- Lo lamento.-dijo, símplemente, al presenciar aquel gesto destructivo e improvisado de puro desahogo físico, sin parecer sorprendida o impresionada, y sin pretender juzgar una actitud que ella misma había tenido, más de una vez- Por mí no te preocupes durante el resto del día. -dijo, ofreciéndole un cigarrillo, encendiéndose ella misma otro- A menos que se me requiera para algo más o que Eve Wright tenga algo más importante que decir, creo que voy a tirar una bomba de humo y a desaparecer, antes de que además me echen la culpa de algo así como la cuarta guerra mundial o el apocalipsis nuclear.-masculló, tratando de esbozar una sonrisa- Espero haberte ayudado. Ésto de ver... Cosas... De esta manera... No es fácil. Que sirva para algo hace que de vez en cuando, merezca la pena.
Task se lanzó en una ofensiva total contra Zimmerman. El empresario era diestro y entrenado en el combate cuerpo a cuerpo, pero en seguida se dio cuenta de que, incluso con su fuerza y resistencia física, aquella era una batalla inútil contra Zimmerman, especialmente cuando podía usar sus capacidades para la telequinesis y aumentar su propia habilidad física.
El primer gancho de derecha de Task pasó por el aire junto al rostro de Zimmerman, mientras este fintaba para desviar la cabeza de la trayectoria del puñetazo, adquiriendo a su vez una posición defensiva. El empresario aprovechó para enlazar el golpe con un barrido de pierna, buscando desestabilizar al nazi, pero este hizo un quiebro a la velocidad de un borrón, deslizándose sobre la finta como quien cruza un mero bache en el terreno. Literalmente pisó la rodilla de Sebastian al pasar, pero sin hacer uso de una fuerza sobrehumana, no tuvo efecto alguno en el millonario. El nazi simplemente se estaba burlando de él. Jugando con la comida.
Sebastian hizo un par de ofensivas más, sin éxito. Zimmerman podía esquivarlas con una facilidad sorprendente, sin molestarse siquiera en contraatacar. Se permitía incluso desviar la mirada unos instantes, observando la nueva posición de Hollow y Sarah, desviando hacia ellos las tres ametralladoras que suspendía en el aire.
— No podré hacer esto mucho más— comentó Hollow por el vínculo telepático, mostrando señales de cansancio.
A su vez, Sarah se sostenía del brazo del teleportador con una mano, usando la otra sobre la barandilla del segundo piso, a expensas del sitio a la que se transportase. Zimmerman parecía divertido y satisfecho, habiendo cesado el fuego frente a Harper, que permanecía tirado en el suelo, luchando por respirar. Sin embargo, un par de gotas de sudor resbalaron por la frente del nazi. Considerando que apenas se había movido y el combate físico con Task había empezado hace poco, probablemente fuese cansancio por el uso de sus poderes.
— Mi turno— comentó Zimmerman, enseñando su hilera de dientes blancos con una sonrisa mordaz.
Los abrojos se elevaron por el aire, y las ametralladoras recargaron munición con tres cartuchos que salieron despedidos del abrigo del alemán, ahora tendido sobre el suelo. Las armas de fuego comenzaron a rotar en el aire, girando 360 grados mientras disparaban en semicírculo. Los abrojos comenzaron a dar vueltas alrededor de la sala, cubriendo la superficie elevada del segundo piso, impidiendo a Hollow y Sarah permanecer ahí sin recibir un impacto. Hollow se teletransportó junto a Harper, e hizo un intento de aferrarlo, pero Zimmerman giró el rostro y "tiró" de él con sus poderes, arrastrándolo por el suelo hacia donde estaban Sebastian y el propio alemán. Disparó sus ametralladoras hacia la pareja, obligándolos a teletransportarse otra vez, y siguió haciéndolo, forzándolos a retirarse de forma inminente. Más pronto que tarde, un abrojo les atravesaría, si no lo hacían las balas.
El alemán seguía esquivando a Sebastian como si fuese poco más que un niño, haciendo uso de una velocidad sobrehumana o la telequinesis cuando, en circunstancias normales, se hubiese visto obligado a bloquear el golpe. Y entonces, sin previo aviso, realizó un quiebro en las defensas de Task, colocando una mano sobre el pecho del empresario y otra sobre su frente. Task sintió una presión interna en la cabeza, como si una prensa de metal estuviese compactándola, y una sensación de asfixia, ardor y quemazón en el pecho, similar a una angina. Las palmas de Zimmerman se iluminaron con un brillo plateado. Task no podía moverse, sólo luchar contra aquella agresión. Era difícil saberlo a ciencia cierta, pero el ario parecía estar tratando de robarle el alma, habiéndolo inmovilizado sobrenaturalmente en el proceso.
