Un ejemplo, así, a voz de pronto, con Aoi por ejemplo.
Un día al despertar, en la casa de Yuzuki en la cual pasaron la noche, un silencio abismal, casi sobrenatural para la hora que és, dado que los rayos de sol entran por la ventana con fuerza. El sonido de un goteo replica por el lugar, siendo el único con valor suficiente para romper el silencio.
Tras decidirse a Salir, puede ver un sendero de sangre que desciende desde las escaleras de Yuzuki hacia debajo, la sangre no es como un río, si no como si algo sangrante se hubiese estrellado allí y se hubiese arrastrado agonizante hacia abajo, el sonido del goteo es la poca sangre líquida descendiendo. La sangre mancha inevitablemente los pies de la chica hasta, que al llegar abajo, puede ver cómo el sendero se pierde hacia la puerta cerrada de la cocina.
Al abrir la puerta de la cocina, decidida a ver si alguien necesita de su ayuda, se alivia al ver a su hermana, Atsuko, con una sonrisa inocente y dulce, mirándola
¿Quieres el desayuno, hermana?
Es entonces cuando descubre, con gran sorpresa para ella, que su hermana lleva un vestido completamente blanco, algo ináudito en ella, y que además éste está manchado de Sangre, al acercarse hacia ella, ésta niega con la cabeza y hace un ademán con la mano mostrándole a su derecha y a su izquierda dos siluetas.
La primera es la de Shisuka, con los ojos llorando sangre, en el suelo, sus piernas han sido claramente mutiladas y, ahora que se fija mejor, también tiene cortes por toda la piel. Incluso algún que otro mechón de cabello por el suelo. Su aspecto es lamentable, y extiende sus manos, con las uñas arrancadas, hacia Aoi con un gesto suplicante, pero la falta de lengua le impide articular palabra.
La segunda silueta, mayor que Shishuka, resulta ser la de Kimura, los músculos de sus brazos han resultado dañados hasta el punto de arrancarle los tendones y las cuencas de sus ojos están vacías, no sabe hacia donde dirigir su mirada, pero la sangre que fluye por su boca entreabierta deja ver claramente la falta de dientes.
Pero lo peor llega cuando vuelve a fijarse en su hermana:
En su mano derecha... En un cuchillo lleno de sangre fresca y goteante. Atsuko, con una sonrisa inocente, digna de la niña que és, entorna su mirada mientras dice:
Así mi nee-chan ya no tendrá que preocuparse de elegir entre ellos dos nunca más...
Shishuka mueve sus labios, pudiendo leerse claramente en ellos un "Huye, por favor, huye..."
Por su parte, Kimura rápidamente se gira hacia Atsuko, intentando levantarse, pero con un rápido movimiento de la mano de ésta, el chuchillo sesga los tendones de su pierna, haciendo que éste caiga.
Ha sido muy difícil, nee-chan... Eran muy duros. Pero ahora podremos ser felices las dos.
Cuchillo en mano, Atsuko se dirije hacia Aoi dispuesta a darle un abrazo cálido.
By: Kariwin
Y ahora algo más romántico...
La noche había pasado rápido para Yuzuki, aunque realmente intensa. Una discusión tras otra con Yuto, sin saber siquiera cómo había comenzado, había terminado con ambos sobre el tejado de la casa, a voz en grito. De un modo o de otro, todo había terminado con Yuzuki, casi desesperada, encaminándose hacia Yuto, recriminándole que al fin y al cabo era él quien debía de portarse mejor con ella. Cuando ella está prácticamente a punto de llegar hasta él, éste pronuncia, suaves, frías y calculadas, unas palabras cuya repercusión aún no podrían entreverse.
Tú ganas. Me marcho, desaparezco y no volverás a saber de mí.
Esas palabras se clavan como una daga en el pecho de Yuzuki, que retrocede conmocionada un paso y sus piernas flaqueen hasta caer de rodillas. Dirige su mano derecha de un modo muy infantil hasta sus ojos para estallar en lágrimas, unas lágrimas que discurren sin querer cesar por sus mejillas, el hecho de que él esté mirándola y mostrarse tan débil le llena de impotencia y hace que el llanto se vuelva por completo desconsolado. Yuto, por su parte, se queda paralizado, con la boca entreabierta y pálido, apenas susurrando unas palabras que claramente dejaban entender la idea de que él jamás habría pensado que sus palabras tuviesen ese efecto. Por unos momentos, el miedo se hace dueño de él y el silencio es interrumpido sólo por el llanto de la chica.
