Miyu tenía la mirada en el suelo pero se voltea al instante a ver cómo Daito caía de su puesto.
Parecía estar realmente asustada y más por lo cerca que había caído de ella. Lo mira a los ojos y puede ver algo diferente en ellos. Una mirada que hasta ahora no había visto en el joven. Con sus palabras comprende de qué se trata y su temor se va convirtiendo, poco a poco, en una mirada compasiva.
Le ayuda a Tamako a ponerlo de pie y, por primera vez, le sonríe al joven. Con voz suave y casi inaudible le dice - Te he estado buscando, viejo amigo - luego mira a la chica de cabello gris enfadada y a Tamako. Debía hacer algo, alejarlas de esto.
- No es necesario. Yo me encargo de él - dice con tono un poco más serio y mira severamente a Senko - Y no diré más que eso. Te recomiendo que no te acerques al lugar donde sucedió todo pero por favor, váyanse a casa - mira a Tamako igualmente. - Les agradezco que me acompañaran, pero yo me aseguraré de que lo vea un médico. Es mejor que regresen a casa y dejen pasar lo que han visto - dice esto, mientras las lleva hacia la puerta, empujándolas de la espalda.
No podría hablar con él con ellas allí. Esperaba que Tamako lo tomara como siempre, como una señal de que quería estar a solas con él y se fuera. Le preocupaba más la chica entrometida.
Pero ahora que le ha dado. Si hasta hacia un rato lo negaba. En fín...
Me gire para mirarla
Esta bien. Pero quiero que os cuideís y que vayaís a ver un médico. Mire en mis bolsillos y saque un trozo de papel, un tiquet de compra o algo por el estilo, y un boligrafo con lo que escribi mi número de telefono
Si no mejoraís llamadme a este número. ¿De acuerdo?.
Tras eso agarre por el brazo a la fotografa tirando de ella.
Venga. Se acabo el espectaculo. Tu y yo nos vamos de aquí.
Miyu recibe el papel de parte de Tamako y le hace una reverencia antes de cerrar la puerta.
Se queda un momento mirándola fijamente, un tanto ansiosa. Había buscado tan arduamente a su compañero que no sabía muy bien qué hacer.
Antes de regresar a la sala con Daito, va a la cocina y termina de preparar el té. Cuando está listo, le pone un poco de miel para endulzarlo y lleva unas galletas para él. Ella sólo se sirve el té.
Lleva la taza de té con galletas y le ofrece asiento al joven. Mirándolo, le dice - Te hará bien - le sonríe cálidamente y toma asiento. Después de dar un sorbo a su té, mira a Daito y le dice - Supongo que ya sabes quién soy y quién eres, pero, ya que se han ido, puedes preguntar con libertad -.
Daito seguía bastante confundido. Se sentó en el sofá, mirando hacia el suelo, meditando qué palabras usar, cómo preguntar...
-Entonces... Esta vida, todo lo que he vivido... ¿No es cierto? ¿Este cuerpo es... Un contenedor? ¿Cuando bajamos aquí? ¿Cuanto tiempo hace que... Pasó eso?
Preguntó esto último levantando la cabeza y mirando a la muchacha.
-Yo.. Solo me vi... En otra forma, dando mi vida por... Por ti... Solo que eras diferente. Y se que sentí que hacía lo correcto.. Que estaba satisfecho con ello. Pero... Estoy muy confuso.
Dejó la taza de te en la mesa, con suavidad, y se llevó las dos manos a la cabeza, tratando de organizar las ideas.
-Esto... ¿Estoy soñando? Esto.. ¿Es real?
Miyu le da otro sorbo a su té pero su rostro se desfigura cuando menciona que dio su vida por ella. Él no sabía por lo que ella había pasado. Nadie lo sabía. Sólo ella. El joven estaba confundido y era entendible, pero ella había enfrentado la verdad sola, así que sería un poco más sencillo para él.
Deja la taza de té en la pequeña mesa de centro y miró fijamente a Daito, el cual estaba bastante perturbado - Toda tu vida es real. Eres Daito, pero también eres Dragón Rojo. Un valiente guerrero dragón. Zoneivo existió. Tal vez hace poco o mucho. No lo sé pero sé que sabes que fue real - baja la mirada algo triste. Tener de vuelta a su amigo caído llenaba su corazón de gozo, pues podría decirle aquello que había aguardado hasta ahora.
- Siempre me he culpado a mí misma por lo que pasó. Los sentimientos de nuestra vida anterior pueden ser muy fuertes y continuar vigentes y... - aprieta sus puños con fuerza - Siempre me he culpado por lo que te sucedió - parecía estar guardando las lágrimas para sí misma, aunque su cuerpo mostraba el dolor en sus palabras.
- Pero al despertar aquí, guardaba la esperanza de que hubieras venido conmigo y estuvieras en algún lugar, aunque no esperaba encontrarte así - sonríe levemente y levanta su rostro.
