En esta escena iré posteando cosas que ocurren en el juego lejos de los personajes, pero que pueden influir de algún modo en su aventura. Los personajes no sabrán nada de lo que ocurre aquí, pero los jugadores sí.
Leer esta escena no es obligatorio, y a lo mejor alguien prefiere jugar sin saber lo que pasa en otros lugares, o piensa que no será capaz de que lo que él sabe no influya en lo que su personaje hace. En ese caso, simplemente, decídmelo y os desmarco.
Para los demás, creo que esto puede añadir un poquito de emoción a la trama.
Robert Doniger es el presidente de la empresa ITC Research. Se trata de un físico brillante y emprendedor que tiene el don de anticiparse a los acontecimientos.
Comenzó su carrera como empresario fundando la empresa TechGate, dedicada a la fabricación de microchips. No obstante la vendió en 1984 puesto que preveía que los chips de ordenador muy pronto "tocarían techo". Por entonces parecía un temor infundado, puesto que en aquel momento la potencia de los chips se doblaba y su coste se reducía a la mitad cada dieciocho meses. Pero Doniger comprendió que esta tendencia no podía continuar eternamente. Al final los circuitos estarían impresos tan densamente que los chips se fundirían a causa del calor. Eso ponía un tope máximo a la potencia de los chips.
Por ello decidió centrarse en otro de sus intereses: el magnetismo en los materiales superconductores. Fundó una segunda empresa: Advanced Magnetics, que en poco tiempo era propietaria de varias patentes fundamentales para los nuevos equipos de formación de im genes por resonancia magnética que empezaban a revolucionar la medicina.. Se trataba de un negocio tan productivo como poco interesante, de modo que, aburrido y deseoso de nuevos retos, el 1988 vendió Advanced Magnetics. Por entonces tenía 28 años.
Un año después, en 1989, creó la ITC.
La ITC había nacido para desarrollar una tecnología nueva en el sentido más estricto de la palabra. Una tecnología que partía de cero y que cambiaría todas las reglas. El único objetivo de esta tecnología sería desarrollar herramientas que permitiesen la construcción de un ordenador cuántico, millones y millones de veces más potente que un ordenador convencional.
La idea de desarrollar un ordenador cuantico era tan radical y arriesgada que Doniger ni siquiera hizo público su propósito. Fundó una nueva empresa con un nombre neutro (las siglas ITC significaba International Technology Corpotation), instaló la sede en Ginebra y se rodeó de físicos que habían trabajado para el CERN. En 1994 la sede se trasladó a los EE.UU., instalando los laboratorios en Black Rock, Nuevo México, a una hora de Albuquerque.
Uno de los problemas a los que actualmente se enfrenta Doniger es la financiación. Estudiar una nueva tecnología tiene un alto coste de lanzamiento, y, de momento necesita 3.000 millones de dolares más. Los inversores, cansados de aportar dinero sin ver resultados, comienzan a mostrarse reticentes a realizar nuevas aportaciones de capital. Doniger necesita una victoria ya, y piensa que el profesor Johnston ser el que se la proporcione.
El profesor Johnston y su equipo de historiadores se encuentran actualmente trabajando en unas ruinas en Dorgonge, un pueblo situado en el sur de Francia, concretamente en la región del Langedoc. Actualmente investigan unas ruinas de lo que fue un importante asentamiento medieval. Si la investigación se completase con éxito gracias a la nueva tecnología investigada por la ITC, eso supondría una victoria que sin duda persuadiría a los inversores de que el proyecto funciona.
El hombre del desierto.
El anciano había sido encontrado agonizante en el desierto, mientras que recitaba frases inconexas y sin sentido alguno.
"En las plumas quanti quam estoy, y sin rumbo voy,
al lugar de donde soy,
la vieja Black Rock, un recóndito rincón,
en las plumas quanti quam estoy, y de aquí para allá voy"
Había cantado a pleno pulmón, parafraseando la letra de una canción de John Denver.
Y luego una serie de incoherencias, eso sí, siempre rimadas, como por ejemplo:
- El niobio puede causar oprobio. Extremas singularidades no permiten paridades.
- Un loco, loco es, del derecho y del revés.
- Avisen a Gordon, conviene ser discretos. A Gordon o a Stanley, hay que mantenerlo en secreto.
- Al lugar de donde soy las artes mágicas son siempre trágicas, la espuma rural me sienta fatal.
Al final el viejo había muerto, pero no sin que antes la doctora Beverly Tsosie ordenase sacar placas de resonancia magnética de sus manos y su corazón, lo cual había sido una buena idea, pues al revelarse los resultados de las placas, se había descubierto que los tejidos de aquel pobre hombre estaban desalineados, haciendo que las paredes de su corazón y sus venas tuviesen el aspecto de una falla geológica. La doctora Tsosie opinaba que esos defectos no podían ser congénitos, ya que, de haberlos tenido de nacimiento, el hombre no habría podido sobrevivir hasta tan avanzada edad. Pero tampoco podía imaginarse qué había causado aquellos desalineamientos.
