Partida Rol por web

Bueno señorita, no se preocupe por nada, dejeme a mi llevar la situación, y le prometo que ayudaré a la pobre Minna.

Ahora, puedo entrar a hablar con ella? si es tan grave como dice cada minuto cuenta.

Mark permanece apartado de la conversación, recabando todo dato que le parezca pertinente en su memoria. Visualiza que la señora Richmond no le mentía, lo que le da cierta certeza de la fiabilidad de sus futuros dichos. Lo único que hace entonces es tomar la taza de té que le corresponde, echarle azúcar, y revolver lenta y reflexivamente mientras escucha a Anja y a Leopold.

No acota nada, ni lo hará excepto que deba o que se lo pidan. Toma un sorbo de su té, y sigue esperando la oportunidad para ver ese recorte, mientras mira a su alrededor en búsqueda de otra cosa que resalte.

Y espera a que Leopold cumpla con llevarlo con él, a ver a la joven.

La joven mujer se enjuga las lagrimas con un pequeño pañuelo que saca de su manga, se muestra indecisa y toma un sorbo mas de te, como para darse animos

¿Usted cree?... Le cuesta tanto dormir a la pobrecilla pero.. !Que diablos!... ella lo estuvo nombrando mucho a Ud. Ya vuelvo... dispensad...

...dicho esto Anja se levanta y dirigiendose a una de las puertas, la abre sin hacer ruido y con gran sigilo luego desaparece en la habitacion cerrando la puerta tras de si.

En el preciso momento que Anja cierra la puerta, y que el silencio confirma lo bien cerrado, Mark camina distraidamente hacia la mesa donde está el recorte del clasificado. Trata de no ser tan obvio, de ser sutil delante de Leopold: pero de no poder entender qué es el recorte en esa actitud, adoptará una directa y tratará de leer [o ver] sin más. Estará atento sin embargo a cualquier ruido, palabra, que le pueda indicar alarma.

Mark va hacia la mesilla de luz y toma el papel de periodico estrujado, abriendolo...

Cita:

... sin dudas una cifra como para salir al frente.

En un marco de fotos hay una fotografia de dos jovenes muy bonitas abrazadas, una de ellas es Anja.

Unos minutos despues, Anja sale de la habitacion estrujandose las manos, luego mirando a ambos hombres...

Minna ha despertado y se encuentra dispuesta a recibiros, de hecho creo que hasta ha sonreido...

... se da media vuelta y entra a la ahora iluminada habitacion, indicandoos que la sigais.

Ni bien entrais en la ordenada habitacion el olor a alcanfor y medicamentos os azota las fosas nasales, pero vuestras miradas convergen en una joven, muy bonita pero demacrada, ojerosa y palida que yase en el lecho... las venas de sus jovenes manos lucen azules en su piel traslucida pero sus ojos destellan con entusiasmo mientras trata de identificar a los dos hombre, al fin se detiene en Jung...

¿Leopold Jung?

Mark ha dejado el papel en su sitio, casi en la misma forma en la que estaba. Sigue a Anja sin mirar a Leopold, llevado por más curiosidad que corrección, y entra en la habitación detrás de ella. Sus ojos acusan notoriamente el impacto de ver el estado en el que se encuentra Minna Beckman; sin control sobre sí mismo, la recorre con la mirada alarmado, y no puede evitar una terrible mirada de preocupación.

Mira a Anja fugazmente. Ahora le comprende perfectamente por qué le cerró la puerta en la cara. Segundos después, Mark se recompone de la impresión, y espera a que Leopold Jung diga algo: ahora, él es el centro de la escena.

Si señorita Beckman, soy Leopold Jung, diría que es un placer conocerla, si las circunstancias fuesen más propicias. Este hombre es mi... ayudante, el señor Mark, Mark Stuart, ahora dígame? porque me buscaba?

Mirando alternativamente a Mark y a Jung...

No lo se... solo el hombre y la niña... en los sueños me han dicho vuestro nombre... no tengo idea que podria ser que tengais que ver... ¿Sois acaso medicos?

Mark le dirigió una sonrisa llena de simpatía. El estado de aquella mujer era increíble, y nunca había pensado llegar a ver nada semejante: pero realmente era extraño escuchar sus palabras. ¿Sus nombres? ¿SUS nombres, o sólo el de Jung? Sus palabras eran ambiguas. Pero por el momento, era mejor no empezar un interrogatorio. Ya tendría tiempo, si todo salía bien, de saciar su curiosidad y preguntar lo que quisiera cuando ganara la confianza de ambas mujeres.

Negó.

- No, al menos que yo sepa... - dirigió la mirada hacia Leopold, y arqueó las cejas. - Pero el Sr. Jung parece ser mejor que un médico para usted, señorita Beckmann. Quizás, por eso su nombre aparece invocado. No sé... ¿por qué no le contesta usted, Sr. Jung?

No soy medico exactamente, señorita, pero puedo ayudarla, ayudarla a dormir por las noches, a que desaparezcan el hombre y la niña, si usted me deja intentarlo...