Partida Rol por web

Juliette seguía sobrecogida por lo que acababa de suceder. Su cabeza era ahora mismo un conglomerado de información inconexa en el que la realidad parecía haber sido sustituida por la peor de las pesadillas. Historias de otros tiempos se hacían presentes en lo que parecía una larga leyenda que buscaba alcanzar un propósito…., y en la que todos ellos se habían visto inmersos sin pretenderlo. Lo que parecía un viaje hacia una vida mejor acababa de verse truncado para ella y convertido en una lucha para salvar su vida. – ¡Céntarte, Juliette!- Gritó para si, -No es momento de buscar el sentido a algo que no lo tiene… Ahora más que nunca debes mantener la calma y estar muy atenta-.

Había escuchado las intervenciones de aquellas dos mujeres y estaba de acuerdo con la propuesta de aquella cantante, Cosette Piaf, según recordaba. Parecía coherente. Por otro lado, la propuesta de aquella enfermera, Greta, a liderar el grupo también había sido de su agrado. Estaría gustosa de dar su voto a aquella mujer que emanaba la fortaleza y la templanza curtidas por años de experiencia en situaciones adversas. Sin embargo, no quería precipitarse. Esperaría a escuchar el resto de candidaturas y propuestas. Siguió observando atenta a todos los presentes tratando de atisbar en los rostros algún signo que le permitiera confiar o desconfiar… No tuvo éxito. Todos parecían igual de impresionados que ella.

En los tensos segundos de silencio que siguieron a cada intervención, Dino podía oír las respiraciones entrecortadas de sus compañeros, observaba los rostros y trataba de poner en orden sus ideas. Él mismo se sentía atenazado, casi incapaz de pronunciar palabra. Creía haber atisbado el horror humano en su recorrido por Francia, pero aquello no pertenecía a este mundo, no podía ser real. Admiró la firmeza y serenidad de aquellas dos mujeres que habían sido capaces de dominarse y hablar con pragmatismo… Sí, había que actuar, pero, ¿cómo? ¿Realmente ese texto guiaría sus actos? ¿Habrían de elegir a alguien que los guiase y, después... a quién eliminar cada vez?

Volvió a mirar en derredor y sólo encontró ojos tan desorbitados como los suyos. Dirigió su atención a aquella enfermera tan dueña de sí misma: los rasgos duros, la mirada firme, la voz segura. Deseó poder confiar en ella, pero todavía le embargaba el terror. Aún tratando de sosegar su respiración, apretando los puños, aguardó a que otras personas hablasen.

"Meses huyendo de enemigos de guerra y de compañeros soldados para acabar encerrado aquí así..." Por un momento miró por el agua y se planteó otras alternativas. Sintió un gran desazón. 

GG no paraba de tocarse el tatuaje de su muñeca "maldita mala suerte estoy teniendo". 

Y entre sus pensamientos y murmullos las chicas empezaron a hablar. La enfermera que quería dirigir al grupo, la de las cejas raras que se había sumado a darle su apoyo, la rubia que parecía decir mucho sin apenas verbalizar una palabra y, después, el italiano. 

Siempre le habían parecido curiosos los italianos... con sus maneras extravagantes y esa capacidad de sacar de todos los momentos malos un rato de humor... Este italiano parecía tímido. Se arrancó a hablar. 

- Hola a todos, soy GG, el jugador de Póker como ha comentado antes el capitán. No sé ni cómo ni por qué habéis acabado aquí pero os voy a contar mi historia. Yo vine huyendo de una guerra en la que nunca quise haber participado. Atraparon a mi compañía en una emboscada nazi y creo que fui el único que sobrevivió porque me aturdieron con una explosión y me desmayé. Cuando me desperté solo había muerte y algunos cuerpos calcinados a mi alrededor. Por fortuna conseguí sobrevivir.

Se sentía especialmente nervioso, extraño en él que estaba acostumbrado a lidiar con situaciones de mucha presión. Prosiguió.

