Alex estaba allí de pie, justo a un lado del escenario esperando que el hombre con el pelo algo raro ( en realidad supuso que tenía una especie de gato en la cabeza ) le saludara. Se giró hacia atrás, y allí estaba el hombre que había estado con él desde que había salido del Distrito 7. El muchacho negó un par de veces con la cabeza, dejando claro que no tenía intención de salir a escena. En realidad, estaba muerto de miedo, pero no sabía muy bien por qué.
Lo habían vestido de una manera algo extraña. Estaba acostumbrado a usar ropa suelta, sin mangas, pantalones cortos y zapatillas bastante desgastadas que le permitían sentir el relieve del suelo sobre la planta de sus pies, pero ahora estaba algo descolocado. Le vistieron con una especie de traje gris, una especie de piedra verde en el dedo que le apretaba y también, le revolvieron el pelo. Cuando se miró al espejo justo antes de salir, no pudo hacer más que soltar una carcajada tonta y encogerse de hombros.
Fue en ese momento cuando sucedió.
- Y ahora os pido un poco de atención. Nuestro siguiente invitado a sentarse aquí a mi lado, es el muchacho del Distrito 7, Alex Wood. - Dijo el presentador mientras señalaba con su mano abierta hacia la posición de Alex en un lado. - Como sabrán... bueno... - Miró a un lado y al otro antes de proseguir con un susurro. - No está muy bien de la cabeza... -
Las carcajadas se hicieron escuchar en todo el recinto mientras Alex intentaba no salir corriendo de allí.
Las manos del presentador se levantaron, para calmar los ánimos de la gente, para después, mirar al rubio y hacerle un gesto con la mano, invitándole a entrar.
Alex miró hacia atrás, no sabía que iba dirigido a él ese gesto, y después, las cámaras lo enfocaron en el mismo instante que apoyaba su dedo índice sobre el pecho señalándose a si mismo.
- Con todos ustedes... ¡Alex Wood del Distrito 7! -
El rubio se sintió entumecido por momentos. Se vió en las grandes pantallas de cine que había en todo el sitio y sus ojos iban de una a otra, girándose de vez en cuando hacia atrás, en dónde el hombre que le palmeó la cabeza alguna vez le indicaba que avance.
Había pasado varios días allí dentro, y supuso que, si hasta ahora ese hombre no le había hecho nada malo, es mejor hacerle caso. Después de todo, era lo más cerca a un amigo que podía tener.
Paso a paso, Alex entró al lugar. Extrañamente, no babeaba, pero si tenía esa mirada perdida hacia todos lados, abrumado por lo que tenía en frente. La gente, haciéndole caso al presentador, se quedo callada. Después de todo, era el Tributo con más alta nota de los Juegos, y tal vez, aunque era un tonto, querían saber que demonios había hecho para impresionar así a los que puntuaban.
El hombre que tenía delante, le ofreció la mano a modo de saludo y Alex no dudó en saludarlo. Eso si lo conocía, así saludaba a su padre cuando regresaba de trabajar.
El presentador lo saludó y después, sacudió la mano en el aire...
- Hola Alex, menudo apretón, deberías controlar tu fuerza, ¿eh, chico? - Dijo mirando a los presentes y algunos del público soltaron una risilla. - ¿Qué tal estás? ¿Te gusta el Capitolio? -
El rubio titubeó un poco antes de responder, seguía allí de pie, mirando a un lado y al otro.
- Estoy... bien, señor. - Habló por fin.
Su voz resonó en todo el recinto, lo cual hizo que mirara a varios sitios en dónde se encontraban los altavoces, y volvió a sonreír. Acercó su boca al micrófono para terminar de responder a la pregunta.
- El Capitolio es... guay. Hay mucha más gente que en siete, señor. -
En ese momento su voz sonó más amplificada. Alex retrocedió un paso y comenzó a reir un poco más fuerte, sin dejar de mirar a la gente que tenía a su alrededor.
- Chico, chico, no te acerques tanto que dejarás sordos a los espectadores... a ver, ¿por qué no me hablas de ti? ¿Qué puedes contarnos sobre tu familia y tu hogar? ¿Cómo es tu distrito? -
La mano del muchacho comenzó a pasar por el cuello de su camisa. Las gotitas de sudor perlaban su frente y con las luces de los reflectores sobre él, no hacían más que darle calor. Se acercó al hombre del gato en la cabeza y susurró una sola palabra: Calor.
- ¿Tienes calor? Venga Alex, quítate la chaqueta y cuéntame algo de ti. -
Alex se quitó la chaqueta y la dejó sobre la silla. Debajo de la misma, tenía una camisa de seda plateada, sin margas, que dejaba ver sus brazos musculados, casi tan grandes como los muslos del presentador. También se podían ver algunas cicatrices en ellos, una, la más grande, le cruzaba el brazo de arriba abajo como una grieta.
- Siete es bonito. - Continuó con la mirada perdida. - Muchos árboles. Padre y Madre siempre dicen que Siete es un buen Distrito. Los árboles son guays. Yo cortarlos, ese es mi trabajo. -
Caesar asentía serio. La gente del público también escuchaba, aunque algunos no le prestaran mucha atención a un simple tonto que seguramente era el que iba a morir primero en esta edición de los Juegos.
- ¿Hay alguien especial esperándote en casa? Y si no, ¿te parecen guapos los demás participantes? - Continuó con la entrevista.
- Padre y Madre esperarme. - Dijo mientras pensaba la respuesta a la siguiente pregunta. - Robert. Es mi amigo. -
El presentador sonrió y continuó con su trabajo.
- Interesante, Alex, interesante. Pero aquí, bueno, a mi y a todos los que están viendo esta entrevista, les gustaría saber que es lo que has hecho en la sesión privada. Verás, eres el Tributo con más alta nota de estos Juegos y eso nos hace pensar que... bueno, que tienes algún tipo de habilidad especial... ¿Qué pasó? ¿Qué les has enseñado para que te pongan un enorme doce? -
Demasiadas palabras.
Muy juntas.
El chico se quedó boquiabierto sin saber que responder, mientras la gente comenzaba a reírse cada vez un poco más fuerte. Alex enarcó una ceja, y se quedó embobado mirándole el pelo al presentador.
- Vale... - Dijo el hombre. - ¿Qué pasó en la sala con los hombres que miraban desde arriba? -
Ahora si lo entendió.
- No... fue sin querer... rompí un hombre de acero y una pared... -
Caesar no entendía muy bien que había dicho el muchacho... ¿Romper un hombre de acero? ¿Una pared? ¿Cómo lo había hecho?
- Ajá... pero... ¿Cómo? -
- ¿Querer que muestre? - Respondió Alex con el ceño fruncido.
- Sí, sí, claro, todos queremos ver a que se debe ese doce. Aunque no lo creas, hay gente que apuesta por ti. -
Alex asintió.
Se acercó a la silla de acero dónde había dejado su chaqueta y colocó la ropa sobre la mesa pequeña que había entre ambas sillas. Sacó un papel que tenía en el bolsillo y lo colocó en el respaldo de la silla en la que estaba su chaqueta. Allí se podía ver una palabra... más bien era un nombre...
Las cámaras enfocaron el respaldo y la gente enmudeció.
ACTEON rezaba la pegatina.
Ninguno se había sentado, por lo que estaban allí en el mismo sitio que las había dejado el otro tributo. Levantó el puño y descargó un golpe contra el respaldo de acero plateado, y sin apenas esfuerzo, la traspasó de lado a lado, haciéndole un agujero del tamaño de su puño cerrado.
El presentador dió un pequeño salto hacia atrás, y del público se escuchó un sonoro: ¡Oooooooooooh!
Alex se giró hacía la gente, mirando al infinito y con el rostro serio.
El presentador recuperó la compostura y exclamó.
