Partida Rol por web

8 de junio de 2028, alrededor de las 6:10 horas.

La noche había sido relativamente tranquila para las dos patrullas. La que había sido destinada en Puerto de la Cabeza, que tuvo algunos incidentes a primera hora, se aburrió bastante después de visitar "The Temple Bar", lo cual era de agradecer por una vez. La patrulla que se quedó en Llanura tuvo todavía una noche más tranquila, salvo por la colaboración con la guardia civil en la detención del mena, no hubo más llamadas salvo una queja de ruidos que se saldó con una advertencia y una retirada de un vehículo por haber estacionado frente a un vado permanente.

El turno de mañana todavía no había llegado, en realidad faltaba todavía media hora para que entrasen de servicio, con lo cual era todo normal, pero los cinco agente de servicio ya estaban en el cuartel. No es que la unidad destinada en el Puerto hubiera dejado la zona sin vigilancia, no, allí estaba ya la patrulla de guardia civil entrante. En la junta de seguridad local, se había acordado que al menos una patrulla de guardia civil entrara de servicio en vez de a las 6:00 a las 5:45, para cubrir las incidencias de las  6:00 de la mañana hasta que entrasen de servicio otras unidades de guardia civil y policía local. Hasta ese día había funcionado bastante bien, aunque en más de una ocasión el turno de noche de Llanura se había tenido que quedar para prolongar por algún que otro incidente a última hora.

- Una noche relativamente tranquila en el Puerto... - Comentó Joan. - Salvó por el idiota de Vich... - Sonrió. - Ahora se cree que es un sectario o algo así. - Miró a sus compañeros. - ¿Cómo ha dicho que se llama su nuevo dios?  ¿Belcebú, Azazael? - Soltó una carcajada.

- ¿No será Azrael? - Preguntó Bea blanca como un espectro.

- ¡Si eso, Azrael!  - Respondió Ernesto, que automáticamente soltó una carcajada. - ¡Vamos Bea, que parece que has visto un espectro!  ¡No sabía que creias en esas cosas!

Entonces fue cuando Aina recordó algo perturbador.  Su hermano, en sus últimos días habló sobre un demonio llamado Azrael. Recordaba como lo hacía en plan cachondeo con su amigo Pelayo y éste también reía. Se le quedó el nombre porque se llamaba como el gato de Gargamel y le hizo gracia un nombre tan tonto para un demonio.

Aina estaba muy seria, incluso más que de costumbre. Miró fugazmente a Beatriz y luego a María, en la que mantuvo la mirada fija durante unos segundos. 

-Este es un asunto serio- reprendió a los dos hombres con un tono y sequedad que posiblemente les cortaste la risa -Detrás de ese demonio hay un secuestrador de niñas por lo menos. Alguien maneja sus hilos para que se cometan delitos graves, y aunque sea humano como nosotros, bien podría considerársele un demonio-

Buscó entonces entre los papeles del archivador en que guardaban casos abiertos y recientes, buscaba lo que pudiesen tener sobre Verónica, ya fuesen noticias o datos facilitados por los verdes para que pudiesen tener los ojos bien abiertos. 

- ¿Qué aspecto tenía Vich? - preguntó mientras seguía buscando muy en serio. 

Realmente no habia prestado mucha atencion a la charla. No es que no fuese importante, pero estaba cansada del turno. Normalmente los turnos aburrido o lentos hacian que el cansancio me explotara mas rapido sobre todo si no habia dormido bien el dia anterior. 

Y eso no ayudaba con mis ojeras.

Pero cuando Aina menciono el secuestro de las niñas se me revolvio el alma. Me daba impotencia no poder hacer nada. Aun...

- Vich, Aina,  tienes que recordarlo, cara redonda, ojos profundos y marrones, cabello oscuro y corto, nariz pequeño y un aura de maldad alrededor. 

No era nuestra primera vez con el. Aunque la proxima vez tendria que asegurarme de seguirle. 

Entonces me acerque a Bea. 

- No te preocupes Bea, seguro que se trata del gato de Gargamel, ese tipo ya la droga le fundio la cabeza. Y le di una palmadita para calmarla. Tampoco yo sabia que ella podia creer en esas cosas.

- Tenemos la direccion de Vich? Tal vez podamos hacerle una visita cordial. Dije y me alce de hombros. 

