Partida Rol por web

Con los brazos en jarras, satisfecho de haber encontrado el pozo, Droul dedicó una mirada de soslayo a sus compañeros cuando aparecieron tras él apresuradamente— ¿Qué? ¿Pensábais que me había perdido? Tened un poco de fe en mí, hombre.

La verdad era que estaba ansioso por saber qué se escondía en el fondo de aquel pozo, y asintió a su compañero Kurdrim cuando insinuó lo mismo que él sabía: que allí abajo se escondía un valioso tesoro— Venga, echemos un vistazo. Maese Bolger, eres el más liviano, ¿te apetecería atarte una cuerda y...? —inmediatamente pensó que hacer eso, en un bosque lleno de arañas y vete-tú-a-saber-qué-más, no era lo más correcto—. Bueno, podemos lanzar primero una antorcha.

¿Un tesoro? ¿Había oído la palabra tesoro?

Aquellas palabras de Kudrim pusieron en alerta a Belak que comenzó a mirar a todos los lados habidos y por haber. Hasta el olfato se le agudizó. Pero entonces vio a Droul. No. No. No. Aquello no.

- ¡Por todos los Valar! Vuelve, vuelve, no abandones el sendero! - le gritó con el convencimiento de que aquello no haría volver a su compañero de guardias.

Cuando le alcanzaron sopesó agarrarlo para que no se tirara a por el tesoro pero le dio un margen, no lo consideraba tan idiota y sonrió al ver que no lo era.

- A mi también me gustan los tesoros, pero no deberíamos abandonar el sendero, ya sabemos lo que ha pasado otras veces. - dijo la parte sensata de Belak... el resto del hombre del bosque estaba mirando al fondo del pozo. Total, si ya habían salido del camino... tendrían que explorar. Buscó una antorcha para encenderla y tirarla al pozo tal y como había dicho Droul.

Iwgar no entendía que estaba ocurriendo y como era posible que estuviesen algunos de ellos tan convencidos de que allí había un tesoro, siendo la primera vez que transitaban aquel lugar. A diferencia del resto, no le agradaba el asunto y estaba convencido de que algo malo estaba ocurriendo, ¿Un claro verde fresco y apetecible en medio del bosque negro? ¿Ahora se levantaban con la idea de que había un tesoro escondido visto en sueños? Por ingenuo que fuese, sabía que aquello no era normal, por lo que tratando de aportar cordura, habló en alta voz.

- ¡Alto! ¡Ni un paso más! - rugió imponente, irguiéndose de brazos cruzados en plan colosal como sólo él sabía hacer - Ahora mismo vais a explicarme por qué razón debería haber un tesoro escondido en este lugar, y no me vale que digais que lo habéis visto en un sueño, porque ya hemos comprobado de primera mano lo que pueden hacer las criaturas y elementos de este bosque. ¿Hace falta que os recuerde el efecto soporíferos de las bellas mariposas aladas? ¿El efecto del agua que bebió maese Baldor? Ayer ya tenía mis dudas y me pareció francamente extraño encontrar un verde claro rodeados de la sombra, pero con lo que está ocurriendo, viéndoos alejarse del sendero en pos de un "tesoro" no me cabe duda alguna de que aquí hay algo malo.

No iba a permitir que nadie se acercase al pozo, y viendo la expresión de duda de de maese Baldor y el pequeño Belgo, decidió emplearlos. Si ellos mismos, quienes les habían contratado ordenaban proseguir el viaje, ¿a caso desobedecerían a los que les habían contratado? De ser el caso, a ciencia cierta sabría que algo estaba mal.

- Baldor, ¿no considera que deberíamos proseguir el viaje? Denos la orden de continuar...

El cartógrafo alcanzó al grupo que fue en busca de sus compañeros enanos hasta lo que era un pozo. Allí, tanto Droul como Kurdrim afirmaban que había un tesoro, mientras Iwgar y Belak trataban de convencerlos de que no era prudente adentrarse allí y lo mejor era volver al sendero. Incluso el beórnida buscaba imponerse ante el deseo de ellos gritando y saltando como un oso. Era evidente que no sabía tratar con los de su pueblo.