- ¡Y este señoras y señores, es Alex Wood! ¡Del Distrito 7! ¡Esperemos que nos pueda demostrar esto mismo en los Juegos! - Gritó al micrófono que amplificó su voz diez veces. - ¡Gracias Alex! -
El rubio asintió con la cabeza, y volvió a mirar hacia dónde había entrado, y el hombre de siempre le indicaba que se retire del escenario. Él volvió a asentir, y caminando tranquilamente, se retiró de allí.
*Fundido en negro*
*Backstage*
El hombre que acompañaba al rubio se acercó a él y le dió unas palmaditas en la espalda.
- Muy bien, Alex, te ha salido muy bien. Lo hemos practicado más de cien veces y lo has hecho muy bien. ¿Te ha gustado la pegatina, eh? - El hombre se acercó un poco más al muchacho y le metió los dedos en la boca, sacándole una especie de esponja que arrojó al suelo.
Un Avox con el pelo blanco la recogió y se la llevó.
- Y la esponja te ayudó a hablar bastante bien. Me alegro que lo hayas hecho. -
En el escenario, unos hombres cambiaban la silla rota, mientras una mujer maquillaba al presentador y le quitaba el sudor con una esponja.
Alex aún no sabía muy bien que había pasado, pero las palabras de ánimo de aquella persona lo hicieron sonreir, y ahora, sin la esponjilla que llevaba dentro de su boca, un hilo de baba apareció por la comisura de sus labios.
- Ahora tenemos que volver. Lo has hecho bien. Tu padre debería estar orgulloso. -
La palabra que le había dicho su padre, resonaba en su cabeza.
*Al mismo tiempo, en otro sitio*
- Lo de la pegatina fue algo excesivo... ¿Por qué el nombre de Acteon? Sabes que eso firmaría su sentencia de muerte, ¿no? Lo has hecho por piedad... ¿O por que quieres ver que es lo que realmente pasa en los Juegos? - Dijo una mujer a un hombre, al que no se le veía el rostro.
- Verás, el muchacho tiene agallas, y no podíamos poner un nombre cualquiera. La verdad es que había pensado en su amigo Robert, pero no, prefiero Acteon. ¿Sabes por qué? ¡Por que al público le gusta! ¡El profesional contra el idiota! ¿Tu sabes lo que sucedería si todo saliera al revés de lo que la gente se espera? ¡Estos serán los mejores Juegos de la historia de Panem! Te lo garantizo. - Respondió el hombre y después, se retiraron juntos por un pasillo.
Peter entró en el plató sin hacer mucho ruido, iba vestido como se supone que deben hacerlo las gentes de bien, con traje y con corbata, aunque había elegido una que le sentaba bastante mal, aunque él, por supuesto, no lo sabía. Ya que había ignorado todos los consejos de su equipo de modistos y entrenadores.
A pesar de todas las entrevistas anteriores Caesar no dio síntomas de estar cansado y con su gracia habitual estrechó la mano al tributo y empezó la entrevista.
-Hola Peter, ¿qué tal estás? ¿Te gusta el Capitolio?
-La verdad Cesar es que si que me gusta.-empezó Peter de forma calmada.- Los edificios aquí son guays y la gente que he conocido hasta ahora muy agradable. No como en casa. Que es una mierda. Pero seguro que es por los inútiles que hay allí, aquí la gente es mucho mejor.
-Vaya, gracias Peter, ¿Qué puedes contarnos sobre tu familia y tu hogar? ¿Cómo es tu distrito?
Caesar se quedo un poco asombrado por lo que había dicho Peter de sus vecinos y de los juegos... pero era obvio que el pequeño cenutrio no tenía ni idea de lo que acaba de provocar con sus palabras. -Bueno, sigamos, ya que quieres ganar... ¿Cuál es tu mejor cualidad para vencer en los Juegos? ¿A qué se debe tu nota?
-¿Hay alguien especial esperándote en casa? Y si no, ¿te parecen guapos los demás participantes?
-Hay algunas chicas que están muy buenas, Cesar, y es posible que me toque matarlas... es una putada, pero la vida es así... no todos tienen lo que uno quiere, pero estoy seguro que cuando gane... tendré chicas más guapas para mi solo. Me reconocerán por lo que valgo.
-Gran canción, y gracias por la entrevista Peter y mucha suerte.-bajó la voz.-La necesitarás
-Y ahora, proveniente del Distrio 3, ¡¡Ishi Rhymer!! ¡Por favor, salúdenla con un fuerte aplauso!
El corazón de Ishi latió con fuerza cuando su entrenadora la empujó hacia el escenario. Las luces de los focos y los aplausos nublaron sus sentidos y la joven no pudo hacer otra cosa que quedarse ahí templando como un junco en medio de una tormenta. No estaba hecha para aquello, si ya le daban calambres y latigazos en los músculos cuando tenía que actuar en las pequeñas y humildes representaciones teatrales de su distrito, ahora además le estaban entrando nauseas.
-Ishi, por dios, ¡Ishi! ¡Mueve el culo hacia la silla! -escuchó como le susurraban a su espalda.
Sin saber muy bien como lo hizo, la joven caminó hasta sentarse en la silla que Caesar le ofrecía. El presentador parecía cansado de aplaudir y mantener su espléndida sonrisa mientras la esperaba.
-Hola Ishi, ¿qué tal estás? ¿Te gusta el Capitolio? -le preguntó nada más hacerlo y los aplausos cesaron.
Ishi lo agradeció permitiéndose respirar por primera vez desde que había subido al escenario y miró a su alrededor con nerviosismo.
-¿...Eh? -preguntó al presentador, pues estaba tan concentrada en mantener las apariencias y en no salir huyendo que no había escuchado su pregunta. Al oírla el público se echó a reír, pero todavía no parecían hacerlo burlándose de ella, sino de manera genuina.
Caesar se rió con ellos y miró al público:
-Vaya, parece que vuestros aplausos la han cautivado -dijo y se volvió hacia ella-. Preguntaba que qué tal estás y que si te gusta el Capitolio.
Ishi sonrió con nerviosismo e inconscientemente se puso a manipular los adornos de su vestido. El tirón que le había dado nada más entrar le estaba matando. La espalda le ardía como si estuviera tumbada sobre una parrilla y se estaba distrayendo demasiado.
-Estoy bien, gracias... ¿qué tal está usted? -preguntó sin mucho desparpajo poniéndose roja como un tomate aún mirando a su alrededor, a los focos, a los extraños rostros de aquella gente que la miraba. ¿Cómo podía interesarse tanto por ella? En su vida nadie le había prestado mucha atención y ahora millones de personas la estaban viendo por la televisión. Millones... Ishi se puso aún más nerviosa solo de pensarlo, pero esta vez consiguió formar más palabras con su boca-. ¿El Capitolio? Mmmm... Me recuerda a mi hogar de algún modo, creo que es porque muchas cosas que tenéis las hemos construido en nuestro Distrito. No me sorprendería que mi huella estuviera dentro de alguna de esas cajas de fusibles de ahí atrás o dentro de las cámaras.
Caesar se quedó pensativo y alzó las cejas impresionado.
-Vaya, que interesante, nunca me había puesto a pensar en que la televisión de mi casa la habían tocado otras personas -dijo y se volvió hacia el público-. Siempre he creído que crecían nuevas en los árboles, ya sabéis, como las patatas.
Se escuchó un murmullo de aprobación y varias cabezas se movieron para asentir entre el público mientras que otros se rieron al escuchar la descabellada idea de que las televisiones crecían en los árboles. Aún así todos parecían estar de acuerdo en que las patatas así lo hacían. En cuanto a Ishi, ella también parecía estar totalmente de acuerdo con la última presunción de Caesar. Sinceramente ni siquiera sabía lo que era una patata.
