Hola, mucho gusto a todos. Soy el Profesor Armitage. Sus hijos están bien, así que no tienen de qué preocuparse, claro que a lo mejor... quieren sentarse para oír lo que tenemos que contarles.
El profesor estaba muy serio, pero al menos, nadie había salido herido. Ni siquiera Willy.
Emiko se abrazó corriendo a su padre, y ambos empezaron a hablar en japonés, de modo que nadie entendió una sola palabra. Pero a los dos se les veía muy contentos.
Emiko parecía feliz de que todo aquello hubiese acabado. Había tenido una aventura increíble, pero era mejor recordarla... que sufrirla, y su padre pareció captar la idea.
- ¡Papá! - Gritó Scott al ver a su padre.
Hacia mucho tiempo que no tenía tantas ganas de ver a su padre. Lo cierto era la relación entre padre e hijo no pasaba por su mejor momento. Podría deberse a la pubertad, pero en realidad era más culpa de la alocada vida de Bocazas que de la etapa por la que pasaba su hijo. Fuera como fuera Scott fue saltando a la pata coja hasta abrasarse con su padre.
- No te vas a creer lo que ha pasado, papá... - Le dijo Scott a su padre. - ¡Hemos conocido a Willy! ¡Vivía dentro de un cuadro! ¡Magia negra! ¡Tuvimos que escapar de él! ¡Las cuevas estaban llenas de trampas y había unos seres voladores! ¡Eran como dinosaurios! Y... - Tragó saliva y cogió aire. - ¿Podemos venir a vivir aquí? - Le preguntó con gran ilusión.
Corrí hasta mis padres y comencé a explicarles todo lo que nos había sucedido, de manera agitada y nerviosa, uniéndone al relato de Scott.
-Vimoz una zerpiente marina y un Kraken -añado, con los ojos como platos, muy emocionado-. Zeguro que era máz grande que el calamar que papá dice que atacó a la madre de Anne... Y eza chica ez la hija de Willy, de Willy el Tuerto. Ze llama Zadie, zu padre la tenía encerrada en una cueva, en zu mundo creado por magia negra...
-Eso es tener suerte, pitufo – le dedico en modo cariñoso a Caleb, alborotando su pelo de la que pasaba junto comenzando el ascenso
Recorrió las escaleras del sótano sosteniendo la mano de Anne, pensando en todo lo que habían pasado e ignorando cuanto tiempo habría pasado; apretando más la mano de su amiga al rememorar como habían estado a punto de perderla a ella y al profesor, pero sobre todo a ella. Una sonrisa se fue dibujando en sus labios cuando finalizaron la ascensión. Sin duda aquella había sido la aventura de sus vidas y se conformaba con que el resto fueran algo más tranquilas.
Recorrieron el pasillos que les llevaba de vuelta al lugar en el que antes se exhibía el cuadro del faro con suma calma, sus ojos volaron al hueco en el que reposaba la pintura. En ese momento aparecieron sus padres, sus caras de preocupación lo decían todo. Cuando Stef se acercó a abrazar a Anne, ella soltó su mano con delicadeza y se hizo a un lado, sonriendo satisfecha de ver que su madre se preocupaba más por ella de lo que Anne querría creer.
Vio como su tío se acercaba a Patrick e intento no juzgar a su últimas palabras pues a pesar de lo que insinuaban parecía tan preocupado como su tía que rápidamente se abrazo a Patrick* En ese momento la voz de su padre la reclamo, contemplando el afable y sonriente rostro de su padre, con aquella chispa de curiosa en la mirada. Esa chispa era firma del pequeño niño cuya ilusión jamás desaparecería en él y encontrarse con él de frente tras haber estado a punto de no volver a verle en varías ocasiones hizo que las lagrimas llenaran sus cristalinos ojos azules.
-papa...snif...- acortando la escasa distancia que los separaba, rodeo a su padre con los brazos, hundiendo el rostro en su pecho dejando que las lagrimas se desbordaran
De pronto se vio sobre pasada por todo lo ocurrido y aunque quería contarle todo lo que había sucedido tal y como hacías Scott y Caleb, las palabras se atragantaron en su garganta.
Sadie escuchó las palabras de Anne. Hasta ese momento, se había sentido desamparada sin su padre y alejada de todo cuanto conocía, aunque no fuese demasiado, pero después de su ofrecimiento...
Cuando llegaron los padres de todos, ella se acercó junto a Anne.
-Ho-hola. Soy Sadie. Yo... Willy era... es mi padre.
