Según parecía los esfuerzos de Ratko y Niella estaban dando resultados, el corazón piedra se estaba resquebrajando cada vez más, no le quedaría mucho... El problema es que tampoco le quedaba mucho a sus temas de transporte ni tampoco a la llegada de los dragones... El díabal supo que con un nuevo golpe su gema no resistiría más, pero la de su compañera no estaba mejor, por lo que dió un nuevo golpe... Aceptando las consecuencias...
Niella seguía golpeando con rapidez. No para adelantarse a su compañero, pues había entendido que era imposible, pero sí para terminar con todo aquello lo antes posible, para así tener tiempo de esconderse de los dragones. El corazón latía con fuerza, pues sabía que tendría que usar todo su ingenio para lograrlo, pero aun así, confiaba en sus habilidades para hacerlo.
—Mierda...Esto les va a cabrear pero bien—murmuró mirando de reojo a los que se acercaban. Eran enormes...—, espero que sean tan cegatos como grandes, porque no me apetece achicharrarme.
Y fue así como el Cristal Corazón recibió el último golpe.
Observasteis en silencio como toda la estructura cristalina comenzó a resquebrajarse de manera veloz a la vez que un resplandor tan luminoso que os hizo apartar la mirada invadió el lugar.
Os mirasteis sin saber qué era lo que ocurriría a continuación. En vuestro poder tan solo había un cristal con la capacidad de teletransportar, aquel que estaba en el poder de Niella.
Los fragmentos del cristal de Ratko ahora no eran más que una nube de polvo brillante que se llevaba la brisa nocturna de aquel cielo estrellado.
Los dragones estaban a punto de llegar hasta vuestra posición. Pudisteis ver con claridad que eran cinco, de diversos tamaños y de escamas de variopinto color. Se notaban enfurecidos, pero cuando contemplaron que el cristal corazón había desaparecido se detuvieron.
Lo que ocurrió a continuación hizo que se os cortase el aliento.
Los dragones se desintegraron en un abrir y cerrar de ojos, convirtiéndose en una nube de polvo al igual que el fragmento de los cristales que se rompieron en el proceso.
Si mirabais hacia otras direcciones, podíais comprobar que otros dragones que sobrevolaban por debajo también desaparecían inmediatamente. ¿Era aquello una victoria? ¿Habíais ganado finalmente derrotando a todos los dragones?
Parecía que la respuesta era clara, lo que no era tan revelador era si vuestra permanencia en el santuario estaría marcado por un desenlace agridulce.
El suelo que estabais pisando comenzó a resquebrajarse de la misma manera que lo hizo el cristal corazón. Esas inmensas escaleras que daban al cielo empezaban también a convertirse en polvo, al igual que la inmensidad del santuario que tras perder la conexión con el cristal que le sustentaba poder estaba destinado a desaparecer.
Se os erizó la piel al comprender que teníais unos pocos segundos. Unos segundos para saber qué era lo que debía suceder ahora. Los dragones habían desaparecido, pero también el lugar donde os encontrabais estaba a punto de hacerlo.
No os encontrabais bien, algo en vuestro interior estaba cambiando. Parecía que el Santuario si iba a desaparecer, iba a llevarse consigo a aquellos que estuviesen en él de una manera u otra. Todo estaba destinado a que la materia se desintengraría convirtiéndose en polvo, la cuestión era cuándo.
Tan solo una persona podría regresar a casa, escapando de aquel desenlace, solo existía un cristal con la capacidad de teletransportar a su portador a un lugar seguro. La respuesta era... ¿quién? ¿era aquella situación justa? ¡acababais de salvar el mundo de los dragones!
Os ibrais a enfrentar a la decisión más difícil de vuestras vidas.
¿Quién se salvará?
La luz de la gigantesca luna alumbraba vuestros rostros mientras os mirabais a los ojos. Ambos sabíais que era un momento complicado, un momento que estaba destinado para ser una celebración victoriosa y por el contrario se había convertido en un punto crítico en vuestra historia.