-Bueno... ¿Qué puedes contarnos sobre tu familia y tu hogar, Ishi? Estamos impacientes por saber toooodo de ti.
Caesar se inclinó hacia delante y apoyó la barbilla en uno de sus puños como si le estuviese prestando toda la atención del mundo.
-Pues... -la joven tragó saliva y entrecerró sus ojos al mirar a un foco por equivocación-. Soy hija única, pero tengo dos primos. Somos uña y carne y los quiero como si fueran mis hermanos. A parte tengo a mi madre y a mi padre, claro, dos orgullosos y buenos trabajadores del distrito 3. Mi padre incluso es el jefe de alguno de los proyectos. Entre los dos me han enseñado todo lo que se. Si consigo sobrevivir se lo deberé a ellos.
-Hablas de tu distrito, pero por muchos tributos que pasen por aquí nunca sabemos suficiente de él... Dinos, ¿cómo es?
-Austero -Ishi se mordió el labio inferior-. No se, como explicarlo. A vosotros creo que os parecería austero y frio. Tenemos horario para todo, la hora de comer, la hora de cenar, la hora de las duchas... Nos gusta la organización, y si uno falla fallamos todos y no recibimos comida, ya que todos tenemos un papel fundamental en la producción. Así que cada uno procuramos hacer todo lo posible por no fallar al resto. Ser puntuales, productivos... No hay peor estigma que un holgazán. Mmm... Estoy orgullosa de mi distrito.
Caesar asintió y frunció los labios en señal de aprobación.
-He de admitir que hacéis un buen trabajo, mi nuevo microondas es aún más pontente que el anterior y nunca pensé que mi café pudiera calentarse tan rápido. ¡Ya ni siquiera me da tiempo ir al baño!
Las risas volvieron a escucharse e Ishi ahora parecía estar más tranquila. Las bromas de Caesar le quitaban peso al asunto, definitivamente. Aún así el dolor de la espalda ya no se lo quitaba nadie... Tendría que acceder al masaje que le habían ofrecido los estilistas.
-Veamos, Ishi, ¿cuál es tu mejor cualidad para vencer en los Juegos? ¡Sorpréndenos!
Ishi continuó mordiéndose el labio y observó las lentejuelas del traje de Caesar pensativa. Realmente no sabía cual era su mejor cualidad. En su distrito todos los chicos y chicas de su edad sabían lo mismo que ella y había algunos que incluso más. Y los mayores... Obviamente los mayores tenían muchísimo más conocimiento y práctica. ¿La mecánica era su punto fuerte? En su distrito desde luego que no, allí todo el mundo sabía hacer lo mismo. Pero... ¿allí podía serlo? Era extraño pensar que algo que veía tan común y normal fuera una habilidad y actividad desconocída en el resto de Panem.
-Supongo que no te sorprenderé si te digo que la mecánica... Nunca me he parado a pensar en ello. -se encogió de hombros-. Cuando arreglo o monto cosas me sale de manera natural...
-¿A qué se debe tu nota? Nos han llegado noticias de que has tenido una puntuación muy baja...
-Ya, hum... Bueno, la verdad es que no tuve mi mejor día. Creo que... Me puse nerviosa. Para mi todo esto supone una gran presión, mi distrito depende de mi, y mi familia, si yo gano ellos ganan, si pierdo... Tienen una trabajadora menos. Antes creía que podía con todo, pero en ese momento me di cuenta de que nada es tan facil como parece. Esto es real y los juegos no son un camino de rosas... Fallé por sobreestimar mis habilidades, pero ya aprendí de mi error, si os sirve de consuelo. Estoy dispuesta a empezar de cero.
-¿Hay alguien especial esperándote en casa? Y si no, ¿te parecen guapos los demás participantes?
Si Ishi había perdido algo de color lo recuperó al instante con esa pregunta. En su distrito no había nadie especial, aunque un par de personas le habían echado el ojo y ella a otras cuantas. Pero nunca había habido nada más allá de coqueteos y peleas
-Pues... no, en mi distrito no tengo tiempo para esas cosas. Pero aquí hay chicas muy guapas... -dijo y su mandíbula se tensó. Los nervios le habían jugado una mala pasada y había hablado demasiado alegremente...-. Chicos, hay chicos muy guapos. Creo que incluso más que el año pasado. En mi grupo de trabajo las chicas aún suspiran por Casius, y seguro que en estos momentos lo hacen por Acteon o Ryan... No lo niegues, Fran, se que tipo de chicos te gustan -dijo esto último dirigiéndose a la cámara y sacó la lengua.
Aquel acto le devolvió algo de confianza, pensar que podía hablar a sus amigos desde allí y que la estarían escuchando le hizo sentirse mejor aunque no pudiera oir sus respuestas. Pero seguro que Fran se habría puesto como un tomate.
-Bueno, bueno, nos has dejado con cosas en las que pensar. Espero que tengas suerte en los juegos... ¡Con todos ustedes, Ishi Rhymer! Otro fuerte aplauso, por favor.
-¿Tengo que irme ahora o me quedo sentada...? -susurró Ishi.
-Tienes que irte -dijo Caesar entre dientes mientras aplaudia y sin perder la sonrisa.
-Ah, ya, perdón...
Ishi se levantó, saludó al público y salió corriendo de allí.
La entrada de Alex Wood era sin duda una de las mas esperadas. ¡Aquel chico había sacado un 12! Y no era solo que fuese el único que había sacado semejante nota sino que todos sabían que el muchacho era bastante "especial".
Parte del público parecía enternecido con el, era como un alma perdida en medio de los Juegos, alguien que no parecía ser muy consciente de donde se encontraba. Y eso hacía que todo el mundo se preguntase que había hecho para obtener semejante nota.
Sin embargo, todos enmudecieron cuando sacó la pegatina con el nombre de Acteon y mas aún cuando la traspasó.
Los aplausos lo inundaron todo. ¡Que fuerza! Retando así a un profesional. Un chico muy por debajo de la media, a quien la vida no le había sonreído, retando a alguien con altas posibilidades de ganar los juegos como era Acteon. ¡Aquello enloquecía al público!. Querían verlos ya en la arena.
Puede que Alex no fuese muy consciente de lo que pasaba pero el público le adoraba, mucho mas que eso, algunos estaban deseando que ganara estos juegos, que le diera un giro a todo.
...no menciones nada de lo que ha pasado en la prueba. Recuerda, es tu carta secreta. Y procura no ponerte igual de llorica que has estado en el tren. César está ahí para dar espectáculo, ¿entiendes? Sacarte unas risas para la audiencia, algo por lo que te recuerden. Así que haz el favor de quitarte esa cara de pánfila y darte vidilla ahí fuera, ¿vale?. La gente quiere evasión. E-VA-SION. Dásela, aunque de lo que tengas ganas es de meterte bajo una piedra. ¿Estamos?.
Alya asintió mecánicamente por cuarta o quinta vez. Estaba pálida, y el maquillaje no acabab de disimularlo del todo. Los aullidos del pastor alemán no se le iba de la cabeza. Y total, ¿para qué tanto sufrimiento?. Un 7 roñoso. Por lo visto, a los jueces la pérdida de vidas les parecía algo normal. Aburrido y previsible, nada fuera de lo corriente.
Esa tarde, se había sorprendido sintiendo una ira tan violenta que por un segundo deseó haberse dejado de complicaciones y haberse llevado adelfa como para cargarse a todos los jueces. A lo mejor estar convulsionándose y cagando sangre un cuarto de hora mientras esperaban por un fallo cardíaco les daría algo más de consideración por la vida.
La violencia de sus pensamientos la reconfortaba y aterraba en igual medida. ¿Qué pensarían sus padres viéndola así? Alya siempre había tenido un carácter muy dulce, pero esto... la forma tan trivial en que todo el mundo se preparaba para la masacre de dentro de unos días la dejaba atónita.
