Pregunta, dejais que se vaya o no? mas que nada por tenerlo claro
Yo sí, no se los demás.
Klauss observa cómo Maki se aleja y de algún modo se siente culpable.
- No hemos sido capaces de ganarnos su confianza - murmura para sus adentros. Se sentía viejo y cansado, no estaba preparado para esto.
Sus pensamientos son interrumpidos por la pregunta de Astrid:
- Claro que estamos juntos en esto. ¿Qué haríamos si no? Ya se ha ido Maki; si seguimos separándonos me temo que Tom y sus delirios de grandeza podrían hacerse realidad. Por cierto, ¿Cómo ha ido vuestra conversación con él?
Yo la dejo ir.
El momento en que Maki se despide es una mezcla de sentimientos en mi interior, una tormenta que ni siquiera me veo capaz de soportar. Cuando se dirige a mí, e insiste en seguir cantando sin importarle nada ni nadie, incluso me asusto al ver cómo cierro los puños con fuerza. Una parte de mí desea abofetearla, soltarle un guantazo para que despierta de una santa vez.
Cantar, cantar, cantar, sin importar todo lo que ha provocado, todo lo que es capaz de hacer. Se preocupa por aquellos que quieren oírla cantar, y no por aquellos que han terminado en un hospital por culpa de los poderes de su voz. Y no le importa en absoluto lo que le he contado acerca de Tom. Solo es una mocosa obsesionada...
...Y un peligro para todos.
Ahora sí comprendo a esos agentes que temen a la gente como nosotros. A esa gente que se oculta tras papeles secretos y urden planes para investigarnos y mantenernos bajo control. A los que redactaron ese documento de la CIA acerca de mí. Los comprendo perfectamente, porque ahora mismo, mientras Maki se aleja de nosotros, pienso igual que ellos. Hay gente que debería ser sacada de la circulación por el bien de todos, incluido el suyo.
Cita:
La voz de Astrid me devuelve a aquí y ahora. Abro mi mano, que está blanca de apretar el puño, y me doy cuenta de que está temblorosa. Yo mismo estoy de los nervios, agobiado, sin poder concentrarme. Klauss le responde, y siento que sus miradas se centran en mí sperando una confirmación, pero las palabras se ahogan en un nudo de mi garganta. Miro alrededor, sin ser capaz de enfocar. Necesito algo que me ayude a sobrellevar todo esto...
Yo... -Comienzo a decir, titubeante, nervioso. Tendría que llamar a Sian, pero ¿qué le digo? ¿Qué todo lo que nos ha pedido lo hemos hecho al revés?- Lo siento, necesito... -Me giro para encaminarme hacia la barra. Necesito una copa, necesito algo que me devuelva la circulación, que me relaje. Pero antes de alejarme dos pasos, vuelvo a girarme- Eh... Estoy con vosotros ¿vale? Sólo dadme un... un momento. Yo... Perdonad.
Voy hasta la barra y le pido una copa al camarero. Me da igual el qué, cualquier cosa, lo que sea, pero con alcohol.
No puedo creer lo que me estoy planteando.
Caren no se sentiría orgullosa de mí.
Que se pire
Finalmente dejamos a la chica marchar. Yo no estaba dispuesta a ir detrás de ella, pero al parecer los chicos tampoco. Klauss murmuró algo antes de responder a mi pregunta, dejando claro que estábamos juntos en esto, y nos preguntó por la conversación con Tom.
-Nos ha dicho algo, pero poca cosa. Evadía mis preguntas, está claro que sólo le interesaba darme parte de la información. – expliqué brevemente, a la espera de la respuesta de Fox. – Después podremos extendernos más en lo que sabemos y lo que no, ahora tenemos que actuar rápido…
Dirigí mi mirada a Fox, al igual que Klauss, y entonces el rpimero comenzó a hablar. Se mostraba inseguro, titubeante, no sabía dónde estaba todo el carácter que había sacado antes con Maki. Estaba muy raro.
