Vistas desde el cielo, las ruinas tienen una disposición arborescente, los edificios más importantes tienen forma de flor.
Una guerra religiosa tuvo lugar entre los "comedores de hierba" y los "comedores de carne", estos últimos perdieron.
Una cueva tiene el olor dulce y húmedo de la descomposición, en su interior florecen plantas gigantes del género Dionaea, sobre las cuales hay esqueletos a medio digeridos. Los habitantes de las ruinas continúan utilizando este lugar para sus ceremonias funerarias colocando los cadáveres en los lóbulos de las plantas carnívoras.
Durante los últimos años, esta civilización vio nacer una nueva religión que, rechazando la acción y el sufrimiento del mundo, invitaba al suicidio lento por inanición o por ausencia de movimiento.
Un laboratorio enterrado, donde numerosas raíces emergen de sus muros. Sobre las estanterías, recipientes de cristal contienen embriones medio animales, medio vegetales, experimentos que muestran la relación secreta entre el reino animal y el reino vegetal.
Al amanecer y al anochecer, oímos al bosque cantar dulcemente moviendo aires milenarios.
Numerosas figuras humanas han sido esculpidas en los árboles, en las más variadas posiciones.
La técnica para producir la droga para pasar de un estado humano a uno vegetal.
Algunos miembros no completaron su transformación en planta, son árboles inmensos, de movimientos lentos y majestuosos, pero con reflejos de protección contra los invasores, y cuyos últimos vestigios de humanidad se esconden entre lo más profundo de su follaje.
Todos los miembros de esta civilización se transformaron voluntariamente en árboles después de ingerir durante años la droga, formando los árboles que crecen en las ruinas.