Partida Rol por web

Ratko corría como alma que llevaba el diablo, lo bueno de seguir la estela de Shany es que la morena era tan buena guerrera, que se llevaba a todo lo que se le ponía por delante permitiendo al diabal continuar sin tener que emplear su magia, algo que le vendría bien a la hora de enfrentarse a la líder, sin embargo Earendil, más menuda y especializada en otros ámbitos de la batalla más que en el físico y sin duda desbordada por el caos terminó por caer al suelo y ser arrollada.

Fue entonces cuando Ratko, sin pensarlo acudió en su ayuda, dando un puñetazo a uno de los soldados alvene que iba a aprovechar el momento para ensartar a la lider del gremio, el efecto sorpresa fue suficiente para que el demonio pudiera desembarazarse del atacante y así poder agacharse ante Earendil.

- Permíteme ayudarte Earendil- le dijo a su lado cogiéndola en brazos, una vez cargada y comprobar que podía perfectamente con ella, continuó su carrera- iremos más rápidos tras la estela de Shany- le informó echo un caballero con su brillante armadura y su pelo negro azabache al viento.

El contacto visual expresó más que las palabras. Después de haber superado varios grupos de enemigos para llegar hasta allí, el encuentro definitivo con la líder de la revolución Alvene era real.

Erais los únicos que habíais sido capaces de llegar a estar a una distancia de combate con ella, el resto de La Compañía estaba luchando contra los otros grupos y aquello os dejaba entonces ante una responsabilidad inamovible: teníais que neutralizarla.

De manera confiada sonrió a sus lugartenientes, los cuales estaban dispuestos a atacaros sin pestañear, pero ella decidió que no sería divertido, os quería a todos para ella sola.

- Por fin, deseaba mancharme las manos con sangre de la superficie - comentó mientras movía su espada con tosquedad. Parecía que no se caracterizaba por ser elegante, sino demoledora.

- Habéis elegido la opción incorrecta, cuando acabe con ustedes suplicaréis una muerte rápida ¿y sabéis qué? No os la daré - dicho aquello gritó con furia y se abalanzó contra ustedes.

De nuevo la determinación de vengar el nombre de los míos pareció cegarme, puesto que cuando quise darme cuenta estaba acariciando el suelo con la mejilla. Por suerte para mí mis compañeros estuvieron atentos, notando que me alzaban (otra vez, igual que pasó en el desierto) y corrían cargando conmigo. En primer lugar pensé que sería Shany pero, para mi sorpresa, eran los brazos del mago. Pensaba que no podía no coger un conejo. Veo que Shany le ha endurecido en varios aspectos.

Agradecí su ayuda con una fugaz mirada mientras le pedía que me bajara para poder encararme. Además, para usar la magia necesitaba estar en pleno control de mi cuerpo.

Dejé que hablara, demasiado para mi gusto teniendo en cuenta la batalla que teníamos por delante, acariciando el báculo mientras mis dedos derrochaban una cantidad ingente de energía canalizada que hizo que tanto el vestido como mis cabellos levitasen, como si estuviera sumergida dentro de un río.

Logré reunir la suficiente energía para expulsar el torrente de magia en su dirección… pero ese amasijo de victoria se vio ensangrentado por un ataque sorpresa que no esperaba en mi costado de uno de sus siervos, haciendo que cayera de rodillas mientras pasaba una mano por la herida, notando en mis dedos el cálido tacto de la sangre.

Ratko, tras dejar a la dama del agua en el suelo comenzó a recitar su hechizo para atacar a la alvene mientras no dejaba de mirar de reojo a los hombres que escoltaban a su líder, sin duda alguna los atacarían al menor signo de debilidad por lo que había que ser rápidos para deshacerse de Shan´rae. 

La primera en atacar fue Earendil, quien pese a tener éxito a la hora de atacar recibió heridas de varios alvene lo que significaba que ni el demonio ni la orumita podían dormirse en lo laureles y debían apoyar a su líder de inmediato, algo que no tardó en hacer el diabal, puesto que la llama azul acudió a la palma de su mano con celeridad y antes de que la elfa oscura se hubiera repuesto del hechizo de la líder de los mercenarios, Ratko le lanzó su fuego fatuo casi con rabia.

