El dragón te escuchaba con atención, siseando sin mediar palabra contigo…atento por si intentabas algo extraño y es que en realidad podía aplastarte en cualquier momento como si fueras una pequeña mosca, aún así, se mantenía tenso y podías notarlo…a fin de cuentas era un animal, si, un animal inteligente…pero animal al fin y al cabo y notabas cuando estaban tensos y preocupados y ese dragón parecía bastante preocupado de lo que fueras a hacer.
Era difícil saber de anatomía de dragones…porque era la primera vez que veías uno, pero tras esas escamas la carne era muy blanda y apenas servía para proteger los valiosos órganos del enorme ser…un paso en falso y podías montar una escabechina o matarle, por eso mismo se mostraba tan desconfiado…además de que sus encuentros con humanos o otros seres no eran muy fructíferos.
Fuera como fuera...tus manitas se agarraron al pomo de la espada y...
Vale, voy a necesitar una tirada de fuerza para ver si arrancas la espada sin problemas y otra de destreza para tratar la herida ^^
¡Reza para que salga bien la primera!
Motivo: Fuerza!
Dificultad: 0
Tirada (2): 7, 21 (10, 10, 1)
Guardados (2): 21, 7
Total: 28, Éxito
Motivo: Destreza!
Dificultad: 0
Tirada (2): 4, 3
Guardados (2): 4, 3
Total: 7, Éxito
Motivo: Destreza! (Dado que faltól)
Dificultad: 0
Tirada (1): 2
Guardados (1): 2
Total: 2, Éxito
¡Dados lanzados! 9 en Destreza... ¿¡28 en fuerza!? Vaya locura.
Espera, tirame de nuevo lo de destreza todo junto XD
Súper Atelie...¿tiene sangre de vikinga?, porque menuda petada de dado has hecho.
Motivo: Destreza (segunda parte!)
Dificultad: 0
Tirada (3): 4, 26 (10, 10, 6), 16 (10, 6)
Guardados (3): 26, 16, 4
Total: 46, Éxito
¡Pues justamente sangre vikinga sí! Casi toda, incluso, ¿no?
Y...
... ¿¡46!?
Atelie ha trascendido la humanidad. Druida Ultra Instinto.
¡Arrancaste la espada de cuajo, como una auténtica vikinga!, incluso el dragón se estremeció dolorido y con razón…ya que pronto empezó a emanar de el una sangre azulada y viscosa…por suerte eras toda una experta en curación y no tardaste en empezar a tratar su herida, aplicando presión en el punto exacto y usando esas maravillosas pócimas, ungüentos y cataplasmas para sanar la herida de el enorme reptil.
-Pareces buena en tu trabajo…-Siseó observándote con su largo cuello de serpiente.-Apenas duele ya…-Y aquello último le costó, pero lo dijo como si estuviera regurgitando.-Gracias.-Incluso alguna que otra ascua de fuego salió volando de entre sus fauces.
Nunca antes había agradecido nada, pero tu le habías ayudado y un dragón hasta cierto punto tenía su sentido del honor.
Madre mía. Que tiemble el rey demonio si sigues con esas tiradas. 46, le has quitado la espada, curado perfectamente la herida y encima le has quitado el dolor de cabeza y el reuma.
¡Atelie trabajó rápido y con decisión! Acabó un poco bañada en azul, sí, ¡pero no tenía tiempo que perder! Se sorprendió a sí misma con la velocidad y precisión con la que actuó, incluso sobre un cuerpo desconocido y en una criatura de la cual no sabía nada... pero si fuese completamente sincera, admitiría que no lo hizo todo ella:
Lo que sucedió es que se vio a si misma curando al Dragón a la perfección, y aquella visión del futuro, paradójicamente, le enseñó a su yo presente qué es lo que tenía que hacer para curarle exitosamente. De no haberla visto, nunca podría haberlo hecho tan bien, y de no haberlo hecho bien su yo futuro nunca podría haberle mostrado qué hacer, y por lo tanto... ¡Vaya lío! ¡Eso de tener visiones da muchos dolores de cabeza! Atelie no sabe cómo funciona eso, y decide que no quiere pensar mucho al respecto.
