Toda la habitacion templo como sacudida por un terremoto, las paredes se rajaron igual que si fueran de papel, los cristales explotaron en pedazos infinitos mientras un frio atroz os congelaba los pulmones hasta dejaros sin aliento.
Despues los sentidos se os nublaron, escuchasteis gritos a vuestro alrededor, intentasteis ver que pasaba pero una negrura infinita os rodeaba, las bombillas habian estallado al tiempo que los cristales.
Caisteis al suelo y os arrastrasteis buscando refugio o salida...alcanzasteis casi al tiempo un armario al fondo del pasillo. Posiblemente pensarais que era la puerta de salida pero dentro no hacia tanto frio y la sensacion de seguridad os tranquilizo un poco.. pero el aire se hacia irrespirable....
La oscuridad llego... caisteis en un sueño largo, profundo y denso, lleno de recuerdos caoticos sin coherencia alguna o relacion. Vuestro primer juguete, la casa donde nacisteis, el primer beso, un vestido en una revista, la cara del perro de unos vecinos, unas hormigas cargando migas en un hilera perfecta, el sol en la tarde, la herida de una caida infantil....
Abristeis los ojos sin saber cuanto habiais dormido. Una bombilla sobre vuestras cabezas pendia de forma caprichosa de un lado a otro, proyectando sombras y luz por igual. El olor metalico de la sangre os inundo los sentidos, la puerta chirrio y se abrio sola... lentamente.... Fuera del armario no habia luz, la oscuridad era total, el silencio sepulcral y el frio de una noche de invierno entro de golpe inundandolo todo.
A ras de suelo una nieblina blanquecina cubria hasta el tobillo, tapando el suelo por el completo.
No fui consciente de mucho, pues mi miedo me hizo no saber ni cómo llegué al armario, aunque sí que me di cuenta dentro de él de que no estaba sola, alegrándome de que fuera Marlen la que estaba y no una de mis peores pesadillas, pero... cuando el armario se abrió y vi aquello noté como me faltaba el aire, como sabía lo que habría allí fuera y eso me hizo ponerme a temblar como si fuera un gatito al que tiraban al agua.
- Están aquí... él... estará aquí y me hará daño. Por favor, no dejes que lo haga..
Ya se me estaban saltando las lágrimas y sólo pensaba en el dolor, en aquel ácido cayendo en mi piel, en todas las veces que me había amenzado en mis pedadillas.
- No nos dejará nunca en paz. Nos matará o nos obligará a matarnos como ha hecho con los demás...!