Aunque la actual ciudad de Freeport sólo tiene unos pocos cientos de años de antigüedad, el lugar ha estado habitado desde mucho antes. Hace unos dos mil años, esta zona era parte de una isla mucho mayor llamada Valossa, que se extendía unas mil millas de norte a sur y unas ochocientas de este a oeste. Valossa era el corazón del imperio de los hombres serpiente. Estos reptiles hechiceros gobernaron enormes áreas de territorio cuando la humanidad era joven, y fueron pioneros en el uso de la magia y la ciencia cuando los elfos todavía se escondían en sus bosques.
Sin embargo, no todo era perfecto en el Imperio de Valossa. Los hombres serpiente habían adorado desde siempre a Yig, el gran dios serpiente, pero en los últimos días del Imperio, se extendió por las ciudades un culto dedicado al “Innombrable”, un temible poder foráneo. El culto, llamado la Hermandad del Signo Amarillo, despreciaba a Yig, y causaba la locura entre sus adeptos. Los líderes de los hombres serpiente, arrogantes y confiados en sus altas torres, permitieron que este nuevo culto se extendiera rápidamente entre los descontentos. Cuando los sacerdotes de Yig intentaron actuar, para detener las oscuras maquinaciones del culto, ya era demasiado tarde. La Hermandad del Signo Amarillo llevó a cabo un ritual para invocar a su dios oscuro, y el impero de Valossa quedó destruido para siempre. Ningún testigo sobrevivió para explicar la aparición del gran antiguo, pero abundan las pruebas de la destrucción que provocó su llegada. La poderosa Valossa quedó reducida a pedazos y el agua del océano se levantó para ahogar a miles de hombres serpiente. Los que sobrevivieron, enloquecieron y perdieron su civilización y su magia en ese terrible momento. Casi el 90% de Valossa quedó sumergida bajo las olas, dejando sólo islas desperdigadas como testimonio de lo que había sido un gran imperio.
Los enloquecidos hombres serpiente huyeron a las profundidades, donde sus degenerados descendientes todavía viven hoy en día.
Muy pocos hechiceros y sacerdotes de Yig sobrevivieron a la ira del Innombrable con su cordura intacta. Estos se retiraron a las sombras cuando los elfos y los humanos crearon sus propios reinos. Pasaron los siglos y pocos recuerdan que el Imperio de Valossa había existido o que los hombres serpiente habían sido civilizados.
La mayor parte de lo que quedó de Valossa es una cadena de islas conocida como los Dientes de la Serpiente. El nombre puede ser un eco distante del Imperio de Valossa, aunque los nativos actuales lo atribuyen a la forma de las islas. El más importante de los dientes de la serpiente, A'Val, tiene una bahía natural, fácilmente defendible. Cuando la humanidad se lanzó a los océanos, A'Val fue descubierta por los capitanes errantes. Al principio, sólo era un lugar para descansar, proveerse de agua y reponerse. En poco tiempo se edificó un poblado y con el paso de los años el poblado se convirtió en una ciudad. Se desarrolló a base de ofrecer servicios a los barcos que pasaban por sus aguas y por facilitar refugio a aquellos que no eran bien recibidos en ninguna otra parte. Los marineros empezaron a llamarle Freeport, “el Puerto Libre”, y el nombre se le quedó.
Debido a su remota localización y atributos naturales, Freeport pasó a ser un imán para los bucaneros. En poco tiempo se hicieron con el control de la ciudad, que pasó a ser un importante paraíso pirata. Lo que hizo que Freeport funcionase en los primeros días era un código pirata simple: “haz lo que quieras en alta mar, pero no vayas contra tus camaradas en el puerto”. Eso significa no robar, no asesinar y no secuestrar. Los duelos tenían lugar en raras ocasiones, pero se llevaban a cabo, de manera formal, fuera de los muros de la ciudad. La mayoría se conformaban con peleas de borrachos, y de esas había gran cantidad. Aparte de eso, la paz reinaba en Freeport.
Hace unos doscientos años, la era de los bucaneros llegó a su fin. Los barcos solitarios tenían que enfrentarse a escuadras organizadas. Antes un solo pirata podía perseguir a los barcos mercantes impunemente, pero ahora se había convertido en un zorro frente a los perros de presa de los escuadrones navales. Después de que tripulaciones enteras fueran perseguidas y destruidas, los capitanes de Freeport aprendieron que debían cambiar su forma de actuar. Necesitaban una escuadra propia para luchar contra las escuadras rivales, así que decidieron formar una fuerza combinada y salir a cazar en masa. El único problema era elegir un líder. Tras muchas discusiones, los piratas nombraron a dos capitanes para la gran flota. Drac y Francisco eran rivales acérrimos, así que el conjunto de capitanes pensó que cualquier decisión que tomaran entre ambos sería realmente acertada. No era una situación ideal, pero los piratas tenían la sorpresa y el factor numérico a su favor. La flota combinada salió en una operación de tres meses que recabó más dinero, bienes, víveres y alcohol del que se había visto jamás en Freeport. Fue un éxito espectacular y los capitanes Drac y Francisco se apresuraron de reclamar para sí el liderazgo. En poco tiempo, ambos se habían autoproclamado Señores de Freeport.