Su entrenador, exasperado, la agarró por la barbilla y la obligó a mirarle.
¡ALYA! Te lo digo totalmente en serio. No sé que coño te pasa por ese melón hueco que tienes por cabeza, pero aléjalo de tí ahora mismo o te lo quito yo de una bofetada, ¿entiendes?. Los juegos no son sólo la Cornucopia y todo lo demás. Los juegos se empiezan a ganar aquí, y como no espabiles vas a meter medio pie en la tumba tú sola. Ahora sal ahí y no montes otro número como el de estos días, o te juro que nada más termines con Caesar te rompo todos los sacudidores de alfombras del armario de la limpieza en el trasero. ¡ANDANDO!.
Aunque crudas y dichas con la típica falta de tacto del 11, las palabras sacaron a Alya de su estupor justo a tiempo para oír a César dándole paso. No tanto porque se creyese la amenaza- aunque sabía perfectamente que el hombre estaba lo bastante exasperado con sus ataques de nervios como para tener ganas de hacerlo- como por el tono, seco y cortante como un latigazo, que hizo "clic" con algo dentro de la mente casi catatónica de la propia Alya. La mezcla de vergüenza, rabia y tristeza le hizo un nudo de algo bubujeante en el estómago y pareció sacudirle el sudor frío que se la había formado en el cuerpo, se dio la vuelta y avanzo por el escenario, justo a tiempo para oír su propia introducción.
Con todos ustedes, del Distrito 11. ¡Alya Fortune!
Los aplausos de la multitud avivaron algo del calor que le bullía dentro y se le subió el color a las mejillas. Mordiéndose el labio inferior, en un gesto característico de cuando estaba nerviosa o confundida, Alya avanzó hacia su silla y se quedó quieta de pie, sin sentarse. No estaba segura de si se consideraba "buenos modales" sentarse sin haber sido invitada. Y quién sabía lo que la panda de raros de Capitolio consideraría "modales". Algunos ni siquiera parecían humanos, para empezar.
"Oh, ¡POR DIOS!"- oyó el susurro enfadado de su entrenador entre bambalinas.
Dándose cuenta, Caesar decidió echarle un cable.
- Siéntate, mujer, que esto no es la escuela. Aunque por lo que me ha contado un pájaro, eres toda una cerebrito...
- ¿Yo? Eh... no.
Se hizo el silencio por un momento. Un par de personas rieron. Al cabo de un par de segundos, bastantes personas más se habían unido y se estaban riendo por lo bajo del corte que le acababa de pegar al presentador. A Alya le parecía que podía notar el cabreo del entrenador del 11 desde aquí, y rectificó nerviosamente.
- Eh... quiero decir... si, bueno, se muchas cosas sobre... eh, bueno, plantas y animales y... eh, cosas así, por el dsitrito y... esto... bueno, quiero decir que nunca fui estudiosa realmente, porque mi zona era pobre y no podía ir tanto a la escuela y... eh... por eso no...
Haciéndole caso por una vez al sentido común, Alya decidió sentarse y cerrar la boca. Estaba todavía más roja que cuando entró.
- Y por eso es bueno saber biología. Para que no te den sinsajo por paloma mensajera. Seguro que a Alya no le habría pasado.
Alya, no habiendo estudiado historia, no pilló la sutil referencia, anque sí que conocía de sobra a los sinsajos. Decidió callarse de nuevo.
- Pero bueno, basta de flora silvestre por hoy. Ya tengo bastante esperándome en casa. Dime, Alya, ¿qué tal estás? ¿Te gusta el Capitolio?
Las carcajadas que siguieron al comentario de César le dieron algo de tiempo para pensar. ¿Cómo se encontraba? Asqueada. Revuelta. Confusa. Tan llena de miedo a la muerte que no se le ocurría como expresarlo y llegaba a ser un malestar físico.
- Confusa...- se decidió finalmente, optando por la verdad. O al menos parte de ella. Se me hace muy raro no ver árobles o campos por todas partes, o animales. Había oído muchas historias sobre el Capitolio, pero es mucho más... raro de lo que contaban. Y más grande.
Uh oh. Eso sonaba peligrosamente a crítica. Mejor que intentase arreglarlo, y deprisita.
Aunque podría acostumbrarme a muchas cosas... al agua caliente. O a la comida. Seguro que la voy a echar de menos ahí fuera. Y los edificios son grandes y tienen mucha luz. Eso está bien...
- Ya lo han oído. El Capitolio es "grande y raro". ¡Maldita sea tu y tu insistencia, Cassius Booth!- dijo, señalando a su estilista fuera de cámara con un dedo acusatorio. ¡Te dije que los pompadour habían dejado de estar de moda hace un lustro! ¿Ves lo que has conseguido?
Las carcajadas se extendieron por el plató mientras el aludido levantaba las manos en un gesto cómico de rendición y Alya se preguntaba qué estaba pasando. Y, sobre todo, qué era un pompadú.
- En fin, dejemos el tema de mi peinado, por fabuloso que sea. Cuéntanos algo de tu familia, Alya. ¿Cómo son? ¿Qué tal se vive en el Distrito 11?.
- Soy hija única. Mis padres son... bueno, podría decirse que algo así como médicos. Por tradición, mi familia conoce muchas cosas acerca de plantas medicinales y algo de medicina... no como la que hacen en el Capitolio con equipos de verdad y cirujanos, pero algo para ir tirando... entablillar, succionar venenos, tratar irritaciones o picaduras... ese tipo de cosas. El Distrito 11 es un sitio muy bonito para vivir, si te gusta la naturaleza. No sólo están los campos, también están los bosques que crecen fuera de las zonas de cultivo. Son muy ricos y están muy llenos de vida.
- Por supuesto. Están los árobles de televisores y patatas.
Las risas por la alusión pillaron a la joven con la guardia baja, y antes de que su cerebro opinase al respecto, su boca ya se había lanzado.
- Eh... en realidad las patatas crecen bajo tierra. Son, uh, tubérculos...
Por un momento, Caesar se quedó pensativo con una expresión de educada estupefacción- no parecía tener ni idea de dónde provenían las patatas realmente. Un par de "¡Auch!" chistosos se oyeron desde el púlbico, y el presentador cambió rápidamente su expresión por una de fingido abatimiento.
- Vaya. Primero, otra gente ha tocado mi tele, y ahora las patatas no crecen en los árboles. El mundo es extraño y nada tiene sentido.
- Lo siento...
Una mezcla de risas y "Ooooooh" acompañaron a la ingenua reacción de Alya, que se revolvió incómoda en el asiento.
- El caso es que mi zona- prosiguió la joven, deseosa de apartar la mente del público de su pequeño paux fass- es muy pantanosa. Está bien para criar arroz en las partes más limpias, pero el aire es muy insalubre y hay muchas enfermedades. Por eso mis padres se dedican a lo que se dedican. Es un trabajo muy duro, y puedo ver que les cuesta. Hay tantos enfermos y ellos tienen tan poco, que... bueno, estaba empezando a ayudarles en la consulta y creíamos que cuando fuese más hábil todo iría mejor, pero... eh... ahora...
En el incómodo silencio, Caesar sonrió con algo parecido a la amabilidad y retomó la conversación.
- Ahora tendréis muchos más suministros con el dinero que conseguirás después de que ganes los Juegos, ¿a que sí? ¡Ese es el espíritu!.
¿Lo es? No se me había ocurrido, pero tiene lógica. Pero primero tengo que ganarlos. ¿Puedo?
