Partida Rol por web

Illianna se levanta, efectivamente, ya nada puede hacerse por los dos hombres, están más allá de cualquier cura humana posible.

Al escuchar a DeValin se estremece. La posibilidad de que el mal esté entre ellos es algo que no hay que descartar, claro, pero va a ser muy duro emprender la marcha sin saber si van a ser traicionados en cualquier momento.

-Supongo que no puedo hacer nada por ayudar. Voy a ver si puedo reanimar a Brúnil, mi hermano, que sigue sumido en la inconsciencia.

La muchacha se da la vuelta, y se aleja hacia lo que queda del Mesón cabizbaja. Todo ha cambiado tanto desde que salió de su casa...!

Illianna regresa a la habitación, su corazón está dolorido, apenado. La muerte del Monje ha sido algo atroz, como también lo ha sido sentir su propia muerte cuando se desangraba en el suelo, con el cuello cercenado. Pero la muerte se sigue cebando en ellos, y personas inocentes han empezado a caer. Y eso significa que hay que partir, hay que empezar.

Ahora debe hacer lo posible y lo imposible para traer de nuevo a Brúnil a la consciencia, no quiere dejarle en el mesón, pero no puede llevarle consigo en ese estado.

Cuando entra en la habitación sonríe con dulzura, y se arrodilla junto a él. Posa una mano es su mejilla, suavemente, una caricia casi imperceptible.

Entonces coloca sus manos en las sienes de su hermano, y cierra los ojos. No sabe exactamente qué hacer, pero Henry le ha dado alguna pauta...

Tantea, tantea con la mente la cabeza de Brúnil. Busca en ella, se abre camino entre la oscuridad. Las manos en las sienes empiezan a frotarlas, quizá para ayudarse a ella misma a concentrarse, o quizá para que él sienta su contacto, que sepa que está ahí, y que le importa.

Empieza a tararear una antigua canción de cuna. Una canción de cuna que su hermano le ha cantado en infinidad de ocasiones, cuando ella tenía miedo, y se despertaba en medio de la noche, sola, y no tenía un regazo de madre donde consolarse. Y, con los ojos cerrados, trae ante ellos, en el lienzo en blanco de la imaginación, el paisaje de la granja, sus caballos. Ellos jugando, corriendo, sus voces, sus risas.

Busca en los rincones del recuerdo, del sentimiento, atrapa una imagen tras otra, una sensación tras otra, para que Brúnil las vea, las sienta, y sepa, quiera volver. Pueda volver...

La muchacha siente ganas de reírse a carcajada limpia ante tal espectáculo...

Desde luego estas escenas no son las adecuadas para niñas...

Asesinados... en medio de una noche que aparentemente quedó en calma... ¿¿y nadie escucho nada...??

Para ella es demasiada ironía... Cree que alguien tuvo que ver algo de lo ocurrido... aunque...

¿Ese mandamás de pacotilla no pensará que fui yo verdad? Un corte limpio... en el cuello... Coincidiendo tal y como mate aquél monje maldito... imagino que más de uno de aquí andará pensando en mi... tendré que andarme con mucho cuidado... sólo por si acaso...

Alexandra decide quedarse por allí, aunque bastante alejada de los cuerpos... eso sí, en su lejanía se queda observándolo todo, para no perder detalle alguno.

La joven dejó trabajar a su corazón.

Su mente no comprendía cual era el proceso que le permitía utilizar su poder, pero su corazón y su espíritu se hermanaban con la esencia misma de la magia y eran capaces de sentirla y canalizarla.

Comenzó con una caricia, un simple roce, preludio del intenso contacto que vendriá a continuación. Illianna se arrodilló junto a Brúnil y colocó sus manos en las sienes de su hermano, allí donde intuía que se hallaba la fuente de su mal.

Poco a poco su respiración se hizo más lenta, sus sentidos se fueron apagando, sus nervios dejaron de enviarle información... y hasta su corazón casi dejó de latir. La habitación había desaparecido por completo. Ya no sentía las tablas del suelo bajo sus rodillas, ni notaba el frío aire penetrar en sus pulmones. En estos momentos tan sólo existía su mente, y esta se expadió hacia su hermano hasta entrar en él, hasta formar parte de él.

Al principio Illianna se limitó a vagar sin rumbo, recorriendo la conciencia y los recuerdos de Brúnil. Todo parecía normal, todo era como debía ser, mas de pronto su ser psíquico chocó con un muro de oscuridad. Una nube de humo, denso como un negro pozo de podredumbre, que emponzoñaba la mente de su hermano y le impedía alcanzar un estado de lucidez.

