Un torrente de placentero poder os invade al atravesar el umbral. Al otro lado el aire es cálido, húmedo y agradable, y la energía que flota en el ambiente más poderosa aún. Al igual que la infinita presencia que lo impregna todo y que os acoge con cariño. La quietud y la calma rodean a un moribundo árbol, de cuyo interior os parece que podría emanar toda la existencia.
Heridas, Hambre, Corrupción y Cansancio bajan hasta 0.
Muero, hijas mías,
pero el amor será siempre
el círculo que nos levante
sobre la fría piedra negra.
Muero, hijas mías,
pero la vida será siempre
el círculo que nos proteja
sobre su fértil tierra verde.
Muero, hijas mías,
pero mis hijas serán siempre
la fuerza que nos empuje
hacia la vida y la muerte.
Militsa, obtienes el Talento Sacerdotisa de Beory y el objeto Rama del Árbol Sagrado.
Skadi, obtienes el Talento Guardiana de Beory y el objeto Savia del Árbol Sagrado.
Tras estas palabras de la Gran Diosa Madre, os sentís más poderosas, pero también notáis que Su presencia se aleja. Toda la naturaleza que vive en el santuario muere súbitamente, el estanque se seca y el poder sencillamente desaparece. Las brillantes runas se borran de las piedras, y el frío y el viento penetran en el santuario como si de un lugar ordinario más se tratase.
Ante vosotras quedan únicamente sus regalos,
y una hermosísima gema verde abrazada por raíces, cuyo interior alberga un inconmensurable poder.
Epílogo
El camino de vuelta hasta Sonaj trascurrió sin incidentes. Aquella Luna llena de invierno, conocida supersticiosamente como Luna de Sêlune, no pasó nada. Sí que se oyeron aullidos de lobos en todos los rincones del Akerüm durante toda la noche, y sí que pudo observarse un cielo especialmente estrellado, pero aunque todo esto fue inusual no ocurrió nada más.
Protectoras de un poderoso objeto mágico obtenido directamente del Árbol Sagrado de Beory, Militsa y Skadi decidieron acudir al Barón Zeläj de Anodiräs para pedirle cobijo y consejo. Aunque el Barón había prometido arrebatar la vida de la bandida en cuanto volviese a verla, saber de lo sucedido y estudiar el poderoso objeto hizo que cambiase de idea.
Les encomendó la tarea de custodiarlo hasta Ûldatär, acompañadas por Sarïf y Siliäz (dos guerreras elfas de confianza), donde representantes de las tres facciones de la región decidirían su destino. Ellas, las elegidas de Beory, podrían interferir en las negociaciones, y tanto el Barón, como la Marquesa y el Maestro, acordaron que tendrían un cuarto voto independiente.