Se acercó a la barra, diciéndonos que estaba con nosotros pero disculpándose. Le temblaban las manos, no estaba bien. Pidió una copa y no pude evitar acercarme hasta él. Empezaba a quedarme claro que lo suyo era algo mucho más grave, al menos en lo que al alcohol se refería. Sí, yo me emborrachaba con frecuencia, sin importarme las consecuencias, y abusaba del alcohol; pero no había desarrollado aquella adicción, quizás no a tal grado, o a lo mejor me negaba a aceptarlo.
-¿Estás seguro? – le susurré, agarrándole de la muñeca. – Si lo necesitas hazlo, pero si puedes aguantar… Te ayudaré. Ambos lo haremos. – dije mirando a Klauss.
No era el momento más oportuno para lidiar con un proceso de desintoxicación, la abstinencia podía traer muchas consecuencias, y dificultarnos todo este asunto, pero estaba dispuesta a asumir el riesgo.
Estoy en la barra, con un billete sobre esta y las manos apoyadas, tratando de disimular el temblor. Ni siquiera se si es por el alcohol, por la necesidad del mismo que me he ido generando durante estos años, o si es por todo lo que está pasando. Sólo se que no puedo con todo esto, que me veo superado. ¿Quién soy yo para actuar en todo este asunto? ¿Cómo puedo plantearme lo que me acabo de plantear? Joder, ¿en qué me he convertido?
Entonces siento una mano sobre mi muñeca, cálida, suave, y su contacto me arrastra a otros tiempos, cuando yo era otro hombre y mi vida tenía sentido. Me quedo mirando esa mano un instante, incluso después de ver que la mujer a la que pertenece no es Caren. ¿Cómo podría serlo? ¿Cómo podría yo volver a ser aquel hombre que era a su lado?
El camarero trae el vaso, ni siquiera se qué contiene. Pero Astrid me pregunta si estoy seguro. ¿Seguro? No estoy seguro de nada. De si puedo pasar sin beber, de si quiero hacerlo. De si estoy preparado para todo esto. De si soy el hombre adecuado para hacerlo. De si realmente hay algo que se pueda hacer.
Miro el vaso. Se que el ardor y el sabor amargo pasando por mi garganta me hará sentir mejor durante un tiempo. Me dará fuerzas, valor, y también me hará olvidar. Entonces miro mi mano. La de Astrid sigue sobre mi muñeca. Mi mano ya no tiembla. Me da fuerza, y valor, pero no me hace olvidar. Hace que recuerde. Que recuerde el hombre que fui, lo que era tener una vida, no para añorarla, sino para recordar lo que me impulsaba a vivirla.
Hubo... -Comienzo a hablar, mirando mi propia mano, la suya apoyada en la mía, dándome ánimos. No se ni por qué saco el tema, simplemente comienzo a dejarlo salir- Hubo una crecida en el río. Caren, mi esposa, y yo, íbamos en coche por el puente, y éste cedió. -Cierro los ojos, súbitamente enrojecidos, y dejo caer mi cabeza mirando al suelo- El coche se hundió en el río... -Una lágrima resbala y se precipita hacia el suelo, ya no veo nda, sólo formas distorsionadas por la humedad de mis ojos- Rompí un cristal y salí tirando de ella, pero la corriente tiró de nosotros y... la solté. -Vuelvo a temblar, incontroladamente, mientras mis manos hacen fuerza sobre la superficie de la barra- No pude salvarla, yo salí de allí pero no pude salvarla, y luego... luego me enteré de que estaba embarazada... -Digo ya con un hilillo de voz, antes de respirar profundamente y levantar la vista hacia el frente a ningún lugar en particular- Desde entonces me refugio en la bebida para no afrontar mi vida, para no pensar en que debí ser yo quien muriera bajo aquel puente. Y ahora... Ahora Sian me ofrecía la posibilidad de hacer algo mejor, algo que mereciera la pena. -Cierro los ojos de nuevo, impotente, con las manos cerradas en puños- Y no me veo capaz...