- Me llegó la noticia de que como no habían encontrado ni mi cuerpo ni mi identificación en vez de darme por muerto me dieron por desertor y, en cierto modo, no les faltaba algo de razón. No es que sea un negacionista, pero algo extraño hay... ¿hombres lobo? c'mon must be a joke!  En cualquier caso, que aquí estoy, dispuesto a ayudaros al máximo a salir de aquí con vida todos y no es que no me fíe de Grace o me parezca mal su candidatura, pero me fío mucho más de mi mismo y me presento como voluntario para gestionar esta situación.

Coincido con Cosette sobre cómo tienen que ser al menos la primera votación. Ojo con desvelar demasiado pronto las aptitudes especiales de los presentes.  

Se quedó parado, sonrió mirando al infinito y se sentó a esperar qué decía el resto. 

En medio de todos, quieta como una pequeña estatua, pasmada, abrazándose a sí misma a falta de su abuela, la chiquilla les miraba con los ojos como platos. 

¿Qué había pasado? ¿Qué clase de monstruos habían subido al barco?

No dijo nada de entrada. Sólo les miraba, escuchaba. Intentaba comprender. ¿Capitán? No, desde luego que no sería Capitán. ¡Era una niña! Pero la mujer sí quiso. Lanzó la pregunta al aire:

-¿La enfermera quiere ser Capitán? ¿por qué?

Y enseguida otro candidato se presentó. Un caballero, parecía alguno de los amigos que visitaban a veces la finca de su abuela, un verdadero señor. ¿O no?

-¿Tú también? Oye, ¿Qué es un jugador? ¡Yo también juego, yo soy jugadora! ¿Jugarás conmigo? 

¿Qué les daban para querer ser todos Capitanes? ¿Es que era divertido y ella no lo sabía? Acababa de morir gente, no, no era divertido. Para nada.

Lo primero que hizo aquella vieja mujer, fue buscar un par de cajas que aguantaran su peso para apilarlas a una altura cómoda y sentarse en ellas, mientras sus manos descansaran a su vez sobre el bastón, después suspiro cansada. Todo aquello que contara el capitán, leyeran ellos y vieran otros no le venia de nuevas a la mujer con mas arrugas que años.

-Les pediría que esto no se lo tomen a broma, ya sean ladrones o piratas. Mucha gente a muerto y ciertamente yo sí creo que hayan sido lupinos. -Dijo esta ultima palabra en castellano. -En mi pueblo, halla en la vieja España, también se han contado historias de lupinos desde la época de mi abuelo. Yo nunca quise creérmelas, pero mejor estaba lejos de allí por si me pegaban sus supersticiones, más al parecer el destino es cruel con esta anciana y ahora me ha dado un bocado de realidad a mi edad. No se lo tomen a guasa ¡Y esto no es un juego! -Miro ha la niña que hablo con voz animada.

-Si van ha alzarse como lideres de esta peculiar reunión de caza, tomenselo en serio, tendrán que ser responsables y consecuentes con su voto y seguramente de no ser lupinos estarán en la mira de estos y acabaran con ustedes en cuanto puedan. Yo personalmente no creo que pueda con el cargo, pero espero que quien lo desempeñe sea estricto, serio y responsable o no dudare de ponerle las cosas cristalinas. -Golpeo el suelo con su bastón.

-Ahora, La señorita del habito y el joven con nombre de doble letra se han presentado voluntarios, ¿Alguien mas? -Se enjuago la boca tras tanto hablar y espero paciente, cómodamente sentada, tan cómoda como un par de cajas mohosos se lo permitieran.

-GG... ¿Que clase de nombre es ese. Es que no tiene respeto por sus padres?

Paul intentaba internalizar lo antes posible la existencia de hombres lobo y sus implicancias. No parecía haber mucho tiempo para eso ya que aparentemente entre aquellos 20 había más bestias. Bueno, parece que tengo otro caso que resolver -se dijo a si mismo. Uno que de no solucionarlo, el costo será mi vida y la de muchos otros.

