Partida Rol por web

Todo estaba tranquilo en Llanura. Cierto que era viernes y que en la plaza había bastante gente en la terrazas de los bares. Hacía calor y a la gente le gustaba tomar algo rodeado de buenos amigos. Lo normal después de tantos años en los que  las pandemias habían marcado la agenda social de medio mundo. Por suerte, la vacuna definitiva del Covid-19 y el Sars 22 había llegado en 2025 y el ébola europeo de 2023 ya había sido también superado.

Eso había traído algo de tranquilidad a la población, que no obstante todavía conservaba algunas costumbres de la terrible época de las pandemias. Muchos todavía llevaban mascarilla por la calle, ya casi nadie se saludaba dándose la mano y mucho menos dos besos, pero en general, todo había empezado a volver a la normalidad y hasta la economía empezaba a recuperarse. Algo que era visible en Llanura, pues la llegada de turistas en 2028 se preveía como la mayor de la historia del municipio y aquella policía no estaba preparada para asumirlo.

Fuera como fuera, sacarían el trabajo, como siempre lo hacían. Más estando Aina al frente. Era muy profesional aunque sus modos a veces no fueran los mejores y es que estaba tensa,  muy tensa. ¿Por qué? Sólo ella lo sabía, pues ni siquiera MaMi  lo sabía, aunque podía intuir algo. Llevaban tiempo viviendo juntas, Aina había sacado a María de un mundo terrible, pero todavía no había acabado de abrirse del todo a su amiga y compañera de piso y era posible que nunca acabara de hacerlo.

- Me han dicho que no hace mucho que ascendiste. - Comentó Bea cuando pasaban por el tramo nuevo de la calle Antonio Maura.

El municipio había visto una gran expansión en los últimos años. Marratxí hacía tiempo que había llegado al máximo de sus posibilidades urbanísticas y Santa María y Consell también habían crecido mucho y los precios de los alquileres y la venta de inmuebles se habían puesto por las nubes. No es que fueran mucho más baratos en Llanura, pero tampoco estaba demasiado lejos de Palma, la capital de la isla y la gente había empezado a comprar y sobre todo a alquilar en el municipio ampliando mucho la población.

- ¿Fue difícil el examen? - Preguntó. - ¿Mucha competencia?

Tras la rigurosa media hora de camino cruzando las montañas de la sierra, llegaron al Puerto de la Cabeza. Como esperaban, restaurantes, chiringuitos y pubs estaban a rebosar. Además las calles estaban llenas de gente y eso que aún no había empezado el verano. No podían ni imaginar como se pondría aquello en unos mese. No obstante, era lo normal después de tantos años en los que  las pandemias habían marcado la agenda social de medio mundo. Por suerte, la vacuna definitiva del Covid-19 y el Sars 22 había llegado en 2025 y el ébola europeo de 2023 ya había sido también superado.

Eso había traído algo de tranquilidad a la población, que no obstante todavía conservaba algunas costumbres de la terrible época de las pandemias. Muchos todavía llevaban mascarilla por la calle, ya casi nadie se saludaba dándose la mano y mucho menos dos besos, pero en general, todo había empezado a volver a la normalidad y hasta la economía empezaba a recuperarse. Algo que era visible en Llanura, pues la llegada de turistas en 2028 se preveía como la mayor de la historia del municipio y aquella policía no estaba preparada para asumirlo.

Fuera como fuera, sacarían el trabajo, como siempre lo hacían. Más estando Aina al frente. Era muy profesional aunque sus modos a veces no fueran los mejores y es que estaba tensa,  muy tensa. ¿Por qué? Sólo ella lo sabía, pues ni siquiera MaMi  lo sabía, aunque podía intuir algo. Llevaban tiempo viviendo juntas, Aina había sacado a María de un mundo terrible, pero todavía no había acabado de abrirse del todo a su amiga y compañera de piso y era posible que nunca acabara de hacerlo.

Dieron unas cuantas vueltas por la zona de ocio. En la calle Pepino de Mar, ya se habían apostado algunas nigerianas en busca de clientes y en la calle del Erizo ya habían salido corriendo varios moros que sin duda estaban trapicheando. Lo de cada noche. No podían pillar a todo el mundo. Finalmente las dos motos se detuvieron frente al Centro Mediterráneo. Aquello era la mayor barbaridad que el alcalde había permitido. El mayor centro de ocio nocturno de Europa y con una plantilla de policía de unos 35  escasos agentes.  

