Partida Rol por web

Las palabras de Harold eran muy ciertas, lo primero era reunirnos pero sobretodo ayudarles ya que por lo visto en esta área el combate fue intenso, al menos no vieron cuerpos sin vida de los soldados ya eso era una buena señal. Al parecer Damrod se había dados cuenta que solo había un camino por seguir así que no había mucho más que pensar

—Así que aquí se enfrentaron a los gólems —declaró en voz baja, inspeccionando la sala, evitando los cuerpos caídos.

Tras observar los signos del combate e inspeccionar las huellas, llegó a la conclusión de por dónde habían ido y vuelto, y finalmente que camino habían tomado el último lugar. Seguramente seguirían por allí. Si seguían vivos, era lo que tenían que averiguar.

—Van por allí —dijo señalando la depresión hacia el este—. Las huellas no vuelven de regreso... —explicó, dejando las palabras en el aire.

Un simple asentimiento, y seguiría esa dirección.

La luz azulada de Harold iluminó una escena macabra, los restos de carne de un gólem esparcidos por el suelo. El que ni siquiera los animales lo hubieran querido daba cuenta de su nauseabunda naturaleza. Se agachó y examinó los trozos de cristal, parecían botellas. Lo más probable es que fuesen viales de fuego alquímico, con los que habían dado muerte a los gólems. Una buena estrategia, aunque costosa, ya que estaba claro que habían necesitado decenas para acabar con ellos. 

-Ya no pueden estar lejos, sigámosles. Pueden necesitar ayuda. 

Se dispuso a seguir a Damrod por el camino que sus compañeros habían tomado. 

( ya es visible el mapa )

Damrod cruza hasta el centro de la gran caverna, esta revela a la luz del explorador, que el suelo al este se ha hundido unos 10 pies y al oeste el suelo está a unos 10 pies de altura. Nada más aparece en vuestro rango de visión, solo la certidumbre de que la guardia descendió por el terreno hundido al este.

El rastro es claro, sobre todo por dos razones, la primera que el suelo bajo la depresión es blando, por lo que se ve perfectamente las huellas de la guardia tras su paso por ese lugar y segundo porque veis lo que parece ser trozos de caparazón de algún tipo de criatura quitinosa de gran tamaño, al parecer ahí abajo hubo un enfrentamiento, pero parece que ese ser perdió, ahora solo queda su duro caparazón, ya que las alimañas parecen haberse comido la carne que pudiese contener. Ahí abajo a diez pies de profundidad se ve un túnel que se interna hacia el norte. Las huellas de la guardia se introducen en el. 

No había mucho que pensar. Si el grupo había ido hacia el norte, ellos también. Con precaución, pero sin entretenerse.

La luz alumbró el caparazón de un monstruo que sin duda debió de ser un rival peligroso en vida. A juzgar por el caparazón, debía de ser una sabandija monstruosa, y era probable que hubiera más, pues rara vez estaban solas. Además, no dejaba de haber algo que se había comido sus restos. ¿Simples ratas o algo más peligroso?

-Combatieron mucho-susurró-lo más seguro es que estén heridos. Apresurémonos. 

Sin más, siguió a Damrod por el camino que sus compañeros habían tomado. 

Descendéis 10 pies hasta llegar a la zona hundida, allí veis el túnel y las numerosas pisadas que se internan por el, las seguís durante bastante tiempo en un largo túnel descendente hasta llegar a una gran caverna oscura, solo iluminada por Damrod. Esta gran caverna abovedada tiene un vago aroma a entrañas y pobredumbre. El techo está a 60 pies de altura, un pasillo lleva hacia el sur. En el muro norte se ve una abertura a unos 30 pies del nivel del suelo, parece que desde esa abertura salen varios pasillos.

Tras bastante tiempo de seguir las huellas por el túnel, llegaron a una caverna de la que emanaba un olor que, por desgracia, Harold conocía bien. Era el olor de las entrañas pudriéndose, de los cuerpos en descomposición. Por suerte, tras tantos años había aprendido a soportarlo sin problemas, y ya no era aquel niño recién ordenado caballero que vomitó la primera vez que entró en una sala sacrificial de un culto a Baphomet. 

Arrugó el ceño, aquel olor nunca traía nada bueno. Esperó que fuese de los enemigos y no de alguno de sus compañeros. Trató de escrutar la penumbra de la sala, en busca del origen del olor. 

-Damrod, ¿Ves el rastro? ¿Hacia dónde continúa?-preguntó, mientras comenzaba a buscar por la sala. 

El olor —un hedor a putrefacción, a cadáveres en descomposición—no era agradable, y la caverna en la que se encontraban no auguraba nada agradable. Todo lo que habían visto hasta ese momento era un aviso, el recordatorio de que la muerte acechaba en los túneles, esperando para acariciar con su frío tacto a los necios que se creyeran a salvo. Habían caminado hasta allí, recorrido ese lugar, con suma precaución, con un nudo en el estómago, atentos a cualquier cosa, y aún no habían visto nada. Aún les quedaba lo peor. Y sus compañeros, a aquellos a los que buscaban, estaban más adelante, rodeados por esa maldad.

—Lo encontraré —respondió de inmediato, agachándose y avanzando con mil ojos.

Damrod, aprovechando que Harold hacía un alto para explorar también, invirtió el tiempo en asegurarse de que nada les tomaba por sorpresa, y en no equivocarse. El tiempo era valioso, pero debían estar seguros. Un error podía ser fatal.