Podia ir incluso de como civil y darle una vuelta a su casa solo por ir a ver.

- Si... - Respondió Campaner a la pregunta de María. - Vive en la calle Sant Francesc. O al menos allí vive Lourdes, su madre. A la pobre la tiene... - Negó con la cabeza. - La verdad es que es una coincidencia que no podemos pasar por alto. Deberíamos avisar a la guarida civil. - Miró a Aina. - ¿No crees? - Le preguntó.

Yo pensaba en una visita cordial y fisgonear un poco. Si vamos todos de uniforme y patrullas y la guardia civil pero el hombre ocultaria todo. 

Aun así espero por la respuesta de Aina. 

Aina trataba de recordar detalles sobre el tal Vich, repasando si encajaba con la descripción que la chica de Llanura había dado a la Guardia Civil. 

-¿Que la tiene cómo? - Preguntó a Campaner. Aina empezaba a pensar que le faltaban horas en el bar escuchando los cuchicheos y chascarrillos de la gente. 

-Si nos presentamos en su casa porque sí les pondremos sobre aviso, hagamos lo que hagamos.- y sin darse cuenta había usado el plural, "les pondremos" Porque estaba convencida de que esto no era cosa de un loco puntual. Sospechaba que la cosa era mucho más gorda. 

-No creo que lo mejor ahora mismo sea echar su puerta abajo. Sugiero que lo vigilemos discretamente y anotemos a donde va, con quien se ve, incluso la marca de papel higiénico que usa- Necesitamos información, esto es muy gordo. 

Aina estaba bastante pálida, y pese a ser como un muro de piedra en cuanto a lo de reflejar sus sentimientos, casi podría jurarse que la agente sentía aflorar los nervios.

Les quedaba una media hora, y quería invertirla bien. 

- Pues me anoto por seguirle y ver que es lo que hace! Dije con entusiasmo. 

Tal vez no era una detective con las de la ley, pero salir del trabajo rutinario era siempre agradable. Tal vez habia leido muchos libros de Tom Clancy y Frederick Forsyth como para saber que el trabajo encubierto o incluso seguir a alguien no era tan sencillo, romantico y alentador como se veia en las peliculas, pero aun asi era salir de la rutina, sentir que se hacia algo mas importante que poner multas y regañar a crios drogados.

- Pues la tiene hasta los cojones... - Respondió Campaner. - La pobre lo tuvo mayor, ahora tendrá casi setenta años. Vivir con un niñato adicto como él... - Resopló. - Le roba dinero, le amenaza, discusiones... - Se encogió de hombros. - Ya sabes, lo típico de estos casos.

-No creo que lo mejor ahora mismo sea echar su puerta abajo. Sugiero que lo vigilemos discretamente y anotemos a donde va, con quien se ve, incluso la marca de papel higiénico que usa- 

Sonrió. 

- ¿En serio? - Campaner no daba crédito. - Aquí pasa algo y yo no me estoy enterando. - Miró a Ernesto. - ¿Tú sabes qué pasa? - Le preguntó.

- Yo no... - Dijo sonriente. - Lo único que se en estos momentos es que me muero de sueño. 

Y en efecto, Ernesto tenía una cara de sueño que no se aguantaba. No parecía que Aina y María fueran a obtener mucha colaboración por parte de sus compañeros. Ni siquiera de Bea, que estaba a sus cosas y un tanto alejada de la conversación. Ciertamente era tarde, todos tenían sueño y ya estaban a punto de acabar el turno. Que la oficial les mandara a todos a hacer una vigilancia parecía un tanto fuera de lugar, pero es que tampoco necesitaba a nadie.

Sin darme cuenta se me escapo un bostezo. Estaba cansada. Pero mi mano cubrio mi boca por respeto. 

Estaba claro que el turno de dia podia darnos algun apoyo en seguir a Vich, pero estaba mas convencida de que en la noche seria mas productivo seguirle. 

Tal vez podria preguntar incluso a alguno de mis conocidos. No me hacia mucha gracias, pero podia salir algo.

Aun asi espere por los detalles de Aina o irnos a dormir.