- Lamento que haya dolido tanto... - se disculpa Atelie con un gesto lastimoso, mirada alzada a la criatura. ¡Le da mucha pena! - No hace falta que las des. - responde ella con una sonrisa ante el agradecimiento, sintiéndose orgullosa de escuchar eso de una criatura tan anciana. - Es mi parte favorita de mi trabajo como druida.
Ella se separa y sonríe. Cierra los ojos, genuinamente alegre. - Mejor, ¿verdad? ¡Estaba clavada muy profundo! Eso debió estar cerca... -
Ahora que tiene la espada en mano, le echa un ojo a ver si reconoce algo al respecto. ¿Será la espada de la princesa, de casualidad?
... ¿Se la habrá comido el dragón? ¡Si es así, tendrá que pedirle por favor que la escupa! ¿¡Y con qué cara le pregunta eso!? Cierra los ojos, infla mofletes y frunce el ceño, esperando que su imaginación esté inventándose cosas que no son.
El dragón te escuchó y asintió con la cabeza mientras siseaba.-Desde luego ya no siento tanta presión en el estómago…-Admitió.-Pero sigo sin entender que hace una “druida” en el interior de la montaña. La gente no suele pasar por aquí.-Te insistió de nuevo.
Por tu parte, tenías entre tus manos una larga espada…afilada, con runas azuladas que brillaban con intensidad mientras la apretabas en tus manos, pero también era ligera y liviana, como una pluma…¿le importaría al dragón que te la quedaras?, el solo lo veía con un mondadientes, a lo mejor era tu día de suerte.
Aún así, el enorme reptil esperaba tu respuesta. Era extraño que una druida se hubiera metido en la montaña a buscar a alguien y desde luego…era posible que el dragón se la hubiera comido, ¿pero ya tendría idea de ello? A lo mejor no se la comió a ella pero si a una aventurera o a su antepasada, aquellos bichos solo dormían y dormían.
- No es mi tipo de sitio favorito, no... - admite ella, mofletes inflados. Se apoya en su báculo ahora: Con el dragón menos hostil, Atelie puede calmarse... más o menos.
- La realidad es que... siempre he tenido sueños sobre cosas que sucederían mañana. Hace poco he soñado con el despertar del Rey Demonio, y las leyendas dice que renacerá en el vientre de una princesa.
- Siento que... el destino me ha enviado en una misión, y creo que debo encontrar y proteger a las princesas. Ha desaparecido una y... el viento me ha dicho que no ha salido de las montañas.
Explicar todo eso la hace sonar como una loca, pero ella está acostumbrada. Es una druida, ¡y no es precisamente una mentirosa! A veces dice las verdades a medias, vale, ¡pero mentir nunca!
La espada aún la tiene en la otra mano, pero no la sostiene como si pretendiese usarla. Le resulta cómodo sostenerla, ¡no pesa nada! Que maravilla.
El dragón te observaba impasible con esos enormes ojazos…aunque era raro ver si con esa mirada quería comerte, ser tu amigo o simplemente desconfiar de ti.-Entonces eres una vidente, ¿no?...-Preguntó siseando antes de acercar su enorme cabeza a ti, apenas eras del tamaño de uno de sus dientes.
-Si buscas a una de las princesas…y el viento te ha dicho que no ha salido de las montañas, es posible que no haya salido.-Prosiguió.-Estas montañas se extienden hasta la lejanía, luego están esos asentamientos humanos entre las montañas…¿y si tu princesa esta ahí?-Espera…¿sería eso posible?, ¿la princesa podría haber ido a las montañas de la manzana?, bueno…era parte de la cordillera que separaba vuestro reino helado de la zona fértil y cálida de las montañas de la manzana…
A lo mejor el viento no te había engañado ni se había equivocado, posiblemente si que seguía la princesa en la montaña, pero no tenía porque ser ese punto exacto, ¿no?
El dragón te observaba mientras pensabas, sin pestañear ni un solo segundo.
-Si lo que necesitas es ir tras la princesa y salir de la montaña…a lo mejor deberías haber empezado por ahí.-Siseó mientras su lengua casi te rozaba el rostro.
- ... No se me había ocurrido eso. - razona mientras se frota el mentón, curiosa. - Pero no se me puede culpar, los humanos tenemos cráneos pequeños comparados con los de los dragones: Menos espacio para pensamientos. - bromea con una pequeña sonrisa divertida.