Varias veces rodeó la muchacha aquella fuente de mal, sin saber muy bien como atacarla, como... extirparla. Mas de pronto lo supo. Lo haría de la misma forma que siempre dejaba su magia fluir, con el corazón. Tal y como había dicho el muchacho, Heraldo de sabiduría, con el corazón.

Illianna trajo hasta sí misma recuerdos agradables, sobre su infacia, sobre los caballos a los que tanto amaba su hermano. Recuerdos de ambos riendo bajo la sombra de un árbol, cantando canciones de niños y jugando inocentes sobre un prado de hierba. Recordó una canción de cuna que Brúnil solía cantarle y comenzó a tararearla, dentro de su mente... y de la de él. Las imágenes felices, hermosas, se mezclaron son los sentimientos de la canción, y obraron su magia.

Poco a poco la negra nube comenzó a remitir. Símplemente desaparecía ante su voluntad. Ante su poder.

En apenas unos instantes no quedó nada de aquel veneno maldito que subyugaba la voluntad del valeroso joven e Illianna pudo notar que algo se movió en la mente de su hermano, algo despertaba. Antes incluso que un primer y ligero temblor acudiera a unos párpados inmóviles, ella ya lo supo.

Con inmensa alegría deshizo la conexión que les unía y retornó a su propio cuerpo. La habitación tomo forma de nuevo y ella se apresuró a alzarse sobre la cama en la que Brúnil seguía postrado. Nada parecía haber cambiado. Sin embargo, ocurrió. De repente Brúnil abrió los ojos.

Un leve movimiento en una mano fue el siguiente signo de vida. A renglón seguido comenzó a balbucear confuso.

-¿Qué... qué... qué ha pasado?

Mélegat da un paso atrás mientras murmura palabras casi inaudibles para los allí presentes.

-Viles ratas ocultas...

Sus ojos se elevan desde los cadáveres para observar a quienes le rodean mientras escucha al capitán.

-Esto no me gusta ni un pelo. Estando sus hombres de guardia toda la noche era imposible que nadie se adentrase hasta este claro...pero...no que alguien saliese...

De pronto Illianna abandona la escena dirigiéndose al mesón, y la mujer de rubia melena hace lo propio merodeando algo más allá...

Un corte limpio en el cuello...tiene que estar entre nosotros...esa mujer...tuvo que ser ella...

-No pienso emprender marcha alguna corriendo el riesgo de que cualquiera de vosotros me rebane el pescuezo mientras duermo, ¿me habéis oído?, Mélegat no hará tal cosa, ohhh, claro que no lo hará,¡Mil rocas se partan antes!

El minero abandona el lugar con el rostro fruncido y entre bramidos y juramentos, se dirige hacia el lugar donde descansan las mulas para terminar la ruta que comenzó.

-¡Missey, despierta, nos vamos!...cuellos cortados, asesinos en la noche...¡ni hablar!

-¡Brúnil! ¡Oh, gracias al cielo!, estás bien...

Me abalanzo sobre mi hermano, llorando. He estado tan cerca de perderle, me he sentido tan impotente al verle de aquel modo, y no conseguir hacerle salir de su estado! Pero finalmente, lo he logrado, ha regresado...

Me siento cansada por el esfuerzo, pero tan plena de felicidad que no hace mella en mi la sensación de abatimiento. Le abrazo una vez más, intentando explicarle entre sonrisas y sollozos todo cuanto ha sucedido desde que la tierra tembló a nuestros pies, y el Mesón se derrumbó, sucediéndose las desgracias.

-¿Cómo te sientes? ¿quieres que te ayude a bajar, o te encuentras demasiado débil? Debes tomar algún alimento, y es bueno que te dé el aire...

Alexandra estaba acostumbrada a malas miradas, a malos tratos por parte de los hombres...

Conozco esa mirada... Sin duda el cabeza hueca pelirrojo piensa que fuí yo... Tanto tiempo entre hombres... Ya poco me queda por conocer de ellos...

La muchacha se queda preocupada, pensando en si ese grandullón será capaz de culparle de esos crímenes...

Sólo me faltaba eso... ¡¡¡Tener que dar explicaciones a un guardabosques y un busca tesoros de poca monta...!!!

Después de pensar en la situación en la que se encuentra decide indagar un poco en el asunto, sólo para no ser culpada y arrestada, ya que eso conllevaría la horca para ella, nadie debe enterarse de su pasado... nadie...

