Partida Rol por web

-¿Y que queríais que hiciera?- Respondió Ser Armen. -No iba a llevarlo con nosotros, el camino ya es suficientemente duro como para tener que andar cargando con un prisionero y tenemos las provisiones justas para nosotros. - Le dijo a la septa con tono calmado mientras empezaba a caminar de vuelta hacía las ruinas del molino.

-Ya vamos suficientemente lentos para mi gusto, si le digo la verdad septa. Y tener que ir arrastrando a ese hombre nos haría más lentos, pisó una trampa, estaba herido en una pierna no podría caminar. Ser Addam o yo tendríamos que cargar con él. Es mejor librarnos de esa molestia ¿no creéis?. Lo más seguro es que los salvajes de las montañas den buena cuenta de él, y de nosotros si no aligeramos el paso. -Ignoró las miradas, replicas o reproches de la septa y continuó sin detenerse a recuperar su caballo, si realmente era noble de alta cuna ese desplante le molestaría lo suficiente como para hacerla saltar de irritación.

Es decir, que nada os dijo de la Guardia de la noche. De haber sido así sí que le habís mantenido con nosotros. Veo que habéis sido misericordioso, no estoy seguro de que los Site lo hubieran sido. Ni Lord Grafton cuando se entere de lo sucedido. Retuvisteis al menos su nombre.

Rafford Grass, mi señora -contestó el caballero, antes de cerra bruscamente la boca.

Lord Grafton será informado, él sabrá que hacer. -La septa miró como Ser Armen se dirigía al molino, tal vez creyó que el caballero había pensado que registrando las pertenencias de los mercenarios encontrarían algo de valor- Ahora debemos abandonar este lugar, me habéis recordado que en estas tierras hay tribus salvajes.

-No sin que antes haya examinado el molino donde se encontraban los dos hombres. -Dijo Ser Armen mientras caminaba hacía allí.

Efectivamente quería comprobar si el mercenario al que había matado tenía algo de valor. Tal vez portara cartas o algún tipo de información que fuera relevante. Y de no llevarla cualquier moneda u objeto de valor sería bien recibido por parte del caballero errante. En la vida de los caminos tenían que ser ratones y buitres para poder sobrevivir.

No solo inspeccionó al caballero, también miró si habían dejado algún petate o mochila en el molino donde portaran sus cosas, si habían pasado la noche allí algo debían de llevar.

Volvieron al molino y registraron el lugar. La primera observación fue que era un lugar perfecto para pasar la noche, sin embargo aún quedaba toda la tarde por delante, y ahora contaban con un caballo más para el viaje. Alice tenía todas las papeletas para no ir montada, y Ser Adam aún tenía aquella herida. Mientras Armen registraba el lugar el caballero se despojó de su armadura y comprobó la herida. Nada serio, pero molesta.

En efecto, tal y como Armen sospechaba había cosas de utilidad. Un puchero, unos platos, cubiertos, un pequeño hornillo para el pan, harina para la masa, algunas tiras de carne en salazón, unas nueces y sal. Nada del otro mundo, comida del viaje y del viajero. Entre sus pertenencias encontró un par de dragones de oro (¡qué grata sorpresa!) y 50 venados de plata. También había un escudo pequeño, un par de recias capas, algunas mudas limpias, un arco de caza y una docena de flechas. No había comida para los caballos.

Armen salió al exterior con las cosas que le parecía que podían llevarse y que tendrían algún valor para ellos. Le dio el arco a Ser Addam, él ya contaba con uno, y repartió las flechas. El escudo pequeño se lo tendió a Alice, ya que era la septa la que cargaba con el bebe. -Os vendrá bien por si vuelve a ocurrir lo de hace un rato. - Le dijo en referencia al ballestero que les había disparado. Sería una buena manera de que él no tuviera que volver a jugarse el cuello poniendo a prueba su armadura. Las capas, las mudas limpias y los objetos de cocina y demás comida las cargó en el caballo nuevo que se habían adjudicado, podrían ser de utilidad en el camino y no venía de más algo de comer extra.

Cuando hubo terminado vio como Ser Addam estaba examinándose su herida. -¿Es grave?- le preguntó. Sus conocimientos de sanación eran limitados así que poco podía hacer por él. Pensó que tal vez una de las mujeres que les acompañaban supieran algo sobre sanación pero no dijo nada. Todavía estaba algo molesto por lo poco que había durado la voluntad de hierro de Rockken.

-Bien, he pensado que el nuevo caballo que hemos encontrado podría ocuparse de llevar a Ser Addam. Con esa herida le vendrá mejor usar un jamelgo que no trate de matarlo. Septa Gala, vos podríais ir en el caballo de Ser Addam y Alice viajará conmigo en el mio llevando el bebe. Así iremos algo más ligeros y no tendremos que ir al paso. - Esperó a ver cual era su reacción y si se mostraban conformes o disconformes con la decisión. -También he encontrado esto.- Mostró las monedas halladas. -Hay dos dragones de oro y cincuenta venados de plata. Podrían valernos para el viaje.

Gracias por preocuparos de mi seguridad, Ser -le dijo, con una de esas sonrisas pícaras propia de las mujeres como ella.

Alice agradeció el gesto; y montó al caballo de Ser Armen, aunque el bebé lo guardó la septa, ella cuidaría de él. Su madre, pensó Armen.. Quedó repartido el resto del equipo entre las monturas y sus jinetes. Con los caballos viajarían más ligeros. Cuando ya se alejaban del lugar Armen cayó en la cuenta de que el cadáver de Harold había quedado ahí, sin dar sepultura. Alimento para los carroñeros. No importaba, a los muertos ya nada les importa; y los vivos han de luchar por seguir vivos.