El profesor sonrió. Aquellos chicos y sus padres, Sadie encontrando una nueva familia... quién habría dicho que todo iba a terminar bien después de todo. Era verdad que había un tesoro, pero no se trataba solo de Sadie. Era la amistad de todos aquellos chicos y chicas, aquellos "goonies", que habían pasado una prueba tras otra, ayudándose mutuamente, enfrentándose a sus propios miedos... hasta volver a su casa, sanos y salvos.
Sí, era increíble.
-Bueno creo que vuestros padres se merecen una explicación como Dios manda, pero me parece que eso llevará su tiempo, así que... ¿y si empezamos yendo a algún sitio a comer? Yo no sé los demás, pero en mi caso, me comería un kraken enterito.
Fuimos escaleras arriba sin perder tiempo, el ansia de salir todo aquello superaba al temor de encontrarnos algo nuevo allí arriba, pero por suerte, cuando llegamos a la planta principal, allí no había monstruos, ni piratas, estaban nuestros padres. Mi cara se iluminó y un gesto de alegría apareció en mi rostro al instante.
-¡Papa!-pese a las palabras que me dijo pensando en que yo era el principal culpable de todo ese lio, me dió igual, sonreí y me abracé a su torso. Ahora recordaba con más claridad aún todo aquello que me había contado mi padre pero más aún el tio Mikey. El inicio de la aventura excitante, el miedo ante las trampas, los monstruos y los piratas, la felicidad de reencontrarse con sus padres...
Rememoraba el final de la historia de los Goonies originales cuando en aquella playa se reencontraros todos, incluyendo la pizza que le habían traído sus padres a gordi y entonces miré a Sadie, al lado de Anne, ahora tendría una familia de verdad, por mucho que quisiera a su padre, ahora nos tenía a nosotros, miré a los demás compañeros y compañeras de aventura que hacían lo mismo que yo, ir corriendo hacia sus padres y madres, mirarlos exultantes y lanzarse en sus brazos.
Por último miré a mi queria prima. Habíamos estado juntos desde el principio, ayudándonos mútuamente en cada traspiés del camino y habíamos salido vivos de todo aquello, sentía que aquella aventura nos había unido más si cabe, gire mi cabeza y con los ojos rojos a punto de llorar la miré fíjamente y sonreí. Había sido una aventura llena de peligros, monstruos y que nos había acercado a la muerte más de una vez, pero era feliz. Estábamos todos bien y a salvo, como los primeros Goonies.
Reencontrarme con mi madre, a quien ni me hubiera imaginado antes de empezar esa increíble aventura que me iba a alegrar tanto de abrazarla, me hizo sentir segura por primera vez en mucho tiempo. Ahora la miraba con otros ojos ya que podía saber de primera mano la cantidad de peligros que había pasado, al igual que nosotros, y que habían sido tan reales que en más de una ocasión alguno de nosotros había estado a punto de perder la vida.
—¡Mamá! —me apreté contra ella ya que quería disfrutar de su calor aunque sólo fuera por unos minutos. Hacía ya tanto tiempo que no hacíamos otra cosa que discutir que, ver la verdadera preocupación en su rostro, me hizo comprender que sí se preocupaba por mí.
Atropelladamente comencé a contarle, sin ningún orden establecido, todo lo que habíamos vivido, aunque como en ese momento todos estábamos hablando a la vez contando las aventuras que habíamos tenido en el interior del cuadro, no sabía muy bien cómo nuestros padres podrían estar enterándose de algo.
Pero ya habría tiempo a contarles, una y mil veces igual que habían hecho ellos, las historias vividas.
Miré hacia atrás, a los que habían sido mis compañeros en aquella odisea, viendo la piña que habían formado y que seguramente mantendrían durante años. Había llegado ese día a Astoria con muchas expectativas, muchos nervios y mucho miedo a no encajar y me iba con la sensación de haber vivido una de las mejores experiencias de mi vida. Una que no sería capaz de olvidar nunca y que, si yo en alguna ocasión tenía hijos, esperaba poder contársela y trasmitirles toda la emoción que mi madre me había transmitido a mí.
Seguía queriendo más aventuras y esperaba en un futuro poder hacerlo aunque, por el momento, sólo quería disfrutar de mis padres y de mis compañeros que esperaba no me olvidaran cuando nos separáramos ya que, muchos de ellos se conocían, pero yo vivía apartada de ellos.
—Ha estado genial... Sin lugar a dudas ha sido una experiencia inolvidable.
