Partida Rol por web

Para acercarme a la casa espero a que pase una carreta para cubrirme con ella, pero sin parecer que me cubro, como que estoy allí por casualidad y camino al amparo de ella.

Estás tan tranquilo tomando tu té y observando otras samurái, incluso a las sirvientas para lo que sería un desquite rápido, cuando entra el niño pordiosero con el moco en la nariz y te mira. Tiene un ojo morado y algunas magulladuras recientes. 

Pagas y sales de la casa antes de que alguien vea al niño mierda ensuciando un lugar samurái como este. 

El niño te cuenta aguantandose los lloros y el moco - Zeñor he hecho lo que me dijizteiz pezro me han pillado y me han dado una paliza. Había una zamuzai del clan mantiz organizando la zecibida de caddzoz que tzaían muchaz cajaz. He zobado un poco de ezto que tenían en una caja. Te enseña la mano sucia pero mojada de saké. Aunque el niño está sucio te llega el fuerte olor a saké y puedes apreciar que no es un saké normal... Justo cuando te habías despistado identificando el saké el niño suelta - Dzecompenza!!! Te fijas que también le han partido un par de dientes.

Salgo fuera rápido y examino al niño...

Escucho sus palabras en silencio y huelo el saké curioso... Entonces grita. lo miro con atención. Mucha atención... y muy fijo.

Ha cumplido con su misión el mocoso. Cuando tienen algo que ganar cumplen. Es la diferencia entre ellos y nosotros. No tienen valores, sólo deseos y motivaciones bajas... Un samurai es su palabra... Eso me han dicho siempre. Uno puede actuar de forma sorpresiva, poco honorable, pero la palabra dada es sagrada.

Meto la mano en el obi y saco un bu. Se lo entrego sin mediar palabra y observo como se aleja antes de volver a la corte a informar a Genji.

Vas a la casa de Geishas donde está el temible Tishi. Ya está anocheciendo y la casa tiene más afluencia aunque no es una de las prioritarias. 

Una de sus geishas atiende a los "invitados" a la casa y los va disponiendo en diferentes habitaciones según el servicio que quieren.

Ha venido a disfrutar Bayushi-san? Música y cena? Será un placer para nuestras geishas atenderle, estábamos esperando a alguien como vos...

Entras adentro de la casa y te van guiando por sus pasillos de madera hasta una pequeña salita. Allí vendrá una buena moza que te dará de cenar, tocará algo de dulce música y un buen masaje.

Debes resistirte a los encantos de la mujer que te acompaña para hacer tu deber como dios manda. Justo consigues oír que en el pasillo pequeño dicen Por aquí Tishi-sama, le traeremos lo que pide. Su querida hija ya ha dado órdenes a las mujeres. Cual de las dos? Serica-sama. Hai. Voy a descansar a mi habitación que nadie me moleste por favor, necesito estar solo para escribir unas cartas así que preparadme el despacho.

Ahora sería una perfecta ocasión para espiar a Tishi... Está solo en su habitación, si pudieras leer o robar alguna de sus cartas... Pero tienes que resistirte a los encantos de la chorva.

Cuando llego me recibe una bella dama, aunque no me dejo engañar por las apariencias.

Son instrumentos... carne creada para dar placer...

Ante su pregunta asiento con levedad.

En la sala me relajo un tanto con la deliciosa cena, la suave música... Oooh... y un masaje... Qué placer... 

Por fortuna las atenciones de la muchacha no me nublan tanto la razón y escucho con atención lo que se filtra desde el otro lado del fino panel de papel.

Dejo pasar un poco rato (sólo un poco) antes de detener a la mujer con un gesto, como si algo me hubiera molestado, aunque me esfuerce por ocultarlo.

Está bien... Arigató.

Pago por los servicios y salgo al pasillo, con la esperanza de ver a los criados que han de preparar el despacho de Tishi. Una vez localizado el despacho, me fijo en esos criados que se lo preparan. Deben ser servidores de cierta confianza para manejar sus cosas personales. También busco con la mirada, aunque de forma disimulada, si hay algún samurai, alguien que le lleve las cartas, por allí cerca. Tampoco me demoro mucho para no llamar la atención y salgo a la calle, buscando más guardias o vigilantes del lugar, y veré la estancia que hace de despacho desde fuera, atento a la luz y las sombras de esa sala.

Estaré por allí fuera, como si esperara a algún compañero samurai a que acabe el servicio, o a que llegue... A saber.

