Partida Rol por web

Dexter miró a Gregory unos segundos al ver que la puerta estaba abierta. 

— Curioso que este abierta… — dijo mientras la tormenta rugía con fuerza en el exterior. El guardabosques miró con determinación el granero, para seguidamente mirar el cielo tormentoso. Aquello no le gustaba, sentía en lo más profundo de su ser que todo aquello había sido una mala idea.

Lanzó una fugaz mirada a su amigo, justo cuando aquel sonido retumbó en la cabeza de Dexter. En un primer momento deseó que fuera uno de aquellos truenos que llevaban petando toda la noche. Pero sabía bien lo que era.

— Estoy seguro de que eso fue un disparo — afirmó de forma acelerada. — Joder… ¡Cornelius, vamos!

Y sin esperar nada, salió corriendo al exterior, notando la lluvia sobre su cuerpo. Un cuerpo que pedía más oxígeno para llenar sus pulmones, sintiendo una fuerte presión en el pecho. Su corazón latía acelerado mientras notaba esa falta de aire constante.

Estaba claro que aquella tormenta estaba poniendo al limite al guardabosques. Quería chillar mientras notaba el pelo completamente pegado sobre su cara y la ropa completamente mojada.

No puedo... No puedo... Era lo único que sentía en su cabeza
 

Con la puerta abierta la llave estaba fuera de lugar y al examinarla mejor me di cuenta de que pertenecía a algo más pequeño que una cerradura de una puerta. Algo más... confidencial. Iba a sugerir a Dexter buscar en el silencio de la casa que abría aquella llave, pues sin duda allí pasaban cosas demasiado extrañas, cuando escuché el sonido de aquel arma detonar.

Los cuervos abandonaron sus cobijos a causa del estruendo y yo me quedé helado unos segundos. Cogí la mano de Dexter y le puse la llave en ella. - Guárdala o busca que ocultan... yo debo ir. - Le dije al guardabosques. - Es mi obligación como médico, no solo atender heridos... - sino que dar testimonios de muertes. - No puedo dejar ese suceso así. Si bajan los Learmorth, diles que fui al granero al oír el disparo... simplemente mi condición de médico me lo exige.

Dicho esto, abrí la puerta, me calé el sombrero, me pegué el maletín al pecho, junto con mi bastón e inicié mi carrera hacia el granero. Con lo que no contaba era que el camino estuviese lleno de piedras, piedras que cada vez que se mojaban se convertían en una trampa pues mis botines no dejaban de patinar en ellas.

Caí varias veces, una de ellas hizo que mi maletín se abriese y perdiese un tiempo precioso recogiendo cosas. Seguramente ni lo recogí todo pues el agua arreciaba con fuerza. En otra caída, mi bastón se partió en dos y opté por dejarlo allí tirado. Ya compraría uno en Boston. - ¡Dios! ¡Boston! ¡Cuanto añoraba ahora esa maldita ciudad!

Y entre tropezones, caídas y algunos traspies más, logré llegar al granero. Me dolía todo el cuerpo y parecía que salvo el bastón, no me había roto nada, pero mi blanquecina piel iba a tener un tono morado en pocas horas en varias partes de mi cuerpo...

Uno de los Learmonth se volvió loco repentinamente, asustado por la amenaza, pero sin dejar de mover el hacha y aún amenazando, el otro comenzó a acercarse a ella. Negó para sí misma tratando de volver en sí, quitando esa alucinación de sus ojos, pero sujetando el arma fuertemente, con confianza, era la única manera de salvarse de toda aquella locura.

Sin embargo, se concentró por un momento en el Roland que tenía más cerca. Comenzó a hablar lógicamente y entre sus palabras y su actitud, poco a poco comenzó a verlo más como George y menos como Roland, la voz volvió a ser la que era y cuando lo tenía a pocos centímetros de ella, ya se encontraba en sí, al verlo en un parpadeo cambiar a sí mismo.

Respiró profundo, calmándose a si misma, aquello había sido aterrador, sin embargo, escuchando al alienista negó con la cabeza —Ya, estoy bien, lo siento. No se que pasó — intentó aclararle, quitando su pose de amenaza y apresurándose a guardar nuevamente el arma —Pero esto se queda conmigo — le aclaró, no iba a confiar en nadie más de buenas a primeras y no iba a soltar su única arma. Además, no sabía si el hombre sabía usarla o defenderse con ella, mejor estar segura.