A Henry le preocupa la vulnerabilidad del grupo, que hacer? como defendernos de seres que cambian su apariencia, revivien, tienen poderes asombrosos, los dones que les dio el heraldo no parecian ser una gran garantia.

Que estrategia servira contra estos monjes? Como llegaremos a los montes perdidos si nos atacan donde quieren y como quieren?

Tu alegría y tu felicidad por ver que tu hermano está sano y salvo te hacen volcarte sobre él. Mil preguntas, mil sensaciones... y todas a la vez.

-¡Ey!¡Ey! ¡Un momento hermanita! - Brúnil te agarra por los hombros y detiene tus preguntas y todo lo que le estabas contando -. Antes de nada, ven aquí.

Brúnil te estrecha en un fuerte y cariñoso abrazo que parece no querer terminar nunca.

-Ahora sí, pequeña. Cuéntame... ¿Qué ocurrió?

-¡Nadie va a moverse de aquí hasta que yo lo diga! - el vozarrón de DeValin se alza sobre el silencio de la mañana sorprendiendo a todos aquellos que tenía a su alrededor.

Como si se tratase de una orden no pronunciada, los soldados que se encuentran más cercanos a él giran su posición hacia los allí reunidos y se despliegan por el perímetro del claro.

-Vamos a aclarar lo que está ocurriendo, y nadie se va a marchar hasta que yo lo autorice.

¡Cuidado señoras y señores! que el guardabosques se pone serio...

La muchacha se queda observando todo desde su posición, sin ni siquiera hacer el amago de acercarse... Desde aquella vez en el mercado que robo una simple manzana para poder llevarse algo a la boca... aprendió que las autoridades no son buenas compañías...

Se prepara para escuchar todo atentamente, esperando el momento en que todos cargen contra ella...

¡¡Yo también tengo mis teorías!! ¡¡¡Claro que sí!!!

¿Una muchacha que revive sola?... Seguramente sea la mísma brujería que se utilizó en el maldito bastón... Por muy curandera que sea nadie se libra de la muerte...

¿Y el grandullón? No creo que sea tan bonachón como aparenta... Seguro que fue el quien aprobecho en medio de la oscuridad... ¿Quién sino podría acabar con dos personas sin que nadie más se entere?

Alexandra esta decidida a defenderse frente aquien sea... en su pasado cometió muchos crimenes pero no piensa pagar por alguno del que ella sea inocente...

-Pues un montón de cosas, Brúnil! A ver, poco a poco y por orden...

Me concentro, y luego le explico todo lo sucedido desde que el accidente por el terremoto le arrebató la consciencia. Con calma, y método, para no olvidarme nada, por un lado, y para darle tiempo a asimilarlo, por otro.

Cuando comprenda que ya se ha hecho cargo de la situación veré de procurar que se ponga en pié, y que ande, para bajar y salir del Mesón.

El minero puede escuchar los gritos del capitán desde las cuadras, pero no se inmuta, continúa su paso mientras murmulla maldiciones incomprensibles con los dientes apretados.

-Quedarme yo para que me rebanen el pescuezo, ya te digo yo que no, si quieres terminar helado y pálido como esos dos es tu problema, ¡pero a Mélegat déjale en paz!

Los últimos y siniestros sucesos habían oscurecido el carácter del hombretón, inseguro ahora ante todo lo que le rodeaba, inseguro del próximo paso que daría sobre el camino.

Tras escuchar pacientemente tu relato Brúnil asiente con la cabeza en un gesto de comprensión, un gesto ausente. Su mente trabaja en mil cosas a la vez y su ánimo se ha visto ensombrecido nada más despertar por las siniestras noticias que le son reveladas.

Unos instantes le lleva volver a la realidad, a la habitación, a tu presencia. Ves que con ternura posa sus ojos sobre tu cuello y contempla la cicatriz, parcialmente cubierta con el tatuaje de la rosa. Alza su mano y pasa un dedo tembloroso sobre ella, como si fuese capaz de sentir en su interior el dolor que te provocó aquella herida.

A continuación, te atrae hacia sí en un cariñoso abrazo y planta un tímido beso sobre tu cuello.

-Hermanita... te prometo que jamás permitiré que vuelva a ocurrirte nada malo.

Illianna se abraza a su hermano, dando gracias a los dioses por haberle recuperado por fin. Luego, sonriente a pesar de todo lo ocurrido, le alborota cariñosamente el pelo y le pasa un brazo por encima de sus hombros. Lo levanta, y le ayuda a andar para salir fuera, al aire libre.