Scott pasó el resto de la semana con sus nuevos amigos. Aunque le hubiera gustado pasar más tiempo con ellos, su vida estaba bastante alejada de los muelles de Goon. Eso le entristecía, porque si bien en Portland tenía amigos, el colegio, su entorno, el equipo de béisbol y a su madre, estar con aquellos chicos y chicas ers muy diferente a todo lo que había conocido anteriormente.
Entre ellos había nacido algo muy especial. Un lazo que les uniría por el resto de sus vidas allí donde fueran y por muy lejos que se encontraran los unos de los otros. Habían experimentado la verdadera amistad. Habían vivido el sueño de todo chico de los 80 o de los 90 y habían experimentado el placer de sentirse goonies.
Sí, no iban a olvidar aquella experiencia en toda su vida, por muchas cosas que les sucedieran a posteriori. Scott no quería marcharse a casa. Lo que dejaba atrás era mucho más valioso que su ordenador, sus maquetas, su bate de béisbol o cualquier otra cosa que pudiera tener en Portland. Él había nacido allí. Pertenecía a aquel lugar y aunque no lo sabía hasta ahora, ese era su hogar y no el lujoso chalet de Portland.
La despedida de sus amigos fue triste. Scott lloró y casi no pudo ni articular palabra. No sabía cuándo volvería a verles y deseaba hacerlo muy pronto. Su padre le había prometido regresar en verano, pero sabía por experiencia que las promesas de Bocazas no valían de mucho.
Iba a perderse muchas cosas. Ellos, los otros goonies seguirían viéndose casi a diario mientras que él se pasaría los siguientes meses esperando a que llegara el verano y pudiera exigirle a su padre que cumpliera su promesa.
Muchas cosas eran las que se iba a perder y aunque podían seguir hablando por teléfono, WhatsApp o por internet, desde luego no sería lo mismo. Aunque tendría que conformarse por desgracia.
Y qué decir de su primer beso... Siempre había calculado que sería alrededor de los quince años. Consideraba que era un buen momento, ni demasiado joven, ni demasiado mayor y por desgracia, Anne, Sarah o Sadie se quedarían allí. Lex y Emiko también eran guapas, pero Lex era su amiga y si algo había aprendido de las películas era que uno no se podía enrollar con una amiga y Emiko, bueno, con ella no había tenido ningún momento "especial", como con las demás.
- Igual con un poco de suerte paso este verano con ellos... - Pensó mientras el avión de regreso a Portland se elevaba durante el despegue.
Por la ventanilla de veían las luces de la ciudad y a medida que ascendían todo parecía encoger. Pudo contemplar la costa desde lo alto y creyó localizar los muelles de Goon. Todavía no había llegado a casa y ya sentía que necesitaba regresar.
- Bueno... - Empezó a darle vueltas a una idea en la cabeza. - ...igual en verano siguen sin novio. Yo ya seré más mayor. Tendré quince y puede que ya tenga algo de barba. ¡Espero pasar todo el verano con ellos! - Estaba ansioso por que así fuera. No podía evitarlo porque lo que habían vivido juntos a aquellos chicos fue algo tan fuerte que les ligó de por vida los unos a los otros.
Por alguna razón publiqué este turno en Creación de Personajes...
Ahora ya está donde toca estar!
Me di cuenta y no te dije nada porque pensé.. bueno, ahí queda, tampoco pasa nada. Pero estuve tentada de preguntarte XD
Nah... Era evidentemente un fallo XD. Lo escribí demasiado tarde u estaba medio dormido... No sabía lo que hacía XD.
Mikey le susurró unas palabras alentadoras que le hicieron sonreír contra el pecho de su padre, sin separarse ladeo la cabeza hacía el lugar donde se encontraba su primo, el también la miraba y ambos se sonrieron mutuamente. Ahora eran eran más que el legado de los Goonies, ahora eran los nuevos Goonies y nadie podría quitarles eso.