Ya habría tiempo de hablar de ello. Ahora, debía ayudarle a aceptar todo. Era necesario. Miyu se levanta y se acerca a Daito. Con delicadeza, retira las manos de su cabeza y le dice - Es real. Observa - mira la sombra que genera la silla del sofá en el que se encuentra Daito y extiende su mano. Esa sombra se vuelve más densa y viaja hasta su mano para convertirse en una pequeña esfera negra. Un truco sencillo pero mostraba su punto. A continuación, la esfera se convierte en su flauta. La flauta que era su aliada y fuente de poder. - ¿Puedes reconocerla? -.
¿Se algo de la flauta? :P!
Ambos recordaís lo que utilizabaís en la otra vida aunque algunos lo teneís más reciente que otros.
De todas maneras Miyu anda un poco justa de energía con lo que puede mostrar un par de cosas pero no anda para poderes precisamente.
Por cierto y por si os interesa. Sigue habiendo demonios en el centro comercial.
¿Y puedo transformarme? o.o. ¿Y Daito puede?
Pd: Lo de los poderes lo hice porque me dijiste que podía hacer pequeños trucos estando en forma humana :P
Daito recordó cosas que antes había olvidado. La flauta, la manipulación de las sombras, el poder del Dragón Plateado. De igual modo, asimilar todo aquello en un instante resultaba un esfuerzo increíble.
Asintió a la respuesta de la muchacha. Aún no es que pudiese ser demasiado cercano con ella: Era demasiado por asimilar. La identidad perdida, todos aquellos sentimientos, aquella nueva familia.
No obstante, tampoco la apartó de su lado. Iba encajando como podía todo aquello..
-Y.. ¿Qué fue lo que vimos en la televisión, entonces?
Preguntó, algo preocupado.
-Estoy... Seguro de que no eran efectos televisivos.. ¿Verdad?
Temía mas la respuesta afirmativa, aunque la buscase, que cualquier otra. Pero su curiosidad y capacidad de pensamiento no le permitían mentirse a sí mismo con afirmaciones equivocadas.
Por si acaso antes de que te embalases (no sería la primera vez que viera algo así).
Pero si puedes hacer pequeños trucos. Lo único recordar lo de pequeños. En algún tiempo recuperas la energía y ya estarás.
Y si podeís transformaros. Eso es gratis.
Miyu toma la flauta entre sus manos con fuerza y vuelve a erguirse. Miró a Daito con una expresión comprensiva y niega suavemente con la cabeza.
- Es el señor oscuro. Ha vuelto a la vida, tal vez al igual que nosotros, y ha roto el equilibrio. La guerra ha comenzado. Aquello que viste es sólo muestra de ello - baja la mirada algo triste. Los recuerdos que una vez tuvo que desenterrar, ahora le dolían profundamente.
- La reina de la luz quiso acabar con ellos y con todos. Yo me opuse y ella nos traicionó. Se fue contra mí pero tú me... Salvaste - aprieta su flauta con más fuerza y luego le dice - Desde ese día, los dragones renunciamos a su servicio. Luchamos por proteger inocentes, mas no por los medios que los guerreros de la luz han dispuesto. Su misión es acabar con la oscuridad, pero la nuestra es más profunda. Nosotros conocemos el verdadero significado de la oscuridad, ¿Verdad? - sonríe tratando de sonar amable pero trata de explicarse mejor. - A lo que me refiero es que como dragones, hemos pasado por terribles experiencias, mas hemos salido adelante aceptando ese triste pasado. La muerte de mis padres, por ejemplo - lo mira directamente. Sus ojos expresaban total honestidad.
- Nadie lo entiende, sólo nosotros porque estamos en el medio. Ahora, debemos cumplir nuestro juramento y salvar inocentes. ¿Vienes conmigo? - esperaba que Daito aceptara para transformarse.
Comprendía lo que ella estaba diciendo. La vida no es blanco o negro, es una escala de grises que cambian según la etapa de tu vida, y los acontecimientos a tu alrededor.
Una balanza que a veces pierde el balance... Y nosotros somos los encargados de equilibrarla.
No como nos pide nadie... Como nosotros sabemos. Como deben hacerse las cosas.
En eso trata el Orden...
La muerte de su padre le vino a la cabeza. Cerró los ojos: Quizás ahora pudiera enfocar toda esa rabia en una misión real que devolviera al mundo el equilibrio. Para que jamás tuviese que morir alguien sin sentido.
Asintió con la cabeza, se levantó y sonrió a medias.
-Nos necesitan... Y aunque aún tengo algo de miedo, ello no hará temblar mi mano. Te sigo, Dragón Plateado.
A decir verdad, parte de sí estaba muy emocionado con la idea. Había estado dormido tanto tiempo que apenas recordaba la sensación de pelear por el equilibrio.
Una vez mas, junto a ella.
Miyu sonríe más abiertamente al escuchar sus palabras y le dice complacida - Gracias, Dragón Rojo - era un nombre que anhelaba pronunciar hace tiempo y ahora podía hacerlo.
