Mientras salía Ladia del escondrijo el Barón se levantó, descansado un poco ya, ante la pregunta de Diego. No le respondió un instante, sino que miró primero a uno y a otro, y sorprendióse por lo bien que habían luchado ante aquellos muertos... ¿Y aquel lobo gigante? Parecía preguntarse don Sancho...
Tenéis razón don Diego, es ya noche cerrada... -respondió Sancho-. ¿No oís el arroyo que corre muy cerca? Vayamos y acampemos allí, de momento, que los animales estarán al acecho por los caminos...
Observando muy cerca los restos del cadáver de Ibai el cazador, que habialo devorado aquel lobo, anduvísteis pocos segundos entre la densa niebla y la tremenda oscuridad, y díste enseguida con el margen de un riachuelo de aguas limpias. Tras ello, cenásteis las últimas provisiones que el Barón Sancho había traído, y acto seguidos preparásteis el suelo para acampar.
Escena cerrada