—Yo… sí. — respiró profundo nuevamente —Hay que calmar al hombre para poder salir de aquí.

El señor Learmonth seguía aferrado al hacha que tenía en sus manos, mirando la escena en todo momento y sin despegar su vista del alienista quien fue el que tomó las riendas de aquella situación tan intensa que se estaba viviendo. Para fortuna de todos las palabras del señor Russell lograron calmar a la detective sin embargo, parecía que el hombre de la casa no cedería después de lo que ya había visto y es que, por mucho que Russell estuviera intentando dirigir la situación de forma que el hombre se sintiera en confianza de bajar el arma y regresar a la casa para hablar, la mente de Roland parecía estar completamente a la defensiva en esos momentos.

El hombre estaba viendo como Blanche había bajado su arma, reponiendo su cordura en el proceso y logrando entrar en razón, esto causó que el hombre comenzará a sudar, pasando la mirada de la detective al alienista y viceversa una vez tras otra -N-no... Esto es una trampa ¿Cierto? Ella ¡Ella fingió todo para arrestarme! Maldita sea simplemente me obligaron a hacerlo ¡No dejare que me metan a la carcél nunca! ¿Porque vinieron de Bostón en realidad?- Gritó de un momento a otro, aprovechando la oportunidad para lanzarse de golpe contra el señor Russell, aprovechando que este estaba distraído y Blanche había guardado el arma confiandose de mas lamentablemente.

Las manos del señor Learmonth se aferraron con fuerza al hacha que llevaba encima, blandiendola mientras gritaba como si fuera un cerdo en el matadero y buscando atinarle al cuerpo del alienista como si aquello fuera su única oportunidad de salir vivo de allí. La situación empeoró en un solo parpadeó, y aquello sin duda les dejaba a ambos muy poco espacio para actuar, tenían que reaccionar o tal vez sería muy tarde... Roland parecia estar dispuesto a todo.

Dexter había estado aguantando con bastante valentía la situación que tenía por delante, claramente no era fácil para alguien como el caminar justo debajo de aquella tormenta con el fin de poder ayudar a sus compañeros, sin embargo la situación comenzó a tornarse cada vez más difícil para el y precisamente las condiciones meteorológicas pronto jugarían en contra del guardabosques...

Un par de relámpagos cayeron justo a un lado del hombre, causando que esté saliera volando unos cuantos metros e impactará directamente contra el suelo lodoso que se había formado debido a la gran cantidad de agua qué había estado cayendo desde hace bastante tiempo ya. Sus oídos comenzaron a pitar de inmediato, un silbido que solo indicaba que lo peor y lo que más temía había sucedido de un momento a otro para el hombre, no tomo mucho tiempo para poder darse cuenta que estaba intacto a pesar del contacto tan cercano que había tenido con aquel relámpago, sin embargo había tenido suficiente como para que su cabeza terminara hecha un caos.

Tal vez se tratara de una simple alucinación que el shock del momento había causado, pero en esos momentos una docena de cuervos se encontraban atacando al hombre quién entre el zumbido que le había dejado en los oídos aquel trueno y la propia fobia que ya se había desatado por obvias razones, no podía distinguir entre la realidad y la ficción que su cabeza pudiera crear, la respuesta era obvia; Tenía que escapar de ese lugar cuando antes y sin importarle los objetivos que tenía antes de que todo aquello sucediera.

Tampoco importaba qué la tormenta siguiera rugiendo en esos momentos y más bien, el cuerpo del musculoso guardabosques parecía estar actuando acorde a su dañada psiquis, si no salía corriendo de aquel lugar en esos precisos momentos seguramente algo muy malo pasaría o al menos es lo que estaba pensando una y otra vez, llegado completamente por todo lo que estaba sucediendo no solo esos momentos sino de lo que ya se había acumulado también desde que habían llegado a aquella granja del demonio. ¿El destino de su huída? No era importante, después de todo aquellos cuervos seguían atacando, chillando y mezclándose con los sonidos de la tormenta de tal forma qué Dexter no pudiera conseguir una ruta fija, no le quedaba otra opción más que escapar en cualquier dirección y buscar un refugio.

