Partida Rol por web

¡Hola, Emma! -exlamó Koko al ver que su amiga continuaba viva -. ¿Te apuntas a otra aventura? Creo que todavía hay muchas cosas que descubrir y es todo... tan fascinante.

Koko irradiaba entusiasmo. Delante de ella, Victoria la observaba quizás sorprendida por ver a una niña tomando el mando y haciendo algo que tendría que estar realizando un adulto, pero es que ese adulto... ya no estaba allí.

Ni Aeryn... ni Nathan.

-De todas maneras... empezó a decirle a Victoria -, he de decir que lo que haya sido del señor Fadaray no me preocupa mucho. Nos abandonó dentro de la esfinge cuando más lo necesitábamos, pero estoy dispuesta a ir a descubrir que ha sido de él y de Aeryn.

No le dijo, obviamente, que solo estaba interesado en Aeryn, pero es que tampoco necesitaba saberlo.

La confrontación, ha terminado mientras los paramédicos me vendan la herida mientras me lamento, no por el dolor si no por no poder haber estudiado bien la esfinge y el fruto.
La niña explica la desaparición de Faraday y la rubia por encima e insiste en la posibilidad de encontrarlos en Japón
Cuenta conmigo deseo estudiar los frutos detenidamente, y si vuelve a aparecer Faraday debo devolverle esto-digo mientras enseño la pistola- Pero cuéntame detenidamente¿ que paso cuando yo me fui?, ¿donde esta Bellocs? Y que paso con detalles en ese helicóptero?.

Durante toda la actuación de Aeryn, el soldado se mantuvo quieto, en su silla, observando, en silencio, el accionar de ella. El vano intento de seducción, la bravuconería, el desprecio, y el accionar gratuito. La dejo actuar y hacer, callado, observando. No solo no bailo para el, si no que hizo lo que quiso y se jacto de poder hacerlo.
Leí tu informe. Participaste del SAS británicos, y al parecer, tu padre arreglo para endurecerte que pasaras por las torturas más viles, incluso un posible intento de violación grupal. dijo, sin demasiado interés en el asunto, como quien comenta que afuera llueve. Se que no voy a quebrarte por uso de la fuerza, tortura, o abuso. Lo sé desde que te puse en ese gancho. Vio como se limpiaba, sin permiso, usando su agua. Estaba demostrándole que eran iguales. Que incluso, ella era la que mandaba. Un error de interpretación.
¿Crees que estamos en igualdad de condiciones? ¿Qué tengo que darte la libertad para que tu puedas confiar en mí? ¿Qué puedes decirme que hacer y qué no hacer? Que parte de que mataste a mi chica, asesinaste al la expedición, robaste el tesoro sin necesidad, y de forma inútil, porque podías haberlo conseguido sin derramar sangre y ahora quieres convencerme de que no es así? Te equivocas en todo Psicópata. Y no me digas que no te di la oportunidad
Se puso en pie, y camino hacia ella. En igualdad de condiciones, tal vez podrían haber tenido un enfrentamiento digno, como aquel que habían tenido en la pelea con cuchillos, pero aun así, Faraday, por su peso y fuerza, hubiera terminado ganando la mayoría de las veces. No fue el caso. El se puso en pie con velocidad, y camino hacia ella. La tomo con fuerza de la nuca, y la pateo debajo de la pantorrilla.
Se que no voy a quebrarte usando esto. Lo hago porque puedo. Ya con las rodillas contra el suelo, la obligo a caminar a cuatro patas, todo el trecho, lentamente, obligándola a mirar y a usar las manos contra el sucio suelo, a caminar usando las rodillas. Incluso si no quería avanzar, la arrastro del pelo.
Veamos si un poco de tiempo puede darte una idea de cómo es tu futuro.
Llegada hasta la cadena de nuevo, le volvió a sujetar las manos a la misma, y la volvió a la posición original.
A partir de ahora, eres mi juguete y como tal te comportaras. Si digo Salta, tu saltas, si digo de rodillas, te lanzas a por ella. ¿Quieres negarte? Humillación. ¿Aceptas tu destino? Tendrás que comerte tu orgullo.
La fue izando mientras decía lo que decía, ya con muy pocas culpas, hasta que volvió a quedar en la posición inicial, dejándola sujeta allí. El sitio pareció incrementar su temperatura, por que empezó a sudar y con ello a generar de nuevo sed en ella. Lo que había bebido no alcanzaba.
La dejo sola con sus pensamientos.
…
No supo cuanto había pasado, si un dia, o una hora, o una semana. Probablemente alguna de las dos primeras. La sed era ahora una tortura, y para colmo, el la despertó arrojándole agua en el rostro que no pudo beber y que cayó en su cuerpo caluroso, dándole un refresco momentáneo.
¿Cuál es tu nombre? ¿A qué organización perteneces? ¿De qué te arrepientes?
A diferencia de ella, el parecía mas renovado, fresco y vestido, ahora con una camisa y borceguíes. Incluso parecía recientemente bañado y olia a perfume.