— Patético. Un desperdicio de poderes— comentó el nazi de forma mordaz—. Por suerte, tiene arreglo— ensanchó su sonrisa, haciendo ver que él iba a darles mejor uso.
La silueta de Morrow, grisácea, apareció justo detrás del nazi, materializándose desde la otra dimensión. Su mano, sosteniendo un largo cuchillo de combate como un puñal, cobró color y lanzó un golpe contra el nazi. El cuchillo se clavó hasta la base en la espalda del nazi, haciéndole abrir los ojos como platos mientras se arqueaba hacia atrás en una mueca de dolor y sorpresa. Extendió sus manos, liberando a Task durante unos instantes, lo suficiente para que este se alejase un paso, retomase el aliento y sacudiese la cabeza. Los abrojos cayeron al suelo, junto con las ametralladoras, y Morrow salió despedido hacia atrás como un borrón, empujado por los poderes de Zimmerman, y desapareció de nuevo en la otra dimensión.
El nazi gritó a pleno pulmón, cayendo al suelo de rodillas. Sus ojos tintaron por entero de negro, sin iris. Un pulso de energía telequinética impedía a Task golpear más allá del escudo invisible que nuevamente protegía al alemán, aunque ahora con más fuerza que antes. El chillido rasgó el aire, retumbando en las paredes de aquel almacén casi vacío. Sarah chilló igualmente, tanto en su mente como con su boca, probablemente sobrecogida por la emoción que sentía el alemán.
Zimmerman extendió su brazo derecho, forzando al moribundo Harper a volar hasta que la mano del nazi aferraba su cuello, y ambos comenzaron a desaparecer, volviéndose grises y traslúcidos como Morrow cuando cambiaba de dimensión. El nazi se retiraba, aunque se llevaba a Harper con él.
Tirada oculta
Motivo: Pelea Task
Tirada: 6d10
Dificultad: 5+
Resultado: 3, 1, 4, 2, 5, 3 (Suma: 18)
Exitos: 1
Tirada oculta
Motivo: Pelea Zimmerman
Tirada: 11d10
Dificultad: 3+
Resultado: 2, 8, 3, 10, 3, 6, 8, 6, 7, 2, 6 (Suma: 61)
Exitos: 9
Tirada oculta
Motivo: Morrow (Sorpresa)
Tirada: 8d10
Dificultad: 4+
Resultado: 1, 5, 2, 9, 8, 9, 9, 9 (Suma: 52)
Exitos: 6
Tirada oculta
Motivo: Zimmerman (Sorpresa)
Tirada: 7d10
Dificultad: 7+
Resultado: 2, 2, 3, 10, 8, 2, 8 (Suma: 35)
Exitos: 3
De vuelta en la sala de reuniones de la Oficina de Contramedidas de Omega, Bevidiere notó un sensible aumento de personal. Mientras llegaron allí no solamente había más gente en los pasillos, y sentados en las sillas o sofás, sino también más Patriotas de Novák. Eve Wright estaba sentada en el sofá, redactando un informe, hasta que llegó la pareja compuesta por Ruth y Bevidiere. Ruth informó de lo que habían averiguado.
— Redacta un informe— comenzó la agente—. Y lo siento, Ruth— añadió con una mueca algo triste, aunque maquillada por el agobio del trabajo—. Necesito que estes disponible 24/7. Si encontramos a Cotard o a Kidman te quiero allí. Una vez los veas, podremos usar tu transposición ocular para localizarles otra vez.
Ruth asintió de forma escueta.
— Gracias por tu ayuda— añadió girándose hacia Bevidiere, aunque con un tono algo protocolario y acelerado—. De verdad, has hecho un gran progreso en su caso. Pero ten cuidado— apuntó con un dedo a la Vitalista—. Estás en el ojo del huracán. Te recomiendo encarecidamente que te quedes a ti o tengas a un Patriota pegado al culo, pero tú verás.
La joven forense se dirigía de nuevo al aparcamiento en penumbra, dispuesta a marcharse de la estancia. Estaba esperando en silencio al vehículo oficial sin piloto, cuando escuchó las firmes y metálicas pisadas de un patriota a sus espaldas. Era "Evangelion", que sin mediar palabra mostró el holograma de un breve contrato al encontrarse cerca de la doctora.