- Es una mole... - Dijo Ernesto cuando descendió del furgón que había aparcado justo detrás de las motos. - Siete discotecas, veinticinco pubs, una bolera, un cine, un mega hotel low cost y un casino... - Sonrió. - ¡Cuando cobre mi primera nómina vengo aquí de cabeza! - Soltó una risotada.

-  ¿Lo dices en serio? - Sonrió Joan. - Ni por todo el oro del mundo pongo yo mis pies aquí, de no ser de servicio... - Dijo convencido. - Es un jodido antro de depravación. Si... - Negó con la cabeza. - Mucha seguridad privada y todo eso, pero aquí somos sólo tres capullos de uniforme. ¿Veis a los verdes? Porque yo no... - Resopló.

Era lo que era, el sitio en si era un lugar agradable cuando no estaba abarrotado de gente, aunque si querias salir a caminar o algo mas de intimidad habian muchos lugares mas tranquilos, bonitos y seguros. Pero si querias drogas.....

Un escalofrio recorrio mi espalda al recordar una vida pasada que esperaba no volver a experimentar jamas en mi vida, porque dudaba de si podria salir de nuevo de alli. Lo habia superado, sentia que si, queria sentirlo, pero sabia que siempre quedaria el miedo alli de volver a caer tanto en la adiccion como en antros asi y me odiaba a mi misma por haber venido a comprar un par de veces o mas, y aunque aun conocia algun vendedor de poca monta aun esperaba no encontrarlos en las calles, ellos eran mas discretos y yo.... tambien.

- Vamos Ernesto si de verdad quieres que te peguen una enfermedad hay mejores lugares que este, creeme y mas baratos tambien. Dije tajantamente.

A veces los hombres eran tan basicos que facilitaban muchas cosas y otras.... ufff.

Joan tenia razon, no habia verdes, pero este Centro de alguna manera tenia sus formas de mantener el equilibrio de las cosas, habia rateros, ladrones y putas como en todos lados, pero si alguno tenia la mala suerte de pasarse de la raya con algun pesado o algun VIP, no eramos nosotros los que solucionabamos el problemas, facilmente acabaria con una buena golpiza, o algun disparo en alguna parte de tu cuerpo y si eras mujer sencillamente nadie volveria a verte.

Estaba convencida de que alguna organizacion de trata de mujeres pasaba por la isla de vez en cuando pero no tenia evidencias de nada, ni tampoco era detective. Pero varias de estas chicas que a veces veia en las calles no volvian a aparecer, asi de simple y eso me daba impotencia.

Aun asi, el ambiente de diversion y fiesta se sentia en cada rincon si tenias ganas de marchar por el recinto entre todas las opciones que tenias para gastar tu dinero y divertirte.

- Conozco al DJ de M80 si quieres le digo que te haga pasar en la entrada, es buen tipo, y el de la Bolera nos da descuento por ser policias animate!!!! Y me rei con sarcasmo mirando a Campaner.

Era la bendicion de ser joven e inexperto, podias ser estupido y con suerte pasarlo por alto.

Si hace mas calor creo que me voy a comprar un helado de crema doble. 

- La verdad es que he venido un par de veces con los colegas. - Comentó. - Te lo pasas bien, pero a partir de las 4... - Torció el gesto. - Empieza a ponerse feo...

- La verdad es que todo lo que queda después de esa hora es de la peor calaña. - Confirmó Campaner. - Mira que a esa hora cierran los pubs, pero toda la carroña se agolpa en las calles y empiezan los problemas. Y luego quedan las discotecas hasta las 6 y a la salida... ¡Otra vez lo mismo!

Aina salió seguida de la novata en dirección al coche con mampara. Normalmente le gustaba conducir a ella misma, le daba una sensación de control cuando no conocía las dotes del conductor, sin embargo, en esta ocasión, cedió ese privilegio a la agente en prácticas. Podría parecer un gesto por darle confianza, aunque tal vez le supusiese más tensión a Beatriz, pero lo cierto era que Aina le dejaba conducir para ver qué tal lo hacía, y también porque ella era quien atendería la centralita, desviada a su teléfono. No había razón para cargarse con todo el trabajo, pues ya se sabe que quien mucho abarca poco aprieta.