-Los maté porque se los merecía. Uno a uno. Es lo que les pasa a los rebeldes que intentan sublevarse... Uno a uno -fue lo último que dijo antes de que aquel hombre desapareciese por completo, dejándola en la posición del inicio-.

* * 

No sabía cuánto tiempo había pasado desde aquel día. Apenas sentía la sangre en los brazos y se le había tensado todo su cuerpo. Un cubo de agua la despertó, abrió los ojos sobresaltadas. Su respiración se le había agitado. Su pecho subía y bajaba con rapidez. Malhumorada lo miró. Ahí estaba, arreglado.

Ojalá un tiro en la pierna , ojalá.

Buenos días, eh -comentó de muy malas ganas-.Parece que alguien va de citas. ¿Dónde coño estamos? Hace demasiado calor.

Demasiada, más bien. Tengo sed.

¿Cuál es tu nombre? ¿A qué organización perteneces? ¿De qué te arrepientes?

Bostezó aburrida. Aquella situación ya le aburría.

Eh, guaperas -comentó más de forma despectiva que como un piropo- ya lo sabes todo de mí, ¿no? Tú mismo dijiste que sabías quién era yo. Pero para tu información, no robé el fruto sin necesidad. Uno a uno serán mío, independientemente del lado en el que estés, incluyendo tu lado de mercenario vagabundo. -hizo una pausa apoyando todo su peso en la pierna derecha- Nada, no me arrepiento absolutamente de n-a-d-a, dear.

Lo miró con odio y abrió sus labios para seguir comentando:

¿En esa ficha no pone nada de mi madre? Una lástima. Te hubieras ahorrado todo este numerito. Por cierto, no estudié psicología, eso es solo una tapadera. Si la hubiera estudiado, créeme que la estaría utilizando contigo. 

Volvió a bostezar y soltó un suspiro.

¿Me vas a tener mucho tiempo así? Porque me parece que de ser así, nos vamos a ver demasiadas veces y tu cara ya me está resultando aburrida. 

El movió la cara, como en plan, si no obedeces es tu culpa. Fue hasta las cercanías de ella, y encendio una cámara montada en un tripode, lejos de cualquier agresion que pudiera hacerle, donde se aseguro de que quedara bien visible y enfocara su rostro. Luego volvió y el harapo que tenia por bragas lo bajo hasta cercano a las rodillas.
¿Cuál es tu nombre? ¿A qué organización perteneces? ¿De qué te arrepientes?
Acto seguido, saco una larga y fina pértiga, y le dio en ambas redondeadas nalgas, de forma que esta vez, quedaron realmente picando, no como ayer. No se limito a un golpe, si no que fueron uno, dos, tres, cinco. Cuando llego a diez, ambas blancas partes parecían un montón de flechas indicativas y líneas rojizas.
Allí fue cuando pregunto de nuevo, apoyado en la fina pértiga que tanto dolor causaba.
¿Cuál es tu nombre? ¿A qué organización perteneces? ¿De qué te arrepientes? A pesar de repetirse su rostro levanto una ceja, a ver si cambiaba de opinión esta vez.

¡¡TE DIJE QUE NO ME TOCARAS!!

Aeryn comenzó a gritar furiosa cuando sintió los golpes en sus glúteos . Sin embargo, a la décima  agachó la cabeza dejando que su rostro fuese tapado por el cabello mojado.

Te dije que no... 

Las lágrimas cayeron descendían de su rostro hasta caer al suelo . Su cuerpo empezó a temblar siendo aquel momento cuando adoptó una actitud completamente sumisa y, sin levantar la mirada ni la cabeza del suelo, respondió:

A-Aeryn Ainswoth. Pertenezco a Triquel y no me arrepiento de nada. 

Contestó sin dejar de temblar . Aquel hombre había ganado aquella guerra mental, la había desactivilizado con unos latigazos. 