Empezó a ver y oir a sus compañeros, uno por uno. No podía confiar en ninguno, pero a la vez debía contar aliados para desenmascarar a quienes se ocultaban. Y formar algún tipo de plan para hacer caer a los licántropos.

- Lamentablemente no puedo postularme para capitán, aunque me gustaría. Tengo costumbres que no me permitirán estar todo lo atento que debería, sobre todo a algunas horas. Pero eso no significa menos compromiso de mi parte. Estaré con un ojo encima de quien resulte elegido -terminó con una media sonrisa por la referencia a lo que resultaba evidente en su rostro.  
 

Tienes que recomponerte –se repetía Inés-. Cuando la muerte acecha, cabeza arriba, ¡ponte derecha! En peores plazas has toreado… No es cierto, pero no queda otra que apechugar y vivir. ¡Escucha!  Mmmmm, esa enfermera es de las que ha visto mucha sangre y sabe mantener la propia fría cuando se requiere, mis respetos para ella. El joven chuleta, no es tanto de mi agrado, jugador de póker, seguro que sabe tirarse faroles… ¡Madre mía, qué ojos tiene ese! No le había visto hasta ahora…

-Me llamo Inés, mi labor en estos momentos no es la de liderar el barco, sino la de alimentarlo, mi trabajo está entre sartenes. Más ahora que el cocinero de abordo ha sido…devorado… Bien, me dedicaré a los pucheros, pero con ojo avizor (no pudo evitar mirar del soslayo a Paul), los cuchillos siempre a mano y a disposición de quien guíe este barco endemoniado. Confiaré en la capitanía, así como en la responsabilidad de quienes manejan hilos a favor de la vida.

-¡Es momento de hablar y de votar, gentes! ¡Antes nos organicemos antes saldremos de este infierno!  ¡El valor y querer, facilitan el vencer! ¡El mundo es para los osados, no para los tímidos callados!

Ya calla, se dijo a sí misma, que te vas a hacer polvo el gaznate…

Desde donde estaba apoyado observaba lo que sucedía a su alrededor, la respuesta de toda aquella gente a lo que acababan de vivir. No terminaba de entender lo que implicaban aquellas instrucciones que había leído el capitán, pero ya veía a algunos dar los primeros pasos para posicionarse como alcalde.

Observó a la chica, a la enfermera que se había ofrecido la primera. ¿Qué interés podría tener una mujer como aquella para el puesto que pedía? Sería raro que le dieran el puesto a una mujer con tanto hombre rico que veía por allí. Aunque por ahora ya tenía un voto, aunque solo fuera de palabra. Y, claro, era otra mujer la que la había votado. ¿Pura camaradería entre féminas?

Le sorprendió que el muchacho que había hablado con él se ofreciera también para el puesto, pero no dijo nada, prefería ver quienes más tenían interés en aquello. El no se ofrecería porque sabía que no saldría elegido. ¿Quién querría a un negro ocupando un puesto relevante? Nadie, fuera donde fuera. Aún había demasiado prejuicio suelto por el mundo.

Pero lo que le hizo arrugar el ceño fue el comentario de aquel tipo que tenía la peculiaridad de poder mirar a dos sitios diferentes a la vez y a ninguno en concreto. ¿Qué costumbres serían esas que no podría posponer aún estando en un barco en mitad del mar? Sonrió cuando la cocinera los increpó, pero tampoco le replicó.

Miró al cielo y suspiró. Después de lo que había visto en las útimas horas, lo único que esperaba es que quien saliera elegido les ayudara a salir vivos de allí. Se encajó la gorra un poco más y se mantuvo en silencio, observando al resto de la gente, esperando a ver si alguien más se ofrecía para ocupar aquel cargo. Y entonces votaría por quien más confianza le diera para que cuidara su espalda.

Grace se giró hacia la niña.