Turnos para que lleguen los dragones: 1
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Salud del Cristal Corazón
Salud del Cristal de Ratko
Salud del Cristal de Niella
Salud del Cristal de Poli (en posesión de Niella)
Al desintegrarse el corazón, Niella, que continuaba golpeándolo con fuerza cayó de culo sobre aquella montaña de polvo que, por muy mágico que fuese, se la había metido por todas las cavidades de su cuerpo, como si se tratase de arena. Más no le dio tiempo a quejarse. Ya fuera por la magia o por el culetazo que había metido al suelo, todo aquello comenzó a resquebrajarse. La muchacha miró al lugar donde debían haber estado los dragones y vio que ellos mismos también se habían convertido en polvo. Y miró a Ratko.
—Mierda.
Hubiese preferido que aquello hubiese terminado con un ataque de dragones, y no de aquel modo, pero aún así, no iba a rendirse ni muchísimo menos a dejar morir a su amigo. La expresión de dolor se convirtió en una de determinación y confianza; como un resorte saltó sobre él para evitar que Ratko hiciese lo que ella misma hubiese hecho en su lugar. Puede que el diabal fuese más fuerte e inteligente que ella. Pero ella era más rápida... y al menos bajo presión, era más lista.
—Ni se te ocurra moverte —le dijo sin dejarle hablar y dejando caer el diamante en sus manos antes de aferrarse a su cintura—Nos vamos ahora. Antes me llevó con todas las cosas que llevaba encima y tú eres diez veces más poderoso que yo; usando tu poder sumado al de esa piedra saldremos los dos. Si alguien puede hacerlo, eres tú.
La muchacha le agarraba con fuerza, no solo porque Ratko era su pase de salida de aquel infierno, sino también porque de ese modo no podría agarrar el diamante. No estaba segura de si funcionaría, de lo que estaba segura era que ella no iba a dejarle allí. Y si intentaba realizar algun jueguecito para que se fuese solo ella, se lo echaría a rodar.
—Funcionara. —Niella no estaba nada segura de aquello, pero su tono y gestos daban a entender lo contrario. Parecía tener plena confianza en los poderes de su amigo. Y los tenía, pero siempre había lugar para la duda cuando te jugabas el cuello.— Es la única opción para salvarnos ambos, Ratk. Y lo sabes. Hazlo por los dos. Y por Shany.
Ratko dejó que el polvo en el que se había convertido su gema se disolviera de su mano, era consciente de lo que aquello significaba y lo aceptaba, si uno de los dos debía ser sacrificado ese era Ratko, Niella era demasiado joven y buena para perecer... Sin embargo la impulsiva muchacha no desaprovechó un segundo y lo lió todo... Cómo era habitual en ella...
- ¿Pero que haces Niella? No creo que esto funcione así... Si no funciona no me lo perdonaré nunca... Coge tu la piedra... Si fallas al menos tú vivirás... Shany...
Al pronunciar el nombre de la guerrera no pudo evitar acordarse de ella... Rememorar los momentos que había vivido... En especial aquella noche en que ambos se fusionaron por primera vez en la bodega del gremio de los olvidados, sin quererlo lo visualizo a la perfección en su cabeza... Se había convertido en su lugar preferido, el mejor sitio para volver y recordar a la mujer a la que le había entregado su corazón.
—Si filli il minis ti viviris— Niella se separó del diabal, puso los brazos en jarras y le hizo burla antes de ponerse seria— ¡Al cuerno con eso, Ratko! Ser idiota no te pega. Al menos hay que intentarlo. El sacrificio está muy bien, pero antes hay que intentar salvarse todos.