Sí bien los dos hombres habían estado teniendo dificultades horribles para poder llegar al granero entre aquella tormenta del demonio, pronto el médico del grupo se encontró justo frente a la entrada de aquel lugar y aún con su maletín medio abierto y sin bastón podría decir qué había logrado el objetivo correctamente, lamentablemente para Gregory una situación más se cruzaría en su camino en esos momentos y es que antes de que pudiera abrir la puerta del granero y entrar al rescate de quién fuera que hubiera lanzado aquel balazo, se encontraría con que un trueno traído por aquella tormenta azotaría una vez más muy cerca de él y más precisamente casi al lado de Dexter.

El fornido guardabosques término volando por los aires gracias al impacto que aquel trueno había dejado sobre la tierra, y aunque parecía que no había impactado directamente en el hombre sí que se podía deducir qué había sido suficiente cómo para dejarlo totalmente fuera de sí, seguramente el señor Palmer podría asemejar las consecuencias que aquel trueno trajo con las causadas por granadas y explosivos durante la guerra, sin duda algo que no se le podía decir ni a tu peor enemigo...

Por supuesto que en esos momentos las decisiones y prioridades tendrían que ser reevaluadas en tan solo segundos y no era para menos, cualquiera sabría que en ese tipo de casos el actuar con rapidez era mucho más importante que el pensar. Por un lado el guardabosques se encontraba seguramente en un shock debido al relámpago y la fobia que este había ejercido, por el otro se encontraba aún la situación de aquel balazo al aire que se había suscitado de un momento a otro y que por supuesto tampoco se podía dejar pasar tan a la ligera.

Lo había intentado con todas sus fuerzas, pero no se podía abarcar más de lo que uno era capaz. La detective había perdido los estribos en un momento muy delicado y el precio a pagar, era justamente este ataque propio de una persona inestable que se había sentido amenazado por el accionar errático de alguien que debía mantener entereza—o simularla al menos—ya que el peligro se respiraba y George no era milagroso a la hora de hablar, era imposible. 

Y por ello es que lo pilló muy de improvisto ese ataque, no sólo porque intentó calmar a Blanche en medio sino porque se fío en demasía al dar la espalda. Ya cuando quiso acordar sintió el hachazo al costado de su columna en la espalda y la fuerza con la que lo asestó lo lanzó al suelo doblado de dolor. Nunca en su vida había recibido un ataque semejante y ahora no le quedó otra que resistir a ese dolor, tal vez era el karma por todas las personas que mentalmente rompió. Quien sabe. 

—¡Haz algo! ¡Joder que para eso eres detective! ¡Detenlo!—gritó a su compañera.

Enojado estaba, nunca solía ofenderse con algo pero esta vez ya lo había superado con creces y necesitaba soltarlo, no podía hacerlo todo. No en situaciones límites, de contener tendría que ser a los implicados no a personas formadas para enfrentar todo y eso le jodió en demasía, ya que por ese descuido había terminado herido. Por ocuparse de quien no debía. 

Llegamos empapados y el siguiente relámpago nos cayó verdaderamente cerca. Tanto que lanzó a Dexter a unos metros de mí. El sonido del mismo me dejó helado durante unos segundos y corrí hacia mi compañero. Si dentro del almacén había alguien herido o no, tendría que esperar pues no podía partirme en dos.

Quizás estuviese Cornellius y hubiese usado su arma para asustar a algún animal salvaje que buscaba refugio como él en aquel granero. Por lo tanto era Dexter mi prioridad. Al llegar a su lado, comprobé sus constantes. El agua caía con fuerza sobre nosotros y esperaba que eso le ayudase a espabilarse.

Por fortuna solo parecía estar inconsciente. Busqué en el maletín las sales de amoniaco, esperando no haberlas perdido por el camino y me costó dar con ellas, debido al desorden en el mismo, pero las encontré y las abrí, poniéndolas bajo su nariz. Si con eso el guardabosques no despertaba, iba a tener un problema.

Y mientras ese apestoso olor le sacaba o no del golpe, palpé con cuidado su cabeza, buscando sangre, pero claro, con la lluvia todo el pelo estaba mojado, así que debía ser cauteloso y buscar un chichón o una herida abierta.

Por fortuna estábamos cerca del granero, en cuanto despertase iríamos dentro y podría examinarle mejor y curarle y de paso ver que había pasado en aquel maldito lugar.

No puedo... No puedo...