En resumidas cuentas, era un contrato por un valor de 50.000 dólares australianos, a nombre de la compañía Insutrias Novák, que incluía dos cláusulas: confidencialidad total, y el uso controlado en laboratorio de nanotecnología "experimental" destinada a leer activación cerebral y alteración de constantes vitales y químicos en la sangre. Se especificaba que el uso de aquella tecnología se limitaba al ensayo clínico, y que se limitaba a recoger información, por lo que ningún dispositivo afectaría a Lafayette o permanecería en ella.
Sin embargo, era una cantidad muy elevada de dólares para un mero ensayo clínico. Dadas las circunstancias, era obvio que Novák quería información en relación al incidente con Zimmerman... al margen de la declaración de Lafayette ante el gobierno de Omega.
Sebastian frunció el ceño. Un cúmulo de sensaciones y sentimientos se apoderaban de él. Él, que nunca permitía que las emociones jugaran un papel en su toma de decisiones. Y sin embargo, ahí estaba. Indefenso como un corderito frente a aquel nazi cabrón.
El despliegue de poder del alemán fue increíble. Jamás se hubiera imaginado algo así. Había continuado esquivando los ataques de Task sin el menor indicio de esfuerzo a la par que mantenía una ofensiva calculada contra Hollow y Sarah. Todo, para el final inmovilizar a Task… y seguramente algo peor.
Notaba una mano en el pecho y otra en su frente, y el único indicio exterior de la ira de Task era su mirada… y un leve apretar de los dientes. La sorpresa del ataque le impidió sentir ira, le impidió razonar con lógica e inteligencia. Y aunque se había preparado mentalmente para algo así antes del combate… sintió terror.
Hasta que apareció Morrow y Task lo comprendió mejor. Todos ellos habían sido el cebo. Un cebo jugoso y prescindible, pero que había permitido a Morrow acercarse a Ancel sin que éste lo notara. Había permitido a Morrow clavarle el puñal y herirlo por segunda vez en ese combate. La primera fue el golpe de Task en la clavícula. Pero esta vez era distinto. Era más grave.
Sí, Zimmerman había hecho un despliegue de poderes considerable. Pero ya estaba agotado. Seguramente aun podría utilizarlos un rato, pero había perdido facultades y eso había permitido a Morrow herirlo.
Y ahora, se retiraba. ¿Pero dónde estaba Blake? Seguramente habría observado la lucha desde su pedestal, a salvo y sin arriesgarse. Y ahora, ahora tenía una oportunidad para dar el golpe de gracia. Tenía que aparecer, tenía que frenar al nazi y exterminarlo de una vez por todas.
Cuando Sebastian se vio libre de la presa del alemán, parpadeó confuso. De inmediato se comunicó con Hollow.
Saca a Sarah de aquí. Retiraos.
Sabían de sobra que debían de acudir al Purgatorio y esperar noticias. Ni siquiera Morrow sabía de la existencia del refugio subterráneo bajo el local. Con él se habían reunido en diversos pisos francos de Sebastian.
Sebastian miró a Zimmerman, de rodillas y herido. Hasta los dioses sangran y caen – pensó el empresario.
Y si sangran se les puede matar.
Vio volar el cuerpo de Harper hacia Ancel. Y vio cómo ambos se desmaterializaban poco a poco.
Dio de nuevo una orden: Largaos ya.
Tenía que decidir. Pero era un hombre acostumbrado a tomar decisiones arriesgadas en milésimas de segundo. Y a no echar la vista atrás. Podía retirarse con los suyos. Sobrevivir para luchar otro día. Quizá fuera lo más sensato.
Pero si lo hacía, daría la oportunidad a Zimmerman de recuperarse. Estaba herido y quería alimentarse de Harper. Era ahora o nunca. Además, Harper era de Sebastian. Era suyo, su propiedad. No iba a permitir que otro utilizara o le arrebatara lo que era suyo.
Si alguien acababa con Harper, ése sería el propio Sebastian. Adelantó un pie, sin pensarlo, y luego el otro. Y con un impulso tremendo propiciado por sus fuerzas sobre humanas, se lanzó tratando de alcanzar a Zimmerman y Harper. Si llegaban a pasar a la otra dimensión no les alcanzaría nunca. Pero a lo mejor, con suerte, podría atravesar a la otra dimensión con ellos.*
La lucha no había terminado. O moría Ancel o moría Sebastian. Pero sólo podía acabar con la muerte definitiva de uno de los dos.
