Partida Rol por web

Al parecer, el resto de hombres reptil que quedaba en las catacumbas hicieron su retirada después de sentir que la muerte había llegado a su maestro; el grupo se las arregló para sacar lo que más pudieron del botín, llevándose consigo las piedras preciosas y demás elementos. Regresaron al templo con Lucius a salvo, aunque bastante mallugado, los meses de tortura fueron bastantes y su cuerpo y espíritu estaban desgastados. En cuanto a la entrada a las catacumbas Hektor uso uno de sus hechizos de ilusión para mantener la deteriorada casa con la visual de una casa común y corriente pero en excelente estado, a la par que la entrada por la sala de los barriles de vino, ha dejado un hechizo de alerta, por si en algún momento alguien intentara ingresar o salir, pudieran darse cuenta.

Hicieron tiempo en Freeport hasta poder hablar con Lucius, este les hablo poco, ya que poco recordaba de aquellos viajes, Egil agradecido con el grupo por encontrar a su amigo, les proporciona el resto del dinero que habían acordado y les extendió sus servicios por si en algún momento los necesitaban; casi la mitad de los monjes desaparecieron y muchas cosas comenzaban a cambiar en Freeport, al menos, de lo poco que habían conocido.

Al regresar a la Compañía de Aventureros local, entregaron sus placas de porcelana a la regente, esta posó sus manos sobre cada una de estas, mientras mencionaba unas palabras que sonaban más como un murmullo, notaron como pasaron de ser porcelana a obsidiana, para luego terminar en acero.

La chica les sonríe y señala sus placas para que las tomen de regreso, -parece que han estado trabajando duro, bienvenidos al rango Acero, espero que las aventuras no terminen aquí, me gustaría verlos algún día en el rango Platino-. La mujer se retira del mostrador y se acerca a un par de aventureros que acaban de llegar, pueden notar como hace la misma acción que hizo en sus placas, aunque estas se transforman en Rubí.

No fue fácil el camino, aún así debo reconocer que he tenido buenos compañeros. La aventura fue una locura desde mis ojos, pero fue en verdad una locura de las bonitas. Me he sentido acompañada, esos piques con Brennan me gustan y creo que sale de forma natural esa camadería que se necesita para ser un grupo de aventura hecho y derecho. Además se han aguantado mi malhumor, mis ironías, lo cual ya tenía un mérito más que valioso para mi. 

No obstante una vez nos liberamos de las obligaciones, decidí que era mejor disfrutar de unos días libres y le pedí al insoportable del elfo que me acompañe. Un poco de bosque, alguna que otra taberna y charlas mirando el atardecer, parece incluso romántico, pero no. Conmigo sería demasiado raro. 

Al fin de cuentas todo esto me lleva a pensar que puedo tener un lugar con ellos, que todo este largo camino nos dio un puñado de respuestas y el sabor de la aventura está en mi. No sé que me depara mañana, si soportaré un día más a todos ellos, pero al menos no me siento tan sola. Algo ha cambiado en mi, espero que sea para bien. 

Ojalá. 

 La aventura del grupo y del bardo había terminado en una nota agridulce. Y si bien esa clase de notas eran del agrado del músico, en la realidad provocaban sentimientos mixtos. Por una parte habían logrado una buena reputación y una pequeña fortuna con la cual manejarse en Freeport. Por otro lado, las perdidas en la travesía fueron desafortunadas y tristes. Principalmente la de Helena, la chica a la que Frenni con tanto entusiasmo había instado a ser parte de la aventura. Solo para terminar siendo absorbida en vida por un mago loco.

 Aquello había dejado tocado al pequeño bardo. Durante los siguientes días, el muchacho se aventuró por las costas de la ciudad, buscando puntos silenciosos y desolados en los cuales tocar tristes melodías recordando a aquella valiente guerrera que lo dió todo por una pizca de emoción. Aquellos que lo pagan todo con tal de formar parte de la historia. Era tan trágico, y al mismo tiempo tan sublime y bello: el arte de vivir y morir por la aventura.

 Frenni había encontrado un buen grupo. Quizá muy diferente a él, pero era gente honrada y buena. Solo esperaba que hubiese más agradables aventuras en el futuro.

La aventura había terminado y, lo más impoortante de todo, Egil les había pagado por haberle traído con vida al desaparecido hermano Lucius. Para el nigromante, enfrentarse a los hombres serpiente había sido una nueva experiencia, algo único que no había hecho hasta el momento. Y el cuerpo de Milos había demostrado también tener un sabor único.

Sus compañeros eran muy distintos a él, aunque era extraño encontrar un grupo en el que no intentasen matarle o increparle desde el momento en que supieran de sus gustos por el canibalismo.

La incursión en la base de los hombres-serpiente había dejado un buen número de cuerpos que se desaprovecharían si nadie hacía nada. Por ello, Felsom decidió tomarla para hacer de ella su nuevo laboratorio de experimentos, al menos mientras el grupo permaneciera en Freeport. Durante los siguientes días, se sirvió de los cadáveres de los hombres-serpiente para tratar de experimentar con ellos y, por qué no decirlo, cocinar a alguno de ellos.

-Hmm... Sabe a pollo... -reconoció Felsom, mientras bebía un sorbo de un caldo en el que asomaba una asada mano reptiliana.