Era una gozada ver como el pueblo iba recuperando su vida, incluso a veces Aina pensaba que ahora tenía más que antes de la primera pandemia. Habían sido tiempos muy complicados. Habían personas asustadas, otras negacionistas, y ya se sabe, en lugares en los que todo el mundo se conoce pueden saltar chispas con cualquier fricción. Algunas de estas rencillas seguían vivas, y algunas familias habían retirado el trato, la palabra e incluso el saludo, a otras. Incluso habían un par de casos que culpaban a ciertos individuos de haber perdido a un familiar a causa de la enfermedad. A Aina le recordaba, en cierto modo, a las consecuencias sociales que había causado la guerra civil, algo que ya había quedado muy lejos, pero no ocurría lo mismo con los azotes causados por los virus.

- Me han dicho que no hace mucho que ascendiste. - 

Rompió el silencio Beatriz. Aina respondió, pues era verdad lo que le habían dicho.

-Sí, no mucho-

Y no dio más detalles, no le veía necesario. Había contestado y no creía que debiesen pasar al cotilleo.

 - ¿Fue difícil el examen? - Preguntó. - ¿Mucha competencia?

Insistió la agente en prácticas Maldonado.

Aina la miró un segundo, como de reojo.

-Nada de lo que realmente vale la pena es fácil. Y la competencia real no se mide por cantidad, si no por calidad- No le gustaban esas preguntas, más cuando se había sumado al carro de cuestionar su decisión con Campaner. No creía que fuese una mala chica, pero sí quizás  demasiado ambiciosa, lo cual no es malo de por si, pero resulta ser nefasto cuando va unido a la ansiedad por lograr sus objetivos. Eso suele dar como resultado una persona poco de fiar.

Bueno, todavía no la conoces Aina. Pero que tampoco se vaya a pensar que nos vamos a hacer amiguitas.

-Gira por aquí  a la derecha- indicó. No había que olvidarse de patrullar las calles pequeñas, aquellas que eran poco frecuentadas porque no llevaban realmente a ningún sitio. Desde que la plaza volvía a llenarse de gente, emborrachándose y festejando la libertad recuperada, había algunos que, por no esperar o por hacer la gracia, se metían por aquellas calles para orinar. Sobre todo ensuciaban las calles turistas rurales y los que venían de otras localidades vecinas.

Recordaba en silencio también como Ferran Bauza, más conocido como "Lenny" por su parecido con el personaje de los Simpson, había convertido su garaje en una discoteca ilegal durante el tiempo de la pandemia, y como, contra todo lo que se podría pensar, constó bastante zanjar ese asunto.

Observaba Ania todo mientras pasaban con el coche. No esperaba encontrar nada más complicado que un borracho despistado por la calle, quizás, pero era bueno que viesen la patrulla trabajando, pues era un buen disuasorio de malas conductas, y eso podía bastar para mantener a los de Llanura a salvo.

Llevaban un rato patrullando a pie aquella zona. Algún que otro guiri se les había acercado para pedir una fotografía. Campaner había salido al paso informando en un perfecto inglés, de que les estaba prohibido sacarse fotos de uniforme. Lo cual era mentira, pero por otra parte les libraba de muchos problemas. 

Ya habían tenido que intervenir con unos jóvenes de Binissalem que estaban fumando marihuana y tras realizar el preceptivo cacheo, habían detectado dos bolsitas con cogollos. Tras realizar las actas de denuncia les habían dejado marchar bastante enfadados por otra parte. 

También había tenido que intervenir en una pelea. Un alemán de dos por dos, se había enfrentado a un grupo de cuatro ingleses. Al parecer todo había empezado por una discusión sobre un partido de fútbol de la Eurocopa que se estaba jugando en esas semanas. Pese a que uno de los ingleses sangraba por la nariz y otro tenía un ojo morado, nadie quiso denunciar nada, aunque no obstante, todos fueron identificados. 

Fue entonces cuando se toparon con cierto alboroto. Parecía una nueva pelea en las inmediaciones del Centro Mediterráneo, en un callejón anexo al parking. Se había agolpado un grupo bastante numeroso de personas. Los tres agentes avanzaron hacia dicho lugar, sin correr, pero a paso ligero y vigilando en todas direcciones. 