Iluminado con la mágica luz, Damrod inspecciona la gruta, al parecer el grupo estuvo dando vueltas en este lugar. Dos cosas te llaman enseguida la atención, por un lado, todas las huellas se dirigieron hasta una pared de la gruta al oeste, las huellas parecen atravesar mágicamente la pared ( ts salvación descreer voluntad 16 ), luego todas vuelven sobre sus pasos de nuevo a la gruta. Por otro lado, al noreste, al pie de el muro que asciende unos 30 pies hasta dar a otros pasillos, hay un par de criaturas pequeñas muertas, parecen hinchadas y sangre seca se ha coagulado a su alrededor, como si de un recipiente lleno de líquido hubiese sido roto, esparciendo su contenido, parecen insectos de ocho patas de gran tamaño, se parecen a mosquitos, pero más grandes. El resto de las huellas indican que el grupo ascendió por esta pared.

—Otra pared ilusoria —explicó a sus compañeros, señalando el lugar.

Era sencillo tras haber atravesado ya varias en aquél laberinto, más aún cuando el rastro era tan claro. Empero, no continuó adelante; las huellas regresaban y se dirigían a otro punto diferente, del que no volvían de nuevo.

—Ellos han ido por allí arriba —sentenció al final—. Voy a subir, esperad aquí.

Buscando asideros naturales en la piedra, comenzó a ascender por la pared con seguridad, sin prisa, asegurando cada salto.

La exploración de la sala reveló más de un hallazgo. Lo primero fue el origen del olor, una especie de sabandijas monstruosas con aspecto de mosquitos gigantes. Después de sus experiencias con el demonio, le tenía bastante más respeto a los mosquitos que antes, eso desde luego. Además, encontraron unas pisadas que se internaban en la pared, cosa que revelaba bastante claramente un muro ilusorio. A pesar de que tenía curiosidad por ver qué podía haber tras él, tenían una prioridad, y no podían entretenerse. Además, si ellos habían entrado y salido de allí, significaría que lo que hubiera importante o de valor ya lo habría registrado y tal vez recogido. Podía esperar, no como sus compañeros, que probablemente estuviesen heridos. 

Por desgracia el rastro acababa en una pared. La maravillosa armadura de acero del Norte de Harold era un muro en combate, y le había salvado la vida tantas veces que ya no podía ni aproximar una cifra. Sin embargo, había algunas cosas que no se podía hacer bien con ella, y trepar sin duda era una. Así que se apartó y dejó que Damrod, mucho más ligero y ágil, subiera por la pared. 

-Te esperamos, ten cuidado. Lánzanos una cuerda cuando estés arriba. 

Sin apenas esfuerzo el explorador escala los 30 pies si problemas, dejando en la penumbra a sus compañeros. En lo alto se puede apreciar restos de otro combate contra los extraños insectos. Eso os recuerda al demonio Estirge que os derrotó, el cual iba rodeado de ese tipo de insectos, cuentas hasta 5 en este alto. Desde aquí puedes ver que el camino se bifurca en tres direcciones, hacia el noroeste y hacia el sueste va en rápido ascenso y hacia el noreste a unos 10 pies hay una entrada a una pequeña caverna, pero la entrada ha sido taponada con trozos de roca hasta casi cerrarla por completo, en lo alto queda espacio para que una criatura pequeña pueda pasar.

Tras inspeccionar el suelo, te percatas que en el pasillo que se dirige en ascenso hacia el sureste hay una zona quemada debido a una explosión y en el suelo sobre la superficie quemada se perciben claramente las huellas de la guardia que ha ascendido por este lugar.

Todos aquellos insectos le recordaban el combate contra el demonio estirge. Si era esa criatura la que estaba por allí, no solo el grupo del capitán tenía problemas, sino también ellos. Tenían que ir con cuidado.

—Subid.

Echó la cuerda por el borde de la cornisa, atándola a dónde pudo o así mismo, y espero a que llegaran hasta allí para seguir.

Por suerte no parecía haber ningún problema inmediato ahí arriba, porque Damrod lanzó la cuerda. Dado que Gerald era el más grande, subió Harold primero, con dificultad, y luego entre los dos izaron al semigigante como pudieron. Había sido como levantar un saco de piedras y le dolían los brazos, pero tras una pequeña pausa para recobrar el aliento miró a su alrededor y vio los cadáveres de lo que sin duda eran estirges. Aquello le heló la sangre en las venas: ¿seguiría por allí aquel demonio? Esperaba que no fuese así. 

-Vamos, hay que continuar-dijo. Cada vez la situación se volvía más preocupante para sus compañeros. 

Escalar no era lo suyo por numerosas razones así que mientras Damrod parecía pez en el agua subiendo por aquella pared, él veía la esa hazaña Imposible y le resultaba más fácil enfrentarse a los tsathar que llegar a donde estaba su compañero.
Llegar a la cima les costó varios minutos, un gran esfuerzo y unas manos tullidas pero lo lograron, al llegar arriba se encontraron con un escenario que les heló la sangre a los tres servidores de la ley, esos restos les recordó la abrumadora derrota que tuvieron contra el demonio Estirge esto no pinta nada bien susurro preocupado
No podían hacer esperar más a los guardias de la isla porque de ser ese demonio su rival estarían en un grave peligro, debían reunirse con ellos lo antes posible así que continuaron avanzando.

Pasamos a la escena " cara a cara " 

Tras varios minutos de ascenso escucháis el ruido producido por un numeroso grupo de gente armada ( entrechocar de metales, susurros de gente hablando en voz baja, etc... ). El primero en detectar ese ruido es Damord con su agudo oído.