Partida Rol por web

Kolbeinn está fuera mi señora.  Me temo que tendreis que acudi en persona. esas fueron las palabras de unos de los ingenieros.

En las minas de Uyamil una terrible desgracia habia acontecido. Un derrumbamiento habia matado a gran parte de los trabajadores. Los accidentes eran algo normal pero parecía que en esta ocasion era distinto. Los obreros hablaban de una maldición. De la obra de algun demonio del Inframundo. Se negaban a trabajar hasta que Alya hiciera acto de presencia y les asegurara que aquella mina no estaba bajo la influencia de ningun ser maligno.

Ingeniero Halach

Hemos llegado señora dijo el ingeniero. Y asi fue como Alya llegó hasta la explanada.  Justo a al entrada de la mina. La gente se agolpaba. Sus caras reflejaban pavor, ese miedo autoctono de mentes debiles. Pero también ese terror capaz de empujar a una masa a sublevarse. Se intuían lamentos de reproche por la falta de acción de la señora Alya. No eran gritos, ni palabras formadas. No. nadie se atrevería a ahcer algo así... por ahora.

Alya se dirigió velozmente hacia las minas de Uyamil y la multitud se agrupaba frente a ella, esperando una respuesta, asustados y algo enojados.

- Tranquilos, ¿alguien podría decirme qué ha ocurrido? - miró a la multitud enfurecida y puso su mano encima de la empuñadura de su espada - pienso entrar de todas maneras a la mina para deshacerme de cualquier cosa que esté en su interior molestando.

Mantuvo su rostro sereno y firme, le encantaría volver a llenarse de sangre de errado, solo esperaba el momento oportuno en el que la muchedumbre se tranquilizase y le dijese qué había ocurrido y si había indicios de que el causante de ello fuese un errado, sería su día de suerte.

Una niña pequeña se mueve entra la multitud y se acerca a Alya entre lloros y proclama:- Hay monstruos malos..., cantan canciones en el interior de la mina y se oyen aullidos y lloros tambien.- Su madre se acerca arrodillandose cubriendola con sus brazos y mirando con furia a la caballero le grita:- ¡Mi marido está dentro de esas paredes! Nunca os ha traicionado y siempre ha hablado bien de usted, espero que ahora le pague con esa misma moneda.-

Me dirigí a la entrada de la mina y empuñé mi espada.

- Recuperaré a ese hombre, sea como sea.

Me dirigí hacia adentro de la mina, donde todo parecía algo oscuro y únicamente iluminado por algunas antorchas así que agarré una y me sumergí en las profundidades.

Las tuberías de los corredores de la mina se introducían en las entrañas de la tierra. La montaña harta de aquella usurpacion a su petrea naturaleza se habia convulsionado en terribles derrumbes. Conforme descendía, la Dama Alya, era testigo del peligro que asolaba a cada paso y de la firme amenaza de la montaña a hacerse escuchar.

¡¡¡Socorro!!! el hilo de una voz herida corrió por los pasillo en busca de unos oidos atentos.

Entré y a medida que iba avanzando mi cuerpo era recorrido por escalofríos que me advertían de algo terrible pero fue entonces cuando escuché a alguien gritar, pedir auxilio y no dudé.

Cogí mi espada y me puse en posición de batalla, avancé lentamente hasta el lugar de donde procedía el grito y mantenía mis sentidos completamente en tensión y atentos por cualquier sonido.

El estrecho tunel moría en un monton de rocas. Piedras de grandes tamaños que se habían desprendido del techo tras el derrumbe. Una nube de particulas de polvo flotaba en el aire.

Ayudame por favor. Un brazo joven asomaba por uno de los resquicios petreos. La voz era inconfundiblemente la que antes clamaba por auxilio. Ayudame.

Accedo rápido y veo la situación, pero necesito información para actuar.

- Voy a ayudarte pero necesito que me des información ¿Hay pendiente descendente en el lado en el que tú estás? Puedo quitar las piedras pero ¿Podrás echarte ligeramente a un lado para no hacerte daño?

Mantuve una voz tranquila y relajante para que la persona que me pedía auxilio se tranquilizase un poco y pudiese ayudarla.

Quien esta encerrada en ese pequeño derrumbe, no parece estar muy consciente pues vuelve a pedirte ayuda, con un ruego muy lastimero:- Ayudame... no se cuanto más voy a aguantar.-

Saqué las piedras de allí, como pude, tenía fuerza pero me costaba un poco.

- Resiste, no tardaré en sacarte de aquí - fui quitando rocas con más rapidez - vamos... ya casi está.

Las rocas que quedaban encima de su brazo las quité con delicadeza para no hacerle daño, parecía que era una muchacha. Tiré de una patada hacia atrás el resto de rocas y miré fijamente su cuerpo, parecía muy herido no sabía si cogerla en brazos o pedir ayuda. 

¿Qué hago? Dios, ayúdame.

Las piedras cedieron al empuje de Lady Alya. Iban cayendo una detras de otra y la oquedad se hacia cada vez mayor. Al fin fue lo suficientemente grande para que la joven pudiera pasar por ella. Trepó desde el otro lado hasta encaramarse. Entonces Alya lo vió. Como trepaba. Como su cuerpo se torcía por angulos imposibles. Como un extraño ruido acompañaba a sus articulaciones. TIC.TIC.TIC. La niña asomó la cabeza y entonces se dio cuenta de su error.

Estaba esperandote Alya. el eco de su voz rebotaba en su aspera garganta para dotar a sus palabras de tonos infernales. La niña permanecia de pie.  Como inmovil y ausente. Como llegada de otro mundo.