Partida Rol por web

Mondo examina atentamente los rastros que habían dejado los carromatos del campamento. Los rastros en el desierto eran fáciles de encontrar, pero desaparecían tan rápido como tardaba el viento en soplar. A juzgar por el nivel de deterioro que mostraban, no debían haber sido de más antigüedad que un par de días. Quizás... De ayer al alba.

Pudo contar tres carromatos y un total de doce personas acompañándolos. Pero había algo más. El astuto instinto del pícaro le llevó a un pequeño mechón de pelo maloliente... Gnolls. Rápidamente ató cabos. Había un segundo rastro posterior, los gnolls habían rastreado a la expedición de Lady Almah.

Espera, ése árbol. Algo no marchaba bien. Reconozco ese árbol, hemos estado aquí antes. La princesa... debieron darnos algo cuando nos apresaron, como si una gran laguna volviera a llenarse.

Nosotros vinimos aquí, como tú. Esa princesa nos contrató, su general más bien. Nos apresó una bestia que vigila desde el cielo, si volvemos a verla estaremos preparados.

Encontremos el campamento, los gnolls darán con él antes pero recemos para poder llegar a tiempo y decantar la balanza. Si no, recemos porque hayan podido vencerlos solos o haya supervivientes.

Mondo parecía haber encontrado en modo de seguirlos. Entonces vayamos rápido.

Comenzaron a moverse por la arena, donde cada paso requería el doble de esfuerzo y les consumía una cantidad enorme de energía desmoralizando la sensación de avance.

¿Cómo se llamaba ese general? ¿Cúal era su nombre? El paladín era consciente de que la memoria volvía a él pero a paso muy lento.

Las noticias no eran buenas, si no se daban prisa no llegarían a tiempo, Sin embargo eso tenía una ventaja: Viajar de noche les privaría de la peor parte del sol y del calor de esas tierras, y con suerte no tendría que gastar uno de sus valiosos conjuros en soportar esas temperaturas... Solo había un par de problemas con ese plan... Si no descansaban no creía que en el combate rindieran lo necesario para ser útiles... y si no comulgaba con su Dios no era probable que éste le concediera sus dones al día siguiente...

Amigos... ¿preferís descansar o iniciamos la caza? Preguntó a sus compañeros

"Un grupo ligero camina más deprisa. Tendremos una oportunidad de alcanzarles. Y sobre todo, un rastro en el desierto no dura mucho"

"Pero tambien estoy agotado por todo el combate, heridas y aventuras de este dia"
"(Por no decir que me muero de ganas de abrazarme a los harapos que uso de manta y descansar un rato)

"¿Que os parece? Seguimos el rastro hasta acortar distancias, y entonces levantamos campamento"

Los rastros encontrados preocuparon al samsaran, se añadía una nueva variable a la aventura que les había tocado vivir. Bakji estaba cansado, querría descansar pero las pezuñas de los gnolls le hacían pensar en lo contrario.

- La caravana está en peligro, tampoco sabemos si vienen más enemigos en nuestra dirección... si nos quedamos quietos nos puede pasar cualquier cosa o puede que lleguemos tarde con la princesa. Es un dilema que se soluciona no durmiendo esta noche y soportando mañana la fatiga.

La situación parecía requerir de ese esfuerzo, la decisión que tomó el samsaran no fue fácil, él no estaba acostumbrado a pasar noches en vela caminando entre la dura arena. Qué más daba, ahora era libre y debía aceptar las consecuencias. Además... había que encontrar la llave para Xulthos, le fastidiaba que su amigo estuviera atrapado tanto tiempo.

- Tenemos que seguir, mantener un buen paso hasta alcanzarlos.

Le iba a costar imprimirse un buen ritmo pero era necesario.

- Estoy de acuerdo, estamos todavia demasiado cerca del campamento gnoll, Mondo asintio con la cabeza mientras miraba a su espalda temeroso.

Y si dejamos pasar la noche perderemos seguramente el rastro que ya tiene un par de dias, Silene, yo te ayudo, dijo Mondo mientras miraba el suelo y seguia el rastro de la caravana

Cuanto antes mejor, el tiempo está en nuestra contra. Todo lo que pudieran avanzar lo tendrían ganado, los gnolls posiblemente ya los habrían alcanzado, era solo saber si llegarían a tiempo para minimizar su impacto o no. Cualquier ayuda salvaría el máximo de vidas y una vez recompuestos podrían valorar asaltar el campamento principal.

Eso si había supervivientes.

Esta vez encabezó la marcha con los que iban delante, vigilando el terreno por lo que pudieran encontrar.

Tras un asentimiento general, para preocupación de Silene, decidistéis proseguir, rastreando las huellas de la caravana de Almah. La noche del desierto de Katapesh era fría, un sentimiento agradecido, sabiendo cómo de abrasadores eran los días, y envolvía todo con un sombrío velo azulado. Las dunas yacían inertes, desprovistas de vida alguna, mientras que en la distancia sólo se divisaban Kelmarane y, más allá, los Picos de Bronce.

El rastro sigue hacia el norte mientras que se acerca a las inmediaciones de las montañas más cercanas. El terreno se va volviendo más árido y rocoso, hasta que eventualmente, el rastro deja de estar claro y se pierde. Quizás un rastreador experimentado podría encontrarlo, pero en este tipo de terreno parece difícil.

"Creo que han ido....por aqui" digo señalando... La espalda de uno de los compañeros.

Con un encogimiento de hombros Silene siguió al grupo orientándolos cuando los rastros se volvían difusos.

Acabaron llegando a un terreno empedrado y sus compañeros parecieron perder el rastro... 

Mirad. Sugirió. Las ramas de ese arbusto parecen rotas. Si el suelo no te da pistas mira más arriba. Decía cansina mente el viejo Jarold cada vez que su aprendíz perdía una pista

- Por como se ha secado la savia de la rama rota yo diria que ha pasado dia y medio desde que partieron, dijo Mondo mientras ayudaba a Silene como podia a seguir las huellas

Los compañeros siguieron las huellas durante toda la noche hasta llegar a un punto ciego. Es extraño pero deben llevarnos mucha ventaja, dudo que consigamos llegar ya a tiempo. Había perdido cualquier esperanza de evitar o paliar el ataque gnoll, solo quedaba confiar en los hombres de la princesa.

Silene dio un paso al frente y ahora todo dependía de ella.

La suerte quería que el samsaran tuviera una constitución de hierro a pesar de ser de una especie más bien frágil. Tenía bastante más carne en los huesos de lo esperado fruto de su afición a la comida, uno necesitaba entretenerse mientras pasaba largas horas de estudio.

Observó a los demás mirar el suelo en busca de huellas, o incluso en las ramas de los árboles, él no entendía nada de esas técnicas pero apreciaba que sus compañeros fueran siguiendo pequeños pasos que les llevaban a dar con la información que buscaban.

Había que continuar por el pedregoso terreno, un lugar que le parecía bastante propicio para emboscadas y era por eso que aprovechó el descanso para mirar alrededor.