Fox tardó en pronunciarse, y cuando lo hizo fue para sincerarse de tal manera que casi no me lo podía creer. Así, de repente, en aquel lugar rodeados de gente; no pude más que acercarme a él, y escucharle con atención.
A medida que avanzaba en su relato, se le notaba más afectado. Agachó su cabeza, y acabé viendo cómo una lágrima se había estrellado contra el suelo del lugar. Lo que contaba me parecía tan horrible como increíble, no porque fuera algo tan inusual, sino porque nuestras historias eran terriblemente similares. Sentí ganas de huir, de salir de allí sin rumbo a ninguna parte, no quería oír algo así, no quería volver a recordar mi propia experiencia. Pero no podía, no podía dejarle ahora.
Apreté su muñeca mientras continuaba, pero al mencionar el tema del embarazo aflojé la mano de repente al quedarme atónita. ¿No era ya suficientemente espantoso lo que había pasado? ¿De verdad era necesario perder también a su futuro hijo? Me preguntaba, culpando a aquello que llamaban destino, dios o lo que fuera. Para aquel entonces mis ojos ya se encontraban enrojecidos.
Levantó entonces la mirada, pero no para dirigirla a mí. Se dedicó a mirar al frente mientras explicaba su situación actual y lo que esperaba conseguir con todo esto, pero sin verse capaz de ello. Cerró los ojos y apretó los puños, ante lo cual solté su muñeca.
-Sobrevivimos al accidente, lo haremos también con esto. – le dije, después de estirar mi brazo y tomar su barbilla, haciendo que me mirara. – Siento mucho lo que te pasó y te entiendo, más de lo que crees. – le dije, al sentirme tremendamente identificada, y solté su rostro. – Yo… Viví algo similar. – conseguí decir, agarrándome a su chaqueta por el antebrazo. – Es injusto, una puta mierda, pero no es culpa nuestra. Lo sé, ella lo sabe, y ya es hora de que tú también lo sepas.
Solté suavemente su brazo y le rodeé como pude, apoyando mi cabeza en su hombro, abrazándole como podía mientras él continuaba inmóvil.
-Eres capaz de hacer esto, no me preguntes por qué, pero lo sé. – apreté el abrazo unos segundos y le solté poco a poco. – Si Sian está en lo cierto corremos peligro aquí, deberíamos irnos… - concluí mirando a Fox y después a Klauss.
¿Sobrevivimos?
Apenas logro girar un poco el cuello hacia ella, antes de darme cuenta de que, aunque la mire, no veré nada. Mis ojos están empapados, y parpadear sólo me sirve para dejar esas lágrimas resbalar por mi rostro y dejar sitio para más de ellas. No puedo ver nada.
Pero oigo la voz de Astrid, tan suave y comprensiva. Siento cómo agarra mi brazo, un gesto cariñoso que ya había olvidado, después de tirar de mi barbilla para que mire sin ver en su dirección. Ni siquiera a Emma la he permitido acercarse tanto, empeñado como un imbécil desagradecido en apartarla de mi lado. Astrid confiesa lo que ya sospechaba, que ha sufrido los avatares de la vida de un modo similar a mi mismo.
Y cuando suelta mi brazo y se abraza a mí, algo se rompe dentro de mí. La imagen distorsionada por las lágrimas comienza a aclararse, siento el contacto de su cuerpo, un recuerdo de lo que era la felicidad, una vida, una esperanza. El recuerdo vivo de Caren. No ella, sino lo que me hacía sentir, aquello que se perdió en el fondo del río. Mi brazo se cae de la barra, y con él devuelvo el abrazo a Astrid pasando mi mano por su espalda. Mi rostro, húmedo y salado, se hunde en su pelo rojizo, y tiemblo rompiendo a llorar de nuevo.