El profesor Armitage, serio y cansado le invito a pasar a una sala donde todos los chicos comenzaron a narrar la historia de nuevo, atropellándose los unos a los otros, esta vez Lex se animo a participar del relato con su característico estilo narrativo. No paso mucho tiempo antes que el profesor le sugiriera retirarse pues tenía que arreglar aquel desastre que se había organizado por culpa del desaparecido Doctor Kingston. En ese momento a Lex se le ocurrió la brillante idea invitarlos todos a su casa, aunque hubo alguna cara reticente al respecto al final todos los padres coincidieron que sería buena idea mantenerlos a todos juntos, así que se declaro “acampada” oficial de los Goonies en casa de los Walsh. En el instante que se aproximaban a la salida el sonido de una moto acercándose llamo la atención de Lex que salió disparada, encontrando a su hermano mayor desmontando. Jason era el hermano mayor de Lex y contaba con unos veintiocho años de edad, quien se quedo estupefacto al ver las puertas arrancadas y como su hermanita se lanzaba a sus brazos de un salto, enganchándose a el como si se tratara de un mono. No le hizo preguntar que había pasado, ella se lo soltó todo de carrerilla. Sin duda había recuperado el animo y la energía que la caracterizaban. Jason acepto sin tan siquiera dudar las palabras y se ofreció a llevarla a casa en su moto, escoltando la comitiva que se dirigían a lo alto de Astoria.
Para alguno de los Goonies como era el caso de Scott era su primera vez en el 368 de la calle 38 de Astoria, el hogar de la familia Walsh desde hacía varias geraciones y el lugar donde había comenzado la aventura de su padres hacía treinta años.
Según cruzaron el umbral de la casa Louise, la madre de Lex, sugirió que ofreciera a Sadie y el resto de chicas una ducha, así como ropa limpia. Así que las chicas guiadas por su amiga subieron a su dormitorio, mientras Jason guió a los chicos a su viejo cuarto para cerciorarse que las chicas tenían su intimidad asegurada. Se tomaron la cosas con calma para ayudar a que Sadie se aclimatara al lugar, Anne se había encargado de ir respondiendo algunas preguntas, pero no era de extrañar que la joven hija de Willy tuviera un millón más. Para la hora de la cena ya estaban todos charlando desperdigados por el cuarto doble de Lex, aunque tuvieron que posponer la excursión al ático donde habían encontrado el mapa del tesoro.
Al reunirse con los mayores, estos habían decidido declarar una semana de “vacaciones” para los chicos, pero sin que sirviera de precedente según las palabras de su tío Bran.
Aquella noche un “regimiento” de sacos de dormir fue desplegado, aunque las charlas y risas se extendieron hasta bien entrada la noche pronto uno a uno fueron cayendo en los brazos de morfeo, hasta que solo uno quedo en pie. Lex salió por la ventana de su habitación sin despertar a nadie, como tantas otras noches hacía - acompañada de uno de sus cuadernos - y se sentó en el exterior observando el mar en la lejanía.
Había sido un día cargado de intensas emociones y simplemente le resultaba complicado desconectar. Repaso todo lo ocurrido con una sonrisa en sus labios observando el cielo estrellado, dando de vez en cuando un vistazo al interior de su cuarto donde todos dormían. Y comenzó a escribir bajo el amparo del cielo estrellado.
“La amistad es el más noble de los sentimientos y es siempre el más humilde. Crece en el amparo del desinterés, se nutre de la generosidad y florece cada día con la comprensión.
La amistad es una mano extendida, una sonrisa que anima, una mirada que te comprende, una lagrima que se une a tu dolor y una palabra que te dice aquí estoy.
Es algo que todos conocemos al crecer pero que muy pocos saben valorar; quedate como yo con aquellos con quien puedas ser tu mismo, en toda tu esencia, y con total libertad.
Quedate con los Goonies...”
y ese sera el primer borrador de la que sera la primera novela de Lex como escritora novel XD
Había sido una gran aventura: cuadros que conducían a otros mundos, bichos alados, piratas, cuevas peligrosas, trampas por doquier, serpientes marinas ¡e incluso un Kraken! Sin duda, aquella aventura había estado al nivel de la que habían vivido nuestros respectivos padres treinta años atrás. Una de esas experiencias que unen de verdad a las personas. No íbamos a olvidarla. ¿Cómo íbamos a hacerlo?
Por fortuna, todo había salido bien, y el profesor Armitage sabía que todo lo que habíamos vivido era real. Tendría que inventar alguna excusa sobre la súbita desaparición del doctor Kingston y que esa noche el museo hubiera aparecido con las puertas destrozadas, aunque como era de esperar, la gente de Astoria creería la historia más realista y aburrida, aunque fuera una mentira.
Cuando regresamos a casa, pude contarle nuestra aventura a Sloth. No sé si llegaría a entenderla o a creérsela, pero el hombretón parecía bastante animado al oír que habíamos visto piratas y un Kraken. En efecto, él había estado haciendo una maratón de Piratas del Caribe junto a mis abuelos, pero era de suponer que no era lo mismo ver aventuras piratescas y monstruos marinos en una película que haberlo visto, como nos había pasado a nosotros.