Cuando le grito, la situación fue mucho peor, porque el directamente la desnudo, dejándola completamente expuesta. Fue hasta detrás de ella y con el pie, separo ambas piernas de forma que estuvieran separadas medio metro entre si, y la obligo a inclinarse aun mas.
Ahí le dio quince azotes. Zas, Zas, Zas!. 5 mas, zas!, Zas!, ZAS! Cada uno, llevaba un poco mas de dolor que el anterior, cada uno acarreaba la marca del anterior.
Cuando las lagrimas empezaron a caer, tampoco freno, solo cuando a las palabras que le preguntaron, que el ultimo azote, casualmente fallo contra el suelo. Sin embargo, el ruido de la pértiga contra el suelo fue quizás más intimidante que el dolor mismo.
Dejo la pértiga contra el suelo, y fue y busco una botella de agua. Le acerco la misma a la boca, y le dio de beber un sorbo, y bebió algo mas el mismo. La observo ceñudo, luego la observo y apoyo el menton en la pértiga.
¿Nombre de su padre?. ¿Localizacion de Trinquel? ¿De que te arrepientes?

Aeryn gritaba de dolor con cada golpe. Su respiración se agitaba aún más y no dejaba de temblar. 

Otra vez... No... 

Apartó su mirada y volvió a mirar hacia aquel punto fijo del suelo. Las lágrimas le recorrían el cuello y casi todo su cuerpo. 

Nunca... supe...el nombre... De mi padre. Me obligaba a llamarle por '' Señor Ainsworth''. La organización se encuentra en la Amazonas... 

Realizó una breve pausa antes de volver a afirmar que no se arrepentía de nada. 

Stop, please.

Era aquella de la verdadera Aeryn. Tras aquella fachada, albergaba la otra cara de aquella mujer, la fémina completamente atemorizada que no era capaz de estabilizarse mentalmente . 

Un solo latigazo cruzo sus nalgas, fuerte, duro, pero fue solo uno, aunque reboto contra las mismas y las hizo moverse en su sitio. Fue hasta ella, y le dio un poco de agua, solo un sorbo mas. Fue hasta atrás de ella, y aflojo apenas las cadenas. Ahora podía apoyar bien los pies, y aflojar un poco los brazos, pero aun debía tenerlos en alto.
El Soldado se fijo si con estos cambios, que hacia, si se ponía erguida de pie, o se mantenía en la situación anterior en el que la había dejado, las piernas separadas y la espalda arqueada.
¿Nombre de tu madre? ¿Circunstancias de su fallecimiento?¿Que nombre te di recién?

Escuchó el traqueteo de las cadenas y como estas eran aflojadas. No se movió a pesar de estremecerse con el último golpe. No gritó, puesto que se había acostumbrado al dolor de aquella parte. Suspiró, sabía que le preguntaría por ella. Por la única persona que lucharía...

Sonrió dulcemente a pesar de tener la cabeza agachada y el soldado no poderla ver. Movió la cabeza hacía un lado. Suspiró aliviada y recordó ser abrazada de niña por su madre. 

Aslaug Ainsworth -al pronunciar su nombre un olor dulzón le vino. Estaba claro que era el olor característico de ella. Aquella mujer de cabellos plateados y tez pálida, cuyos ojos eran más claros que los de Aeryn.- Asesinada por mi padre... 

Lo dijo con desprecio, con dolor. Ella estaba presente cuando aquello ocurrió. Además, su padre se encargaba de recordárselo cuando necesitaba a su hija sumisa, mostrándole así  quién era el que mandaba. 

¿Hum? 

No había entendido bien la última pregunta y frunció el ceño confusa, sin levantar la vista. 

El Soldado volvió a servirle la preciada agua. Ya sentía la mejora del liquido corriendo por su garganta aliviando la sed, bajando su temperatura.
Abre la boca. dijo, colocándole algo en su lengua, que parecía una pastilla. Traga. indico, cortante. Le dio mas agua. La pastilla la hizo sentirse mareada, y algo débil, pero la fiebre de su cuerpo bajo. Mientras tanto, el soldado le soltó las manos, sin tirar la cadena esta vez.
Póntelo Le dio un collar, para el cuello.

Su cuerpo le pedía a gritos descansar. Nathan le había hecho tragar una pastilla. Obedecía cada orden sin mirarlo, sus ojos estaban clavados en el suelo. Es más cuando aquel hombre   distante le dio el collar   Aeryn se lo colocó, abrochándolo en el anillo correcto. Aquel que Le permitiese respirar. 

Se acarició las muñecas y se las miró, estaban con cierto color rojo. 

¿Qué desea ... Amo? 

Apartó la mirada del suelo a la pared derecha y la fijó allí. Se recogió el cabello en un moño improvisado, dejando caer algunos mechones sobre sus hombros y se reincorporó en el lugar. Respiraba calmada. 

