A vuestro servicio, Asako-sama. Cuando digáis emprenderemos la marcha a donde consideréis oportuno, dice el joven.
-El destino lleva mucho tiempo escrito, así que no lo hagamos esperar mas.
Encamina a la salida del edificio y mientras sale ordena a un sirviente que prepare sus cosas para salir de inmediato.
-Bueno en cuanto estén mis cosas, tu indicas el camino.
Un sirviente te acerca tus posesiones con una reverencia, y las sostiene mientras te las vas colocando. Cuando coges todas las cosas hace una nueva reverencia y espera por si deseas algo más. Temoro interrumpe el silencio en ese preciso momento:
-Ésa es mi misión, Asako-sama. ¿Dónde queréis ir? ¿Al bosque directamente o quizás preferís hablar antes con los testigos en la aldea colindante al mismo?
-A los testigos mientras su memoria este fresca, pues el bosque no se moverá, a diferencia de la memoria de nuestros testigos.
Cede el paso a Temoro para que le valla guiando, a un paso ligero a su lado.
-¿Cuanto tiempo llevas sirviendo a lady Tanako?
El joven se sube a su pony mientras otro sirviente te tiende las riendas del tuyo. Dos años, mi señor. Es una mujer algo brusca y poco dada a las conversaciones, por raro que parezca de una Grulla, pero está considerada una de las mejores espadas del Imperio, y su visión táctica en la batalla ha llegado a superar a la de más de un general León famoso. Es un honor servir a tan gran mujer, señor.
Me monto en el caballo
-Pues de momento la misión es fácil (le guiña un ojo a Temoro)¿Cuanto tardaremos?
Sigue el resto del camino tranquilo y con poca conversación.
Oh, no demasiado, señor, responde. Unas pocas horas de viaje y estaremos allí.
Tras unas pocas horas de viaje, y cuando Dama Sol aún está alta en el cielo, alcanzáis vuestro destino. Te encuentras en la linde de un bosque que, a lo lejos, te dió la impresión de ser gigantesco. No está en silencio, pues los pequeños sonidos de los animales que habitan en él son audibles desde tu posición.
Todo parece en calma.
A lo lejos, puedes ver una pequeña aldea, a menos de una hora de viaje.
Ya casi llegamos, señor, dice tu guia. En menos de una hora estaremos en nuestro destino.
-Siempre que las fortunas quieran; ¿Que animales hay en el bosque?
Mientras se va fijando en el bosque y sus alrededores intentado identificar animales y sonidos.
Más o menos lo típico, señor, dice tu guia. Zorros, jabalíes, ciervos, ardillas... Nada inusual, que yo sepa.
Tras un rato de agradable trotar en vuestros ponys, al fin alcanzáis vuestro destino. La aldea presenta un aspecto desierto, como es normal durante el día, pues todos los aldeanos están trabajando el campo, quedando en la aldea los artesanos y ociosos, que son pocos. En el centro de la aldea una casa destaca sobre el resto, con su construcción mucho más sólida que la de las casas de los lugareños.
-Supongo que la casa del fondo es la del venerable ¿no?
Mientras desmonta y coge las riendas de su poni para ver donde puede dejarlo cuidado.
No, señor, te corrige tu guia. Es la casa donde viven los dos bushi que protegen la aldea. ¿Os anuncio?
-Por supuesto, siempre ahí que ser corteses con los anfitriones.
Camina lento y atento a el pueblo y los cuchicheo de la gente, pues nunca se sabe que puede oír alguien atento.
Nada de interés pasa por tus oídos. Lo único reseñable es la excitación de los pocos testigos ante la llegada de un shugenja, ya que esperan que soluciones sus problemas.
Temoro se adelanta, llama con voz cortés a la casa, y la puerta de papel se abre. Dos bushi con el mon del León miran con el ceño fruncido a tu guia, y después desvían tu vista a ti. Se acercan, hacen una reverencia formal y el mayor de ellos proclama: Saludos, Asako Jotashu, Shugenja del Emperador. Bienvenido a nuestras tierras. ¿Podemos preguntar el motivo de tu venida?
A la salida del cuartel te proporcionaron los debidamente cumplimentados papeles de viaje.
-Mi viaje es privado y no quisiera que oídos indiscretos se enteraran; así que la información que pedís esta en estos documentos
Se los extiendo y entrego al león que me ha hablado, con la debida reverencia.
El León toma tus papeles de viaje y, tras examinarlos durante unos breves instantes, vuelve a mirarte. Por favor, permitidme invitaros a nuestra casa, Asako-san, dice mientras con un gesto te anima a pasar.
-Sera un Honor compartir cobijo Con dos Grandes samurais
Inclina la cabeza con gran respeto
-Temoro encárgate del los ponis y de la habitación que haya sido asignada a nuestro uso.
Con un tono desenfadado y despreocupado paso dentro de la casa
La casa está limpia y ordenada, y ves a dos mujeres heimin con la cabeza gacha esperando a recibir ordenes. Parecen ser las sirvientas. Cuando los anfitriones entran, cierran la puerta y te indican que tomes asiento en una de las esteras junto a la mesa. Una vez que lo haces, ellos te imitan.
Bien, antes de que empieces a preguntarnos sobre los sucesos del bosque, pues para eso has venido, dice el mayor, permítenos ofrecerte una copa de sake y un bol de arroz para que repongas fuerzas de tu viaje, Asako-san.
-Muchas gracias, sera un honor.
Recibo el saque tomo un sorbo pequeño y lo dejo reposado en mi regazo cogido con las manos el tazón
-Bien cuénteme
Perdóname pensé que no habías respondido sorry