En el suelo había dos personas. Se estaban peleando. Uno de ellos, al ver llegar a los agentes salió corriendo y rápidamente de perdió entre la multitud. El joven que estaba en el suelo tenía la camiseta roja y la cara enrojecida. Además, sus ojos estaban enrojecidos y muy abiertos. Al fijarse en sus pupilas estaban terriblemente dilatadas y se movía de forma convulsiva. 

- ¿Qué queréis? ¿Que pasa? - Dijo muy alterado. Parecía que en cualquier momento fuera así lanzar un puñetazo. 

Los agentes conocían a aquel joven. Campaner y Miranda, porque lo que era Gubía no había tenido tiempo todavía. Vich era un viejo conocido de la policía Llanura. No era un mal chico, pero había tenido problemas con formas blandas, había sido denunciado por ir con su moto sin carne, peleas diversas en pubs y también una vez por atentado contra los agentes de la autoridad. Pero lo cierto era que llevaba algún tiempo sin causar problemas, que ellos supieran, más de un año. 

- ¡Vamos Joan, no me jodas! - Le dijo a Campaner. - ¡Que ha sido el otro! ¡Voy a matarle! ¡Dejad que vaya a buscarle que le reviento! ¿Vale? ¡Le reviento!

Al dar la vuelta en aquella calle estrecha se encontraron un vehículo patrulla de la guardia civil con la luz azul fija encendida. En la entrada de un edificio de encontraban dos guardias civiles hablando con un joven de apariencia latina. El  joven parecía alterado, no llevaba camiseta y movía las manos de forma ostensible. 

-  ¡Ustedes no me conosen, pendejos! -  Decía aquel tipo de rostro tatuado. - ¡Soy José Modesto Oyuelo, güeis! ¡Se van a arrepentir de lo que están hasiendo!

- El que se está equivocando eres tú, amigo... - Le dijo Mantas al sudamericano. - Ya sabes como está la ley aquí en España.

Aina conocía a Mantas. Era un asturiano que llevaba doce años en Mallorca, el que era su primer destino después de haber hecho las prácticas en Madrid. Cuando llegó a la isla no pensaba quedarse, pero conocía a la que ahora es su mujer y como buena mallorquina, le retuvo. Hacía sólo unos seis meses que habían tenido a su primer hijo. Mantas tenía nombre, aunque Aina sólo lo conocía por su mote. Era un buen agente, al que no le gustaban las tonterías.

Malco era canario.  También era de los más veteranos del puesto. Llevaba más tiempo incluso que Mantas en el puesto de Inca y Aina también le conocía bien. Siempre había sido un agente muy implicado que lo daba todo y que iba a por  todas en el trabajo. Sin embargo, en los últimos tiempos había cambiado bastante. Había sido expedientado, según palabras suyas, por "meterse donde no le llamaban" y había bajado el ritmo.

- Déjalo ya José... - Le dijo Malco. - Sabes como va a acabar ésto. No lo pongas más difícil.

Pero no parecía que el hombre tatuado fuera a aceptar ser detenido por las buenas. Seguía con la misma actitud, encarándose a los agentes y la escalada de nerviosismo estaba a punto de decantar en un arrebato violento.

Y no iba a ser una noche tranquila. 

Tras decomisar aquellos cogollos y ver como aquel aleman habia destripado a todos los ingleses casi que le pedia su numero para invitarle una cerveza con cena incluida.... 

Pero no. Tenia que trabajar, pero guardaba la anecdota para contarle a Aina.

Ernesto parecia seguirnos bien el ritmo y aunque era novato, no parecia un tonto... no siempre. Aunque me daban risa las cosas que decia o como se sorprendia de tonterias que nos pasaban, a veces me preguntaba si yo era igual de inocente hacia 4 años.

Pero no le iba a preguntar a nadie.

Llegamos a donde estaba ocurriendo una nueva pelea y Campaner fue por un chico asi que me dispuse a perseguir al otro pero su carrera fue tan impresionante que supo perderse en la multitud o tal vez la misma gente lo protegio. 

Fastidiada regrese a donde estaba Campaner ayudando a levantarse al otro hombre mientras Gubia apartaba a la gente.

- Barty???? Pero que carajo haces????

