Partida Rol por web

Ya estaba oscureciendo, cuando Viconia paso cerca del gran circulo, montada a caballo y con su espada a la espalda, volvia de el bosque Shadoweye, de visitar a las Bloodmoon, al pasar por el circulo, encontro a su padre solo, sentado en uno de los troncos que solian usar como asientos, la hoguera estaba apagada, y no tenia signos de haber sido encendida para ningun concilio, entonces, ¿que hacia alli solo?

La noche comienza a caer, mientras sigo sentado en uno de los troncos del círculo sagrado, es uno de mis sitios favoritos cuando tengo que meditar y tranquilizarme. Se que ya ha llegado la hora de que Viconia descubra finalmente quien es su madre. Ya han pasado 14 años de lo sucedido, demasiados años mintiéndola, engañándola, haciéndola creer que ella esta muerta...

Siempre pensé que mentirla seria lo mas fácil de hacer, pero en estos últimos años noto el peso de las mentiras en mi espalda, tal vez sea por el hecho de que me hago mayor y quiero tenerlo todo atado antes de ver a Eadai. No lo se...

Alzo la mirada y mis ojos se cruzan con los de mi hija, que parece venir de la aldea Bloodmoon. Me quedo en silencio observandola durante unos segundos -Tiene sus ojos – pienso antes de hacerla un leve gesto con la mano pidiéndola que se acerque hasta donde me encuentro.

- Viconia, hija mía. Ven, siéntate a mi lado. Tengo que hablar contigo de algo que es importante… Es sobre… - me quedo en silencio intentando decir las dos palabras que se me atragantan en mi garganta – Tu madre – digo finalmente con mis ojos clavados en los suyos – Que Eidolon me perdone – murmuro esperando que se siente a mi lado.
 

Como hacía siempre que podía, aquel día me lo había pasado entrenando en el bosque Shadoweye. ¿Por qué no puedo pertenecer a su clan? ¿Por qué no puedo ser una Bloodmoon? Aquellas preguntas eran las que siempre me torturaban, preguntas de las cuales sabía de sobra la respuesta y aún así seguía deseándolo con toda mi alma.

Me encontraba a gusto en aquella aldea, no es que en la mía se estuviera mal pero eso de hilar y cuidar niños el resto de mi vida no era lo que yo más deseaba precisamente. En cambio con las Bloodmoon me sentía mucho más libre, podía pelear, manejar la espada, correr y llenarme de barro si quería, eso sí era disfrutar.  

No entendía a Liliam, era mi amiga y la quería mucho pero no entendía por qué renegaba de esa manera de las tradiciones de su tribu, sé que es más débil pero eso no tiene porqué ser un impedimento para ser una buena guerrera, sobre todo teniendo como hermana a Morgana.

Ya estaba anocheciendo y las sombras poco a poco ganaban terreno, pero eso no me impidió ver la figura sentada en el círculo sagrado. Padre...  el corazón se me encogió en el pecho al verle allí solo, la fría hoguera me indicaba que el consejo no se había reunido, entonces... ¿qué estaba haciendo allí?

Desmonté del caballo al oír su llamada y lentamente me acerqué a él sentándome a su lado.

- Sobre mi... ¿madre? –La sorpresa, el recelo, la curiosidad, todos esos sentimientos se reflejaron en mi cara.-  No tiene usted buena cara padre, ¿le sucede algo? ¿Qué más tiene que contarme sobre madre que yo no sepa?

- Solo es cansancio, hija, solo eso – comencé a decirla – Viconia, se que no he sido el mejor padre para ti, no te he dedicado el mismo tiempo que le di a tu hermano ni al clan, ni has tenido una figura materna a la que seguir – me quedo en silencio unos segundos – Llevo mintiéndote catorce años, y hoy es el DIA que debes conocer la verdad. Yo soy tu padre, pero Alera no es tu madre como siempre has creído. Tu madre es Kyle Silverfang, la esposa de Manfred. Ella y yo tuvimos un romance, y tu eres su fruto – Me quedo mirando tus ojos – Alera y Kyle quedaron encintas sobre las misma fechas, y mientras que Alera y su bebe murieron en el parto, Kyle te dio a luz a ti. Ella decidio que te criases con el clan Bearmaw como si fueses la hija de la difunta Alera, encargandose de decir a Manfred que perdio a su hijo en el parto. Lo siento hija mía, siento hacerte daño y haberte mentido durante tanto tiempo, pero pensé que era lo mejor para ti no saber la verdad… - termino diciendo esperando la reacción de mi hija.

Sí, mi hermano ha tenido toda tu atención mientras a mí me dejabas al cuidado de esas pesadas que nunca han visto más allá de sus narices y que ni siquiera tienen sueños que cumplir. Aquellos pensamientos no vieron la luz en palabras, ya era tarde para volver atrás así que no merecía la pena echárselo en cara.

Mi rostro se tornó sombrío con su confesión, pasando del asombro a la duda en cuestión de segundos para terminar en dolor, rabia e indignación. Me levanté con furia separándome de su lado.