Tras el espacio para los aplausos de rigor, Caesar prosiguió. Y hablando justamente de eso, veo que tu nota ha sido un 7. No está mal, visto lo visto. No eres de los destacados, pero se ve que algo tienes. ¿Qué opinas de tu nota? ¿Crees que tienes algo oculto esperando a los Juegos para salir y alcanzar la victoria? ¿Cómo nos va a sorprender esta monada de jóven en la arena?
Sin poder evitarlo, Alya se puso tensa. La prueb era lo último de lo que la apetecía hablar en estos momentos. Pero no era tan tonta. Si se le ocurría decirle eso a Caesar, su entrenador era capaz de salir al escenario, sacarla a rastras y colgarla por los pulgares.
- Supongo que no estaba en mi mejor momento. Que me enrollé demsiado, y a lo mejor debería haber pasado menos tiempo hablando y más demostrando mis conocimientos de forma más... práctica. Me dejé llevar, o quizá me deje distraer. Aún así, espero que el haber estudiado tánto a los animales y las plantas me ayude. Las armas que usaremos en los juegos serán mortíferas, sí, pero la propia naturaleza puede ser mucho más letal si no sabes tratarla con cuidado. Yo creo que sé, así que espero encontrar alguna forma de que eso juegue en mi favor... aunque antes tendría de ver el terreno no sabré como.
- Ni tú ni nadie, me temo. Todavía ayer estaba intentando sacarle alguna pistilla a los Vigilantes, pero no hay manera. Más cerrados que la ventanilla de reclamaciones de mi equipo de música. Ya saben a lo que me refiero, ¿no?.
Alya desde luego no, pero a juzgar por las risas y "oooooh" que oía desde el público, ellos sí.
- Bueno, Alya. Mona, amante de la naturaleza, y buena con las plantas y con los animales. Con tantas virtudes, los chicos se te deben rifar en tu distrito. Sobre todo con la última.
Se empiezan a oír risas. Alya, a la que el cambio de tercio ha cogido por sorpresa y no es un tema que le sea cómodo, se vuelve a quedar atontada y sólo responde con un "¿Eh?".
Las risas aumentan de volumen y hay algunos "oooooh" entre el público. Caesar se ríe con ganas.
- ¿No es una monada? Venga, Alya, confiesa. Tiene que haber algún chico en el 11 que esté deseando que vuelvas. Y si no... ¿qué me dices de alguno de los tributos de este año? Son guapos, ¿eh?.
- Eh... no, la verdad es que no hay nadie... como pasaba mucho tiempo ayudando a mis padres a recoger plantas salvajes y aprendiendo, la verdad es que no he conocido a muchos chicos, sólo a los que venían enfermos. Y bueno, eh, esos no tenían ganas de... bueno, de salir y esas cosas, claro, y eh... no. No hay nadie en especial.
Algunos de los tributos de este año son muy guapos... pero un poco altos para mí. Supongo que es porque son mayores y yo soy bajita. Y algunas de las chicas son muy guapas tambien, aunque yo no... eh, quiero decir que no son guapas de la misma forma que los chicos, es... bueno, ya sabes. La mayoría simplemente me dan miedo, pero alguno... habría sido agradable conocerle de otra forma.
- Supongo que sí. No recuerdo muy bien cómo era tener la sensación de ligar con alguien que te está intentando cortar en trocitos desde que empecé a salir con mi actual mujer, pero supongo que no es lo más agradable del mundo. En fin, señores, tic tac tic tac, se nos acaba el tiempo... dime, Alya, ¿tienes alguna pregunta más?.
- ¿Me puedo ir ya...?- murmuró la joven con mansedumbre. Ló unico que quiere es que termine este tormento infernal. Tiene la sensación de que todo el mundo se está riendo a costa de una broma que no entiende, y se está poniendo francamente nerviosa.
- Claro que sí. No queremos quitarte tiempo para pensar en una estrategia... o en los chicos de este año dijo, con un tonillo que hizo que las carcajadas estallasen por la sala y Alya saliese del estudio tan rápido como la dignidad lo permitía.
Afuera, la mirada de su entrenador no la ayudó a sentirse mejor. La exasperación era evidente pero, extrañamente, desde que lo conocía, su mirada tenía una expresión algo distinta. Más suave. Y calculadora.
Es un hecho oficial. Definitivamente, eres idiota. Demos gracias a que tu compañero ha puesto el listón de la estupidez tan alto que ni siquiera tú lo podrías saltar. Pero lo has hecho bastante mejor de lo que esperaba, no obstante. Vamos. A ver si podemos aprovechar un poco de esa lucidez mientras dure...
Peter era un tributo con mucha confianza en si mismo, de eso no había duda. Solo alguien con mucha confianza en si mismo se atrevería a alardear tanto habiendo sacado una nota tan baja.
Pero allí estaba, alardeando y sorprendiendo al público con su "inteligencia". Sin embargo, logró arrancar mas de una carcajada al público ¡Nadie se aburría con el!
Quizás no pareciese a simple viste la mejor opción para ganar los juegos pero aquel gordo, como muchos de los presentes lo llamaban, tenía algo que le gustaba a la gente. Quizás les sorprendiese después de todo.
Tras su inesperada canción, el público comenzó a aplaudir con ganas. Algunos porque realmente les gustaba este chico y otros porque querían que parase de cantar de una vez.
Una muchacha simpática, así es como se podría describir a simple vista a Ishi, tímida y simpática. Pero hace falta mas que eso para ganar los juegos y el público lo sabe.
La muchacha logró ir soltándose a medida que avanzaba la entrevista pero no parecía destacar, no lograba cautivar al público o al menos eso parecía.
De todas formas, era diferente, parecía presentar unas armas distintas a las del resto de tributos. Era posible que fuese a darle a los juegos esa variedad que necesitan. "Habrá que esperar para comprobarlo" parecía pensar el público cuando Ishi abandonó el plató.
El Distrito 11 no estaba en su mejor momento en esta edición, de eso no había duda.
Alya pareció gustar mas en general que Peter, lo cual no era muy complicado, pero no lograba ganarse a la audiencia. Si bien es cierto que parecía enternecerla, daba la sensación de ser una personita frágil que no iba a estar a la altura de los Juegos. Aún así, cuando la despidieron con sonoros aplausos, todos deseaban que no fuese así. Quizás la naturaleza le diese una ventaja, como ella misma comentaba, después de todo.
Gunnar se encontraba mal, y ciertamente parecía enfermo. Le dolía la cabeza, tenía acidez de estómago y notaba la boca seca y pastosa. Se sentía mareado y débil, y apenas había descansado. Y además su traje era incómodo; tan rígido que no pensaba que fuera a poder doblar el cuerpo para sentarse. Aún así logró salir, saludar al público con un gesto de la mano y una mirada que esperaba que no expresara el terror que sentía y desplomarse en el sillón.
La comida del Capitolio le había hecho enfermar. Le habían dicho que era una indigestión, pero estaba casi seguro de que no. Se había pasado tres días enfermo y se había perdido su prueba. Seguro que había sido alguno de los vigilantes, o alguien de fuera había sobornado a alguno de los avox, o incluso algún tributo queriendo quitarse competencia. Esa guarra del distrito uno, la rubia, igual no había podido esperar a que empezaran los Juegos. A lo mejor la del pelo rosa. O el imbécil del distrito ocho. Podía haber sido cualquiera de ellos.
Se esforzó por sonreír a Caesar. Estaba bastante seguro de que el presentador le estaba mirando con condescendencia, y sólo quería terminar de una vez la entrevista.
-Hola Gunnar, ¿te encuentras mejor?
-Sí, ya me encuentro bien. -Hizo un esfuerzo por recordar una frase que le habían hecho ensayar, y la repitió sin apenas entonación-. Menudo susto. Casi me pierdo los Juegos.
-¿Te gusta el Capitolio?
-Mucho. No me imaginaba que fuera tan grande. Ahora sé por qué estamos tan ocupados en el cinco. Pero es un sitio genial -se apresuró a añadir.
