Partida Rol por web

¡Yo me uno! ¿Perdemos dinero del PJ?

La noche estaba tranquila. Darck había avisado de aquellos ojos mecánicos, por lo que Atrus ahora estaba pendiente de todo lo que pudiera moverse. Le había propuesto a Cassius ir cambiando de posiciones, él como un lugar de referencia, y el mercenario recorriendo la zona.

Faltaba relativamente poco para que fuera terminando la guardia, y Atrus se acercó al soldado.

-Cassius, ¿alguna novedad?- preguntó, más como forma de acercamiento, ya que seguramente él le habría avisado -Me gustaría preguntarte algo, que luego del día de ayer... digamos que me llamó la atención. ¿Por qué sospechas de los otros mercenarios?-

Cassius se revolvía en su asiento junto al fuego, removiendo las brasas con un palito. Había dejado el yelmo a un lado, pensando que le convendría perder algo de protección para que sus sentidos estuviesen al máximo. Sin embargo, tras contestar negativamente a Atrus indicando que no había novedad alguna, su siguiente pregunta le pilló desprevenido.

—No pienses en ello como una sospecha, Atrus —dijo el guerrero mientras se rascaba la cabeza enarcando una ceja—. Confío en vosotros, los mercenarios, y en vuestra habilidad. Habéis luchado con tanto valor como el que más y habéis sabido adaptaros al peligro, demostrando estar mucho más preparados que nosotros mismos, la guardia.

Dejó el palo con el que jugueteaba a un lado para mirar fijamente a Atrus. No quería que su compañero de vigilia lo malinterpretase, así que se tomó unos segundos para meditar y escoger bien sus siguientes palabras.

—Fuisteis mejores que nosotros. Se supone que la guardia ha sido adiestrada para manejar este tipo de situaciones, pero los que se quedaron en la isla no pudieron contener la invasión y los que regresamos a ella no habríamos llegado tan lejos sin vosotros. Supongo que esto es solo mi orgullo herido, pero Damrod tenía razón en que estamos siendo un estorbo. Y yo quiero dejar de serlo.

Atrus sonrió levemente.

-No, Cassius, no te malinterpreto, y creo que se están subestimando. Si ustedes no hubieran aguantado el ataque principal cuando Damrod y yo nos habíamos separado, no habría aliados para nosotros- quiso tranquilizar el mercenario -Pero es que parecías muy convencido con tus sospechas. Y en eso puedo admitir que también me han llamado la atención algunas actitudes... especialmente de Damrod- hizo una pausa -Y te digo esto aún habiendo luchado codo a codo con él dentro del castillo-

Extendió las manos un momento para acercarlas al fuego. No hacía tanto frío, pero cuando había fuego, uno tendía a acercarse a él. Tal vez por la luz, tal vez por el calor, pero era algo tranquilizador.

-A mí me han resultado extrañas algunas actitudes, no lo voy a negar- dijo mirando el fuego, con la vista perdida, hablando como si esteriorizara pensamientos guardados -Y si no hablé antes es porque no tenía muy en claro en qué podían ayudar mis ideas. Pero algo claro hay: no eres el único que sospecha, y no hablo sólo de mí- levantó la mirada, para posarla sobre la del guardia, ¿se lo diría? Sí, tenía que confiar -Tengo que confesar que intenté acercarme a escuchar las conversaciones que mantenían en secreto, pero no saqué nada en limpio. Pero es que me pone nervioso que haya grupos pequeños con sus propios planes... y lo digo sabiendo que más de una vez nos hemos reunido con mis compañeros, viajando, a la cena... pero nunca alejados evitando expresamente ser escuchados- negó con la cabeza -Tal vez son sólo ideas mías, pero es que había algo... raro, no sé cómo explicarlo-

Cassius entrecerró los ojos, como tratando de discernir las implicaciones de lo que su interlocutor estaba diciendo. Que algunos guardias hubiesen sospechado de los mercenarios, incluso si no se habían dado muchos indicios que alentasen esas sospechas, era más o menos razonable. Después de todo, la isla era el hogar de los guardias y cada uno de ellos lo defendería de quien fuese. Pero si esas sospechas también se habían extendido entre los otros mercenarios, la probabilidad de que estuviesen en lo cierto al no fiarse era mucho mayor.

—¿Sugieres que en efecto ocultan algo más al grupo, algo que no han dicho?— preguntó bajando el tono, mirando a un lado y al otro como si pudiese haber alguien más prestando atención—. Yo... no se qué decir. Seguramente Damrod puede dar esa impresión, pero él viaja con Harold y Gerald. Ambos me parecen buenos hombres y ambos confían en él.