El mero hecho de intentar controlar sus lágrimas pensando en perder por algo tan estúpido al único chico que había amado y que probablemente amaría en toda su vida hacía que su llanto fuese mayor. Finalmente, el albino chico aparece delante de ella, con una resolución como salida de la nada, y sella los labios de ella con los suyos propios, para sorpresa de Yuzuki, la cual abre sus ojos como platos que parecen, como si de un hechizo se tratara, haber dejado repentinamente de llorar.
Tímidamente ella desliza sus brazos sobre los hombros de él con las piernas aún en el suelo mientras él lleva sus manos a la cintura de ella y le ayuda a levantarse, los labios de ambos parecen querer devorar la boca del otro con pasión mientras el salado sabor de las lágrimas de la chica se mezcla con el sabor de la saliva de ambos, consiguiendo que esta, con un valor inusitado, introduzca su lengua en la boca de él y que éste cierre los ojos, dejándose llevar por un momento que, de seguro, ninguno de los dos podría haber soñado nunca.
Las manos que él tiene en la cintura de ella se desplazan para acariciar la espalda con suavidad, buscando introducirse bajo su ropa para sentir su cálida piel, ella por su lado lleva su mano hacia la nuca de él para acercarlo más, deseando devorar más de él si cabe. Los latidos de ambos parecen acelerarse, resonar al unísono como una poderosa melodía ya olvidada por la mayoría de personas, una melodia de amor y pasión que quedará gravada en sus mentes para siempre.
Ella era capaz de escuchar el poderoso latido de él contra su pecho, en algún momento del tiempo la piel de ambos estaba en contacto, sin siquiera haber sido conscientes del instante en que todo había cambiado. El fuego de ambos se notaba en la pieles superpuestas mientras él se esforzaba por recorrer cada rincón de la boca de ella, paladar, cualquier lugar de su boca parecía insuficiente para saciar la sed de ella que él tenía. Ella, por su lado, estaba más receptiva de lo habitual, habiéndole dejado a él dominar el momento mientras, al pasar la lengua por debajo de la de él puede sentir hasta el latido de las venas que recorren la lengua. Cierra los ojos, mientras el deseo se hace mayor.
El sonido de los latidos de él perpetran en el cerebro de ella como si se tratase de un taladro. Sangre. Litros y litros de algo que antaño le aterrorizaba corre ahora por debajo del ser que desea más que nada en el mundo, más incluso que su propia vida. Desea tomarlo todo de él, ir más allá del breve pero intenso placer que la unión de los cuerpos puede producir, tomar su esencia y formar parte de un mismo ser para siempre.
Se siente viva, feliz, pudiendo tomar de él todo lo que necesita, sin que nada más importe en todo el mundo, en toda la existencia, y él está dispuesto a dárselo todo a ella, él también desea formar parte de ella, de ser uno con ella, pero no así.
Apenas se torna consciente de lo que sucede puede sentir que la piel sobre su pecho es gélida, cómo un un icor carmesí recubre cálidamente su torso desnudo, cubriéndolo y protegiéndolo de cualquier cosa, impidiendo que el mismo sol pueda poner sus rayos sobre su piel. Los inertes ojos de Yuto la miran mientras la sangre discurre por su boca y, agachando la mirada, puede observar cómo su mano está atravesando su pecho, sin sacarlo, puede sentir el interior de Yuto, cálido y aún ligeramente palpitante, sin embargo está frío por algún motivo inexplicable. La sangre surge a borbotones de su boca mientras sin darse cuenta ella la toma, la bebe, sin querer que nada de él se desperdicie.
la escena perdura durante al menos diez minutos, con Yuzuki con el torso desnudo, ensangrentada, depié y desolada. Sin lágrimas en sus ojos secos ni capacidad para sentirse mal, por mucho que en su interior desea sentirse como la basura que es, como la asesina de su propio amor, quien le ha entregado la vida sin oponer resistencia alguna. El odio sobre sí misma aumenta, pero a la vez, la sensación de que debería ser así, una extraña felicidad por, al fin, haber podido tomar para siempre al hombre que ama.
Bonito espectáculo.
Interrumpe una voz, y, al fondo del lugar, una silueta pequeña y casi imposible de distinguir por el sol a contraluz. Sin embargo la voz era claramente femenina, parecía contenta, orgullosa, y sólo dios sabe cuanto tiempo habría estado mirando sin intentar impedir lo que acababa de suceder.
By: Kariwin.