-¿Qué puedes contarnos sobre tu familia y tu hogar? ¿Cómo es tu distrito?
-Es bastante pequeño, y sobre todo hay centrales. Todos trabajamos duro, mis padres y yo también. Nos gusta hacer cómoda la vida de la gente.
-Nos perdimos tu prueba, pero, ¿tienes algún as en la manga que pueda darte ventaja en los Juegos? ¿Cómo te sientes, estando en desventaja frente al resto de tributos?
Recordó con amargura cómo había estado arrastrándose de la cama al cuarto de baño y del cuarto de baño a la cama mientras Briar iba a hacer su prueba. Y ella tenía un nueve. A lo mejor había sido cosa suya. Echó mano otra vez de su colección de frases ensayadas.
-Bueno, me temo que los Vigilantes se lo han perdido. Tendrán que esperar a los Juegos para verlo, como los demás.
-¿Hay alguien especial esperándote en casa? Y si no, ¿te parecen guapos los demás participantes?
-No están mal -dijo solamente.
-De acuerdo. Bueno, Panem, Gunnar Vinpointe.
Se recogió a sí mismo del asiento y salió del escenario tan rápido como pudo.
Gunnar no aporta nada especial a su entrevista y ni siquiera fue a su prueba. Ha tenido mala suerte pero la suerte es también un factor importante en los juegos. El público le despide con un simple aplauso y bastante indiferencia.
Por si alguien no puede leerlo ;)
-¡Cyan!
El chico estaba en el camerino, mirando el reflejo del techo de la habitación en el espejo.
Los pequeños brillos que la lámpara parecía emitir cuando su luz se topaba con una pe-
queña mancha. Aunque, a decir verdad, había que fijarse mucho para encontrarlas.
Allí, en mitad de toda esa locura de lujo y decadencia todo parecía ser perfecto,
bueno... perfecto a su manera.
El chico acostumbraba a quedarse mirando el cielo en su hogar y era una constum-
bre que le habían arrebatado. Ahora aprovechaba cada momento para mirar hacia...
“arriba”.
Sea lo que fuera lo que en ese lugar tapara el cielo, el chico lo estudiaba, aunque sólo
fuera un simple techo, aunque fuera una sola tabla de madera.
¿Porqué?
Quizá una manía..
¿Qué más da?
-¡Cyan! ¡Joder! Quita esa maldita cara de empanado que tienes encima. Te toca, y no vas a tener otra oportunidad como esta para ganarte a los patrocinadores. Este es el momento de que trates de gustarles. Un consejo, no te quedes mucho tiempo parado pensando. Sé que te gusta, pero en la televisión el tiempo es oro y, si ademas la gente cree que eres lento no apostarán por tí, te lo aseguro.
Y una última cosa.
.Ni se te ocurra quedarte pasmado mirando al techo.
Cyan asintió, mirando a su asesor a los ojos. Sabía de lo que iba todo eso, tenía
ya dieciseis años y había visto el mismo espectáculo dantesco desde hacía
mucho tiempo. Caerle en gracia a los patrocinadores era otra parte de la estra-
tegia de... ¿La victoria?¿La supervivencia?
En este momento, son sinónimos.
El chico estaba ya en la fila para pasar al escenario. Antes que él, su compa-
ñera de distrito Ishi subió las escaleras que separaban el backstage del
lugar de ceremonias. Después de ella subiría él. Ya no quedaba tiempo,
era la segunda prueba de los juegos del hambre. La primera ya la había
superado... ¿No?
No lo había hecho mal, pero otros lo habían hecho mejor. Al menos,
había hecho tanto como su entrenador le habia pedido. No sabía
cómo habían sido las pruebas de los demas, pero suponía que la suya
había sido única... por rara, más que nada...
No pudo evitarlo, clavó su mirada en la cubrición del pasillo,
mientras seguía esperando su turno. Dobló las rodillas y apoyó la
espalda en la pared, dejándose deslizar hasta que tocó el suelo.
No fueron muchos segundos los que estuvo en esa posición, pues
Ishi pasó a su lado, y desde el interior del escenario escuchó la po-
tente voz del presentador.
Estaba diciendo su nombre.
-Y ahora, con todos ustedes... ¡Directo desde el distrito 3!¡Cyan Índigo!
El chico comenzó a caminar hacia la silla y sólo fue capaz de esbozar una sonrisa forzada.
No le hacía ilusión estar allí como a los profesionales, y aunque su preparador había
insistido en preparar unas respuestas de antemano, Cyan no había hecho caso.
-¡Vamos chico! La audiencia no va a comerte.-Rió Caesar.
Al parecer, Cyan se había quedado paralizado mirando al público, no comen-
zaba bien.
-Yo, lo siento..-rectificó rápidamente.- Aún no puedo creerme estar al
lado del gran Caesar. Bien jugado...
-Bah-rió- no digas eso, no es para tanto, seguro que la impresión por es-
tar en el capitolio ha sido mucho más grande.
Mirada al frente, casi perdida entre la multitud comenzó a hablar, casi
de manera automática, su mente quería salir de allí, y a la vez le obliga-
ba a quedarse. Era una situación realmente contradictoria.
-Pues la verdad es que la comida en este lugar es excelente, y creo que
he tenido suerte de no pillar una idigestión, aunque hay una cosa que echo
de menos de este sitio. Y no es por el lugar, sino por la situación.
¿Por qué había dicho eso? Tal respuesat desncadenaría en la obvia pregunta...
-¿Y qué es lo que echas de menos que no puedes cumplir aquí? Preguntó Caesar, asombrado.
Cyan comenzó a elevar la vista hacia el techo, sintiendo como las palabras de su asesor se le clavaban en la sien. Estaba seguro de que él lo estaba notado y que estaría echando pestes sobre él en ese momento.
-Nada Caesar, nada importante.
-O, venga, no me hagas rogarte, seguro que la audiencia quiere saberlo.
-No creo que sea relevante. Y si realmente tiene curiosidad...-Cyan estaba mirando hacia arriba en ese momento, escuchando las palabras de Caesar pero sin mirarle diréctamente a la cara. Estaba haciendo precísamente lo que su asistente le había pedido que no hiciera, pero no podía evitarlo.
-... que me ayuden a ganar los juegos. Yo daré todo para hacerlo.
Bajó la vista, esta vez mirando al público. Observando cada uno de los estrafalarios peinados, colores y trajes que los invitados a la gala portaban. No lo había esperado, pero la ocasión habia sido propicia para crear un poco de espectación. Quizá hubiera salido bien, o estrepitósamente mal,
-¿Y vas a dejarnos ahora con la duda? Eres un chico malo. Y seguro que eso te hace ganarte las miradas y los suspiros de muchas ¿no es cierto?
-No, Caesar. No tengo novia, ni nada que se le parezca. Hubiera
sido bonito conocer lo que es el amor antes de venir a los
juegos.-Calló de pronto, no podía dar esa sensación
pesimista.- Aunque tendré la ocasión después de
ellos. ¿No es cierto?
Forzó una sonrisa. No había quedado del todo,
natural el comentario, pero no importaba. Po-
día achacarse a los nevios...
-Claro que sí-dijo enseñado su perfecta
dentadura a la audiencia-Aunque ... ¿No has
echado un ojo a los demas tributos?
-No Caesar, no estaba en el centro para ligar.
Tenía que aprender a sobrevivir, en mi distrito,
vivía alrededor de ordenadores y máquinas todo
el tiempo. No es un lugar donde aprendas a
vivir en un entorno hostil.
-A propósito de eso,¿Qué tal es tu distrito?
-No quiero aburriros Caesar, vengo del mismo
lugar que Ishi, y ella os lo ha contado todo. Sólo
tendría una cosa mas que añadir sobre él, pero esa,
es parte de la sopresa que me reservo.