María tenía la esperanza de que tras las palabras de Campaner, decidiera que lo mejor era dejarlo al menos hasta haber descansado. Pero su compañera de casi todo, estaba empeñada en ir hasta la casa de Bartomeu Vich y vigilarla. Vigilar todo lo que pudiera suceder en el tiempo que les quedaba de turno.

Aina y María se cambiaron y se pusieron ropa de calle. Se llevaron tan solo una emisora, la pistola y los grilletes y a las 6:17 horas ya estaban dentro del vehículo camuflado camino de la casa de Vich. A las 6:21 ya estaban frente a su puerta. Tenían 9 minutos antes de acabar el servicio. Le habían dejado dicho a Campaner que cuando entrase el oficial de servicio de mañana, contactara con ella por la emisora.

Y allí estaban frente a una casa humilde de dos alturas a cuya fachada faltaba una buena mano de pintura. Nada especial parecía acontecer en ella ni en los alrededores. Eso si, empezaba a amanecer y algunos vecinos salían de sus casa a coger el coche camino del trabajo o bien sacaban al perro a pasear, pero nada de eso era demasiado sospechoso...

En ese momento sonó el teléfono de Aina. Era Campaner.

- ​​​​​​Ha venido Benassar, está  de X0 y ha preguntado por ti... - Dijo entre susurros. - Le he dicho que habéis ido a hacer una comprobación.

- X0 entrante para X0 saliente.

La emisora sonó con fuerza en el coche patrulla interrumpiendo la conversación telefónica entre Campaner y Aina.

- Está a la escucha. - Le dijo apoyo María.

- ¿Necesitan algo, una unidad de apoyo o algo? - Preguntó el subinspector.

- Y si quieres que avise yo a la guardia civil de la posible conexión de Vich con el caso de secuestro, me lo dices. - Dijo cuando la emisora se silencio por un momento. - Voy a cambiarme, hablamos esta noche.  - Y colgó.

- Puedes pedirle cafe? Susurre mas haciendo una seña como si tomara una taza que hablando en voz alta. 

Despues de tantos turnos de noche ya sabia que podria sobrevivir hasta el mediodia sin problemas, el truco era mantener activa y no estar sentada mirando una pared que le faltaba pintura. 

Espere a que Aina terminara de hablar por la emisora para saber si nos ibamos a quedar mas tiempo, de ser asi los mejor era caminar para controlar el cansancio y asi podia darle una vuelta a la manzana, ver los vecinos y tal vez hacer algunas preguntas inocentes a aquellas señoras de mayor edad que siempre estaban mas enteradas de todo que el noticiero de la noche.

Tal vez podiamos dar caminatas a turnos para que Aina tambien se despejara, ella podia ser muy ruda pero el cansancio nos afectaba a todos.

Hacia tiempo que no me quedaba a solas a con ella donde hubiese calma y tranquilidad asi que aproveche un momento despues que estabamos nuevamente en silencio.

- Aina.... esta todo bien? Ultimamente estas como de mal humor todo el tiempo. Mi rostro mostraba preocupacion pero no queria presionarla. Sabia que ella no hablaria si no queria hacerlo, pero tambien sabia que no tenia nadie mas con quien hablar que yo. 

- No iras a subirme a la renta o algo asi? Dije bromeando para romper el hielo.

Sobretodo era gracioso porque yo no pagaba renta. Aina no necesitaba el dinero y por lo tanto yo me ocupaba de pagar algunos servicios y con el tiempo se hizo rutina de quien se encargaba de pagar que cosas, asi que nunca discutiamos de esas cosas a menos que algo se dañara o hubiese que hacer alguna reparacion de urgencia como aquella vez que la llave del baño se rompio en la madrugada y cuando llegamos del turno teniamos la casa inundada.

Una pesadilla.

Era consciente de que todos estaban cansados, ella sufría de lo mismo. Lo que sí variaba de unos, a otros era la motivación. Poco parecía importarle a Campaner las vidas en juego, él quería pasar el tema a la Guardia Civil y marcharse a dormir. Ahí terminaba su espíritu policiaco y sus inquietudes. 

Era consciente de que tampoco podía reprocharles nada, no tenían un incentivo mayor que el sueldo que recibían. Ella en cambio sentía aquel caso como algo personal, y si bien lo más lógico era informar a los Verdes y ayudar en lo que pudiesen, que tal vez fuese nada, ella no podía dejarlo tan fuera de sus manos. Ella necesitaba descubrir qué ocurría y hacer justicia. 