-¿Por qué quiero ser capitana? Bueno, creo que puedo cumplir el papel a la perfección. Me despertaré cada día a la hora acordada para evitar las votaciones secretas y elegiré como votación lo que diga la mayoría como si de una votación se tratase. Además, puedo estar también atenta a las últimas horas de las votaciones para evitar empates indeseados. No es como si pudiera salir de aquí y tampoco tengo otra cosa que hacer.

Miró luego a GG.

-Caballero, si va usted a tomarse esto a broma, mejor espabile. Nuestras vidas están en juego. -a Grace no le gustaban las bromas. Salvo los juegos de palabras. Para ella, el humor inglés era el mejor humor.

Benigna apareció en escena ya sin el abrigo, vistiendo un riguroso luto solo roto por su pelo castaño y sus carrillos rojos por la emoción del momento. En ese momento el capitán estaba ofreciendo su gorra de mando.

¿Cómo? No no, ¿cómo que hay que presentarse a la hora prevista? ¿Y cómo sabremos qué hora es esa aquí en medio de la nada? ¿Y si coincide con mis rezos? No – se santiguó – en una situación rezar es lo principal.

Suspiró aliviada al ver que había otras personas más dispuestas a asumir la tarea. La enfermera parecía fuerte y decidida. Benigna valoraba positivamente que alguien se pusiera en el disparadero sin dudarlo. Cuando el joven se ofreció no le pareció mal tampoco. Quizá por costumbre, quizá por educación, no podía evitar ver mejor capacitado a un hombre para un puesto de tal reponsabilidad, pero su sensación era que el rostro de la enfermera no desmerecía en hombría con el del jugador americano.

Oiga – le golpeó el hombro a Grace - si me permite una pregunta. El joven ha sido un poco más específico en cuál elegiría como primera votación mientras que usted nos ha ofrecido la maltrecha democracia - que no es poco -  Sepa que me inclino más por apoyarle a usted por ser la primera en dar el paso pero antes me gustaría saber qué haría usted en el caso de tener que elegir, o desempatar. - miró al resto - Y lo mismo pido a cualquiera que se presente en adelante.

Esperó un rato junto al resto y su mente, tal vez un poco cuadriculada, comenzó a alejar las imágenes de aquellos monstruos que ahora formaban parte de una especie de sueño. Lo que acaba de ver no encajaba con las cosas en las que había basado su vida hasta ese momento: la ciencia, la lógica, el raciocinio...pero las instrucciones que habían recibido, sí. Al fin y al cabo, les habían puesto ante un problema y ahora ellos debían resolverlo con su ingenio e inteligencia.

Comenzó a escuchar a sus compañeros. Le gustó la sinceridad de Paul y los apuntes de Cosette. De alguna forma, Lila creía que podría aportar algo al grupo también. Sabía manejar muy bien las teorías fundamentales en matemáticas; los lemas del máximo, pero también los importantes teoremas de igualdad. Además, Lila se consideraba a sí misma una persona justa.

-Si hay que jugar, juguemos...Reconozco que en un principio quería presentarme para comandar. Mis conocimientos matemáticos serían muy útiles a la hora de liderar esta misión. Sin embargo, observando detalladamente el compromiso de Grace, y siendo consciente de mis evasiones del mundo real, no me presentaré, y diré que me han gustado sus declaraciones. Esperaré de todas formas, por prudencia, los argumentos de otros candidatos.

-Pues, Bebe, las votaciones que me gustarían para empezar son o públicas o a barullo. Linchamiento me parece arriesgado para el anciano, secretas una estupidez y de confianza...bueno, no os conozco de nada, no confío en ninguno de vosotros más que en otro.

-Ah.

Respondió sencillamente la niña a Grace. Se la quedó mirando, y luego al jugador, G.G.

-Mira, me fío de ti, señora de la cofia. Creo que un lobo no saldría tan pronto a decir que quiere ser capitán, ¿no? Claro que no me fío de ti, señor jugador, y en cambio tampoco has tardado en decir lo mismo. No sé, tienes pinta de tramposo. O de muy listo.