-No sueltas prenda pequeño. ¿Donde has aprendido a manejar la intriga?-Volvó a sonreir llenando la estancia con sus dientes, para luego enfocar otra pregunta.-Pero para eso tendrás que ganar, ¿No? ¿Cual es tu mejor arma?¿A qué se debe la valoración de los vigilantes?
-Comprenderás Caesar, que si lo dijera perdería una gran ventaja contra mis adversarios.
Volvió a mirar al techo casi sin querer, comprobando la posición de las luces, las cámaras aéreas, las diversas grietas del plató que escapaban a la vista de los televidentes... todo. Era involuntario, no podía no hacerlo.
-Digamos... que soy observador.
Caesar se quedó mirando al tributo durante unos segundos, sin decidirse a decir nada mas. Pero antes de despedirse, le dio una última oportunidad.
-¿Algo más que decir?
Cyan sonrió -Bonito cabello Caesar. ¿Sabes lo que simboliza el azul verdad?-dijo mirando a su pelo. -La inteligencia, la sabiduría y la introspección, pero también... el infinito,lo que dura
Su aspecto era del agrado de la mayoría. Cyan tenía buenos estilistas que habían decidido que un color de pelo llamativo posiblemente le hiciese destacar entre los demás tributos. Y así era, pero no bastaba solo con eso. El chico lograba captar la atención de todos no solo por su aspecto sino también por haber obtenido una buena nota en las pruebas pero la entrevista resultó ser algo decepcionante. Es bueno generar un poco de misterio pero Cyan no aportó ningún tipo de dato, todo se lo guardaba para el y ni siquiera parecía muy convencido de su supuesta victoria.
Aún así, el público le despidió con un fuerte aplauso, esperando que la arena se le diese mejor.
La entrevista con el tributo anterior a ella tocaba a su fin. Megan esperaba a un lado del escenário, nerviosa. Entrelazaba los dedos una y otra vez mientras esperaba a que la llamasen.
Caesar despidió al tributo y a los ojos de Megan llegaron unas lágrimas. De repente se echó hacia atras, pero la mano de su mentor la detuvo.
-¿Que haces? No me iras a llorar ahora ¿no? Se te va a estropear todo el maquillaje pequeña...
Este con un pequeño algodón le secó las lágrimas, por suerte no había pasado nada grave. Sus ojos estaban adornados de color. Llevaba una sombra de ojos anaranjada con un suave degradado amarillo, lo que lo hacía destacar sobre su piel. Largas pestañas y una delgada línea blanca bordeando sus ojos. Dejó de llorar antes de empeorarlo mas.
-Si... Así está mejor. Ahora venga, sal ahí y demuestra quien es la mejor de las mejores.
Caesar se levantó y empezó a hablar. Había llegado el momento.
-¡Señoras y señores, desde el distrito diez, demos la bienvenida a Megan Smith!
El público empezó a aplaudir y Megan salió inmediatamente, como impulsada por esos aplausos. Avanzó sin titubeos, sin miedo, mostrando su mejor sonrisa y saludando efusivamente al personal, como le habían aconsejado su asesor de imagen y su mentor.
Vestía con precioso vestido de tonos rojos, naranjas, negros y blancos, los cuales parecían estar en armonia los unos con los otros. Escotado con plumas negras, muy ceñido, que se abría en una falda de varias capas que se asemejaban a las alas de una mariposa.
Megan llegó a la silla y justo cuando se iba a sentar, Caesar la cogió de la mano, impidiéndoselo.
-Un momento muchacha... - Comentó. Megan se puso nerviosa, eso no debería de pasar según lo que le habían dicho.
-¡Señoras y señores miren esto!- Caesar la llevó de la mano delante suyo e hizo que diese un par de vueltas-. Precioso, simplemente precioso... Ya puedes sentarte Megan, gracias- La chica se sentó y respiró aliviada.
-Y bien Megan dinos ¿qué tal estás? ¿Te gusta el Capitolio?
La chica escuchó esas palabras atentamente y respondió rápidamente, sin pensarselo, tenía las respuestas correctas a todas estas preguntas, no había problemas.
-Estoy encantada de estar aquí Caesar. El Capitolio es genial. Es un honor estar aquí delante tuyo y de toda esta gente- Comentó con tono neutro.
Caesar la miró fijamente -¿Tienes las respuestas memorizadas Megan? -El público se empezó a reír-. Tranquila, se tu misma, que no pasa nada, no mordémos a nadie- Caesar sonrió ampliamente mirando al público, que seguía riéndose.
-S... Si... De acuerdo Caesar- Murmuró la chica, bajando la cabeza.
-¿Qué puedes contarnos sobre tu familia y tu hogar? ¿Cómo es tu distrito?
-Mi familia es muy humilde. Vivimos en una pequeña casita en el campo. Mis padres trabajan duro cada día y mi hermana y yo les ayudamos en lo que podemos, haciendo las camas, preparando la comida, ordeñando a las vacas... Yo me encargo de llevar a pastar al ganado siempre que mi padre está fuera, cuando va al mercado. Mi distrito es el que proporciona carne, queso, lana, leche y demás alimentos. Me siento orgullosa de pertenecer a él.
-Vaya... Que de cosas ricas haceis en vuestro distrito. Cuentame Megan ¿Cuál es tu mejor cualidad para vencer en los Juegos? ¿A qué se debe tu nota?
-Siempre he sido bastante ágil desde pequeña y bueno... Las cabras son algo traviesas y siempre se pierden entre los riscos... y hay que tener muy buen equilibrio para no caerse y a veces se suben a algunas rocas que están muy altas y es muy difícil subir...
Un silencio se hizo en la sala. Megan se había dejado llevar, olvidándose del protocolo y siendo ella misma
-Vaya vaya... Que curioso- Caesar continuó, dedicándole una sonrisa a la chica para tranquilizarla-. Dinos Megan ¿Te parecen guapos los demás participantes?
-Pues la verdad Caesar, no me he fijado en nadie de esa manera. Todos saben que solo puede quedar un superviviente asi que, ¿De que sirve?
-Visto así... Bueno Megan, para terminar ¿Quieres decirnos algo mas?
-Solo una cosa Caesar...- La chica hizo una pausa antes de continuar-. Solo espero que la gente vea mas allá de lo que nosotros los tributos representamos. Que nos vean como las personas que somos, con nuestros sueños e inquietudes... A mi me gustaría ser cantante cuando terminen los juegos... Si es que lo consigo. Me llamaría Lathisha Lover ¿Sabes? .Me aferro a ello y se que ese sueño me ayudará en la arena cuando mas lo necesite...- El público no dijo nada-. Y... Eso es todo... Gracias a todos por escucharme.
-Cántanos algo Megan, por favor.
-¿Qu.. Que? ¿Que cante algo?
-Si, vamos... Que mejor momento y con mejor público que este.
-Está bien... Espero que les guste. Se la dedico a este público tan maravilloso y sobre todo a ti Caesar, por darme la oportunidad de hacer una pequeña parte de mi sueño... Gracias...
Todo apuntaba a que iba a ser una entrevista mas pero Megan logró soltarse, ser ella misma y agradar al público.
Una tributo con sus sueños y sus emociones. Evidentemente, todos los tienen pero aquí todos intentan mostrar su lado mas fuerte, se aferran a la victoria, a la fama... Ver mas allá y pensar en el futuro parece una tontería y, en parte, teniendo en cuenta su situación, puede que lo sea, pero a la audiencia le encanta el sentimentalismo y eso sumado a la canción que la futura, si sobrevive, Latisha Lover, les dedicó a modo de despedida, le hizo ganarse un lugar en el corazón de muchos de los presentes.