* No tengo ni idea de cómo va el poder de Zimmerman, pero Task va a intentarlo. Seguramente eso no funcione y me dé de bruces contra un suelo vacío… en cuyo caso gritaré a Morrow para ver si puede cambiarme de dimensión… :)
He matado antes. - Pensé. No fue agradable, pero era parte de mi trabajo. En aquella persecución, cuando apreté el gatillo fue algo casi natural, entrenado cientos de veces. Las balas salieron a toda velocidad y dieron en el blanco. El hombre se hacía llamar Steve y había matado a cinco mujeres hasta la fecha. Pese a que era la peor de las escorias, recuerdo perfectamente el efecto. El cuerpo en el suelo, la sangre fluyendo a partir de los agujeros de bala. Aquel terrible hedor. Mi corazón sonaba extremadamente fuerte y me costó mantener la compostura. Todo el mundo cree que cuando vas de tío duro por la vida puedes enfrentarte a todo, bueno... pues incluso para mí, que había visto tantos cuerpos sin vida, matar a alguien nunca ha sido un trago fácil. Steve... el pobre condenado Steve.
Cerré los ojos. No. No era un asesino. Las palabras de Cotard llegaban a alguna parte de mi ser muy profundo. Sentía una alarma descontrolada por todo el cuerpo al pensar que Charlie se estaba extinguiendo. No sabía si aquello era bueno o era malo. No podía perderlo. Otra vez no.
Quería encerrar a Cotard. No olvidaba por un segundo lo peligroso que era, y sin embargo, en mi cabeza se repetía: "Se está extinguiendo". La decisión no podía ser más tarde. La decisión era ahora.
- No puedo matar a un niño. Ni dejar que lo mates. - Dije con voz entrecortada. Yo ya vivo un infierno que no puedo entregarle a nadie más.
Suspiré y me levanté. Seguro que había mucho más que hablar en aquel momento, pero estaba renunciando a él. Renunciando a Charlie por mi puta jodida moral. No podía seguir en esta conversación. - Tengo que irme.
Sebastian presionó contra el escudo de Zimmerman con toda su fuerza bruta. Afianzó sus piernas al suelo, con las rodillas flexionadas, y estiró los brazos en un puño. Podía sentir las venas hinchadas por la presión mecánica, y la tensión estática en los nudillos conforme, poco a poco, taladraba en la barrera invisible del nazi.
Era una cuestión de segundos, mientras Zimmerman se esfumaba a centímetros de sus garras. El alemán seguía anclado en un grito desgarrador, arrodillado y poseído, con los ojos inyectados en alquitrán. Sin embargo, aquel campo telequinético era lo único protegiéndole, incapaz de escapar de aquel trance de agonía y rabia. Sin ello, Sebastian ya hubiese podido arrancarle la cabeza, e iba camino de ello.
La palma de la mano derecha del alemán volvió a iluminarse con un destello plateado, apresando el cuello de Harper, arrancándole el alma lentamente. Mientras tanto, seguía desapareciendo, haciendo que su grito sonase como un eco cada vez más distante.
Hollow se teletransportó con Sarah de vuelta al purgatorio, poniéndola a salvo. Sin embargo, la conexión telepática, durante los últimos instantes saturada por la telépata chillando en su cabeza, se cortó.
Ancel Zimmerman se desvaneció junto con Harper, con el puño de Task a escasos centímetros de su cabeza. El brazo del empresario cobró un rápido impulso, aplastando el suelo una vez la barrera de Zimmerman dejó de existir en aquella dimensión. La mano del ricachón se hundió en el cemento sólido, hundiéndose hasta la mitad del brazo mientras fragmentos del suelo salían despedidos por falta de espacio. Sintió un hormigueo cálido en la mano, similar a la sensación de habérsele dormido. La presión en el brazo era mucho mayor a la presión sanguínea. Normalmente no lo sentía, pero en aquel momento sí, señal de que su resistencia sobrehumana estaba resintiéndose.
Sebastian se incorporó, retirando el brazo mientras experimentaba aquella desagradable sensación. Permaneció así unos segundos, impotente al ser incapaz de viajar entre dimensiones, hasta que Morrow se materializó rápidamente, aferrando a Task por la solapa del traje. Entonces se desvaneció con él en una fracción de segundo, llevándolos al otro lado. A juzgar por la velocidad del cambio de dimensión, muy superior a la que exhibió días antes en uno de los pisos del empresario, y muy superior a la de Zimmerman instantes atrás, Morrow definitivamente aún podía pelear, y aquella era su mejor arma.