-Tranquilo, mi buen terco, aunque te escuche todo el bosque no lograrás que Droul o Kurdrim te hagan caso de esa forma, es más, harás todo lo contrario. ¿No has escuchado de la terquedad de los enanos? Ja ja ja- dijo Lain tratando de calmar al grupo-Aquí no hay tesoro alguno eso es verdad y tiene razón el señor Iwgar en esto, algún sueño pudo haberlos confundido mis amigos. Sin embargo, este lugar y más precisamente en este pozo fue escondido un pergamino con secretos del Enemigo, y no es algo que dice alguien que hace caso a los sueños, sino alguien que se la ha pasado en bibliotecas estudiando. Puede que que allí haya alguna solución contra las mariposas adormecedoras, podríamos ayudar a todos los que quisieran atravesar el bosque de forma más segura.

Lain trataba de mantener la voz calmada para que nadie entratara en pánico, además los gritos del beornida podrían atraer enemigos y ese era un verdadero peligro.

-Señor Bolguer, no lo obligaremos a bajar, pero si acepta quedese tranquilo que el descenso será seguro.

—¡Señor Droul, espere!

Mungo se levantó como una exhalación, siguiendo al resto a un par de zancadas de distancia, con la esperanza de alcanzar al enano antes de que abandonase el sendero y se metiese en problemas. Para su alivio, Droul se encontraba sano y salvo, señalando un pozo.

Todavía algo adormilado y confuso por lo que estaban comentando, dio un respingo al oír cómo le ofrecían voluntario para descender por un pozo. Cuando pudo poner en orden su cabeza, se animó a contestar.

—Bueno, no es que me niegue a bajar. Descender por un pozo es un paseo por el campo comparado con los labios maulladores. Sin embargo, ¿lo habéis pensado bien? ¿A nadie más le resulta extraño eso de un sueño compartido y que la ubicación del tesoro esté justo a unos palmos de nuestro campamento? Os recuerdo que estamos en el Bosque Negro. A mí todo esto me huele a trampa de las gordas, así os lo digo.

-No deberíamos alejarnos tanto del sendero. - Opinó un intranquilo Baldor. -No sé si habrá tesoros o los secretos del Enemigo, pero seguro aunque los haya seguro que no es fácil recuperarlos. Y puede que muy peligroso.

El mercader se mostró de acuerdo tanto con Mungo como con Iwgar que clamaba con continuar el viaje. Ya habían descansado suficiente en aquel claro como para continuar el viaje. Todavía había una larga tarde por delante, y tenían buen tiempo. Con suerte el calor asfixiante que les había oprimido durante aquel día terminaría bajando conforme el sol cayera en el horizonte y podrían avanzar un buen trecho del camino.

Mientras el grupo discutía qué hacer, y enfrentaban sus opiniones sobre cómo proceder con el pozo. Belgo se despertó y se encontró solo en el claro, intranquilo y agitado por los sueños que habían tomado forma en su mente, se levantó y escuchó las voces del grupo entre los árboles. Aunque ciertamente se dirigía hacia ese lugar antes ya de escucharlos. Cuando llegó al lugar, apenas percibieron su presencia allí, mientras unos exponían que debían bajar al pozo y comprobar qué había allí y otros abogaban por regresar al sendero y continuar el viaje.

-Es mi madre... - Exclamó de pronto el joven Belgo, que se encontraba peligrosamente cerca del borde del pozo, con los pies sobre el contorno de piedras que todavía quedaban en pie. Belgo sujetaba su talismán con fuerza. -Me está llamando. ¡Ya voy, madre!

Y dicho lo cual saltó al interior del pozo. El grupo se volvió justo a tiempo para ver como su melena enmarañada desaparecía por el agujero del pozo y su figura se sumía en las profundidades.

—¡Tonterías! ¡Paparruchas! —por muchos gritos que pegaran y quejidos lastimeros que soltaran, no le iban a convencer. Y aunque Lain seguramente se equivocaba con eso del pergamino, coincidían en que había algo valioso. Y un enano se podía equivocar, ¿pero dos? ¡Y encima Kurdrim se había puesto de su parte! ¡Tres enanos! ¡Inaudito!—. Si queréis volver a descansar al camino, podéis hacerlo. Nosotros hallaremos la forma de averiguar qué hay ahí abajo. Sí que os pediré una antorcha para echar un vistazo, y si es necesario la podéis descontar de mi parte del pago final.

El enano se dispuso a prepararse para descender, cuando de repente la sombra del joven Belgo pasó delante de sus ojos y, sin darle tiempo siquiera a exclamar un pero se lanzó al interior como si se tratara de una refrescante poza— ¡Pero muchacho, ten cuidado! —¿acaso esa familia no les iba a dar más que disgustos? Al menos ahora no tenían más excusa que ayudarles a colarse en aquel agujero y les demostrarían que allí había algo de valor—. ¡Iwgar, corred al campamento y traed buenas sogas! ¡Debemos atar a maese Bolguer y que descienda a por el muchacho! Ahora sí que no hay excusa, muy buen hobbit. Si el pozo es profundo y seco, Belgo se puede haber lastimado.

