Partida Rol por web

La noticia de que prescindian de sus servicios cogio por sorpresa a la Hechicera elfa. El comisario había hablado y sus órdenes eran claras. El Caos había sido derrotado una vez más y los isleños se encargarían de contener la posible amenaza que pudiera haber quedado en el interior del Volcan.
Tocando los tocones y restos de vegetación yerma en aquella zona arrasada por el caos, sintio cierta zozobra, anhelaba regresar a los bosques de su tierra natal y se alegró en cierto modo al oir que eran exonerados de su servico a la Ley.
Saludando marcialmente al Comisario y al Capitán, se despidió respetuosamente de estos y el resto de sus compañeros, especialmente de Doflar al que había cogido bastante cariño. A continuación estrecho las manos de cuantos allí habían a modo de despedida y con esa consigna emprendió rumbo a la Villa para coger el primer barco.
Su cuervo grazno y revoloteo alrededor de ella mientras exclamaba: Cassiopea y su ama, buen destino os desean!!

Doflar miró a todos, sorprendido de que quisieran detenerse en la exploración, pero podía entenderlo. Allí dentro al menos habían 3 sombras no-muertas, que con su toque podían marchitarte el cuerpo y absorver tu alma, convirtiéndote en otra de esas horribles criaturas. Si alguien no hacía algo, aquel lugar sería pronto un lugar infestado de sombras..pues tardarían poco en encontrar a dicho ejército de ranas y convertirlas a "su causa". 

Por otra parte, estaba el pensante, que con tiempo se pondría a hacer un ejército de gólems y saldría más fuerte que nunca. 

- No puedo creerme que ahora que tenemos más cerca que nunca la victoria decidan dejarlo aquí. La gente de la isla sufrirá y morirá si no detenemos al menos dos de las amenazas más grandes que hay ahí dentro. - mencionó, mirando a Fulgur. 

Él no era más que un guardia, y debía hacer caso...pero al menos diría lo que pensaba. 

Pero ya nadie le hacía caso. Todos parecían más preocupados en repartirse el tesoro y los objetos encontrados, allí en grupo que estaban, discutiendo y negociando. Doflar negó y se sentó en una piedra, mirando hacia la entrada y suspirando. - Lo siento... - susurró más para sí mismo que para nadie. 

Bráedam se acercó a despedirse de él y el pequeño mediano no pudo evitar darle un fuerte abrazo, conteniendo las lágrimas. 

Veía a la gente arremolinada en torno a los objetos que se estaban identificando especialmente por la pericia de Darck y de sus objetos mágicos, tras inspeccionarlos y quien sabe cuantos encantamientos después ya teníamos conocimiento de lo que hacían todos. Las palabras de los que no estaban ocupados con los objetos resonaban en mi cabeza.

Escuchaba atónito las palabras de Gardian, el mal acabado, más aún cuando nos han comentado los mercenarios que hay prisioneros y que están siendo torturados y cosas peores, obligados a ser portadores de criaturas malvadas hasta que acaben sus vidas para dar otras servidoras del mal que aún queda en el volcán.

- Doflar, pienso como tú, no deberíamos dejar tanto mal ahí dentro, una cosa es que vayamos despacio, pero otra diferente es que ni vayamos. Muchas vidas se han derramado y no podemos dejar que la fuerza de lo que hay abajo se reponga.

Atrus miró extrañado a todos. ¿Cómo que había terminado su labor aquí? Todavía quedaban herejes en el volcán, y no podían dejar a los guardias de la isla en el momento de triunfo. Un momento que podía transformarse en otra cosa muy fácilmente.

-Yo considero que quedarnos y ayudar en lo que podamos es lo mejor- dijo el inquisidor guardando los kukris en las vainas que colgó en su cinturón.

-Gracias, Damrod, ha sido un honor combatir hombro con hombro- dijo Atrus.

-Ashrac, compañero- miró al clérigo, y luego al mago anciano -Creo que aún nos necesitan aquí, y deberíamos aportar todo lo que podamos a la causa- luego se dirigió a Fulgur, al ver que Harold quería retirarse con la armadura que habían retirado de la tumba de Alaric -Creo haber recordado que las pertenencias del paladín quedarían en el santuario una vez fuera liberada la isla de la amenaza, ¿no es cierto?- miró a Doflar, que creía que había sido él el que lo había comunicado, pero no recordaba bien: habían sucedido muchas cosas entre medio.

15 días han pasado desde que todo comenzó, entonces 19 héroes comenzaron su lidia contra el Caos, ahora 12 de ellos han sobrevivido a la terrible amenaza, dejando tras de sí a compañeros caídos durante la reconquista de la isla, la experiencia ha sido dura, pero todo tiene un sentido, quizás ha servido para haceros más fuertes para lo que está por venir. Aquello que atrajo el Caos fue destruido por vosotros, haciendo que el terrible y poderoso enemigo se replegase dejando el interior vacío de servidores y adoradores de los Dioses del Caos. Aquello desestabilizó el equilibrio natura del inframundo, haciendo que en los niveles superiores las ratas se propagasen sin descanso, haciendo que otras criaturas más grandes obtengan comida con mayor asiduidad y con menos riesgo. Ello provoca que las criaturas más peligrosas no tengan que salir en busca de comida. Por lo demás otras antiguas criaturas atadas a los lugares de sus muertes permanecerán en los lugares donde sus cuerpos yacen durante milenios o al menos hasta que alguien los expulse o les de el descanso eterno.

Nada más molestó a los isleños, haciendo que durante mucho tiempo la isla recuperase su riqueza de antaño...

La mayor parte de los componentes de la guardia se quedaron en la isla para su defensa hasta su jubilación, sin embargo otros movidos por la venganza o por sus motivos interiores decidieron abandonar la guardia y embarcarse con los mercenarios hacia el continente.

Los mercenarios del bien se marcharon enseguida para presentarse en su siguiente misión, ya que el Caos nunca descansa

Los mercenarios del mal se quedaron una temporada para ayudar en la defensa de la isla, marchando tiempo después de nuevo al continente tras una segunda llamada imperiosa de sus superiores.

Parte de los objetos mágicos encontrados fueron devueltos a sus antiguos propietarios, otra parte fue repartida entre la guardia, los mercenarios y la gente de la isla.

El agradecimiento de sus gentes hacia la guarida y hacia los mercenarios continuara durante decenios y con el tiempo como todo se acabará diluyendo, ya que nadie sabe lo importante que fue el cierre del monolito negro.

¿ Y que fue del pensante ? Su influjo y presencia se diluyó con el tiempo, no teniendo prisa ni por el tiempo ni por el espacio, el pensante hiberno en una profunda cueva hasta que las cosas se vuelvan más propicias, ¿ cuando ? en mil vidas, diezmil vidas, no se sabe, ¿ que es lo que es capaz de pensar una máquina ?, solo el tiempo dirá.