Balmut se mantuvo atento a las palabras que salían de la boca de Gloin, ya que empezaba a sospechar que detrás de todo aquello había algo más. Aún así, y a pesar de sus sospechas, no encontró indicios en palabras veladas de que el enano estuviera tratando de ocultar su riqueza. Es más, tras la última afirmación del enano se encontraba la intención de dar una recompensa digna de un príncipe a quien encontrara a los desaparecidos. La cantidad de monedas no era lo que tenía a Gloin tan extraño y Balmut pronto lo pudo comprobar.
Lo que sí que tenía algo desconcertado al hombre del bosque eran las misteriosas palabras que Gloin había pronunciado un par de minutos atrás, cuando aseguró que "en los momentos más oscuros las noches a veces nos traen el dolor de nuestra propia sangre allí donde no somos dueños de nosotros mismos". ¿Qué pretendía decir con aquellas extrañas palabras enrevesadas como los acertijos famosos con los que los enanos escondían sus tesoros?. Balmut le dio vueltas al asunto hasta que finalmente llegó a la conclusión de que se refería a los sueños. Gloin debía haber tenido un sueño premonitorio sobre el suceso que le había permitido sospechar que algo iba mal antes de que le llegaran las noticias.
- Debería contarnos su sueño. - el hombre del bosque rompió su silencio sin dirigirse a un oyente concreto. Era consciente de la poca atención que Gloin le prestaba, pero quizás alguno de los presentes quisiera hacerse eco de sus palabras si éste lo ignoraba.
El gesto de Balmut había cambiado al percatarse de que el emisario valoraba algo por encima del oro. Le pareció dispuesto a desprenderse de una cuantiosa suma basando sus temores en un sueño. Y si no hubiera visto con claridad el compromiso con su palabra ya se hubiera retirado de aquella mansión. Para seguir las profecías de un extraño éste tenía que estar dispuesto a sacrificar tanto como él, como poco.
"En los momentos más oscuros las noches nos traen el dolor de nuestra propia sangre allí donde no somos dueños de nosotros mismos," resonó el eco de aquellas palabras en la memoria de la beórnida. Ella podía comprender aquel sentimiento reflejado en las facciones del enano. Ella sabía de largas y oscuras noches y conocía aquel dolor...
Guardó silencio, intempestivamente abrumada por su propia pena, y entrecerró los párpados buscando refugio en sus recuerdos. Pero cuando el hombre del bosque habló sobre un sueño, la muchacha volteó la mirada hacia él, y comprendió. Entonces susurró mirando al enano:
─Sé de largas y oscuras noches, conozco también el dolor de la sangre amada y la rabia de saberla lejos y amenazada. Y, también, muchas veces rasgué el velo del sueño buscando respuestas... Tras una pausa, añadió: ─Señor, jamás le confiaría mis sueños al ladrón ni mi sangre al traidor. Pero (¡por el Gran Oso!) no escatimaría recursos para encontrar lo perdido, más aún si lo perdido es mi sangre. Pero no es con el tintineo del oro que lo conseguiréis, sino con el rastro indeleble que deja el ausente. Dadnos ese rastro, sea cual sea: una huella, una palabra, un mensaje, o... Un sueño, como dijo mi compañero ─sugirió, y volteó ligeramente hacia el hombre del bosque.
(¿Compañero? Esa palabra le sabía extraña, desproporcionada. Ni siquiera recordaba su nombre, si acaso lo hubiera dicho.)
─Pero si solo podéis ofrecernos vuestra reticencia, ¿por qué habríais de confiarnos vuestra propia sangre? Entonces uno y otros estaríamos perdiendo nuestro tiempo ─concluyó.
Motivo: Perspicacia
Rangos de habilidad: 3
NO: 14
Tirada: 4 + (4, 4, 4)
Total: 4 + 12 = 16
Éxito
Las rudas maneras del grupo estaban acabando con la paciencia.
—Mi señor Gloin, Farald hijo de Farnmann, a su servicio —interrumpió Farald dando un paso al frente a la vez que mostraba sus respetos al enano—. Hay muchas cosas en juego, demasiadas, como para preocuparse por otra cosa que no sea la seguridad de vuestra gente. Conozco a todos los que están aquí presentes y respondo de ellos[1]. Su mayor preocupación, como la mía, es mantener la paz durante mucho tiempo... y este suceso no hace más que enturbiar esa paz. ¿Sospecháis de algo? ¿Qué os dice vuestro corazón? ¿Quizá un sueño o un pálpito como dice Ella?