Las gotas ocultaban todo a su alrededor. Mientras su cabeza no paraba de martillear con señales de aviso, de que aquello no era prudente. En cambio, sus piernas, actuaban como un resorte en medio de aquella tormenta, queriendo llegar cuanto antes al origen de aquel ruido que le había empujado al exterior.

No puedo... No puedo...

No habían pasado ni cinco segundos en el exterior para saber que aquel relámpago que acababa de caer a escasos centímetros de su posición era simplemente el aviso de que tenía que huir de allí. Él lo sabía perfectamente, mientras, volaba un par de metros para caer en uno de los charcos que había formado la lluvia. Antes de caer desmayado notó el calor que le proporcionó su orina al escaparse a causa del miedo y el estado de shock que estaba sufriendo.

No podías… No podías… Eres idiota…

El mensaje de su cabeza había cambiado por completo. Se sentía inútil, enclenque ante la fuerza de la naturaleza. Su mirada estaba completamente clavada en el cielo encapotado, sintiendo las gotas caer en su rostro. Las lagrimas que emanaban sus ojos se fundían con las gotas de agua, para acabar en el barro. 

Notó a su amigo acercarse, intentar reanimarle. No escuchaba sus palabras, solo un pitido en sus oídos que taladraban su ya dañado cerebro. Y entonces los vio. Le querían, querían sus ojos, sus asustados ojos.

Notó las manos del doctor recorrer su cráneo, incluso intuyó aquel fuerte olor, pero aquellos malditos cuervos querían alimentarse de él. Se levantó, mareado, de los brazos de Palmer, observando a aquellos cuervos. Pudo contar más de una docena.

Quieren tus ojos. Aliméntalos, Dexter, alimenta a los cuervos.

Rápidamente se liberó de los brazos amigos de Palmer. Tenía que huir de allí, no le podían atrapar. 
No escuchaba la tormenta, ni los relámpagos, solo los chillidos de aquellos malditos pájaros. Quería, mejor dicho, necesitaba huir de ellos, no tenía que dejar que le atraparan. Y alejándose de la posición de su amigo, Dexter comenzó a correr sin control bajo aquella tormenta, dejando atrás a Palmer y aquel granero, pero sintiendo el aleteo de aquellos pájaros a escasos centímetros. 
 

Y como no, el hombre loco comenzó a volverse más locos y a acusarlos, hubiera sido magnífico que todo hubiera sido fingido, pero cualquier cosa que hubiera en el ambiente de esa granja la había afectado por un momento, no era nada fingido.

Pero antes de poder intentar hablar nuevamente con Roland, este se precipitó con el hacha hacia ellos, lo que ella sabía que iba a hacer en algún momento ¿Ven que si debía haberlo seguido amenazando con su arma? Así no los hubiera atacado en primer lugar… Pero ya no había de otra, el dueño de la casa en estado de locura había decidido que eran los malos y le tiró un hachazo al pobre George, quien decidió enojarse con ella.

No se lo tomaría en cuenta porque el dolor estaba en juego.

Así que ella reaccionó de inmediato, para evitar que Roland la atacara inmediatamente al intentar quitarle el hacha o algo por el estilo, reaccionó de inmediato, entre el miedo, la adrenalina y el mismo grito de George, su primer pensamiento fue volver a su arma que no había terminado de guardar del todo, sacándola nuevamente y disparando a Roland. Lo que quería hacer desde que lo vio amenazandola con un hacha.

El hombre había logrado asestar un duro golpe al alienista haciendo uso de aquella hacha que tenía encima, entre extrañas risas y gritos. Sin embargo para cuando volteó a ver a Blanche con las mismas intenciones de atacarla, se topo con que la mujer había decidido hacer uso de su arma tal como había pensado hacer cuando estaba sumergida en su shock, Roland no pudo hacer nada para esquivar el balazo y terminó impactando justo a un costado de su pecho con la suficiente fuerza para tirarlo de golpe contra la madera sucia y ensangrentada de aquella habitación del demonio, el granjero comenzó a chillar cuál puerco en el matadero, maldiciendo entre dientes y el dolor que seguramente aquel balazo le había provocado.