-Claro que ahora no os voy a pedir las guardias. Ya se que la última media hora de servicio la necesitáis para cambiaros, mear, bostezar y comentar cómo ha ido la noche- generalizaba en sus palabras, pero sus ojos estaban puestos en el veterano. Beatriz, por su parte, ya estaba a otra cosa. Casi deseaba Aina que no lograse su plaza como policía, pues por su mente cruzó la frase Nació cansada ​​​​​​. Más simpatía le despertaba Gubía, que tal vez la dejaría verde por la espalda, no lo sabía, pero al menos no cuestionaba sin cesar sus órdenes. 

-Claro- siguió hablando, esta vez sí directamente a Campaner - Quedate a cuidar de los agentes en prácticas y a esperar al mando del turno de mañana. Por mí podéis poneros ya el pijama. Pero ni se os ocurra volver a desear turnos con acción ni quejaros de que todo esté demasiado tranquilo.- A Beatriz no le dedicó mucho más esfuerzo que una mirada fugaz. A criterio de Aina estaba demostrando falta de sangre. 

Dicho todo esto, soltado el rapapolvo con tono seco y expresión dura, se dió media vuelta, confiando en que María la siguiese. Aunque sí he de ir sola me da igual.  Pensó, pues muchos sentimientos se atropellaban entre ellos y se agolpaban en su interior, contenidos por el muro que Aina tenía formado desde años atrás. 

Por suerte María sí la apoyó activamente y en un silencio inicial. Subieron al coche, de paisano, y pusieron rumbo a la casa de la madre de Vich. 

Cuando anunció su llegada Bennasar correspondió de forma correcta y habitual. 

-Por el momento no necesitamos unidad de apoyo, gracias. Informaremos si hay cualquier cambio- habló ahora más serena al otro mando, agradecida de sentir que podía contar con él si algo se pusiese feo. 

 Y volvió a hablarle Campaner. Esa noche Aina estaba algo enfadada con él por haberle estado poniendo palos en las ruedas una vez más. 

-De la Guardia civil me ocuparé yo, gracias, no necesito una secretaria, si no agentes de la ley con vocación-  Que sí, Aina tenía fama de hiperactividad y ciertamente no solía dormir mucho y era muy exigente, pero con quien era más dura era con ella misma. Jamás pedía más de lo que ella era capaz de dar. Claro que eso no significaba que pidiese lo razonable para cualquier persona normal. El "hablamos esta noche" Con el que se despidió el agente le sonó a Aina como que algo  quedaba pendiente. 

-Pues sí, si que hablaremos, y tanto que hablaremos... - farfulló ya con la radio apagada y con María como único oyente. 

A lo del café había reaccionado con una de sus miradas frías, sin pretenderlo, no tenía nada contra su compañera, pero la tensión le había impedido desconectar para cambiar de registro con ella en ese segundo. 

- Aina.... esta todo bien? Ultimamente estas como de mal humor todo el tiempo.

Suspiró tratando de liberar algo de la tensión de sus hombros. Después miró a MaMi a los ojos. Aquellos ojos azules de su amiga, tan llenos de brillo. En los de Aina solo había frío y un profundo vacío, o algo tan oscuro que debía enterrarlo bien hondo, ¿tal vez incluso miedo? 

-María, - comenzó a hablarle con una seriedad a la que la rubia no estaba ya acostumbrada, pero algo le hacía sentir que se trataba de algo muy fuerte e importante para Aina. -​​​​Recuerdas que te dije que yo tengo un hermano? - Algo le había explicado ya en aquella fiesta, la del club de campo, cuando María y Álex se conocieron. -Él desapareció, pero los últimos días que compartimos  le pude oir como hablaba sobre Azrael. Sí, yo era una cría estúpida y al principio pensé que hablaban de la última de los pitufos. Me dolió, porque pensé que bien podría haberme llevado con él al cine, ya nunca quería hacer cosas conmigo. Pero después... Tras varios días, empecé a sospechar que se trataba de otra cosa. No le di importancia, tal vez fuese el mote que habían puesto a alguien él y Pelayo. Así que dejé de escucharles demasiado- hizo una breve pausa -¿Entiendes lo que te digo? -