Un.mero...títere. 

Las tripas le rugieron  y rápidamente se disculpó inclinándose un poco. 

El le coloco la correa, ubicada en la anilla en la parte de atrás. Seguía mirándola muy serio.
Arrodíllate. tironeo un poco con la correa, para que lo siguiera gateando. Ponte frente a la cámara, di tu nombre, y a quien obedeces.
El se situó detrás de ella, aunque no estaba visible en el enfoque, que se autoajusto para mostrar su rostro. Luego el la apago, y tironeo de la correa para que lo siguiera, nisiquiera le dio la orden de hacerlo. Esta vez, digito una secuencia numérica, y la llevo por un pasillo de piso frio, a diferencia del anterior. Unos veinte metros de piso fueron su nuevo destino, la sala iluminada con una luz ligeramente rojiza.
De pie. Le quito la correa, no así el collar y le indico con la mirada que pasara dentro. Era un cuarto de baño, más bien una ducha, de tipo escueta, pero bien acondicionada. Ya sabes que hacer. dijo, sin apartar la vista de ella.
El agua salía caliente, potente y limpiaba y despejaba cualquier suciedad en cuestión de segundos. No faltaba jabón ni shampoo en el lugar, pero no había una cortina con la cual tener la menor intimidad, ni parecía que el estuviera dispuesto a brindársela. Aun así, luego de lo que pasaba era una ducha soñada, a pesar de que hubiera tenido muchísimo mejores a lo largo de su vida, era como agua luego de días en el desierto.

Aeryn evitaba todo contacto visual. Se encontraba humillada, muy, demasiado, humillada. Consecuencia que, en la ducha, al abrir el grifo y sentir el agua caliente, le diese la espalda. El sentir el agua recorrer sus glúteos provocó que soltara un leve quejido. 

Se enjabonó primero el cabello dejando que aquel rubio y desaliñado pelo largo volviera a su color natural. Se lo aclaró, cerró el bote y repitió el mismo proceso con el cuerpo. Aquí fue más delicada. Había sido magullada, por lo que ejercía cierta delicadeza. Sus manos recorrían todo su cuerpo desnudo y débil. Cada curva. De arriba a bajo, de abajo arriba.

Una vez terminado, se dio media vuelta y salió de aquella ducha. Cruzó los brazos y siguió sin mirarle. No se lo merecía,aquello era una tortura mental. 

Lo vas a pagar Faraday. Debería haberte disparado cuando pude... No descansar hasta verte desangrándote. 

La lluvia le devolvería a ella las ganas de pelea, solo manteniéndose por encima de ella había logrado dominarla, pero la personalidad de Aeryn volvería a fluir. Ahora vendría la rabia, por encima de la sumisión, y era el momento de cambiar la marea. Cuando se dio vuelta, se encontrara con el soldado, que, la miraba. Le levanto el mentón, sin importarle mojarse el mismo, y mirándola a los ojos, fue lentamente a besarla. No la beso en los labios, si no en el costado del rostro, con cuidado. Luego en el borde de la mandíbula, al hacerlo, su camiseta se empapo completamente, y ahí el bajo hasta su cuello, besándola con delicadeza antes de que la estupefacción le permitiera reaccionar. La mano de el no se quedo quieta, si no que le agarro con firmeza la cintura, para que no se resbalara, pero sin tocar ninguna parte que pudiera considerarse intima. La libre, la derecha le acaricio el cabello aun sedoso por el shampoo, al tiempo que el beso en el cuello, bajaba hacia el hombro, causándole placer, pues el hombre sabía lo que hacía. Ahora, luego de una caricia iba a besarla en los labios.
Era el momento de tomar una decisión. ¿Empujarlo hacia atrás, esperando que se resbalara, y ella huir por la puerta abierta? ¿Rechazarlo y hundirse en el llanto? ¿O dejar que el odio, furia y humillación se desvaneciera en un beso que los llevaría a quien sabia qué?

Sin embargo, la cuestión de Bellocs jamás pudo ser resuelta. Quedó en el aire. La joven Koko comentó que aquello fue lo que vio: escuchó a Faraday y Aeryn discutir, tal vez lucharían y, tras regresar no había rastro alguno de ellos.

Aún eran evidentes las dudas que asolaban aquellas cabecitas. Victoria escoltó al equipo hacia su helicóptero, mientras que, la pequeña Koko fue llevada al otro helicóptero, el de Triquel por los soldados que le cogían de la mano con delicadeza.

Aquellos dos helicópteros desplegaron, sólo que, esta vez, tenían caminos diferentes.