Huck salió al escenario con un nudo en la garganta, bastante nervioso pero intentando mantener la calma que había mantenido en la Sesión Privada. Una ronda de aplausos le recibió al entrar mientras se sentaba junto a Caesar. Iba vestido de una forma muy sencilla (un traje negro y rojo) y el maquillaje justo para cubrir las imperfecciones.
Caesar lo recibió con un apretón de manos y Huck respondió al gesto con una amplia sonrisa. Se sentó a su lado e hizo una pasada con los ojos al público antes de posar su mirada en Flickerman.
- Hola Huck, bienvenido, ¿qué tal estás? ¿Te gusta el Capitolio?
- Hola Caesar... bueno, estoy todo lo bien que podría estar alguien en mi situación. Estoy nervioso por lo que está por llegar pero animado por el tiempo que he disfrutado aquí. Ha sido muy agradable conocer el Capitolio... sobre todo las comodidades que tenéis aquí y la amabilidad de la gente. -
- Esto tiene que ser muy diferente para ti... ¿Qué puedes contarnos sobre tu familia y tu hogar? ¿Cómo es el distrito 10?
- Creo que ya os lo ha contado Megan, ¿no es así? Es un distrito muy grande y muy verdoso para que el ganado pueda pastar. Me... gusta mi distrito. Mucho. Desearía volver a él... Mi familia siempre ha trabajado duro para poder brindarle al Capitolio todos los víveres que necesitan. Pensad que la deliciosa carne que probéis provenga de mi familia o de cualquier otra del distrito. - esbozó una sonrisa para intentar transmitir buenas vibraciones.
-¿Cuál es tu mejor cualidad para vencer en los Juegos? ¿A qué se debe tu nota?
- Pues... pues... - Huck bajó la cabeza, entristeciendo el gesto. - No sé si tengo alguna cualidad para ganar, Caesar... aunque he sacado más nota que varios de los otros tributos mi prueba fue un fracaso total, yo... quizás mis entrenamientos no fueron los adecuados, intenté aprender muchas cosas y al parecer no sé nada de nada. Espero poder sobrevivir en estos Juegos, pero no tengo muchas esperanzas puestas en mi mismo.
- Eso es terrible, Huck... pero confiamos en que la adrenalina de la arena te permita actuar como es debido. ¿Hay alguien especial esperándote en casa? Y si no, ¿te parecen guapos los demás participantes?
- Pues creo que no... al menos que yo sepa, más allá de mi familia. La verdad es que hay tributos muy atractivas como Kristel y Jane, pero si Kristel ha sido la más adorada por el público por algo es. La verdad es que es una lástima que algo tan bonito pueda morir en la arena. -
- Bueno, Huck, son los Juegos del Hambre, al menos podréis conoceros bien antes de que todo comience. ¡Muchas gracias, Huck! -
- Gracias a todos vosotros, ¡y que disfrutéis de los Juegos del Hambre! -
Con un brinco se levantó y se fue del escenario para desaparecer como si no existiera.
Entre que ya eran muchas las entrevistas que habían ido por delante, su nota poco destacable (aunque no la peor, por supuesto) y su actitud general, la entrevista de Huck pasó como una mas, resultando bastante sosa en general. Un muchacho que no tenía confianza en si mismo, ¿como iba a tenerla el público o un patrocinador? En todo caso, aún le quedaba la arena para mostrar sus armas, si es que las tenía. El público aplaudió, a la espera de una nueva entrevista.
- Esto no puede estar pasando…
- Esto… gracias, es muy bonito pero… ¿podríais enseñarme alguna otra cosa?
- ¿Qué otra cosa? No hemos tenido tiempo de hacer nada más, nos ha llevado mucho tiempo pensar algo adecuado para ti.
- Adecuado… esto es un vestido.
- Claro, creemos que el distrito doce ha ido siempre demasiado poco preparado a las entrevistas. Y en las carrozas. Por eso hemos decidido que este año no iba a pasar lo mismo y os hemos
- Hecho un vestido.
- Si.
- ¿No os habréis confundido con la ropa de Lena?
- No, ella ya tiene la ropa puesta.
- ¿Pantalones?
- No, otro vestido, por supuesto.*
Después de una conversación que siguió unos minutos, en la que Jack intentó argumentar que no conseguiría patrocinadores así vestido, fue a hablar con su entrenador. Aún así no cree que el consejo que le dio Haymitch sirva de mucho
- Chico tú, sonríe y adula e irá todo bien.
Y aquí está. Esperando su turno para salir a escena.
- El último. Siempre el último. Pero ni yo mismo me creo que vaya a serlo en la Arena.
---
-¡Señoras y señores, desde el distrito doce, demos la bienvenida a nuestro último tributo de este año, Jack Morgan!
Mientras escucha risas entremezclados con los aplausos que Caesar ha pedido, Jack serio se dirige hacia el presentador. Al llegar a él se obliga a sonreír mientras le tiende la mano.
-Hola Jack ¿qué tal estás? ¿Te gusta el Capitolio?
Tarda un par de segundos en contestar, mientras traga el nudo que tiene en la garganta, pese a lo cual intenta parecer ocurrente.
- Vaya, eres el primero en preguntarme qué tal estoy, Caesar. Hay tanto ajetreo entre entrenamientos, tiempo con los estilistas, y las sesiones privadas, que apenas lo hay para charlar. Estoy bien, gracias. – sonríe. – Pero ¿cómo no iba a estarlo con los cuidados a los que nos someten? Manjares que no hemos probado jamás, unas vistas magníficas y una compañía estupenda - dice mirando hacia el público, haciendo un gesto con la mano abarcando a Caesar y a ellos. - y adula
-¿Qué puedes contarnos sobre tu familia y tu hogar?
- Ahora vivo con Dan, mi hermano. Tiene tan sólo siete años. Mi madre murió poco después de dar a mi hermano a luz, y mi padre y mi hermano mayor, hace poco más de un mes, en un accidente en la mina, en la que murieron más de veinte personas. Así que estamos solos. Supongo que ahora estará viéndome en casa de una amiga que le iba a cuidar. – Mira a cámara, y dice muy serio: - Dan, pase lo que pase, espero que te portes bien con Sae.
- Vaya, ¿acaso es un granuja?
- La verdad es que si, es bastante trasto – dice sonriendo. – Pero ¿quién no es revoltoso a esas edades? Yo seguro que lo era mucho más. – ríe.
- Bueno, y dinos ¿cómo es tu distrito?
- Uy Caesar, eso depende de a quién le preguntes. Como dijo Lena, es muy grande, y hay muchas diferencias entre unas zonas y otras. Yo vivo en la Veta. La mayoría de las familias de la Veta trabajan en la mina, y a veces es muy duro porque hay muchos accidentes.
- ¿Cuál es tu mejor cualidad para vencer en los Juegos?
La cabezonería – se permite bromear, pues no pretende decir en qué es bueno para que sus enemigos no puedan tomar nota. – siempre intento salirme con la mía, y en este caso, es volver a casa.
- Y ¿A qué se debe tu nota?
- No lo sé. Supongo que no les sorprendió demasiado lo que vieron. Aunque no significa que no estuviera bien hecho.
- ¿Hay alguien especial esperándote en casa?
- No si no contamos a mi hermano – ríe. – La verdad es que pasaba todo mi tiempo con mi familia, no me he fijado mucho en nadie.
- Y los demás participantes, ¿te parecen guapos?
- Hay quien llama la atención por su belleza, pero en este momento es cuando menos hay que plantearse esas cosas.
Pues hasta aquí la entrevista Jack, a no ser que haya algo que quieras decir
- Sólo que espero volver a verte dentro de poco, para poder hablar largo y tendido.
Se levanta, volviendo a tender la mano a Caesar en forma de despedida, y se va, menos serio que antes, incluso saludando al público.
*vestido de Jack:
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