Los siguientes diez años fueron muy tensos. El gran saqueo había despertado el pánico en las naciones marítimas, que empezaron a gastar enormes fortunas en construir armadas. Los Señores del Mar se vieron obligados a librar batalla tras batalla contra enemigos muy dispuestos. Freeport fue asaltada en tres ocasiones, pero sus defensas demostraron ser demasiado fuertes para los barcos atacantes. Esta guerra no declarada no tuvo un claro vencedor. Freeport resistió los asaltos e infligió varias derrotas a sus enemigos, pero el desgaste fue muy elevado para todos los bandos. Al final, el conflicto se apagó cuando las armadas quedaron sin barcos ni tripulaciones que lanzar a la batalla. Tras una década de luchas se estableció una larga tregua, que cada bando aprovechó para lamer sus heridas.
Durante la guerra, la adversidad había mantenido unidos a los piratas. Sin embargo, cuando la presión cedió los problemas no tardaron en llegar. Los Señores del Mar se odiaban profundamente el uno al otro, y esta animosidad afloró de nuevo, con consecuencias letales. Tras una serie de provocaciones, la lucha se inició en Freeport por primera vez en su historia. Los seguidores de Drac y Francisco se mataron entre ellos en las calles, violando el código pirata que había mantenido unida a la ciudad. Ninguno de los dos señores ganó la partida. Antes de que el conflicto pudiera resolverse, llegaron noticias de una nueva flota hostil aproximándose a la ciudad. Los piratas invocaron una tregua y su flota zarpó para defender Freeport, de nuevo unida, o eso parecía.
El capitán Drac se había percatado de que esta guerra no se podía ganar a largo plazo y de que su única posibilidad de supervivencia era pasar a formar parte del mismo mundo que estaba tratando de destruirles. Drac inició una serie de negociaciones secretas con el enemigo usando a un mago como intermediario. Accedió a traicionar a Francisco a cambio de una tregua, y del reconocimiento de Freeport como una ciudad estado soberana. Los líderes enemigos estuvieron encantados de firmar ese acuerdo y poder así poner fin a una guerra que les estaba resultando ruinosamente cara.
Así pues, sin tener el menor conocimiento de la duplicidad de su camarada, el capitán Francisco condujo a su flota al ataque. En cuanto sus fuerzas entraron en contacto con las del enemigo, los barcos de Drac se alejaron de la lucha, dejando a la armada de Francisco trabada en combate, expuesta y sin apoyo. Las naves de Francisco fueron rodeadas y destruidas rápidamente. Mientras tanto, Drac navegó de regreso hacia Freeport para anunciar el nuevo status de la ciudad, así como su nuevo régimen.
El capitán Drac rápidamente consolidó su poder. Se autoproclamó único señor de Freeport y eliminó a todos los enemigos que le quedaban, antes de que estos pudieran organizarse contra él. Algunos de los demás capitanes piratas que residían en Freeport prefirieron abandonar la ciudad antes que verse obligados a servir a Drac (al cual despreciaban por haber violado el código pirata y traicionar a Francisco, dándole la espalda en plena batalla). La mayoría de ellos, sin embargo, viendo de donde soplaba el viento, eligieron quedarse en Freeport y capear el temporal.
El reinado de Drac resultó ser mucho menos sangriento de lo que nadie hubiera podido imaginar. Drac gobernó Freeport con mano firme durante los siguientes treinta años, transformando lo que había sido un auténtico paraíso pirata, en un centro comercial de importancia sustancial. Acabó con los piratas de la región, estableció rutas de comercio con sus antiguos enemigos, y organizó el llamado “Consejo de Capitanes”. La palabra de Drac seguía siendo la Ley, pero el consejo estaba al cargo de los asuntos cotidianos de la ciudad y asesoraba al Señor en las decisiones importantes. Drac se consideraba a sí mismo un monarca en toda regla, pero en cambio se resistía a adoptar dicho título, ya que pensaba que los ciudadanos de Freeport no aceptarían de buen grado algo tan contrario a su naturaleza. Asimismo, sabía también que no podría fundar una dinastía. El consejo de capitanes nunca se sometería al hijo de Drac, un muchacho sin la experiencia de esos viejos lobos de mar.
Sin embargo, si bien Drac no podía perpetuar su estirpe en el cargo de Señor del Mar, por otro lado, necesitaba asegurarse de que Freeport sobreviviría como ciudad-estado independiente después de su muerte. Cuando Drac vio que se acercaba su final, y con algo de melancolía en el corazón, eligió a un viejo compadre, el capitán Cromey, para que fuera su sucesor. Además, dispuso una nueva ley por la cual, en el futuro, cualquier sucesor nominado para el puesto de Señor del Mar tendría que contar con la aprobación del Consejo de Capitanes. Así, pese a todas las intrigas y traiciones pasadas, al final de su vida el capitán Drac antepuso los intereses de la ciudad a su propia gloria personal, y por ello es recordado como un gran hombre en Freeport.
No es tan breve, pero es para que más o menos tengan una idea de a dónde llegan.