Llegaron a la ladera de la montaña cuando el sol empezaba a caer. Los pobres desgraciados que les habían indicado como llegar hasta aquí fueron de ayuda suficiente para al menos no perder todo el día buscando la entrada. Si el mapa era útil era algo que tendrían que comprobar.
Lo primero que llamó su atención fueron los fuertes golpes que parecía haber recibido la pared de piedra. Unas runas enanas presagiaban un encantamiento en la entrada que había dejado de funcionar, probablemente debido a la destrucción de la piedra a su alrededor. Uktar pudo descifrar las letras P A X. El pasillo estaba completamente oscuro y salvo por los escombros producidos por los golpes recibidos en la fachada no parecía estar en malas condiciones. Encontraron un único rastro, unas manchas de sangre que salían de la mina, lo que coincidía con la historia de los pobres diablos. Aquellos chorretones probablemente hubiesen caído del muñón del difunto.
Llegaron así a una intersección y tomaron la decisión de continuar hacia el sur. Así encontraron la primera de las espirales descendientes que conducía a una cámara con estatuas de piedra. No fue difícil encontrar la razón de las estatuas. Una cocatriz adulta tenía su nido en lo alto de un montículo que se alza al oeste de la habitación. Ascendieron y como resultado el animal trató de defenderse. Finalmente Valiente logró aplacar al animal que parecía estar consumido por la desesperación. Por su parte Heilen encontró la primera pista de la naturaleza excepcional de aquellas minas al intentar discernir magia en las estatuas, se encontró con un torrente de magia que emanaba desde el sur en dirección hacia el norte. Jack Jones no estuvo ocioso y encontró en el nido un documento legal que proclamaba a un tal Pax Jaggershield el dueño de un sitio llamado Las Minas Sacacorchos.
Continuaron hacia el gran salón pasando por otro de los desniveles en espiral que les adentraba en las profundidades de la montaña. Allí encontraron esqueletos de enanos animados por las pérfidas energías arcanas que circundaban las minas. Guiados por el esqueleto de un antiguo capataz que sostenía un pico de diamante fueron derrotados gracias a la energía sagrada que les acompañaba.
Del salón se habría una gran caverna natural envuelta en una fina capa de niebla blancuzca. Al sur tres puertas recias de madera y hierro presagiaban una encrucijada mayor. Eliza descubrió fácilmente una trampa de teleportación en la puerta central, confirmada por el poder arcano de Heilen. También descubrieron que en la puerta más occidental un aura mágica de transformación. Jack Jones abrió la puerta oriental sin encontrarse mayor problema, se habría a un pasillo que seguía hacia el sur.
En aquel pasillo encontraron una de estas construcciones extrañas que aparecen en las minas. El pasillo había sido hendido en su pared oriental trazando un trozo que se adentraba en la montaña en dos conexiones. Como resultado de ellos dos sendos agujeros obligaban a dar un salto o arriesgar un sospechoso tablón de madera. Estos tablones se encontraban especialmente dañados por el tiempo y una de ellos cedió ante la presión de sus cuerpos, el resto tuvieron que pasar saltando. Al llegar al otro lado un grave presentimiento les asaltó. Valiente olía de nuevo una maldad putrefacta colarse por la pared sur de uno de los recodos. Sin pensarlo demasiado prefirieron hacer un agujero en esa pared para encontrar lo que quiera que les erizaba la piel del otro lado. Volvieron al salón y se hicieron con picos y palas de los antiguos trabajadores enanos y empezaron la ardua tarea de ampliar la mina.
Un par de horas después habían conseguido abrir un agujero suficientemente grande para colarse en lo que se reveló cómo una antiquísima caverna natural. Delante en el centro se alzaba una luz mortecina. En el centro de la caverna tallado en obsidiana se levantan dos obeliscos sobre los cuales un remolino de agua purpura desafía la lógica en horizontal. Anonadados por la visión el grupo se reunió alrededor del portal. Una gran presencia se hacía sentir al otro lado e inmediatamente influyó en las cabezas de todos. La presencia les reclamaba a todos para servirle y se reveló a si mismo como El Gran Cthulhu, sacerdote de los primigenios, aquel que se mueve en su eterno letargo. Uktar, Valiente y Jack Jones se sobrepusieron a la voluntad del dios y lograron evitar que sus compañeras Eliza y Heilen entrasen por su propio pie en el portal. Inmediatamente liderados por Uktar empezaron la laboriosa tarea de derribar los obeliscos, cosa que consiguieron desesperados. El portal se cerró con una explosión que les dejó completamente empapados y en el suelo.
Al menos se habían sobrepuesto a la presencia de aquel horror durmiente.