—B-Belgo, ¡no! —gritó.

Mungo se llevó las manos a la cabeza. Ahora tenía que bajar sí o sí, no había otra forma.

—De acuerdo, maese Droul. Traedme una soga. Yo bajaré a por Belgo.

Kurdrim iba a reafirmarse en la posición que mostraban los enanos, seguro de que allí abajo en el pozo había algo importante que debían descubrir. Tesoro u otra cosa, no se iría de allí hasta comprobarlo. Lain y Droul habían hablado bien, pero él, poco dado a las palabras, se había puesto ya a preparar unas cuerdas que traía consigo para descender al pozo. Hicieron lo que hicieran el resto.

Pero entonces Belgo se lanzó al interior del pozo llamando a su madre y aferrándose a ese medallón que siempre llevaba consigo. Antes de que el enano pudiera advertirle de lo peligroso que era encaramarse allí, el muchacho ya estaba desapareciendo por el agujero. Kurdrim soltó la cuerda y echó a correr hasta asomar la barba por la boca del pozo, y entonces llamó a gritos al muchacho.

-¡Belgo! ¡Por el martillo de Aüle! ¡Belgo! ¿¡Estás bien!? - Kurdrim desconocía si el pozo era muy profundo, pero lo cierto es que era tan oscuro que en aquella negrura era incapaz de ver nada.

-¡Ay! - La voz lastimera del muchacho dio respuesta a la pregunta del enano. -¡Aaaay!

Los quejidos de Belgo ascendían retumbantes por la boca del pozo y llegaban a ellos con cierta reverberación. No parecían muy lejanos, después de todo. Pudieron calcular que no más de tres metros, y cuando miraron como había hecho Kurdrim, y sus ojos se acostumbraron a la oscuridad, pudieron vislumbrar a esa distancia al pequeño muchacho.

-¡Estoy bien! ¡Estoy bien! Pero... ¡Ay! Creo que me he doblado el tobillo.

-¡Ay! ¡Ay! - Se quejaba también Baldor, aunque por motivos muy diferentes. -¡Tenemos que sacarlo de allí!

Iwgar era terco como él solo, siendo no por nada aquel el sobrenombre que le había dado Béorn "el cambiaformas". Imponente e intimidante, de brazos cruzados en el pecho y con gesto adusto, tenía la clara intención de impedirles a los enanos bajar a aquel pozo y no dejar atrás su cometido para con maese Baldor, aunque terminasen a mamporros. Seguía completamente convencido de que la sombra había vuelto a hacer de las suyas con el grupo, y que aquellos sueños o visiones tan nítidas eran alguna argucia o engaño.

Lo que jamás esperó fue que a su espalda el joven Belgo también se acercase al pozo creyendo ser llamado por su madre, y aunque trató de reaccionar, el muchacho saltó de un salto al interior.

- ¡Belgo! ¿¡qué diantres estás hacie...!? - quedó sin terminar de pronunciar la exclamación, quedándosele los ojos como dos platos al ver como el jovenzuelo saltaba sin más al interior. Rápidamente desató el enorme escudo de pavés que llevaba atado a la espalda e improvisó una idea. ¡Atemos unas sogas a los extremos de mi escudo para improvisar una paltaforma o camilla con la que izar al muchacho! Maese Bolguer, ¿te ves capaz de descender y ayudar al muchacho? Yo tiraré de ambos para sacaros de ese lugar maldito... ¿¡Todavía creéis que hay un jodido tesoro!? ¡DESPERTAD!

Y sí, Iwgar estaba de malhumor tras haberse alejado del sendero por una jodida acorazonada. Ahora no les quedaba otra que ayudar al pequeño.

—No te preocupes —se giró para guiñarle un ojo a Iwgar—. Me crié en un agujero. Es nuestra especialidad. 

En su mirada había un brillo de determinación que había disipado todo rastro de duda. Ansiaba ser de utilidad al grupo, especialmente si se trataba de Belgo, que ya había sufrido bastante durante el viaje.