Entre las pertenencias del anciano se había encontrado un papel lleno de puntos y rallas, que una mujer identificó como los planos de un monasterio. En el reverso ponía MON.STE.MRE.
A lo largo de la tarde, además, se había podido identificar al anciano como al físico Joseph Traub, un trabajador de la ITC. Cuando se pusieron en contacto con la empresa, esta reclamó el cuerpo y se hizo cargo de todo. Nadie supo decir cómo había llegado el anciano hasta el desierto, ni por qué estaba allí, aunque horas más tarde se encontró su automóvil muy cerca de donde dos turistas perdidos habían recogido a Traub.
Para el jefe de policía estaba todo claro: un viejo enfermo se perdía en el desierto y moría a consecuencia del calor. Había sido un desafortunado incidente que no requería más investigación. James Wakuneka no lo tenía tan claro, y había comenzado a buscar el Monasterio de Sainte-Mère al que parecía hacer referencia el plano que el viejo llevaba en el bolsillo.
El resultado de la búsqueda había sido extraño. No existía ningún monasterio de Sainte-Mère en los Estados Unidos, ni siquiera en todo el mundo, pero había existido uno en el sur de Francia, cerca del río Dordogne, y de hecho un equipo de arqueólogos de Yale y la Universidad de Toulouse empezó a excavarlo hacia un tiempo.
Entonces Wakuneka recordó uno de los disparates que había dicho Traub antes de morir: "Yale en Francia, gran discrepancia", o algo así.
- ¿Dordogne? ¿Cómo se escribe eso? - preguntó Wauneka sacando su block de notas.
El profesor Johnston atiende a la prensa.
François Bellin, director general de patrimonio histórico, había insistido mucho para que el profesor Johnston le concediese una entrevista a Louise Delvert, una estrella en alza dentro del periodismo francés. Inicialmente Johnston se había negado, pero Bellin se lo había pedido casi como un favor personal, añadiendo que, además, Diane Kramer, de la ITC, había recomendado personalmente que se atendiese a Louise Delvert.
Al profesor no le había quedado más salida que someterse a las preguntas, y allí se encontraba en aquel momento, junto a las ruinas del molino, atendiendo a la reportera.
- Dígame ¿que interés cree que puede tener una empresa como la ITC en financiar una investigación de este tipo? - preguntó Delvert.
- Pues, al igual que antiguamente los artistas necesitaban un mecenas para realizar su trabajo, y estos mecenas solían ser nobles ricos, hoy en día son las empresas privadas las que realizan ese tipo de mecenazgo. No solo las investigaciones históricas reciben ayudas de empresas privadas, sino las investigaciones científicas, las obras sociales, etc... Es algo muy normal.
- Pero no es normal que la ITC haya dedicado sumas de dinero tan grandes como las que ha invertido en el proyecto de Castelgard ¿no es cierto?
- Pues, la verdad, si que es habitual. De hecho, aquí mismo, en Francia, existen proyectos de mayor envergadura que han recibido aportaciones de capital privado bastante más considerables. Nosotros nos consideramos como dentro de la media.
- No cree pues, que para la ITC este proyecto forme parte de otro de mayor envergadura? Desde luego, se observan aspectos desconcertantes en el comportamiento de la ITC?
- No se. ¿Usted si lo cree? ¿Cuales son esos aspectos?
- Por ejemplo, es una de las principales consumidoras de gas xenón del mundo. se utiliza en el láser y en los tubos electrónicos. ¿Y que me dice de su interés en metales exóticos? Recientemente la ITC compró una compañía nigeriana para asegurarse el abastecimiento de niobio.
- ¿Niobio? ¿que es el niobio?
- Un metal semejante al titanio. Se emplea en los imanes superconductores y en los reactores nucleares.
- Pues, la verdad, por mi la ITC puede consumir todo el gas xenón y el niobio que quieran. No entiendo a donde quiere llegar.
- Pues está claro que la ITC es una empresa que se dedica a la alta tecnología... Y yo me pregunto que interés puede tener una empresa de ese tipo en la adquisición de tierras.
- ¿Tierras? - preguntó el profesor un tanto desconcertado
- Sí, ha comprado extensas parcelas en rincones remotos del planeta. Y también aquí, en Europa. Al oeste de Roma, en Alemania... y, aquí mismo. Han adquirido quinientas hectáreas alrededor de este yacimiento.
- No encuentro ninguna explicación. Sobretodo si tenemos en cuenta que la ITC no es propietaria del propio yacimiento. El año pasado cedió al gobierno los territorios de Castelgard, Sainte-Mère y La Roque.
- Con mucho gusto le enseñaré la documentación que he reunido. - Propuso Delvert.
- Quizá no estaría de más.
Para que os hagáis una idea de donde estáis.
Dordogne en Francia (yo pensaba que estaba más al sur, y realmente está mas bien en el centro...)
Mapa de la región.
La Roque.
Otra fotillo de La Roque.
Sarlat
El río Dordogne.
Si alguno no sabíais donde ir de vacaciones, este sitio tiene buena pinta.
SEDE DE LA ITC. BLACK ROCK, NUEVO MÉXICO.