Y justo para colmo se le habia ocurrido decir semejante amenaza delante de tres policias y media ciudad que estaba alrededor de nosotros. Si el imbecil con que habia peleado aparecia muerto esa noche se le iba a joder la vida asi no tuviese nada que ver.

- Bueno, bueno bueno, ya el show termino Señores, gracias por la asistencia, pueden seguir con sus cosas, gracias gracias por venir!!!! Dije con sarcasmos a la gente alrededor para irlas dispersando las cuales se iban separando de mala gana.

- Joan, quieres que pida una ambulancia?

La cara del hombre era un mapa, pero no parecia que estuviera mal herido, al parecer era peor el estado de su orgullo.

Ya cuando el hombre estaba mas tranquilizado y Ernesto seguia corriendo a la gente me acerque a Campaner.

- Vamos Vich, cuentamos que paso? No lo ibamos a procesar por una pelea, tal vez podia convertirlo en un informante de las calles, aunque estuviese molido a palos, ademas no tenia ganas de regresar a la estacion para el papeleo.

Tampoco era mi desicion, ya que Campaner era el mayor entre los tres.

- ¿Una ambulancia? - Preguntó sorprendido. - Pero si no tiene nada... - Comentó. Entonces miró a Bartomeu. - ¿Necesitas una ambulancia? - Le preguntó, aunque esperaba que la respuesta fuera negativa. Movilizar servicios sanitario por aquel mierdaseca le parecía un sacrilegio, más cuando no tenía más que algunos moratones y rasguños.

- ¡No quiero ambulancia, no quiero nada! - Gritó alterado.- ¡Azrael le castigará! - Soltó una carcajada. Parecía estar totalmente trastornado. - ¡Las leyes de los hombres no son válidas para mí! 

Entonces se puso en pie dispuesto a marcharse. Miró a Campaner y luego a María. 

- ¿Puedo irme, no? - Les preguntó.

-Dentén el coche ahí- indicó a la conductora que estacionase un poco por detrás del otro coche de policía. -Veremos si les podemos ser de ayuda-

Cuando bajó se acercó caminando sin prisa pero sin pausa a los compañeros de la guardia civil.

-Buenas noches, ¿todo bien?- Con estas palabras esperaba dar por entendido que su intención era, sencillamente, hacer saber que estaba ahí, tanto para el latino tatuado como para los agentes. En cualquier caso habían refuerzos, ellas dos, si hiciese falta. Y estaba casi segura de que ver a dos agentes más haría que a José Modesto se le aplacasen las ganas de hacer el tonto.

Mire a Joan y luego a Vich. 

Me daba bronca su comentario, porque por gente estupida, ocurrian cosas estupidas y teniamos mas trabajo del necesario. Nunca entendia porque la gente estupida hacia estupideces, pero no habia remedio, eramos nosotros quienes limpiabamos la basura. 

- No, no puedes irte, acabas de amenazar a un sujeto de muerte y no sabemos que paso, asi que si no me cuentas que paso y quien era el sujeto con que peleabas y porque peleaban no te dejare ir, y me importa un bledo si no crees en las leyes de los hombres, igual te puedo meter en un hueco por desorden publico o llevarte para interrogar y que pases maldiciendo a todos los humanos mientras llamas a Azrael, Belcebu, Azazel o la Madre Teresa, me tiene sin cuidado, joder.

Campaner me conocia y sabia que yo estaba exagerando, estaba algo molesta si, pero en todo caso el era una victima de la golpiza, tal vez incluso solo lo habian tratado de robar, pero mi seriedad y determinacion demostraban que no le dejaria ir a menos que me contara algo, aunque fuese mentira y despues de todo podiamos hacerle sufrir un poco teniendo en cuenta su historial y su no respeto a las leyes de los hombres. 

Santisima Trinidad.

Me cruce de brazos esperando que hablara.

- Todo bien... - Le dijo Mantas a Aina. - José va a subir al coche ahora mismo. - Le dijo al sudamericano. - ¿A qué si? - Le preguntó.

José se lanzó entonces sobre Malco y tuvieron entre los cuatro que reducirlo y finalmente le pusieron los grilletes y le metieron en el coche patrulla. Estaban algo magullados y a Aina le dolían las muñecas por haber hecho fuerza. Bea por su parte tenía el corazón a mil, era la primera vez que participaba en una detención y José había sido muy violento, aunque todo había acabado bien.