John fintó hacia un lado tras transportarlos, poniéndose detrás de Task mientras un enorme puño de color ceniza golpeaba en el pecho al ahora escudo humano. Sin embargo, el cuerpo de Sebastian ni se inmutó, como si golpease una pared de hierro. Descubrió, no obstante, que la criatura frente a él era un coloso de carne de unos dos metros y medio, aún encorvado, sin ojos y con manos y pectoral desproporcionadamente grandes para el resto del cuerpo humanoide.
Sebastian golpeó del mismo modo, atravesando el pecho de la criatura, esparciendo trozos de carne. El monstruo cayó de rodillas mientras la otra mano de Task le aferraba del cuello y, tirando hacia arriba, separaba sin esfuerzo el cráneo del resto del cuerpo. En cuestión de segundos sólo quedaba una nebulosa rojiza que se disipaba rápidamente, perdiendo color hasta volverse gris. El hormigueo en el puño de Task se extendió por el resto del brazo.
La estancia estaba llena de criaturas similares, aunque generalmente más pequeñas y menos humanoides. Algunas se asemejaban a canes, o cuadrúpedos con enormes dentaduras por cabeza o apéndices similares a aguijones en la espalda. Otros parecían levitar a centímetros del suelo, recordando vagamente a avispas con tentáculos. Sin embargo, la mayoría de ellos, aunque no todos, estaban envueltos en un halo blanco que los mantenía inmovilizados o ralentizados.
Adam Blake permanecía a cuatro patas en el suelo, apoyado en ambas manos y rodillas, con la gabardina extendiéndose por el suelo y una cúpula blanca alrededor. De él emanaban diversas nebulosas blancas, que se extendían por el aire hasta dejar de ser visibles al ojo humano. Varias decenas de soldados humanos, dispersados por la sala en grupos, permanecían inmóviles en sus armaduras negras de combate, apresados por aquellos halos blancos.
El monje que acompañó a Blake en su reunión con Task días atrás, y un par de personas más que debían pelear junto a Blake, intentaban repeler la ofensiva de los monstruos que escapaban a las cadenas sobrenaturales de Blake. Era difícil imaginar que tenían ningún tipo de naturaleza religiosa o divina, pues más bien parecían meros engendros de carne con una voluntad primitiva, a todas luces comandados por Zimmerman.
El ario, por su parte, caminaba a trompicones, encorvado sobre su abdomen, dejando un reguero de sangre que brotaba desde su espalda, a la altura de la cuchillada propinada por Morrow. Parecía tratar de alejarse de aquella escena dantesca y huir, aunque un halo blanco a su alrededor, a todas luces de Blake, parecía mermar significativamente su capacidad de huída. Andar a trompicones era algo muy distinto a moverse a una velocidad sobrehumana o empujarse con telequinesis, como había estado haciendo minutos antes.
Sin embargo, del nazi emanaba un halo negro que parecía extenderse, ejerciendo de barrera frente a la prisión sobrenatural de Blake. Ya no gritaba, pero parecía gruñir en un tono moderado, y Sebastian reparó que sus dedos parecían más largos y afilados de lo normal. Harper descansaba a escasos metros de Task, en dirección al alemán, tendido en el suelo como un trapo, pálido y sin mostrar señales de vida.
El monje de Blake, que hacía frente a un par de demonios, creó un espectro blanco de si mismo que viajó a velocidad sobrehumana hacia el nazi, intentando detenerle. Sin embargo, una nebulosa negra se extendió desde el nazi, chocando contra la masa de energía del monje e inmolándose, haciendo que ambas fuentes de luz se extinguiesen en el aire.
Zimmerman cayó al suelo de bruces durante un instante, impactando con todo su cuerpo contra el asfalto con un golpe seco. Instantes después se volvió a poner de pie utilizando sus poderes telequinéticos, y siguió cojeando. Recordaba más a un espectro, movido por mera fuerza de voluntad, que a un humano o amenaza real, aunque aquel despliegue errático de poderes, si bien inconexo y moribundo, decía mucho sobre la determinación del alemán, muy propia de un soldado consumido por su causa.
Tirada oculta
Motivo: Fuerza Sebastian
Tirada: 13d10
Dificultad: 5+
Resultado: 7, 3, 4, 9, 3, 2, 2, 8, 6, 1, 7, 1, 9 (Suma: 62)
Exitos: 6
Tirada oculta
Motivo: Telequinesis Zimmerman
Tirada: 8d10
Dificultad: 3+
Resultado: 5, 8, 10, 9, 8, 2, 8, 6 (Suma: 56)
Exitos: 7