-Te llevaremoz con nozotroz en nueztra próxima aventura, amigo -le prometí al gigantón, aún sin saber el contenido del mensaje que el profesor Armitage nos enviaría tiempo después.
-Mamá!- Guité acudiendo a sus brazos.
Era una de las pocas veces que llegaba hasta ella de aquel modo. Pero realmente era mi madre, por mucho que odiara su trabajo. Me abracé tan fuerte que ella misma sabía que había pasado algo. - Un pájaro bestia.. nido...huevos, mama! Huevos!
Mis palabras salían mezcladas con las del resto formando una historia tan inverosimil como cierta, a la par que excitante. Quizá fue eso lo que mi madre vio en mi, ese brillo que le recordaba a ella misma cuando tuvo su aventura con los Goonies.
Presentamos a Sadie y mi madre no dijo nada. ¿Dos hijas? En su cara veía esa cara de cansancio de una madre con el doble de trabajo. Al principio no lo entendería, para mi era como invitar a dormir a alguna amiga, como Lex, fiesta de pijamas y tal. Pero al vernos allí a todos, solo sonrió y asintió con un nuevo abrazo. Yo me sentí reconfortada y mi mirada, entre los brazos de mi madre, se posó en mis amigos. Sonreí llena de felicidad pese que aún tenía un pensamiento dentro de mi:
Piratas! Quien me lo hubiera dicho.
Mi corazón latía con fuerza.
Era el último tiro libre y perdíamos de tan solo un punto. Si metía ganábamos. Si no... el primer partido de liga de Sadie iba a ser una pena. Y es que vivir en mi casa hizo que la adoptara en todos los sentidos. Al final tenía buena puntería con eso de meter la pelota en el cesto. Será que practicaba a tirar cosas en aquel cubo en la cueva en la que la encontramos? Sobre todo cuando en el primer partido perdimos porque metió todas en NUESTRA canasta. Genial, ¿no?
Al fondo estaba Lex, vestida de animadora. Mantenía a raya a las pijas normalmente. En ese momento, hasta la guarrillas del insti deseaban que metiera esa canasta. Pero la mejor era si duda ella. Preferí no mirarla, ya que me desconcentraría seguro. Sabiendo que estaba allí...uff.
El silencio era sepulcral. Tan solo se oía el pom-pom de la pelota contra el suelo. Soplé hacia un lado para apartar un mechón de pelo que me caía sobre los ojos mientras visualizaba el aro. Parecía un Donuts. Así me lo imaginé. Caleb me dijo que así puede que me fuera mas fácil encestar. El lo hacía constantemente con sus bollos. Eso me hizo sonreir y me relajó un poco.
El pitido del silbato sonó, y el árbitro me indicó que debía tirar. Achiné los ojos y alcé los brazos con un pequeño salto, lanzando la pelota.
Un mudo Wooooo me pareció que surgía del corazón de todos mis compañeros. Incluso Sarah había venido a ver el partido. El final de la temporada. Sabía que estaba cerca de Patrik que no hacía mas que blasfemar en cuanto fallábamos un tiro. Y a mi los segundo se me hicieron eternos.
Un rebote.
Dos. Tres. ¿tres? Tres.
Y la pelota entró!
Habíamos ganado el partido y la liga. Astoria ganaba! Joderos, podridos Mapaches de Massachusset! Los vitores ensordecieron mi oidos y pronto me vi rodeada por mis amigos llevándome en volandas. Habíamos ganado! ¿Era un sueño? Nah.. Sobre todo porque la voz de Scott resonaba por el megáfono (¿como había conseguido uno?) gritando " Esa es mi novia!!". Creo que Emiko traía uno de algún lado o su padre lo había sacado de un cinturón portátil o algo así. Joder, Scott, ya te vale!!
Cuando llegué al suelo, fui a parar justo donde Lex. Abracé a mi amiga dando vueltas y vueltas como una noria. Ambas saltábamos como locas y llenas de felicidad. Hasta que paramos y me quedé mirándola a los ojos como una boba. Y ahora que? Y ahora que?! Sin pensarlo la cogí de las mejillas y la planté un beso allí mismo. Uno cortito, pero que salía del corazón.
- Huys.- Dije apartándome dándome cuenta de lo que había hecho. Instantes después, mi rostro cambio y mostró una sonrisa. Me encogí de hombros y me aparté un paso de ella.- Es lo que hay. Lo tomas o lo dejas, nena! - Dije imitando a Scott.- Los Goonies no tenemos miedo. Ya no.
Iba con segundas claro.