No sólo la perdí a ella, no sólo perdí al fruto de nuestro amor, además perdí todo aquello que ella amó. Es una traición a su recuerdo...
Astrid me ofrece consuelo y ánimos, con una confianza en mí que no merezco. Suelta el abrazo y aparto mi rostro empapado, ahora con los ojos rojos libres de la película de lágrimas, libres para contemplar el rostro de esta mujer frente a mí.
Un ángel enviado por Caren desde el más allá para velar por mí, sin duda.
G-gracias, Astrid. -Digo tratando de recomponerme, de hacer honor a su confianza. Me doy cuenta de que aún estoy rodeándola con mi brazo, y me apresuro a soltarla. Me giro y veo a Klauss ahi contemplando mi patética caida, y aparto la mirada avergonzado. Sobre la barra descansa el vaso de licor. Lo aparto suavemente, y cojo unas servilletas de papel para secarme la cara con ellas- Vámonos, aquí ya no hacemos nada...
Cuando os vayais indicad a donde vais
Fox se dirige a la barra y Klauss le observa. En el instituto ha visto innumerables veces la garra del alcohol atrapar a los alumnos y lo reconoce al instante. Sin embargo, el anciano es un inadaptado social y las relaciones personales le paralizan. Intenta acercarse a Fox para consolarle e intentar convencerle de que la bebida no es la solución a esta situación, pero se queda paralizado. Todo su cuerpo le pide esconderse en algún lugar apartado y sumirse en la lectura de algún libro, a ser posible de matemáticas abstractas.
Su lucha interior se desvanece al ver cómo Astrid se acerca a Fox, tomando la iniciativa. Klauss suspira relajado al comprender que no tendrá que tomar partido. La mujer, con una habilidad que al anciano le resulta increíble, logra quitarle la idea de la cabeza y Fox aparta la copa.
Una vez superada la tentación, Klauss se pone nervioso. Deberían alejarse de allí. Un sentimiento interior, visceral y primitivo le insta a salir corriendo y esconderse.
- Este hombre, este tal Tom, está buscando personas con habilidades especiales. - Klauss toma una pausa sin saber bien cómo continuar - Su intención, por lo que he logrado entender, es agrupar suficiente poder como para crear un nuevo orden mundial.
Le parece ridículo lo que está diciendo, pero ni Astrid ni Fox parecen extrañados, de modo que prosigue:
- En Madrid conocí a un agente de la CIA que estaba buscando a otros como nosotros. No le veo desde que me encontró Tom antes del concierto. Ahora ya no me coge el teléfono y me temo lo peor.
El anciano se considera inadaptado social por su falta de empatía, su personalidad introvertida que roza el autismo. Siempre ha encontrado la paz en las fórmulas físicas y argumentos matemáticos. El mundo estructurado y racional de la ciencia. Respira hondo antes de expresar la conclusión matemáticamente correcta de sus pensamientos:
- Ni la CIA ni ningún otro organismo compuesto por personas normales podrá enfrentarse y oponerse a los planes de Tom y sus compañeros especiales. La única manera de pararle los pies es que un grupo de personas con habilidades especiales se lo impida.
Cada vez que pronuncia la palabra especial, lo hace con un cierto tono de asco, de desprecio. Él no quiere tener estas visiones, no quiere ser especial.
Sus conclusiones le inquietan, pero de algún modo cree que es lo correcto:
- Quizá debamos buscar a otros como nosotros, antes de que Tom les encuentre. Maki ha sido un fracaso, a lo mejor con otros tenemos más suerte.
Klauss enmudece sin saber qué mas decir y esperando que sus compañeros le comprendan.
Aún seguía aturdida por lo sucedido con Fox. Había actuado de forma instintiva, sin pensarlo demasiado, y no me arrepentía de ello, pero…
Esto es precisamente lo que llevo tanto tiempo evitando.