A estas alturas, Benigna no podía evitar sentirse un poco decepcionada ante la escasez de opciones pero no quería expresarlo ya que ella tampoco se había propuesto para el puesto de responsabilidad así que lo dejó pasar. Parecía claro que serían o Grace o el jugador y ante esas dos opciones, la lupa que se ponía sobre sí mismo quien primero se ofreciera le bastaban para decidirse. Aún así, creyó oportuno dejar un poco más claras sus palabras anteriores contestando a la enfermera. 

- No me esperaba menos - contesta Benigna - O públicas o a barullo. Pero entre esas dos hay matices y es importante tenerlo en cuenta en una situación así. Sobre todo el orden en el que la gente vota cuando el voto es definitivo y no puede cambiarse. Además, el momento en el que quien sea elegido capitán vote es importante. ¿Qué piensas de eso?.

Otto no podía creerse lo que estaba pasando, pero no había tiempo de quejarse y mucho menos de desmayarse y despertar cuando todo esto hubiera acabado.

Mientras unos y otros iban hablando, en un rincón abría su maleta y escuchaba atentamente cada palabra.

¡¡A punto de morir y te preocupa que se te arrugue la ropa!!

Colgaba vestidos y camisones entre las tuberías y los tornillos salientes del barco.

Entonces escuchó la voz de Juliette Dupont, la hermosa mujer que lo dejó embobado cuando subieron al barco y… su voz… acompañaba a su belleza. ¡Era tan femenina entre tanta mujer machorra!

Pero Otto lo tenía muy claro, al menos si no cambiaban las cosas en los siguientes minutos. Su voto, para la capitanía, iría para Grace.

Le parecía increíble que esta situación, prácticamente militar, pudiera ser dirigida por una mujer… ¡Una guerrera!

Otto conocía perfectamente la debilidad acomplejada del hombre, del líder que se esconde tras su poder… muchas palizas había recibido por este tipo de “hombres”…  y por otro lado, también reconocía la fuerza incontenible de la mujer… el fuego  protector.

Ambas sensaciones eran reconocidas por Otto desde que era una niña… una doble personalidad que en los sórdidos ambientes parisinos en los que se movía provocaba que le llamaran “Otto de día, Ana de noche”.

Yo muy probablemente vote a Grace porque tiene clara sus funciones y porque es escueta y directa para decir lo que tiene que decir, y eso  dentro de unos días será importante.

Los lobos, por lo que tengo entendido se mueven como pez en el agua en el jaleo, en el follón… ¿follón? ¿No había otra palabra?… en el barullo de extensas verborreas.

Seamos claros, directos y concisos.

Yo tengo poco que aportar en esta lucha más que apoyar a la capitana y analizar lo que la gente diga… si una cosa he aprendido en la vida ha sido descubrir mentirosos tras los bigotes machotes.

A Otto no le gustaba ser el centro de atención pero cuando hablaba quería que sus palabras quedaran claras.

Horacio estaba sentado escuchando a los pasajeros debatiendo quién debería liderarlos entre todo este caos.

Primero la guerra civil y ahora esto...

Al escuchar a Grace presentándose para dirigirles Horacio supo instintivamente que aquella mujer no tenía nada que ocultar al resto de los pasajeros.

Cuando escuchó a GG presentándose a capitán no lo tenía tan claro como con Grace, otra vez fue instinto, sin fundamento y podría estar equivocándose con ese joven.

Mi voto será para Grace, me gusta que esté tan dispuesta para dirigirnos, además, si se presenta la primera no tendrá nada que ocultar, mi confianza es ciega, espero que estos días demuestre su valía como líder. 

Dicho esto Horacio siguió sentado, buscando su cuaderno de notas que traía consigo y que con el incidente se le había caído.