Los ataques de sus compañeros dieron en el blanco, justo después de que soltara ese discurso tan grandilocuente. Seguramente no conocía a los Orumitas, de otra manera sabría que uno luchaba hasta la muerte, dejando tras de sí un tendal de cuerpos destrozados y el temor latiéndole en los suertudos corazones de los sobrevivientes. De una forma u otra, ellos afectaban a sus enemigos, tanto física como mentalmente.

Por eso la guerrera lanzó a su vez su propio grito de guerra, ignorando a los parásitos que le atacaban a traición, con su sangre empapándole la armadura, pero sin perder de vista a su oponente. Ambos aceros chocaron, pero la fuerza esgrimida por la guerrera fue mayor, logrando desviar el arma rival y enterrando la suya profundamente en el hombro de la líder alvene. A su vez Shany sintió como el arma rival cortaba a travez de la armadura, pero eso poco le importó. Un poco tarde recordó que su propia líder le había pedido que la dejaran viva.

-Ups- murmuró escupiendo sangre a un costado, lista para descargar su furia en más enemigos si esta no volvía a levantarse.

La batalla fue frenética, el sonido de los hechizos y el metal chocando contra armadura y carne se convirtió en la banda sonora de un espectáculo que erizaba la piel.

Muchas fueron las heridas sufridas, mucho el dolor, pero finalmente y gracias al trabajo en equipo, Shan'rae había caído.

Su cuerpo se encontraba tirado en el suelo en un charco de sangre, estaba inconsciente pero un rápido examen determinó que no estaba muerta... aún.

A vuestro alrededor os pudisteis dar cuenta que el fragor de la batalla auguraba una victoria por parte de La Compañía, los otros Alvene a pesar de ser mayor en número no pudieron contra las fuerzas unidas de guerreros y aventureros de distintos rincones de Alleriah.

Muchas de las fuerzas enemigas, al comprobar que la líder había sido derrotada empezaron  a replegarse por los túneles. Los soldados aliados empezaron a gritar extasiados, se había conseguido una victoria, quizás la victoria más importante de las últimas décadas y vosotros habíais formado parte de ella.

Varios soldados que estaban por los alrededores se acercaron a ustedes para preguntar cómo os encontrabais. Los sanadores os curaron las heridas y os ofrecieron agua para reponer fuerzas. Parecía que no había que luchar más, por lo menos no hoy.

Ratko cayó de rodillas al suelo, extenuado por las heridas y el uso de su magia, notaba el sabor férreo de su propia sangre en la boca y como manaba a través de la herida del abdomen que le habían inflingido los alvene... ya no recordaba si la líder o alguno de sus esbirros, el caso es que se notaba débil, nunca antes se había visto en una situación así... haber arriesgado su vida hasta aquel extremo no era propio de él, mareado sonrió para sí para buscar con la mirada a Shany y a Earendil, sin duda alguna la peor parada era la líder, quiso levantarse para ir a ver como estaba pero un punzante dolor lo retuvo.

Afortunadamente los soldados aliados vinieron en su ayuda trayendo con ellos a los curanderos que los ayudaron a sanar sus heridas.

- Gracias...- le dijo al hechicero que lo había estado ayudando a él- pero mis compañeras necesitan más ayuda que yo, en especial Earendil- dijo mirando al cuerpo inerte pero vivo de la dama del agua.

Fue entonces cuando, más recuperado se levantó y se acercó a ella para comprobar su estado más de cerca.

- Earendil...- le dijo a su lado tratando de saber si podía escucharlo- lo hemos conseguido... Earendil.

Ellos tres acababan de aniquilar a la líder de los Alvene, aunque no salieron indemnes de esto, era obvio que les miraban con otros ojos ahora. Sabían bien que tenían la capacidad de arrebatar vidas con solo un gesto, de las formas más variadas: fuego, agua y acero. Una última mirada a Shan'rae le permitió constatar que aun respiraba, aunque no haría nada durante un largo tiempo. Así que corrió hasta sus compañeros, para cubrirles las espaldas de esos traicioneros elfos. De todos ellos, el que peor estaba era Ratko, pues su líder logró curarse a último momento, escapando por muy poco de las garras de la muerte.

