Partida Rol por web

Me coloco en un lugar en donde pueda tener una visión mas o menos buena para disparar con el arco. Sin perder de vista al general coloco una flecha en el mismo y tenso apuntando a mi objetivo. En un momento no sé si pierdo la concentración o que pero al disparar mi flecha se atasca y sale para cualquier lado, mufando espero a que Rakdrak intente algo mejor.

Al ver pasar la flecha cerca de su mejilla, haciendo un corte menor. El general levanta su mano para parar la compañía, la cual obedece al instante. El general mira hacia vosotros y sonriendo levanta su espada y un báculo extraño.
-Soldados! Acabad con los seres corruptos! El caballo se alza y un grito entre los soldados se eleva como si hubiera ayudado a sus soldados solo con ese gesto. -La luz, nos protege. La luz es vuestra guiá, la oscuridad no puede con vosotros! Mostradles el poder de la luz! Señala a Adriendil con su báculo y las dos soldados comienzan un cántico extraño a la vez que sus manos se iluminaban de luz radiante.

Como si fueran misiles, dos rápidas bolas de luz impactaron cerca de Adriendil dañandola con magia sacra, podía notar un gran dolor recorriendo su cuerpo. La magia de luz era peligrosa después de todo.

Adriendil dispara, la respuesta de los humanos no tarda y los soldados cargan contra nosotros mientras su general descarga un hechizo sobre mi compañera. Aprieto los dientes hirviendo de rabia y me lanzo sobre los invasores, con un rugido de rabia para contenerlos. Sin embargo mi rabia me ciega y mi arma apenas hiere la piel de los soldados.

Rakdrak se lanza al ataque, espada en mano. Pero los soldados de pie no tardan en plantarse delante de el y detener su ataque, casi con el mínimo daño posible. El general pone su báculo mirando a Rakdrak y sonríe. -La luz no permitirá que dañes a los soldados que luchan por ella. Rendios y no se os matara. Los soldados no utilizan las espadas para dañar a Rakdrak, solo utilizan el escudo para tirarlo un poco hacia atrás y no amenazara a su general y compañeras. Pero claro, las extrañas palabras del general daban un efecto curioso a los soldados a su cargo. Parecía que crecían con cada una de ellas. -Esto no es mas que un aviso. Detén tu ataque. Dice uno de los soldados apuntándote con el arma y el escudo levantado.

De nuevo me encontraba en desventaja ante el enemigo, finalmente sentía que la habíamos liado demasiado porque eran mas poderosos que nosotros considerando una fatal desventaja. - Cómo podemos creerles, bajamos nuestras armas y estaremos a su merced, no creo nada de lo que dicen. - respondo con bronca mientras espero algún movimiento o accionar de Rakdrak.

El general os mira a ambos y casi se echa a reír. -No os fiais de nosotros pero nos atacáis sin estrategia alguna, esperando que nos rindamos ante dos demonios. Dice mientras señala con su cetro a Tania. -No os mataremos, pero no significa que no os dejemos impunes. Poner las manos sobre un soldado de la luz es un pecado. No puedo imaginar la de soldados que habréis vendido por vuestra codicia y lujuria. En cuanto acabo, las mujeres sacerdotisas hicieron un gesto de asco como intentando quitarse ese sentimiento de encima.

Permanezco delante de Adriendil con el arma aprestada ¿Quien se cree este humano? Me importa poco su posición o sus poderes.

-Sois vosotros los que os paseáis cerca de la ciudadela, esperando a que alguno os asalte. A saber a cuanto de los nuestros habréis engañado y purificado. En algún momento caeréis y lamentaréis esta osadía.- Le espeto sin dejar de mirarle, presto a moverme si se le ocurre hacer alguna cosa.

-No estas en posición, demonio, de darme lecciones a mi. Continua diciendo el general, dejando que sus guerreros le cubrieran. No estaba nervioso por tener dos seres corruptos cerca. Sabia que estaba a la distancia correcta de la ciudadela y si no se paraban mucho, no tendrían problema alguno. -Somos guerreros de la luz, nosotros no caeremos ante ninguna corrupción. Te diré que nuestra compañía ya se a ocupado de gente como vosotros y ahora seréis los siguientes. Hace un gesto a las sacerdotisas que empiezan a canturrear un canto extraño.

Me quedo en silencio sin bajar el arco esperando la reacción de Rakdrak, lo que él decida es lo que haré en consecuencia. Mantengo mi arco tensado y la atención puesta en el general. No me queda mas por hacer, ellos nos superaban en número y al parecer en poder.

No me gusta aquel canturreo extraño, ni tampoco la confianza que aquel tipejo tiene. Aprieto los dientes y  el puño de la espada. No, es mejor salir de aquí. Es preferible huir a ser capturados o a morir. Me doy la vuelta y corro en dirección a Adriendil

-Huye. Ya les ajustaremos las cuentas en otro momento.- Aprieto a correr, esperando a que la elfa también lo haga. No la adelantare, si algo ocurre mejor que caiga sobre mí. Después de todo, aun llevo aquel colgante en el pecho.

La compañía de soldados no se mueve ni hace el gesto de querer seguiros, cosa que no les costaría mucho ya que vosotros ibais a pie y ellos iban a caballo. El cántico paro y un haz de luz rodeo vuestros cuerpos por unos instantes antes de desaparecer como si se trataran de fragmentos de cristal. El comandante dio la orden y la compañía continuo su camino como si no os hubieran visto. No os sentíais extraños ni nada por el estilo, pero eso si, algo os habían hecho. Corristeis todo lo que vuestras piernas os permitían, quedándoos alejados del grupo de soldados, hasta llegar al punto de no verlos ni saber en que dirección se encontraban. Estabais en mitad de las tierras corrompidas. Que debéis hacer?

Cuando Rakdrak me indica que debo escapar cruzo el arco en mi espalda, guardo la flecha en el carcaj y emprendo la marcha, no tenía intención ninguna de ser su esclava.

Por suerte luego de avanzar lo suficiente como para quedar a una distancia considerable de nuestros enemigos de la luz me acerco al incubo pensando en lo que deberíamos hacer de ahora en mas, tenía que ir a buscar la armadura y nuestras misiones indefectiblemente estaban unidas por lo tanto no teníamos mucho por hacer mas que definir nuestro destino. - Rakdrak. ¿Qué haremos de ahora en mas? - le pregunto luego de besarlo suavemente.

¿Qué había ocurrido? ¿Qué han hecho? Examino mi cuerpo y el de Adriendil con la mirada. Sé que nos han lanzado un conjuro, pero… ¿Qué? ¿Con que fin? Es muy extraño, pero al menos estamos a salvo y casi ilesos.

Adriendil se acerca, claramente preocupada. Le devuelvo el beso, relajándome un momento gracias a sus deseables y dulces labios.

-Volveremos a la Ciudadela. Tú ve a recoger la armadura. Yo iré a ver a Luxuria. Sera mejor consultarle acerca de este hechizo, puede que sea peligroso. Nos encontraremos en el burdel y emprenderemos camino al lago.- Acaricie su cuerpo sin pudor alguno.- Eres mía, y debo cuidar lo que es mío.- Apreté su trasero con fuerza y lamí su barbilla hasta la boca, para besarla de forma posesiva y pasional.

Luego pongo rumbo a la ciudadela. Aun preguntándome acerca de ese extraño cántico y sus posibles efectos.