La muchacha miró las escaleras, se deshacían poco a poco, aumentando su miedo a lo que pretendían hacer. Si hubiese sido cualquier otro, no se emperraría tanto en quedarse. Pero era Ratko, su amigo. Para ella era como un hermano mayor, y no estaba dispuesta a dejar que se suicidara. Además, confiaba en su habilidad... aunque sabía que no sería eterna. Si tan solo fuese de día... Maldito Bankus
—Si sale mal podrás traerme desde el otro lado. Si no confías en poder lograrlo, que ya te digo que podrás... vayamos a la Torre de Magia de los archimagos. Entre todos podréis. Pero date prisa. Esto no aguantará mucho tiempo, aunque mientras quede un fragmento en pie, yo estaré encima de él.— la muchacha sonrió— Pero no hará falta, porque va a salir bien.
Despacio, le cogió de los antebrazos y le miró, tratando de parecer confiada. Procuraría tener la mente en blanco para no interferir allá donde el diabal decidiese ir.
—Vamonos, verás como después de esto de los dragones, Shany no tardará en volver por el gremio.— Niella guardó silencio, dándose cuenta de que aquellas podían ser sus últimas palabras. Quizás unas de ánimo para lo que quedaba por delante, o unas de alivio. O quizás reconocer todo lo que le admiraba. Sonrió— Así que será mejor que te des un baño nada más llegar... Tienes que estar tan brillante por fuera como lo estás por dentro.
Solo da tiempo para un mensaje más por parte de Ratko antes de que el Santuario se desintegre por completo. Si va a activar el cristal, tiene que hacerlo ya, al igual que si prefiere hacer algo diferente.
Ratko no lo tenía nada claro, pero tampoco tenía tiempo de ponerse a discutir inútilmente con Niella ni idear otra estrategia... ¡Trabajaba muy mal bajo presión!
- Si no funciona te traeré del otro mundo a rastras, eres una insensata- dijo el díabal desabrochándose un cinturón para abrocharse con el a Niella por la cintura, gracias a que la muchacha estaba delgada, él también y el cinturón le quedaba grande, le dió lo justo para quedar bien apretados- No se te ocurra soltarte
Le ordenó al tiempo que la abrazaba, invocaba a su dios y activaba la gema con el pensamiento del lugar exacto al que deseaba ir... El gremio de los Olvidados.
Motivo: Rezar
Tirada: 3d6
Resultado: 3, 2, 3 (Suma: 8)
—Saldrá bien
La confianza de Niella en Ratko parecía infinita, algo extraño para alguien que solo confiaba en si mismo. Además, poco había que hacer por parte del mago. Al fin y al cabo, para usar aquella piedra hacía falta voluntad y no había forma de convencerla de tomar otro camino. La muchacha vio como los labios del diabal se movían en silencio, probablemente pidiendo ayuda a algún dios inútil o malvado, como los que te ponía alas pero no te permitía usarlas a voluntad. Aunque no tenía ganas, sonrió a su amigo para animarlo. Iba a salir bien.
De pronto ocurrió algo extraño... Había sentido que su pierna fallaba, pero ningún dolor en ella. Desconcertada miró abajo. Su pie se estaba convirtiendo en polvo. Cuando horrorizada volvió a levantarla, vio que Ratko ya no estaba allí. La muchacha miró sus manos, que comenzaban también a desvanecerse lentamente, como si aquella ancestral magia fuese tan cruel como para dejarla hundirse en su miedo y dolor antes de morir. Lo había entendido mal... No era el santuario lo que se destruía, era todo. Durante unos segundos de pánico, las ideas sobre como escapar inundaron su mente, algunas algunas tan absurdas como pedir ayuda a un dios al que despreciaba... pero ni el más ingenioso de los trucos funcionaría en aquella ocasión. Y en el fondo lo sabía.
Hacía frío y la capa se había disuelto en la nada, pero no había ningún lugar donde refugiarse. Como pudo, la muchacha se sentó en el suelo y se tapó la cara con las manos hasta que estas desaparecieron del todo, obligándole a alzar de nuevo la cabeza. A pesar de ser una superviviente por naturaleza y de luchar siempre hasta el último aliento, no pensaba malgastar sus últimos momentos huyendo de lo inevitable. Ella no era como Poli, no buscaba la muerte, pero cuando esta llegaba había que aceptar la derrota. Se debía a sí misma eso.