- ¿Cómo has podido? ¿Cómo has podido hacerle eso a madre? –Me quedé mirándole con los puños apretados y el ceño fruncido- ¿Cómo has podido hacerme eso a mí? –Le grité con todo el odio y la rabia acumulada.- Así que sólo soy… una simple bastarda. Por eso nunca me trataste igual que a Jener, por eso nunca me dedicaste el tiempo que merecía, para ti sólo soy el recuerdo de tu traición.

Me acerqué al caballo dispuesta a marcharme de allí, alejarme de su presencia, pero antes de montar me di media vuelta para preguntar con voz fría y dura.

- ¿Y ella? Mi… madre –escupí la palabra con rabia- ¿alguna vez se interesó por mí como hija? ¿Alguna vez habláis de mí?

La reacción de Viconia era la que me esperaba, pero eso no quita que sus palabras me duelan como puñaladas, pero mantengo mi rostro sereno sin mostrar que me afecte. Mostrar tus sentimientos en publico es un símbolo de debilidad – recuerdo las palabras de mi difunto padre, respiro profundamente antes de incorporarme y dirigirme hasta donde se encuentra mi hija.

- No quiero justificarme con ello, nuestro matrimonio fue concertado. Alera era una gran mujer, pero nunca la ame. A tu madre en cambio… - mis ultimas palabras mueren en mi garganta – Nunca serás una bastarda. ¡Eres mi legítima hija! Aquel que se atreva a negarlo, que se quede en paz con los siete dioses porque le arrebatare su vida con mi hacha – digo tono fuerte en mi voz y completamente convencido de mis palabras - No te trate como a Jener, porque no sabía como educarte. Fui criado para ser un guerrero, para dirigir a mi clan y tal vez llegado el día a todas las tribus. Mi padre jamás me enseño como debía cuidar de una hija. Puede que lo mejor para ambos hubiese sido haberte educado como a Jener, lo siento, pero quiero resarcirme de mis errores. Si me dejas y no es tarde, quiero ser un buen padre para ti – bajo a un tono de voz suave casi desconocido, quedándome en silencio unos segundos para terminar diciéndote – Solo puedo decirte que ella te ama, Viconia, y que le dolió abandonarte.
 

- Ya es tarde para que me devuelvas los años que no me dedicaste, padre. Las Bloddmoon se han encargado de darme lo que tú no quisiste. –Sabía que mis palabras le harían daño pero era eso precisamente lo que más deseaba en esos momentos.- Si de verdad mi… esa mujer me amara como dices se hubiera acercado a mí en algún momento, poco dolor se ve en la indiferencia con la que me trata. Lo siento padre pero no te creo.

Lo único que quería en aquellos momentos era salir corriendo de allí, gritar y llorar hasta quedarme exhausta, pero no podía… no debía mostrar mis debilidades y menos ante él. Tragué saliva para deshacer el nudo que ahogaba mi garganta, la rabia y el dolor me oprimían el pecho pero necesitaba saber, necesitaba algunas respuestas a las preguntas que quemaban mi lengua.

- Y tu mejor amigo ¿lo sabe? Pero claro… cómo lo va a saber, te hubiera matado nada más enterarse. Traicionaste a tu familia, a tu mejor amigo y con ello traicionaste a tu pueblo. Estarás contento padre.

Me monté en el caballo y le miré desde arriba con desprecio.

- Al menos ¿puedo confiar en mi hermano? O acaso Jener conoce tu secreto y también me ha estado engañando y mintiendo.

Las palabras de mi hija se clavaron como un cuchillo en mi estomago, pero entendía su enfado. Me mantuve sereno, observándola en silencio mientras terminaba de lanzar sus ataques y sus preguntas. Me guarde las respuestas, mis palabras podían avivar el fuego que crecía dentro de mi hija.

Apreté los nudillos, al escuchar la frase “Traicionar a tu pueblo”. Una sola vez mis actos fueron guiados por mi corazón no por mi cabeza, eso no significaba que diese la espalda a la gente a la que jure cuidar y proteger, y menos traicionarla. Las palabras querían salir de mi boca, responderla, exigirla el respeto que como padre y líder de la tribu me merecía, pero decidí callar, era lo justo, la había hecho daño. Solo respondí cuando hablo sobre Jener.

- Tu hermano no lo sabe, el jamás te traicionaría Viconia – aguante la mirada de desprecio que me brindaba mi hija, sin moverme, ya estaba todo dicho, ahora solo me quedaba esperar el perdón de mi hija…

Asentí ante las palabras de mi padre, por lo menos todavía podía acudir a mi hermano, el único con el que podía contar. Sin despedirme ni dignarme a volver a mirarlo me alejé a galope de allí, dejando a mi padre solo en aquella oscuridad. Me marché de allí sin volver la vista atrás, ya todo estaba dicho entre nosotros y sólo el tiempo nos diría si era posible una reconciliación entre nosotros. Pero por el momento no podia, ni quería, perdonarle aquella traición.

como tu veas, es vuestra decision que hacer con vuestros secretos.