-¡Malditos!... Esto era lo que querían ¿Cierto? ¿¡Cierto!? Todo estaba perfecto, porque tuvieron que venir ustedes- comenzar gritar entre chillidos, sus palabras aunque desesperadas y llenas de ira en esos momentos, parecían indicar que ellos no habían pedido a un equipo especial para buscar a su hija ¿Sería acaso la comisaría local de aquel pueblo la que había mandado una alerta especial? Sea como fuere en esos momentos no había mucho tiempo para ponerse a investigar o recopilar información adicional. El hombre de aquella casa intento gatear hacia la escalera qué daba hacia la parte superior del granero, alejandose lo más posible de la detective.

Mientras el hombre se alejaba, se podía ver un claro rastro de sangre que iba dejando en el suelo, una clara hemorragia estaba atacando al señor Roland y seguramente si no se trataba pronto, las probabilidades de que muriera eran bastante altas. Sin embargo ante todo pronostico la reacción posterior de Roland fue nada mas y nada menos que comenzar a reirse histéricamente, como un completo el loco salido del manicomio -¡Pennelope! ¡Ayuda a papá! ¡Pennelope mi niña, estarás aquí pronto! ¿Cierto? Mi niña lo hice por ti... ¡Por ti!-  las palabras del hombre comenzaron a tener menos sentido, mezclándose con aquel ataque de risa que estaba teniendo y los sonidos bizarros que también emanaban de su boca debido al dolor.

Parecía ser que al menos en esos momentos el señor Learmonth estaba fuera de juego, aunque en ese estado también corría el riesgo de morir en cualquier momento.

Gracias a las acciones de la detective, ambos presentes pudieron dejar fuera de combate al señor de aquella casa de locos, sin embargo mientras el nombre se encontraba tirado en el suelo sangrando y riendo histéricamente, el problema mayor era sin duda tratar cuanto antes la herida que este había dejado en el alienista. El cual aún se encontraba doblado en el suelo debido al dolor que le había ocasionado el hachazo, la hemorragia se hacía cada vez más presente dejando un pequeño charco de sangre el cual afortunadamente no era tan grave como el que el propio Roland tenía en esos momentos, aún así era importante que actuarán rápido para poder detener el sangrado o de lo contrario las consecuencias podrían ser graves.

Cómo era obvio, George comenzó a sentirse cansado debido a la herida, la sangre que emanaba de la herida sobre su espalda dejaba un cálido rastro sobre su cuerpo el cual alertaba de la situación de una manera bastante bizarra si se combinaba con todo lo que había sucedido dentro de aquella habitación. Lamentablemente para ambos presentes no se encontraba el médico del grupo con ellos sin embargo sí que podrían intentar hacer lo posible por parar la hemorragia, al menos esto ayudaría a ganar tiempo en lo que contactaban al señor Gregory.

Por supuesto, dependía de Blanche el ayudar no solamente a su compañero sino también al granjero qué se encontraba al borde de la muerte, riendo y gritando palabras sin sentido como si se tratara de una grabadora averiada.

Por otro lado, también tenían que pensar en moverse rápido y cuánto antes de aquel lugar, Pues los disparos seguramente no pasarían desapercibidos y si bien estos podrían atraer a sus compañeros, también lo podría hacer con la señora Learmonth, quién para esos momentos representaba una amenaza posiblemente mucho más grande que el propio hombre que se encontraba tirado a pocos metros de donde estaban ambos. Las decisiones eran difíciles pero tenían que actuar cuanto antes si querían tener una oportunidad de salir de aquella habitación llena de sangre y seguramente desgracias pasadas.

Para sorpresa del médico, su compañero no reaccionó para nada de la forma que esté esperaba y más bien no le quedó más opción que ver como este, tan pronto como aparto las manos de Gregory de encima suyo, salió corriendo a toda velocidad bajo la tormenta y sin importarle qué los relámpagos seguían rugiendo con fuerza en el exterior, parecía que incluso estaba huyendo de algo en particular, algo que seguramente solamente Dexter podía ver en esos momentos pues para el médico del grupo no había nada alrededor que pudiera causar tal pánico en el hombre, no hacía falta saber mucho de la materia para pensar que seguramente el guardabosques se encontraba en estado de shock debido el relámpago que había caído a escasos centímetros de su posición.