—Saldrá bien...— murmuró temblando, no tanto por el frío como por el miedo. La muchacha miró a su alrededor. Una fina nevada de polvo brillante, de lo que antes habían sido dragones y enormes edificios caía sobre su pelo y hombros haciendo que también se desvaneciesen. Su ultimo pensamiento no fue, como siempre hubiese creído, para Zaendar o cualquier otro que hubiese conocido en su tierra o en sus viajes. Su último pensamiento fue para Ratko y en Shany. Los vio juntos. Tristes primero, pero felices más adelante. A pesar del pánico que sentía, volvió a sonreír, esta vez desde lo más profundo de su ser —. Ha salido bien...
Motivo: Milagrito pido a dios
Tirada: 3d6
Resultado: 6, 3, 2 (Suma: 11)
Me ha encantado el post, que lo sepas
¿Dónde se teletransportaría tu personaje? ¿cuál es el lugar que él considera hogar o más seguro?
Había pensado el gremio de los Olvidados, la bodega. Porque ir con Sahny era otra opción el problema es que no conoce el sitio.
Perfecto, por tu mensaje de antes también pensé que sería la bodega, pero no quería arriesgarme a elegir por ti
Siguiente cuestión. Necesito que me digas tres objetivos, acontecimientos, deseos o inquietudes que desee alcanzar o resolver Ratko.
Tienes que ser tres, pueden ser desde cosas triviales (como por ejemplo tener una vida larga y tranquila) como algo más ambicioso (ser millonario). Desde cosas sencillas (como tener una familia) o cosas al alcance de unos pocos (descubrir un continente nuevo)
No tiene que ser algo extenso, una linea o unas pocas palabras para cada uno de esos objetivos/deseos.
A parte de lograr volver con Niella ¿No?
Pues le gustaría estar con Shany y su hijo/a, ser bueno para ellos y quizás llevar una vida semi tranquila porque en el fondo le gusta la magia y no quiere dejarla... ¿Te vale eso?
Me vale estupendamente:
- Volver con Niella
- Estar con Shany y su hijo/a
- Llevar una vida tranquila, sin abandonar la magia.
¡Prepararé post esta noche!
Antes incluso de que Ratko pudiese abrir de nuevo los ojos, percibió un olor que le erizó la piel. Le teletransportó a tiempos mejores, a tiempos de aventuras comunes, de éxitos, de fracasos, de amistad e incluso de amor.
Cuando abrió los ojos decubrió sorprendido que se encontraba en la bodega de la sede de los Nunca Olvidados. En aquel instante no se percató de que allí estaba él solo, no había nadie más a su lado.
Notó que estaba más arropado que de costumbre, se llevó una mano al hombro para comprobar que cubriéndole la espalda estaba una capa que olía a su compañera, a la jovial Niella, quien no había logrado teletransportarse con éxito junto al Diabal.
En ese instante Ratko se dio cuenta que tan solo había quedado él. Era el legado de una misión exitosa, el recuerdo viviente de que unos simples mortales fueron capaces de detener la invasión de los dragones... pero el precio a pagar fue alto. Políxena y Niella se quedaron en el camino, al igual que tantos otros que dieron su vida defendiendo sus hogares.
Cuando obtuvo fuerzas para levantarse y mirar a su alrededor, comprobó que lo que había en el exterior no eran más que ruinas.
El Gremio de los Nunca Olvidados estaba parcialmente destruido, unos pocos supervivientes reconocieron inmediatamente a su lider y fueron junto a él para asistirle.
- ¿Hemos ganado? - gritó uno de ellos.
- ¿Se han ido para siempre? - aclamaba otro.
- ¡Estás vivo! ¿Dónde está el resto? - preguntaban los demás.