Farald hizo una pausa y miró al resto del grupo.
—Ella, no creo que nuestro señor Gloin nos esté ofreciendo sólo su reticencia. Nos ha contado más de lo que desprenden sus palabras. Yo, en su lugar, también me aseguraría de elegir bien a quién confiar esta empresa. No es algo que confiaría a alguien que solo tiene como objetivo la generosa paga. Pero ya os he dicho, mi señor, que las motivaciones de nuestro grupo son otras. Hable con libertad.
Motivo: Perspicacia
Rangos de habilidad: 2
NO: 14
Tirada: 6 + (6, 5)
Total: 6 + 11 = 17
Gran éxito
He hecho la tirada de Perspicacia pero no se si ya procede. La dejo hecha por si acaso.
[1] Evidentemente eso no es así pero estoy tratando de ganaros su confianza
Ella descubrió en los ojos de Gloin la misma preocupación de la que hablaba. Aquella despiadada soledad y tristeza que dejaba la marcha de los seres amados a lugares remotos y peligrosos, sobre todo cuando los sueños avisan como presagios del peligro inminente que les acecha tras las sombras que dejan a sus espaldas o los recodos del camino que les quedan por avanzar. Balmut había destacado aquello y Ella se dio cuenta tras mirar a Gloin de que era cierto, el enano había tenido una premonición que se refería a sus dos compañeros desaparecidos. Pero Ella vio algo más. Vio que la preocupación de Gloin era profunda, a pesar de que se esforzaba en disimularla. Balin, uno de los desaparecidos, era su primo. Pero la pesadumbre de Gloin era muy grave para ser simplemente eso. Había algo más.
Farald se percató de inmediato cuando, tras dirigirse a Ella para justificar la reticencia del enano a contar lo que todavía ocultaba, le miró a los ojos y vio que la pena que sentía y que le colmaba de lágrimas en ese instante era por su hermano. Él debía ser el otro enano desaparecido, quien acompañaba a Balin en la funesta misión. Lo supo porque el dolor que Gloin mostraba y la preocupación que sentía es la que se siente hacía uno de tu propia sangre. Como había dicho de manera velada en sus palabras anteriores: las noches nos traen el dolor de nuestra propia sangre.
-Tenéis razón. -Convino el enano hundiéndose en su asiento, quitando la máscara que ocultaba su pena y mostrando su verdadero rostro: el de la preocupación más absoluta. -Ocultar estos detalles no os ayudará a encontrarlos, sino todo lo contrario. -Suspiró antes de continuar. -Mi hermano mayor Oin es quien viajaba con mi primo Balin para entregar el mensaje en el Nido. Y en efecto, tuve un sueño premonitorio antes de su partida. Vi como mi hermano era arrastrado por algo hacía aguas oscuras y se ahogaba. No pude ver de qué se trataba, pero temo por la vida de Oin, y por la de Balin.
Gloin tomó aire profundamente y se levantó de su asiento. Parecía recompuesto de la tristeza que le había inundado al recordar el nombre de su hermano y el fatal destino que le habían presagiado los oscuros sueños que atormentaban sus noches. Recogió el pergamino de la mesa y se lo tendió a Farald para que lo guardara, las palabras del hombre de Bardo habían tenido un buen efecto en el enano.
-Os habéis ganado mi confianza. Seréis los encargados oficiales del rescate de Oin y Balin. Llevad ese mapa y seguid su camino, mantened los ojos bien abiertos y tened cuidado. Y por favor, traedlos de vuelta sanos y salvos. -Tomó algunos papeles más que rubricó con su firma y se los entregó a Ella. -Estas ordenes os permitirán tomar en préstamo las barcas de los hombres del lago. El viaje por el río es la única alternativa segura para cruzar las Ciénagas Largas, y también la más rápida. Partid de inmediato.
Habéis superado el encuentro.
La beórnida echó una suspicaz mirada sobre el hombre de Bardo cuando afirmó aquello de que "conocía a todos os presentes y que respondía por ellos" y volteó los ojos hacia los demás indagando sobre la veracidad de aquella descarada afirmación. Ella detestaba la mentira, pero más aún la mentira de un desconocido que buscaba su complicidad. Farald le mentía al enano afirmando que conocía y confiaba en un grupo de extraños y luego le reprochaba a la muchacha los rudos pero sinceros modales con que había encarado a Glóin, e intentando hacerla cómplice de sus engaños.