Sin embargo gracias a eso, ahora era el propio Gregory quién tenía otra decisión más que tomar, el guardabosques parecía ir corriendo sin descanso y sin una dirección aparente, seguirle seguramente podía ser peligroso debido a las condiciones climáticas. Y sin duda el disparo que habían escuchado anteriormente también era una alerta roja bastante clara de que tenían que llegar al granero cuanto antes, lo que era obvio era que Dexter no sé detendría y en esos instantes el señor Palmer era el único que parecía estar en sus cinco sentidos.

El médico se encontraba mirando como Dexter corría y se iba perdiendo cada vez más entre la tormenta, las dudas seguramente estarían llegando una tras otra dentro de su cabeza y es que aquel accionar tan repentino del guardabosques no solo era nada normal por supuesto, sino que también complicaba mucho más la situación que estaban afrontando en esos instantes. ¿Seguirle sería la opción mas acertada? Seguramente con un poco de paciencia podría calmar a su amigo y conseguir que esté volviera en sí para retomar el rumbo, sin embargo aquella zona de la granja era peligrosa y bastante traicionera, sin contar que el robusto hombre que se estaba alejando estaba corriendo con todas sus fuerzas intentando escapar de algo seguramente imaginario ¿Sería capaz de alcanzarlo en una carrera de esa magnitud?

Por si esto fuera poco, pronto sus oídos captarían algo que terminaría por indicar que toda aquella situación estaba haciendo una maldita locura; un nuevo disparo resonó justo detrás de él, viniendo una vez más del granero pero en esta ocasión no había sido al aire... Cualquiera podría intuir qué el disparo había sido simplemente similar al que habían escuchado anteriormente el y su compañero, pero el señor Palmer había estado en la guerra y podría estar seguro en esos momentos que aquel disparo había impactado en algo o en alguien, incluso el origen del mismo había cambiado un poco, parecía estar debajo de él, cómo si el granero tuviera una habitación extra por debajo del mismo.

Las decisiones se complicaban en estos momentos y sin duda el médico el grupo tendría que hacer una decisión pronto sí quería alcanzar al guardabosques, o en su defecto darse media vuelta y correr hacia dentro del granero para alcanzar a quién fuera que estuviera armado y claramente defendiéndose de algo. Aquello estaba siendo una maldita pesadilla, en esa granja alejada de la mano de dios.

El guardabosques seguía siendo incapaz en esos momentos de distinguir entre la realidad y la ficción que estaban atacandolo a partes iguales en esos precisos instantes. Pronto el hombre se encontraría asimismo perdido entre la tormenta y las enormes hectáreas de terreno que tenía aquella granja, alejándose de igual manera de su compañero en un intento de zafarse de aquellos cuervos quiénes desesperadamente lo seguían atacando y persiguiendo como si se tratara de una enorme jauría buscando capturar a su presa ¿El médico del grupo podría alcanzarlo? Aquello no era lo importante en esos momentos, sino el seguir corriendo, corriendo hasta que pudiera perder aquellas malditas aves de una vez por todas.

Entre su camino sin rumbo, pronto el guardabosques lograría visualizar a la distancia una pequeña cabaña justo en medio de lo que parecía haber sido un terreno bastante amplio para plantar cualquier tipo de semillas, al menos en las épocas de oro de aquella granja seguramente. Fue aquí cuando Dexter pronto se dio cuenta del error que había cometido; una parte de sus sentidos logro llegar en si al momento de ver aquella cabaña, dándose cuenta que estaba rodeado de aquella tormenta y aunque los cuervos seguían rodeándolo y acosándolo sin descanso, ahora podía notar el peligro inminente qué el propio clima significaba para el. Estando consciente de esto una vez más, la única opción posible era seguir corriendo, corriendo hasta alcanzar aquella cabaña y esperar qué está no fuera un peligro más dentro de aquella granja del demonio.

Todo sucedió demasiado rápido y la perdida de sangre hizo mella en George, él había estudiado medicina y tenía conocimientos sobre ello, el asunto es que debía tener integridad para tratarse así mismo. Estaba muy enojado con su compañera, no estuvo para nada bien su obrar porque gracias a su negligencia él estaba herido y ahora el señor Learmonth también. 

—Corta el vestido, una tira gruesa y... Envuelve mi torso para que... Para detener la hemorragia. Deja la puta arma y ayúdame, que estoy así por ti. 

No era fácil para él la situación, más aún cuando tenía todos los conocimientos en su mano y una compañera tan incompetente. Esto no habría pasado si ella no entraba en crisis, por muy loco que estuviera el jefe de familia, el alienista había lidiado con ese tipo de desequilibrios pero nunca te esperas que la persona con mayor integridad en teoría, caiga y tome decisiones malas. 

