-Vive Dios señor médico que cobraréis vuestra deuda, aunque para ello tengáis que atender otra cuchillada. Cuando queráis.
Os llegais al hospital donde esta el herido que, sin más dilación, al ver a aquél que abriera herida tan profunda en su cuerpo y alma exclamó: -Ah rufián que volveis por mi alma recosida a mortajar a un vivo, ¿que haceis aquí?. ¿A que venís?.-
Se lo dice el herido a Gabriel. Por cierto he supuesto que os habreis presentado en algún momento de este tiempo.
En realidad yo no me he presentado; prefiero seguir así hasta que me pregunten mis compañeros.
Okis. De acuerdo entonces. No conoceis vuestros nombres.
Me sorprendo por la acusación. Así que el herido había recibido la mojada del joven. Sea como fuere, agradecido le estoy por conseguirme un cliente.
-No se altere o se le abrirán los puntos y se pondrá peor. Soy Hernando Marañón, su médico, y quien le ha salvado la vida. Este joven vino a buscarme porque me dijo que estaba malherido, si era su enemigo tiene mérito, y este señor ayudó a que le trajésemos al hospital para realizarle la cura conveniente. No sé a qué se debió la disputa, ni me interesa, pero lo necesario sería que le llevásemos a casa para que esa herida sane.
-Chitón bravucón, vive Dios que nos debes la vida. O suavizas ese tono o me aseguro que de la próxima no te libres.
-Pardiez que no comprendo nada.- Dice el hombre desde la cama.-Ora me matas, ora me salvas, ora me rematas.- El estupefacto hombre se acompasa al movimiento de cabeza del fraile que mira a uno y a otros durante la charla.
Le dediqué una sonrisa conciliadora:
- Bueno, vos me desafiasteis, no iba a quedar como una gallina, rechazando coger el guante lanzado. Más os informo que, por mi parte, no hay motivo para volver a batirse... Salvo que muestra merced lo desee...
-Creo...que tengo suficiente hasta fin de temporada.- El fraile desalloja el aire contenido a comprobarse que no habrá más jarana.
-A mi casa decís...-El hombre se atusa la perilla.-Por Santiago que acepto su oferta y puede que allí hablemos de otros asuntos... más discretos.-
Entre todos ayudais al herido a incorporarse al carro del fraile que, manchado de sangre reseca, debe conocer mejor el oficio de matasanos que un licenciado de salamanca. Con esas llegais hasta una casa ni lujosa ni modesta, donde un criado recoje al herido ayudándole a bajar del carro con vuestra ayuda y subiéndolo a la habitación del segundo piso.
Una cama grande con borlas en los postes y un cabecero elaborado denota más dinero de lo que aparenta la "humilde familia".
Permanezco expectante ante la propuesta que parece querer hacernos el herido. Parece un hombre más principal de lo que había supuesto en un principio.
Los asuntos discretos siempre huelen a oro, habrá que seguir la corriente. Desde luego esta casa apesta a dinero.
-Si de un asunto discreto se trata no dudéis de que os escucharé atentamente.
Asentí conforme a sus palabras:
- Me parece bien, os escucho.
-Ahora que vamos a hacer negocios, me parece razonable presentarme. Me llamo Don Pedro de Quintana y Simancas, fiel servidor de nuestro rey Felipe IV.-Hace un ademán con el brazo a modo de saludo.-Sus mercedes parecen hombres de hígados y acero templado. Me gustais, por eso os propongo un trabajo.-Veis como intenta incorporasre lo suficiente como para dar presencia de autoridad.-Os pagaré con suficiente oro como para cubrir los gastos de un año. ¿Os interesa esa parte?.-
Sonreí de buen humor:
- Vive Dios que puede estar segura vuestra mercer por mi parte.
-Me interesa, me interesa mucho.
Digo mientras me atuso la perilla.
—Continuad —digo sin mostrar más interés del necesario. Mucho dinero significa gran peligro.
-Que casualidad que sea un trabajo muy apropiado para gente tan hidalga,- Pedro se acomodó un poco más torciendo la cara debido al dolor de la herida.- La hija de un buen amigo necesita ayuda. Una dama destacable e inteligente pero carente de honra debido a...un malentendido. Sus captores la trasladan a Toledo hoy mismo, en un carro cerrado con valiente escolta de 4 hombres y el cochero.-Don Pedro os mira inquisitivo-.¿Rescatarían vuestras mercedes a tan noble dama?.-
-Desde luego muy malentendido tuvo que ser el suceso, seguro que la dama no vio ningún miembro enhiesto cerca de ella ¿verdad? ¿O acaso hay algo más detrás de lo que decís?
-Jajaja, que ingenio y mente sagaz acostumbrada sin duda a este...estilo de vida. Creo, señores, que nadie mejor para este trabajo que vuestras mercedes si me permitís el halago.-Don Pedro de Quintana se rizaba la punta del gran bigote que adornaba su semblante.-Poseo dinero y amigos, tanto en la corte como en las iglesias de encomendados, pero esto debe ser lo más discreto posible.-Con aire ausente observa el techo.-Como se decía en Flandes?...Ah si, una encamisada. Una operación a la sorda, sin ruido ni testigos. Supongo que lo entendereis de buen grado, pues quien la tiene presa es lo que me quita el sueño.-El semblante del hombre se volvió rígido y serio, asustado del nombre en mente pensado.
De su boca solo salió una palabra.-Inquisición.
Me meso la barba en gesto pensativo. Si cualesquiera hombre me hubiera planteado semejante lance a mis años y con intenciones de salvar a una dama que tiene más visos de puta que de dama le habría dicho que no de plano, aunque fuera por todo el oro del mundo. Sin embargo, si el enemigo a batir es la Inquisición, más amiga de detener el progreso y el saber que de matar herejes es otra cosa. Nada me place más que procurar el escarnio y el ridículo de semejante piara de petulantes.
-A mí me place.