Los ojos de Ella ardieron bajo las refulgentes llamaradas de la furia que crecía en su pecho. Entonces susurró:
—Farald, solo mis actos y mis palabras responden por mí. Ni mi padre, ni mis hermanos, ni otro Hijo del Gran Oso. Solo yo —silabeó, con un tinte feroz en su voz. Y añadió mirando a Farald con una mezcla de enojo y suspicacia. —Y yo también me aseguraría de elegir bien a "quién" confiar esta empresa. Concuerdo en que no es algo que confiaría a alguien que solo tiene como objetivo responder por otros, y no por si mismo —ironizó.
Después tomó entre sus manos los documentos que le entregaba el enano, y exclamó:
—Os doy mi palabra que haré lo imposible, y aún más, para traerlos de regreso.
Encerrada en su enojo contra Farald, la beórnida ignoró el detalle de la barca (jamás había navegado en una) o el de los aperos y vituallas necesarios para el viaje, y se encaminó hacia la puerta.
Compañero. La palabra le sonó rara, quizás precipitada. Era cierto que formaría grupo con quienes aceptasen el encargo de búsqueda, pero había un abismo entre lo uno y lo otro. Comprobó entonces los gestos de los presentes, queriendo adivinar quiénes aceptarían el encargo. Dudaba de las motivaciones de muchos de los presentes y las siguientes palabras de Farald le pusieron sobre alerta. Demasiado endulzadas. Asumía un riesgo desconocido al afirmar su confianza en extraños. Balmut tendría cuidado de aquella lengua hasta estar seguro de sus intenciones.
La total cooperación de Gloin daba por terminada la reunión y facilitaba la búsqueda de sus familiares. El hombre del bosque no quería perder más tiempo y se dispuso a abandonar la mansión para partir cuanto antes. El peligro que acechaba a los enanos no esperaría por ellos. Hizo un gesto de despedida con su mano libre y siguió los pasos de la beórnida, así como Inzim siguió los suyos. No tenía ninguna necesidad de esperar al mayordomo para que le condujera a la salida.
Grimrow tras una torpe y formal presentación había permanecido en silencio durante todo el encuentro, avivando quizá con su conducta la reticencia del enano a hacerles partícipes de la empresa que le ocupaba.
Fueron otros los que se encargaron de llegar a Gloin y hacer que este les confiara una misión. Misión que ni siquiera estaba seguro de poder emprender, pues para ello necesitaba la autorización de sus superiores. Aunque tratándose de la personalidad que era y con la carta que les había entregado dudaba que le pusieran ninguna pega, pues el mantenimiento de las buenas relaciones con los enanos era una prioridad para los hombres de Bardo.
Salió de la casa junto con el resto y les dijo sincero - Dadme media hora, necesito autorización de mis superiores y dejar ordenados un par de asuntos antes de poder partir. -
Pues eso va a pedir autorización y luego está listo para iniciar la búsqueda de los enanos.
El encuentro con Gloin había dado sus frutos gracias a la perspicacia de Balmut, las palabras nacidas del corazón de Ella y la diplomacia de Farald, a pesar de que la confianza que se había tomado no había sentado bien a quienes estaban más acostumbrados a la vida lejos de la ciudad. Durante el viaje que comenzaban ahora deberían aprender a llevarse bien por el bien de la misión que compartían, y de los enanos desaparecidos.
Finalmente descubrieron que Oin, el hermano de Gloin, era uno de los mensajeros que había desaparecido en el camino, y que Gloin había tenido un sueño premonitorio en el que le veía ahogándose en aguas oscuras. Si su camino, tal y como parecía indicar el mapa dibujado por el enano, les había conducido por las Ciénagas Largas, no encontrarían aguas más oscuras y tenebrosas que esas. Aquello explicaba la tremenda preocupación e impaciencia de Gloin, y su reticencia inicial a poner en manos de cualquiera tan delicada y personal misión. Pero ellos habían ganado su confianza y ahora serían los rescatadores con la promesa de una gran recompensa si lograban traerlos con vida, además de su eterna gratitud y la satisfacción de asegurar la delicada paz que reinaba en esos días.
Pero antes de iniciar aquella aventura algunos de ellos tenían que poner en orden sus asuntos. Farald y Grimrow tuvieron que informar a sus superiores y otros tuvieron que aprovisionarse y hacerse con el material necesario para el viaje. Por ello quedaron una hora más tarde en la posada donde habían juntado sus destinos para planificar la ruta que seguirían y emprender el viaje de rescate.
Cambiamos de escena: Capítulo 2: Un camino largo y fatigoso