—Solo necesito que te centres y hagas eso, así podemos ver cómo has dejado a ese hombre. 

- ¡DEXTER! - Exclamé empapándome cada vez más, si es que podía, bajo la lluvia. Pero el guardabosques no reaccionaba, solo corría asustado por algo. Sabía lo que eran aquellas condenadas carreras, la velocidad que el miedo daba a las piernas y con aquel estado del suelo, no le alcanzaría nunca. Además, ya me perdí en una ocasión en mejores circunstancias en el bosque y fue precisamente Dexter quien me encontró. Estaba seguro de que cuando se calmase, sabría volver, algo que yo no lograría por mi mismo.

Y miré hacia el granero. Era mi única opción.

En ese momento escuché un disparo que me hizo agacharme por inercia. Había alguien vivo allí y posiblemente alguien no tan vivo. Fuese como fuese, debía acudir al interior del edificio y ver que estaba pasando. Quizás Cornelius estaba teniendo visiones y disparando a uno de los Leafmonth.

El ruido de la lluvia y la tormenta ocultaba mis pasos y me acerqué cauteloso hacia la puerta, para asomar con cuidado la cabeza, poco a poco, buscando primero al hombre armado, pues era el peligroso y luego al herido.

Por otra parte, mi corazón sufría por haber dejado a Dexter a su suerte, pero sabía que yo no podría hacer nada más que perderme en esas tierras y si había alguien capacitado para volver cuando todo se calmase, era él... pero la culpabilidad estaba ahí y estaría de por vida si le ocurriese algo a mi amigo.

Sus pies se hundían el en barro ante el peso de su cuerpo. Seguía haciendo aspavientos con sus brazos intentando alejar a aquellos cuervos que seguían buscando alimento en su cuerpo. Su respiración era acelerada y sentía que por mucho que corriera no conseguía alejar a aquellos animales.

La lluvia seguía cayendo con fuerza, embarrando más el terreno y haciendo más difícil el correr. Entre jadeos, Dexter, levantó la mirada observando que se había alejado tanto que no podía ver nada familiar a su alrededor.

Los nervios no paraban de crecer, incluso le dolía el pecho al respirar. Los cuervos seguían acosando con fuerza sin encontrar lugar para cobijarse. Por suerte, a escasos metros pudo observar una pequeña cabaña en la que cobijarse de aquellos animales alados.

La lluvia comenzó a caer con más fuerza, la tormenta era implacable y Dexter sentía verdadero pavor. Los truenos y relámpagos no paraban de caer, tenía miedo, mucho miedo. 

Tenía que llegar como fuera a aquella cabaña, así que aceleró el paso intentando dejar todo aquello atrás. Llegó a la pequeña puerta y con fuerza intentó abrirla, desando que aquello terminara por fin, dejar tras aquella puerta tanto la tormenta como los cuervos.
 

Entrar a aquella cabaña fue sin duda la mejor opción que tenía en esos momentos el guardabosques, en cuanto el robusto hombre entró a la seguridad que aquella construcción daba, poco a poco se fue apaciguando la visión de los cuervos que había estado teniendo hasta esos momentos, dejando en su lugar una duda incluso más importante que el miedo qué había tenido hace tan solo minutos atrás ¿Qué había sido eso? Y es que el guardabosques nunca había tenido semejante situación entre manos en el pasado, la sola idea de que todo aquello había sido parte de una retorcida imaginación dejaba un pequeño sentimiento bizarro dentro del hombre, Cómo si aquello indicará que en verdad se estaba volviendo loco dentro de aquella granja del demonio.

Poco a poco su respiración se fue calmando, los sonidos de aquellos cuervos sí bien seguían escuchándose, en esos momentos solamente eran sonidos distantes cómo si hubieran quedado detrás de aquella puerta que daba hacia el exterior. Por otra parte la tormenta sí que seguía teniendo una presencia aterradora fuera de aquella pequeña cabaña pues no parecía calmarse en ningún momento.