Alejé todo pensamiento ante las palabras de Klauss. Ya habría tiempo para reflexiones internas más tarde, ahora teníamos que irnos de allí.
-Puede que tengas razón, no lo sé. – Respondí a Klauss. – Lo que dices tiene sentido, pero eso suena… Como decirlo… Demasiado grande. No sé cómo podríamos lidiar con algo así, ni cómo encontrar gente como nosotros. En cualquier caso, lo primero es encontrar donde refugiarnos fuera de la ciudad; Sian fue muy clara al respecto.
Cogí el teléfono y llamé a mi hermano.
-¿Hola? – respondió una voz al otro lado, en tono malhumorado. – Por fin llamas.
-Lo siento, yo… Tengo que irme unos días, ¿Podrías llamar al centro y decirles que voy a estar fuera? Tengo algunos días de vacaciones por coger. Y sobretodo, ¿Podrías decirle a mamá que esta semana no puedo ir a verla?
-¿En qué andas metida? Por favor, Astrid, ¿Cuándo vas a empezar a comportarte como una persona normal?
Una persona normal…
-No puedo explicártelo, haz lo que te pido, por favor.
-Lo más probable es que mamá ni se entere de que no vas esta semana.
-Da igual, ve a verla por mí.
-Está bien… - cedió finalmente. – Sólo espero que no estés con uno de esos con los que te juntas.
-No, estoy bien. En buena compañía. – dije mirando a Fox y Klauss. – Cuidaros, y dales un beso a los niños de parte de su tía.
-Ve con cuidado, Astrid. – escuché un resoplido al otro lado antes de que colgara.
Guardé el teléfono y me dirigí a los chicos.
-Sacaré dinero. Podemos tomar un taxi para alejarnos algo de aquí. A Oranienburg, Eberswalde, o a algún sitio más grande, como Potsdam; y ya después decidir qué hacemos.
Mientras Klauss habla, exponiendo puntos de vista bastante coherentes, meto las manos en los bolsillos de la chamarra, encogiéndome de hombros como si tuviera frío. Pero no lo tengo, es sólo un gesto motivado por mi propia inseguridad, como si deseara que se me trague la tierra. Todo esto es demasiado, y aunque le veo cierta lógica a eso de que hace falta ser gente con habilidades para enfrentarse a esto, no veo tan clara esa vía de acción que propone.
Puede que nuestras habilidades nos den una pequeña ventaja, pero algunas armas, infraestructura, sistemas de vigilancia, personal... Todo eso tampoco nos vendría mal. Y esos organismos cuentan con ello. Yo no me apresuraría tanto a descartar su utilidad en todo esto...
Lo cierto es que en un principio me parecía despreciable el miedo que parece suscitar la existencia de gente como nosotros para esa gente. Pero conocer a Tom y a Maki me hace pensar que sí es necesario algún sistema de control sobre gente así, capaz de poner a tantos en peligro.
Y yo tampoco tengo ni idea de por donde empezar a buscar gente como nosotros. De hecho, seguramente soy la persona menos adecuada para hacerlo, ya que puedo afectarles e impedir que usen su poder. Era Sian la que se encargaba de eso...
Astrid se aparta un poco para hablar por teléfono. Hace que me acuerde de Emma, la única persona a la que le preocupará en realidad lo que sea de mí. Me marché sin darle muchas explicaciones, y sigo sin saber cómo dárselas. ¿Debería llamarla? No me veo con fuerzas ahora mismo...
Astrid termina y propone salir de la ciudad. Alejarnos y pararnos a pensar en qué hacer. Yo ya tengo la vista puesta en algo más.
Por mí, de acuerdo. Pero también debemos conseguir esas invitaciones para el concierto que nos ha ofrecido Maki. -Cuando veo que me miran al decirlo, dejo bien clara mi postura- Todo sucederá allí, debemos estar y, si se puede, lograr cancelarlo.