Edward se despertó en el suelo y miró confuso a su alrededor. ¿Se había quedado dormido en el bar debido a su narcolepsia crónica y volvía a estar sumido en uno de sus profundos terrores nocturnos? Su mano derecha apretó con fuerza la botella de ron que sostenía. Le pegó un buen trago. El sabor le puso de relieve que, desgraciadamente, esto no era un mal sueño. Alzó la mano en busca de una superficie sobre la que apoyarse para ponerse de pie, tal vez una mano amiga que le ayudara a incorporarse. Falló.

Dado que nadie parecía reparar en él (al fin y al cabo nadie le conocía, a excepción del Capitán Morris), decidió recurrir al viejo truco de hacerse el dormido. La única ventaja que tenía su narcolepsia era fingir estar dormido para escuchar lo que la gente opinaba como si él no estuviera allí o simplemente conseguir que no le molestaran.

Escuchó a sus compañeros de embarcación debatir sobre quién debía capitanear la situación. Él había entrado en el Aquitania soñando capitanearlo, pero al escuchar las instrucciones del Capitán Morris entendió que su narcolepsia se interpondría entre él y la responsabilidad de llegar sanos y salvos a puerto. Sus conocimientos sobre el mar de nada valían en estas aguas.

Que alguien dé un paso al frente sin dudarlo con tanta seguridad merece toda mi confianza en primera instancia - pensó - Al fin y al cabo, el tiempo revela rápidamente si un barco deja de dirigirse a la costa y pone rumbo al desastre. Un Capitán jamás ha llegado a puerto sin una tripulación unida que confiara en él. Esta enfermera no tiene reparo en explicar por qué quiere coger el timón mientras que, por mucha confianza en sí mismo que tenga el jugador de póker, la confianza ciega en uno solo no salva a un barco entero. Si nadie más se postula para el cargo, creo que por primera vez diré "A sus órdenes, mi CAPITANA". Y yo que pensaba que lo había visto todo...

-Arfdwyugrftbheeeehhmmmmssss. Masculló Edward fingiendo estar dormido.

Cosette dejó de dar vueltas tan pensativa...

Bueno, llegados a este punto mi voto lo mantengo, dijo dirigiéndose hacia Grace.

Con respecto al tipo de votación, si bien de esto tendremos que hablar más tarde, ojo porque insisto en que ahora tenemos una baza que no tendremos más y es que ellos no han podido armar ninguna estrategia todavía. Esto me lleva a pensar si podríamos usar algún tipo de votación diferente que les haga estar algo más perdidos... Pero sigo dándole vueltas, al igual que a la posibilidad de votar antes y los más mencionados que se puedan defender para dar lugar a una posterior ronda definitiva... No sé, espero vuestras opiniones al respecto... Concluyó mientras se sentaba en la pila de cajas que había dejado aquella anciana. 

-Tienes razón, Benigna. Hay matices entre votaciones públicas o a barullo. Personalmente me decanto más por las segundas. Los cambios de voto sigue siendo información y cuanta más, mejor. En cualquier caso, salvo que estuviera clara la identidad de un lobo, votaría al final del día para evitar empates y subidas al carro. Por otra parte, Cosette, entiendo lo que quieres decir. El problema de las votaciones de confianza es que aún no nos conocemos, salvo los lobos y los enamorados. Y las de linchamiento son arriesgadas para quien tenga la marioneta anciana.

Corregidme si me equivoco, pero las votaciones van así:

Grace: Grace(1), Bebe(3), Horacio(4), Edward (5) Cosette (6)

GG: GG(2)

-Sí que han ido diciéndolo así, sí. 

Había ido contando con los dedos cuando la enfermera enumeraba a los votantes.

-Yo también te voto, Grace. Puede que seas mala, pero no lo pareces. Además seguro que pronto quien tenga la marioneta esa de ver por dentro a cada uno, te va a mirar. Y lo del votar a barullo me gusta, que todos hablen, y a ver si alguien mete la pata.