Ahora que estaba allí el guardabosques podría darse cuenta del error que había cometido al correr sin rumbo alguno de aquella manera y tan repentinamente, tanto que ni el propio doctor del grupo parecía haberle dado alcance pues no se veía en ningún lado rastro de que lo hubiera seguido ¿Como rayos volvería hacía el edificio principal de los Learmonth? Incluso con toda su experiencia en esos momentos no había forma de que el hombre pudiera encontrar una guía en el terreno, pues la tormenta hacía mucho más difícil encontrar el camino de vuelta. Sin embargo no todo estaba perdido pues Dexter era un gran experto en la materia y sin duda podré encontrar una forma de regresar hacia la casa de los granjeros, la gran duda sin embargo se encontraba en lo que habían estado haciendo el y su compañero antes de que aquel rayo cayera y le nublara completamente el juicio ¿Gregory habría entrado a granero? Lo único que podía hacer en esos momentos era esperar que todo estuviera bien y que aquel balazo que habían escuchado no fuera la gran cosa, muy tarde para arrepentirse de sus acciones (Aunque no hayan sido conscientes del todo)...

Mientras todas estas cuestiones cruzaban por la cabeza del robusto hombre, pronto le llegó un pequeño sonido a sus oídos, uno qué haría que sus nervios regresarán de golpe y sin duda qué un nuevo temor entrara en su cabeza.

Parecía ser el sonido estático de una radio, una que obviamente no había forma de que en ese pueblo tuvieran, pues ese tipo de radios de largo alcance usualmente eran usados por las policías de las grandes ciudades (Las únicas que normalmente solían tener las más actuales tecnologías de aquella época) Por lo que estaba claro; aquel ruido de estática provenía seguramente de la radio que cargaba encima el inspector de policía que había llegado junto con el grupo de rescate y que a muy temprana hora había desaparecido completamente, pero ¿Si la radio estaba allí, dónde diablos estaba Cornelius? Después de todo lo que había pasado dentro de aquel lugar el guardabosques podía esperar lo peor en todo momento y con justa razón.

Ahora solo quedaba encontrar aquella radio, pues sin duda era el único método que tenía para comunicarse con su jefe fuera de aquel pueblo, y rogar que pudieran enviarles ayuda lo antes posible considerando la situación que estaban viviendo todos dentro del grupo de rescate en esos momentos, incluso poder comentarles que aquello no era un simple caso de desaparición cómo se los habían planteado el primer lugar 

En cuanto al médico del grupo decidió dejar a su compañero seguir corriendo con la esperanza de que esté pudiera encontrar el camino de vuelta (Algo bastante lógico considerando que su profesión y experiencia eran muy superiores a las que el propio Gregory tenía) su única opción era seguir adelante con el plan original y avanzar hacia el granero. El cual estaba abierto y dejaba a la vista todo su interior, en cuanto el presente asomo la cabeza para alertar de cualquier peligro que hubiera dentro, se encontró con qué lugar estaba completamente vacío y no había nada ni nadie alrededor.

Sin embargo esto no era del todo cierto pues un rayo impacto de lleno en algún lugar del bosque, dando la suficiente luz con esto como para iluminar gran parte de aquel granero y dejar a la vista una pequeña trampilla que daba hacia un cuarto posiblemente oculto debajo de aquella construcción, sin embargo en cuanto el médico del grupo fijo su mirada allí, un sentimiento horrible lo comenzó a invadir de la nada... cómo si su cuerpo entero supiera que bajar por aquella trampilla no era lo más inteligente e incluso, un sentimiento de ansiedad, terror y mareo comenzó a llenarlo poco a poco. Para un hombre de ciencia como lo era Gregory aquello se sentía fuera de control en todo sentido, sin embargo su cuerpo mismo estaba en contra de avanzar más, cómo si la trampilla tuviera una especie de campo de fuerza qué le impedía avanzar.

Añadido a esto de un momento a otro el hombre terminaría siendo sorprendido por una voz, una que sin duda este identificaría bastante bien para esos instantes...

-Yo que usted le haría caso a mis sentidos señor Palmer ¿Que no sabe que es de muy mala educación entrar a hurtadillas a un lugar sin invitación previa?- Aquella voz era claramente de la señora de la casa, Jettie misma quién le había dado alcancé seguramente porque había escuchado el mismo disparo que había alertado tanto a él como al guardabosques en primer lugar, las cosas no podían estar peor en esos momentos para él, mucho más después de que había perdido su bastón y algunas cosas de su botiquín al intentar alcanzar el granero.