- Deberíamos llamarlos ya. - Dijo Gordon.
- No, debemos agotar todas las posibilidades antes de informar a nadie más de todo esto - respondió Doniger tajante -. Mirad, os aseguro que yo soy el primero que está interesado en traer de vuelta al profesor. Esa es mi prioridad número uno, pero prefiero hacerlo con la mínima publicidad posible.
- ¿Y qué piensas hacer entonces?
- Enviemos a Gómez y Baretto a echar un vistazo. Aguardemos a que termine el plazo, a ver si Johnston puede regresar por sus propios medios. La verdad, no me explico qué es lo que puede haber sucedido.
- Debe haber entrado al mundo, no hay otra explicación. - Repuso Gordon, con aire abstraido.
- En mi opinión, ese viejo de mierda es un gilipollas - afirmó Doniger -. Pero si no conseguimos traerlo, la publicidad adversa será una pesadilla.
- Sí, una pesadilla. - Declaró Kramer, que en los últimos años había desarrollado el hábito de repetir en voz alta lo que decía Doniger. No como un gesto de servilismo, si no porque sabía que eso le ayudaba a pensar. Ella sabía que aquello podía parecer una conversación, pero en realidad Doniger estaba hablando consigo mismo.
- Pero puedo hacer frente a eso. - Dijo Doniger.
- Puedes hacerle frente, no lo dudo - corroboró la mujer.
- El problema es que aumenta el número de personas externas que conocen nuestra tecnología, y sin embargo, no obtenemos una compensación acorde. Por lo que sabemos, esos estudiantes tampoco nos pueden dar una garantía de traerlo. No, definitivamente, enviaremos un equipo de los nuestros.
- Pero si mañana el profesor no ha vuelto, yo mismo les llamaré - dijo Gordon, tajante.
Doniger y Kramer asintieron en silencio.
- Han llamado. - Dijo seriamente. No consideró necesario añadir ni una sola palabra más.
- Está bien, haz que vengan. Esto se nos ha escapado de las manos. - Respondió su jefe a través del intercomunicador.
La mujer, al escuchar aquellas palabras asintió en silencio, con un gesto de preocupación que no la había abandonado desde que regresara de Francia el día anterior.
- Cabriola en el tiempo, alguien vuelve - anuncia uno de los técnicos.
- ¿Tan pronto? Deben haber tenido algún problema - repuso Gordon - ¿cuantos vuelven? ¿Todos?
- No sólo uno. Preparados, ya llega.
En el centro del espacio delimitado por las paredes curvas del blindaje de agua, sobre el suelo de goma, se inició una serie de destellos de luz que rápidametne cobraron intensidad. Sobre la goma empezó a dibujarse una silueta. Tenía poco más de un metro de altura cuando Gordon exclamó:
- ¡Maldita sea! ¡Ese tipo no da más que problemas!
Baretto estaba sentado dentro de la máquina, recostado sobre una de las barras y obviamente muerto. Cuando la máquina alcanzó su tamaño natural, Gordon vio la pistola en la mano de Baretto y dedujo lo que había sucedido. A pesar de que Kramer le había advertido expresametne al respecto, el hijo de puta había llevado armas modernas al pasado. Y naturalmente, Sue lo había obligado a volver, y...
Un pequeño objeto oscuro rodó hasta el suelo.
- ¿Qué es eso? - preguntó uno de los técnicos.
- No lo sé - respondió Gordon -. Parece una gra...
Con el fogonazo de la explosión, las pantallas quedaron en blanco por un momento. En la sala de control, la detonación llegó extrañamente distorsionada, como si fuera una ráfaga de estática. Un humo blanquecino llenó de inmediato la sala de tránsito.
- ¡Mierda! - exclamó Gordon golpeando la consola con el puño.
En la sala de tránsito se oían los gritos de los técnicos. Un hombre tenía el rostro cubierto de sangre. Al cabo de un segundo lo levantó del suelo un torrente formado por el agua que escapaba de las paredes de cristal rotas por la metralla. Un metro de agua se agitaba en la sala como un mar encrespado. pero al cabo de un momento desapareció, absorvida por el sistema de desagüe. El suelo, ya despejado, humeaba y chirriaba.
- Son las baterías - informó Gordon -. Ha habido una fuga de ácido fluorídrico.
Desdibujadas por el humo, varias figuras con máscaras de gas entraron rápidamente para socorrer a los técnicos heridos. Empezaron a desplomarse algunas vigas del techo, destruyendo el resto del blindaje de agua.. Otras vigas cayeron en el centro de la sala de tránsito. Las otras máquinas estaban tumbadas sobre el suelo, destrozadas, volcadas, emanando vapor y un gas de color verde pálido. Sólo había una intacta, a un lado, y mientras Gordon observaba la escena, una viga de unión se desprendió del techo y la aplastó.
- No queda ninguna máquina - anunció el técnico, con un temblor en la voz -. Eso quiere decir...
- Que, de momento, por desgracia, tendrán que arreglárselas solos... - concluyó Gordon, sintiendo un escalofrío.