se dice que esos magos fundaron el pueblo a espaldas del resto del mundo, fingiendo ser gente normal con las pocas relaciones que mantenían con los pueblos vecinos.
Sin embargo, no se sabe muy bien por qué, los magos de Larmah un día desaparecieron. Dejaron el pueblo.
Yo también pensaba en que todas esas cosas no eran más que lo que era. Mitos y cuentos. Hasta que viajé por mi propio pie a ese pueblo mágico abandonado. - esbozaba una ligera sonrisa mientras hablaba, atento a tu expresión ante tal cuento. - Y realmente, está abandonado.
Lo que quiero de ese pueblo es un místico objeto que dicen los escritos que los magos dejaron allí. Un objeto al cual sólo alguien con sus habilidades es capaz de llegar. Si me consigue ese objeto, le pagaré gustosamente.
Bueno, según tu historia - comento -, no veo donde esta el riesgo del trabajo. En un pueblo abandonado no hay nadie que pueda defenderlo, así que supongo que habrá algún "hechizo" - digo en tono burlesco y gesticulando las comillas - o alguna "maldición" de la que habrá que librarse, ¿No es así?
No doy veracidad a la historia, pues, aunque tengo poderes, solamente creo en lo que puedo ver, y los superhumanos estamos a la orden del día, los caprichos genéticos nos han dado capacidades sobrehumanas, simple evolución, no cuentos de viejas.
Lo cierto, es que desconozco si la hay o no. Cuando fui yo mismo al pueblo no encontré ningún tipo de problema. - Comentó cons eguridad.
El único problema con el que me he encontrado, es con un obstáculo infranqueable para mi, pero no para usted.
El pueblo está situado en la ladera de una montaña. En la casa más grande, de las casas más altas, dentro hay un pequeño pasadizo que yo mismo ya abrí. Cuando llegue, lo encontrará sin problemas una vez que entre. - Te explica. - Sin embargo, ese pasadizo está tapiado, bloqueado, y es imposible desbloquearlo. Pero creo que con su habilidad podría colarse sin problemas. ¿No cree?
Tras ese pasillo, se encuentra el objeto que busco. Es inconfundible, lo guardaban como un diamante en una cámara acorazada.
Bien, y cuando salimos para allá? - pregunto impaciente y sin ganas de seguir alargando la conversación, pues cuando antes termine el trabajo, antes tendre montones de dinero sobre los que nadar.
DINERO!!! MUAHAHAHAHAHAHA 8D____________________