Mi idea es ver si tengo una oportunidad para ver como salen las sombras del despacho y poder colarme en el gabinete del shugenja o bien estar atento a posibles mensajeros.

Vas rondando el lugar hasta que encuentras el momento en que queda una puerta abierta y parece que ya no hay más criados merodeando por su despacho. Entras en la sala y ves un escritorio muy bonito y antiguo, probablemente una gran herencia familiar puesto que hay mon de los Soshi por todos lados. Hay varias katanas de otros clanes colgadas en su habitación que presumes que son trofeos de samurái que ha matado. Huele a un incienso podrido extraño que te entran escalofríos solo de olerlo. No llegas a tener miedo...pero estás inquieto por colarte en la casa del temible Tishi. ¿Te matará si te pilla?

Tishi está escribiendo con luz tenue unas cartas. Y le ves la cara. Tishi el terrible es un viejo enjuto? De repente se gira hacia ti aunque no parece verte... sus ojos son negros como el azabache y dirías que está ciego. ¿Pero como puede ser que escriba cartas o que camine como si pudiera ver? Aquí hay algo que no te gusta nada... y al darte cuenta de esto, sí que tienes miedo.

Oigo las palabras del seppun. Me acabo de cambiar y todo es confusión. Suspiro por la estúpida arenga.

Otro idiota más que tiene prisa por morir. Muerte sin sentido, fuerza desperdiciada...

Me empiezo a poner la armadura ligera. Sin prisa pero sin pausa. No quiero que por las prisas una correa se quede floja y me den un disgusto. Seguro que quedarán enemigos para cuando esté listo. Siempre quedan...

Llega Genji y empieza a asegurar mis correas mientras habla sobre ir a la base del enemigo aprovechando que estará en las murallas luchando.

Sus gestos son los de alguien a quien le han eseñado como se ajusta una armadura, pero nunca lo ha hecho. Le falta la seguridad de la práctica.

Asaltar la base enemiga mientras están fuera... Este chico sería un buen escorpión. Hasta su aspecto blando puede jugar a su favor... Necesita un par de hostias bien dadas para que se le borre esa expresión de gilipollas pero podría ser útil al clan...

Ver sus manos finas y delicadas trasteando con mi armadura no acaba de dejarme tranquilo. Es casi como si me vistiera una geisha, y a un guerrero sólo lo puede vestir un guerrero. Retiro con educación sus manos y acabo por anudarme las piezas que faltan, mientras gruño un asentimiento.

Hai, sama. Haremos lo que decís. Sé que no olvidaréis las hazañas de hoy.

Digo mirándolo muy fijo y bajando la vista hasta su manga donde sé que guarda el documento que le he confiado.

Espero que elija un escorpión para el cargo. Él puede conseguirlo. Sabe que lo ha entendido, pero mejor dejar las cosas claras.

observo como Genji se acaricia el brazo que miro y sus ojos se iluminan por un momento, como entendiendo mis palabras. Asiento ligeramente para confirmar sus intuiciones.

¿Sabéis donde está la... ratonera, sama? Yo iré delante, sabéis que soy de paso ligero. Vos detrás, a cierta distancia, con el arco dispuesto.

No confío demasiado en la punteria de genji, cuyos brazos parecen más acostumbrados al samisen que al arco, pero si al menos va un poco atrás no revelará mi posición y tendré tiempo de despachar a los imbéciles que pueda haber de guardia.

Os ruego muy humildemente que confieis en mi consejo en esta misión, sama. Por favor, haced lo que os suplique en cada momento.

Añado moviendo los brazos para asegurarme que tengo la armadura bien colocada y una sonrisa se dibuja bajo mi máscara cuando Genji asiente en silencio, entendiendo.

Un buen escorpión, sin duda... Quizás no sería tan mala idea su unión con Sarica...

Himuro ve lo que ocurre. A su alrededor el caos y él con sus dos trofeos. El río parece la salida más segura, pero sería muy triste final morir ahogado.

Si no sangrara tanto... Las Fortunas me han dado un buen día para morir. Dos cabezas de importantes samurais cuelgan de mi cintura... Hoy moriré como un Hantei. Lleno de gloria...

Y empieza a retroceder en busca del puente para intentar salir por el otro lado del pueblo, por donde es más difícil que ya estén apostados los hombres de Genpai.

Busca el puente e intenta salir por el otro extremo del pueblo, evitando los encuentros, aunque arrastra una pierna y no es tan sigilioso como le gustaría.