Tras unos segundos de confusión por el salto de Belgo, hecho que había dejado aparcada la discusión sobre si bajar por el pozo en busca de alguna maravilla o continuar el camino ignorando las corazonadas de los enanos, el grupo comenzó a organizarse para ayudar a Belgo a ascender a la superficie. Mientras unos proponían que Mungo bajara atado para recoger al pequeño, Iwgar proponía utilizar su escudo para izarlo facilitando el ascenso, lo cual no descartaba que Mungo pudiera bajar en el escudo para ayudar a Belgo si este no podía encaramarse por su cuenta al escudo. Pero para sorpresa de todos, Belgo les dijo algo que no esperaban.

-¡Estoy bien, no os preocupéis! - Al muchacho le habían llegado las voces de preocupación y de planificar su rescate del resto. Cualquiera que se asomara al pozo podría verlo poniéndose en pie a unos tres metros de profundidad sobre una pequeña repisa de piedra que sobresalía de la pared del pozo, la cual había evitado una caída mayor para Belgo, pues la profundidad todavía era mayor.

-Voy a bajar más, creo que... ¡Sí! ¡Es mi madre! ¡Mi madre está cantando allí abajo! ¡Tenemos que sacarla de ahí! ¡Dadme luz!

Para el enano era algo lógico y sensato pensar que ahí abajo había tesoros. ¡Por supuesto que sí! ¿Pero su difunta madre? Eso no tiene discusión ninguna. Al menos eso había dado pie a que todos remaran en la misma dirección y se organizaran para rescatar al muchacho que, a todas luces, estaba controlado por algún tipo de energía malévola.

—Maese Bolguer, mejor baja en el escudo y convence al muchacho. Recuérdale lo que sucedió con su padre y el agua del manantial —miró a su alrededor—, mientras Iwgar desciende al mediano, el resto debemos vigilar los alrededores. No olvidemos que estamos aún en este maldito bosque. Voy a por mis cosas, vigilad. ¿Os traigo algo?

Y diciendo esto, corrió al campamento a asegurarse que sus cosas estaban a salvo y cogió su piqueta para defenderse de quién sabían los dioses.

-¡Trae unas antorchas para iluminar el pozo, por favor! - Le dijo a Droul, lo último que quería era que Mungo no aterrizara donde debía y cayera al fondo del pozo. De todos modos, Baldor se temía que Belgo continuara bajando, así que le animó a permanecer en la repisa. -No te muevas, Belgo, pronto bajaremos a por ti, y ya comprobaremos el pozo después.

Belak estaba algo confundido con la situación que se estaba viviendo.

- Yo vigilaré. - comentó. Para algo era el vigía.

Comenzó a dar algunas vueltas alrededor del pozo para asegurar el perímetro. Habían pedido fuego y cuerdas así que el hombre del bosque miró a Baldor y luego miró a Droul.

- Antes de ponerme a vigilar puedo ir yo a buscarlas. - comentó y salió corriendo para encontrar las antorchas y las cuerdas y volver al pozo para desarrollar sus tareas de vigilancia.

Su madre muerta... los valar nos asistan.

Definitivamente todos estaban demasiado alterados desde que abandonasen aquel claro, y aunque la mayoría de enanos se empeñasen de que allí había algun tesoro o el mismo Belgo tuviese la certeza de que allí estaba su madre, Iwgar empezaba a discernir y ver claramente que aquello era una falacia y que la sombra había vuelto a embotar los sentidos de algunos de sus compañeros. Mientras buscaba improvisar con su escudo de pavés una plataforma con la que hacer descender a Mungo para ir en busca del muchacho, trató de observar en los rostros y gestos de sus camaradas atisbos de que algo no estaba bien. 

No sabía que podría lograr con aquello, pero si lograba demostrarles de algún modo que algo no andaba bien, estaba convencido de que lograría hacerles desistir y exponerse a un gran peligro. ¿A caso tenían idea de que encontrarían dentro del pozo? ¿No se habían separado nuevamente del sendero y la sombra les estaría imbuyendo aunque no estuviesen siendo conscientes?

Al menos Belak parecia estar dentro de sus cabales, atento  por su mirada y presto para correr a por antorchas. Si ganaban el tiempo suficiente y evitaban que el joven Belgo cometiese la estupidez de internarse más adentro sin la ayuda del resto, podía darse con un canto entre los dientes.

- Seguid distrayendo al muchacho y decidle lo que sea necesario para que crea que vamos a ir todos juntos... Si cree que no vamos a por su madre, es posible que se interne sin pensárselo... - aconsejó a los que le estaban dando conversación desde la boca del pozo, en un susurro lo suficientemente sutil para que su voz no llegase a Belgo pero si a los que allí estaban junto a él.