Todos deseaban saber qué había ocurrido, cómo fue aquella gran aventura que sin saberse empezó en la Torre de los Magos y finalizó en el Santuario de los Dragones. Como se tuvieron que recorrer infinidad de kilómetros, superar pruebas que iban más allá de los límotes y utilizar poderes primordiales que aún escapaban del entendimiento... y todo por los caprichos de un ¿Dios?
Los supervivientes del gremio explicaron cómo los dragones atacaron el lugar, como todo parecía perdido hasta que sin entender el motivo, todos desaparecieron en una estela de polvo... y acto seguido... apareció el Diabal con el reflejo en el rostro de una victoria agridulce.
Fue entonces cuando se compartió la verdad del sacrificio de las compañeras, de como solo él pudo llegar hasta el final, de como la valentía formó parte de cada decisión tomada.
Días más tarde y ante una pira, se quemaron las hojas de registro del gremio de aquellos que habían perecido. Un gesto de respeto ante los que habían dado la vida por salvar toda Alleriah.
Pero entre los presentes, Ratko se negó a aceptar la pérdida de Niella, apretando el puño y jurando en silencio que la traería de vuelta, fuese cual fuese el precio.
* * *
El tiempo siguió transcurriendo a pesar de las cicatrices de la guerra. El mundo había visto pasar más de veinte primaveras desde el ataque de los dragones y muchas cosas habían cambiado.
El Gremio de los Nunca Olvidados dejó de existir, al igual que la mayoría de gremios de aventureros. Ante la letalidad de una amenaza como la de los dragones, los gobiernos de las naciones más poderosas entendieron que debían permanecer unidos para solventar los problemas propios y ajenos, y aunque es un sistema que no todo el mundo acepta y aplica con holgura, parece que ha hecho florecer a la civilización con más prosperidad que antaño.
La mayoría de las ciudades se reconstruyeron, otras se expandieron y nuevas nacieron. En el punto exacto donde se econtraba el gremio de los Nunca Olvidados yace un mausoleo que fue punto de pergrinación para aquellos que querían dar su gratitud a aquellos que formaron parte de una de las leyendas más recurrentes de toda Alleriah: Los Salvadores del Descenso.
Unas botas envejecidas entraron en escena. Unas botas que llevaban años sin pisar aquel territorio a la vez que sonaba un suspiro cargado de recuerdos, dolor pero también alegría y cariño.
Ratko había regresado al punto donde todo comenzó, veinte años atrás. Incluso para él muchas cosas habían cambiado.
Después del suceso de los dragones fue hasta el pueblo de los Orumitas, donde intentó llevar la vida que pensaba que siempre desearía, junto con Shany y su hijo: Sasha. Sin embargo, aunque los años transcurrieron veloces a su lado, el Diabal sabía que había un hueco en su corazón que no había podido llenar. No sabía si el culpable de sentirse así era su naturaleza demoníaca o todo aquello que no pudo arreglar. Shany había madurado en muchos aspectos, seguía siendo una guerrera, pero también era madre. Los recuerdos de Ratko se distorsionaron con la nueva realidad de su vida en familia, no todo era tan fantásico como creía ¿o era él quién no estaba realmente preparado para vivir así?
Cuando se sintió preparado, dejó a su familia para intentar conseguir purificar esa mancha oscura que le corroía por dentro. Decidió vivir como un hermitaño en un lugar remoto entre el Bosque de las Arañas y el Monte Bankus, donde cada noche miraba al pico de la montaña anhelando poder hacer regresar a su compañera, tal y como prometio.
Más años pasaron donde compaginó una vida tranquila, de granjero, junto con sus estudios de magia arcana... pero también de magia demoníaca.
Fue entonces, una de las ya interminables noches de estudio, cuando dio por fin con el ritual que podría hacer cumplir su promesa... lo único que necesitaba era sacrificar parte de su energía vital y tener algún objeto de la persona fallecida con un fuerte vínculo... y aquella capa aún reposaba en aquel mauselo que el Diabal había ido a recuperar.