Solo debían encontrar a Dragón Azul y los dragones estarían de nuevo, juntos. Era lo que debían hacer, como siempre debieron estar. No como aquella terrible guerra los había separado.
Toma su flauta traversa entre sus manos y la coloca en posición, comenzando a tocar una tonada que de antaño era única y era reconocida por todos. La tonada del dragón. Una vez más, se alzaban en armas para conservar el equilibrio del universo.
De pronto un centellazo llego desde el salón.
Aunque no os acordabaís la televisión seguia encendida y emitiendo.
Y en ella aparecia el demonio que habia sido abatido.
Por dos personas a las que conociaís muy bien: Mun-tenshi y Majo-tenshi
El centellazo saca a Miyu de su concentración y suelta la flauta. Sus ojos se posan en el televisor y a pesar de no haberse transformado todavía, sus ojos comenzaban a tornarse rojos.
Apretaba sus puños con fuerza mientras miraba a las guerreras mágicas que habían aparecido. Sobretodo, observaba fijamente a Majo-tenshi. Chasqueaba los dientes y trataba de calmarse pero comenzaba a sentirse la densa energía en el ambiente.
- Ellas son unas traidoras. Nos dieron la espalda después de haber luchado a su lado... - su cara parecía deformarse con verlas. - Quisiera... - con ira, lanza la flauta a la pared y ésta se disuelve en sombras. Lanza un grito de ira y cae de rodillas en el suelo, colocando sus manos sobre su cabeza. Debía controlarse. Era su misión.
Daito se acercó a la muchacha, poniéndose de cuclillas y tomándole las manos para que dejara de seguir en aquella espiral de rabia y odio. La miró a los ojos, y comenzó a hablar, de manera pacífica, tratando de calmarla.
-Habrá tiempo de hacer las cosas bien, Dragón plateado. No podemos perder el norte por rabia, estamos por encima de eso... Estás por encima de eso. Y como líder espero de ti que nos lleves hacia grandes victorias. No te dejes llevar por ese sentimiento, no ahora. Nos han fallado, nuestras ansias de combate pedían saciarse, pero algún día les devolveremos el impacto, con la misma, o con mas fuerza. Te lo prometo.
Luego se levantó, y le tendió una mano.
-Vamos.. Levanta. Apóyate en mí si necesitas calma... En estos años he aprendido sobre ello, mucho. Confía en que seré tu mano derecha.
Miyu había tenido que enfrentar sola su dolor todos estos años por la pérdida de su amigo y ahora era él quien le transmitía calma.
Deja llevar sus manos y mira a Daito aún con sus ojos encendidos, aunque poco a poco, recuperan el color natural, su rostro recupera la neutralidad de siempre y sus ojos expresan la compasión y la alegría de tenerlo de vuelta, de no estar sola. Sólo debían encontrar a Dragón Azul y estarían completos. Sonríe con sutileza y toma la mano del joven para ayudarse a levantarse.
- Claro, amigo. Nunca he dejado de hacerlo, es sólo que... - fija su mirada en el suelo un momento para decir - Han sido muchos años sola cargando con el arrepentimiento de las dos vidas y en ocasiones, no puedo ser la guía que me gustaría. Mas teniéndote conmigo, sé que lograremos recuperar el lugar que se nos ha quitado - le sonríe y se queda de pie.
Luego, se sienta de nuevo y dice - ¿Qué piensas hacer ahora que sabes la verdad? -.
Sonrió al ver que conseguía que ella se calmase. Recordó que siempre había tenido aquella capacidad en ella: Como una especie de consejero espiritual. Su vínculo era bastante fuerte. Recordó otros sentimientos, pero no a qué correspondían, así que dejó que desapareciesen de su mente.
-Ya no estás sola. Vuelvo a estar a tu lado, una vez mas.
Sonrió levemente. Después respiró profundamente ante lo último. Estaba de pie, y miraba a ningún punto en específico, mientras metía sus manos en los bolsillos.
-Ahora tengo a mas gente a la que proteger. Tengo a mi madre, también, pero eso no significa que no vaya a seguirte donde quiera que vayas. Después de todo, debemos actuar con normalidad.
Luego la miró a los ojos.
-No te voy a volver a abandonar. Ni la muerte consiguió separarme de ti.
Sonríe levemente con las palabras sobre su madre. Ella entendía bien esa determinación. Debía proteger a su hermano igualmente - Yo también tengo a mi hermano y debe estar a salvo, pero agradeceré siempre tener tu compañía - tomó el último trago de su té y luego miró a Daito.
Las últimas palabras del joven hicieron que las mejillas de Miyu se tiñeran de carmesí. No sabía muy bien por qué pero se sentía algo avergonzada. Retiró la mirada y trató de tapar su rostro con la tirilla de cabello que colgaba de ella.
- Yo... - trataba de decir algo pero sólo balbuceaba. Tratando de respirar y tranquilizarse, dice - Debemos... Debemos encontrar a Dragón Azul. Con ella, estaremos completos -.