Miró hacia el templo en el que pasaba la noche Harold. Cassius no era capaz de concebir que un hombre tan devoto y amable pudiera tener intenciones ocultas en aquella isla. Pero si iba a desconfiar del sombrío arquero, por extensión tendría que hacerlo también de los otros dos. No se sentía a gusto con ello.

-Tranquilo que estamos sólo nosotros- dijo Atrus esbozando una sonrisa de lado, aunque él también parecía sentirse algo incómodo -Me gustaría explicarme mejor... pero es que tal vez no me alcanzan las palabras. Todos ocultamos cosas, tenemos nuestros secretos... es así y no lo dudo, ni me molesta. Pero a veces esos secretos sí incumben a los demás, y si saben algo más que nosotros no, entonces estamos en desventaja en esta lucha, ¿no crees?-

El mercenario sacó una de las tantas dagas que llevaba cruzadas. El brillo del fuego se reflejó en su hoja esmeradamente afilada.

-Una daga... en sí no es ni buena ni mala. No aparenta serlo siquiera- dijo sin mirar al guardia, sólo prestando atención a la hoja de la daga que era movida por una experta mano -Pero en un instante, puede ser mortal para tí o para mí- ahora sí miró a Cassius -Me gustaría poder ser más claro... a lo que me refiero es que a veces las apariencias engañan, y que no perdemos nada en estar vigilantes. La respuesta que le dio a Ashrac no fue la más amistosa ni bondadosa, y ya hablaré con mi compañero ya que fue un poco duro con sus acusaciones... pero es que ustedes no son los únicos que tienen sospechas- hizo una pausa -Y ustedes están en casa... nosotros la tenemos muy lejos de aquí-

Atrus no quería extenderse demasiado, sólo había querido saber qué pensaba el guardia que más firme había estado en las sospechas, pero sentía que podía ahondar con él. Se lo veía sincero.

-¿Por qué crees que decidieron que irían solos al volcán?- preguntó de improviso, luego de una pequeña pausa en silencio -Yo no iría solo sabiendo los peligros que hay. No porque sea cobarde, ya demostré que no lo soy al entrar al castillo, pero es que me parece una idea pésima la de malgastar recursos de esta forma...-

—Entiendo...

La mención al volcán despertó más si cabe la curiosidad del joven guardia. Todos sabían que algo muy peligroso esperaba en aquel lugar, y se había extendido el rumor de que un artefacto sagrado o algo parecido se encontraba también allí. El guarda quería creer que los tres mercenarios habían partido hacia el volcán con buenas intenciones, pero sabía que el egoísmo podía disfrazarse de altruismo con facilidad.

—Quizá esté siendo un error dejarlos marchar por su cuenta y riesgo. Si algo se tuerce cualquiera de ellos o incluso todos podrían morir. E incluso si todo fuese bien... —Hizo una pequeña pausa antes de continuar, sintiendo como la pequeña semilla de la duda florecía en su interior— Entonces sea lo que sea lo que suceda allí, solo sabremos lo que ellos mismos quieran contarnos.

Secretos y más secretos. Cassius estaba pensando en pedirle al capitán Fulgur permiso para ir con los mercenarios al volcán una vez llegase la mañana, pero sabía que sería un movimiento muy sospechoso y que llamaría la atención. Además, si fuese cierto que el grupo de mercenarios tenía sus propios objetivos, y considerando que deseasen mantenerlos en secreto a toda costa, las posibilidades de que Cassius no regresase debido a un "desafortunado accidente" eran un miedo infundado que empezó a hacer mella en la moral del joven guerrero. ¿Serían capaces de algo así?

—Bueno, la suerte está echada. No me gusta la idea de que haya tanto dependiendo de tan pocos, y además en la cuestionable situación en la que están. Pero yo solo soy un guardia, y mi deber es obedecer órdenes de Fulgur. Y mientras no haya nada más que pueda hacer, eso será lo que haga. Me temo que habrías conseguido mucho más hablando de esto con el capitán, Atrus. Pero agradezco la confianza mutua y si sucediese algo inesperado... —como que los otros tres mercenarios conspirasen contra el grupo, pensó— Sepas que puedes contar conmigo.

Extendió su brazo cubriendo la distancia entre ambos, ofreciéndolo a modo de apretón amistoso. Aunque Ashrac siempre le había parecido un sujeto un tanto peculiar, el brujo Darck y Atrus le inspiraban confianza debido a su saber estar y su tono siempre amigable.