Puede que el tiempo haya pasado, pero las viejas promesas siempre regresan para ser cumplidas. El mundo era distinto, pero la lealtad hacia sus camaradas no.
Ratko apretó el puño y entró en el museo. Una sonrisa pícara se dibujó en su rostro. Sabía que iba a conseguirlo.
La oscuridad lo había invadido todo, pero igual que vino, se fue.
Tumbada, Niella miró sin moverse a todas partes, con una expresión asustada. No conocía aquel lugar, no sabía donde estaba ni que era aquella sombra inclinada junto a ella. Lo último que recordaba era el terror al ver como empezaba a disolverse y comprender que su plan no había funcionado... y la paz al aceptarlo. Y ahora... ¿Era aquello una nueva prueba? ¿No bastaba con lo que había pasado?
Por un instante, la muchacha se encogió, como si fuese a revolverse contra aquella nueva amenaza, pero entonces reconoció la figura. Una figura más delgada que cuando se habían separado, que parecía dolorida y tenía una expresión agotada, pero con una mirada dorada que reconocería en cualquier parte. Los ojos de la dibumae se llenaron de lágrimas, pero sonreía con la misma alegría de siempre. Una alegría cansada, pues aquel extraño proceso no parecía ser algo agradable, pero indudablemente, repleta de la misma energía y ganas de vivir de siempre. Había apostado fuerte, había depositado toda su confianza en Ratko, sabiendo que tenía a su alcance poderes que ella no podía ni soñar, pero también sabiendo que, de los dos, él era quien tenía que salir de allí, quien tenía alguien que lo esperaba. Niella había apostado de la única forma que sabía: fuerte, pero sin arriesgar lo que no quería perder.
—¿Por qué has tardado tanto?— antes de darle tiempo a responder, la muchacha ya estaba abrazando al diabal. No sabía cuanto tiempo había pasado, pero intuía que era algo más que unos meses, quizás años, pues aquel no parecía un lugar que acabase de ser arrasado por dragones. La muchacha no podía imaginar como lo había pasado el diabal para que tanto tiempo después la reviviese, pero ya habría tiempo para las historias, para las confesiones y para aprender a vivir en aquel mundo nuevo y desconocido. Tenía miedo, pero con amigos a su lado, no había nada que no pudiese superar—. Sabía que lo lograrías.
Los recuerdos se le amontonaron a Ratko en forma de diluvio, de caras conocidas, olores, sabores... Sensaciones, sabía que aquello iba a ocurrir en cuanto pusiera un pie en "el gremio" pero aún así la oleada de nostalgia que lo asoló fue intensa, no obstante nada iba a distraerlo... Llevaba mucho tiempo preparando el hechizo y preparándose a sí mismo, la magia fluía por su cuerpo, la sentía como parte de su ser... No iba a fallar.
Una vez en el museo no tuvo más que realizar un suave chasquido de dedos para que la cerradura se abriera y una vez dentro otro chasquido le trajo a sus manos la prenda de Niella, tras acariciarla procedió sin demora a recitar las palabras arcanas, mientras lo hacía depositó la prenda en el suelo, dibujo unos símbolos con una extraña mezcla que ya traía preparada, se situó justo delante, se descubrió el antebrazo y realizó un corte con una extraña daga haciendo derramar su sangre sobre cada uno de los símbolos entonando el cántico arcano sin cesar para después concentrarse y con los brazos extendidos aumentar la intensidad del hechizo hasta finalizarlo, cuando Ratko abrió los ojos se encontró reflejado en los de Niella y antes de que pudiera hacer algo más ya la tenía abrazada a él.
- Hola pequeña... Te dije que te traería aunque fuese a rastras- unas lágrimas doradas bañaron las pálidas mejillas del nigromante mientras se abrazaba con fuerza al menudo cuerpo de la dibuminae- te he echado de menos... Te he echado mucho de menos...