-Tan delgados y tienen la fuerza para superar la muerte- sonrió con complicidad, de esa que solo reservaba para sus hermanos de sangre, no los que compartían su sangre, sino los que derramaban sangre juntos. Los Alvene comenzaban a replegarse, llegando incluso sanadores de la compañía a tratarles-. Espero que nos dediquen buenas canciones en las tabernas- ahora mismo se le antojaba un buen vino, entre otras cosas…

La batalla había sido dura, tanto que todavía dolían las cicatrices aunque la curación hubiera obrado en ellas. Notaba la sangre seca en mi piel, el sudor en los brazos y la entrecortada respiración del esfuerzo mientras me incorporaba apoyándome en el báculo. Ha terminado.- Para bien o para mal habíamos vencido, echando una rápida mirada para ver el estado en el que todos nos encontrábamos.

Por supuesto Shany estaba como una rosa, no dudaba de su entereza y más cuando la había visto lugar con su líder orumita. En cambio Ratko parecía tener casi tan mal aspecto que yo, pidiendo que me curaran a mí con rapidez.

No será necesario.- Para alguien con una vida tan larga, las cicatrices sólo eran recuerdos de sucesos que no quieres olvidar. En este caso quería conservar el dolor y las heridas, porque eran del día en el que maté a mi gente.- Sí, lo hemos conseguido.- Respondí de forma seca al demonio mientras le colocaba una mano en el hombro y rechazaba a los curanderos que se aproximaban a mi dirección, adelantándome después hacia Shan’rae.

Estaba tendida en un charco de sangre pero no muerta, puesto que su pecho se alzaba débilmente con cada hálito.

Me arrodillé a su lado, dejando el báculo para estar desarmada y colocando una mano en su pecho, dejando que la magia hiciera su efecto y sanara las heridas más apremiantes.

Tal y como pedí no quería que muriera, y si era posible yo sería quien la salvara.

Gracias a la rápida intervención de Earëndil, las heridas fatales de la líder Alvene no provocaron su muerte. Con su magia curadora logró estabilizar y cicatrizar las más llamativas hasta que el resto de integrantes de La Compañía interrumpieron su tratamiento.

Uno de los líderes de la expedición mandó a los soldados que recogieran el cuerpo de aquel "monstruo", o al menos así la llamaban ¿sería por su raza o por las atrocidades que había hecho? Se sembró la semilla de la duda en esas palabras.

Las horas consiguientes fueron un cúmulo de emociones: la alegría de haber salido con vida pero también la tristeza de comprobar como un lugar tan exótico como ese se había convertido en el nido de una sociedad con la capacidad de hacer temblar a varias naciones de la superficie. ¿Estaba justificada su actuación? ¿Toda la verdad sobre este asunto ha quedado desvelada? Esa duda durará mucho tiempo en vuestras cabezas puesto que el "terror desde la profundidad" se convirtió en una historia maquillada por la estrepitosa victoria de La Compañía, de la leyenda de su creación y de como bajo un mismo estandarte se podía derrotar cualquier amenaza.

A la llegada de nuevo a Frostan muchos os felicitaron, reconocieron vuestra labor no solo trayendo al pueblo Orumita, sino que muchos fueron testigos de vuestro combate contra Shan'rae y quedaron asombrados. Muchos más preguntaron por Los Nunca Olvidados, parecía que vuestro prestigio y reconocimiento había subido tras aquella misión.

Ardron, como era de esperar, os dio el agradecimiento en persona y os recompensó con riquezas tal y como se prometió al inicio. Aquel había sido un justo premio o al menos eso era lo que creía él.

¿Sería éste un antes y un después para el gremio? ¿Qué será lo siguiente?

Una cosa estaba clara: la edad dorada del gremio estaba a punto de comenzar de nuevo.

¡Había que celebrarlo a todo lo alto!