- Hmm... Bueno, bueno, no queda otra opción que seguir buscando. - la vidente concluye. Mira la espada y luego alza la mirada al dragón, estremeciéndose cuando su lengua pasa tan cerca de ella. - ¿Puedo quedarme esto? -
Aún así, queda una pregunta al aire: ¿De quien sería el campamento que vio cerca de la entrada de aquella cueva? Parecía haber sido usado recientemente, pero no se cruzó con nadie...
El dragón miró tu espada y hizo un ademán con su cabeza, no le importaba demasiado aquella espada, tenía cosas mucho más valiosas escondidas bajo todo el oro y en bóvedas ocultas tras esas montañas de reliquias y tesoros.
Aún así no tardó en exhalar humo por la nariz y mirarte una ultima vez.-Si quieres atravesar la montaña, sigue por allí.-Dijo apartando su enorme cola y mostrando un túnel de piedra bastante oscuro.
-Si sigues ese camino llegarás al otro lado de la montaña, a lo mejor encuentras a tu princesa por allí.-Bostezó antes de volver a enterrarse levemente entre el oro, más calmado al saber que no ibas a ser una amenaza y tampoco una ladrona.
- ¡Gracias por su consejo y ayuda, Gran Dragón! Ha sido un gran honor conocerle, y que me haya permitido tratar su herida. - respondió ella con una sonrisa alegre. Espada en una mano y báculo de Druida en la otra, la joven se despide con una reverencia y sigue el camino indicado.
¿Y su corcel? A él no lo ató ni limitó, y ella es amiga de la naturaleza: Sabe que eventualmente se reunirán de nuevo si ese es su destino, y si resulta no serlo... Pues fue un placer conocerle y compartir aquél día y poco juntos.
Atelie no tiene una funda para la espada de momento, ni dónde colgarla así que deberá cargarla en la mano. Por suerte prácticamente no pesa nada, ¡es liviana como una pluma! Ciertamente útil para alguien como ella. Conseguir una funda vendrá luego, cuando llegue a algún pueblo~ Asumiendo que todo va bien.
Por el camino mete mano en su bolso de viaje y saca un trozo de pan, el cual come con alegre tranquilidad. Hoy ha tenido una experiencia única, y la voz de aquél dragón se le quedará grabada. ¡El día que tenga hijos y nietos, les contará mil veces esa historia!
Asumiendo que su visión no se hace realidad y su destino final serán aquellos tenebrosos paramos, quedando a merced de los oscuros tentáculos del mal. - ¿Estaré caminando derecho hacia mi tumba? - se pregunta la viajante vidente.
Habías tenido un golpe de suerte con el dragón o al menos eso parecía a simple vista, ya que el enorme escuoefuego no te había comido. Estabas de suerte.
Pronto avanzaste por el camino del que te habló...era oscuro, pero al menos parecía iluminado, tus ojos se acostumbraron y avanzaste sin necesidad de luciérnagas que te guiarán.
Poco a poco subiste por aquellos empinados escalones y recorriste pasillos durante un buen rat, luego te encontraste con un pequeño muro...al empujarlo pareció darte paso a una pequeña bodega, ahí habían unas escaleras y antes de darte cuenta la luz del sol te cegó.
Frente a ti se encontraba una pequeña plaza adoquinada, decorada con flores, cohetes, adornos que colgaban de cuerdas que iban de una casa a otra...parecía ser un pueblo y pareció confirmartelo el hecho de que dos viejos que jugaban al ajedrez se te quedaron mirando.
-¿Huh?...¿Otra forastera?
-¿Y de donde vendrá esta?
-Me está pareciendo muy sospechoso...¿De donde ha podido salir?
Luego se miraron entre ellos unos segundos y finalmente de vuelta a ti.-Niña, ¿De donde vienes?
¡Otra aventura bajo tierra! A Atelie le duele admitir que no le gusta mucho el interior de cuevas y montañas. ¡Los bosques son mucho más agradables! Y los prados, también. Le gusta ver el cielo, escuchar los pájaros, caminar con los lobos, cantar con las mariposas, y todas esas cosas de hippie druida. ¡En las cuevas todo eso es más difícil! Muchas arañas, murciélagos... al menos a veces hay topos. Los topos le agradan.
Una vez salió de la montaña y se vio a si misma bajo la luz del sol, saliendo de una bodega desconocida, Atelie se cubre los ojos y sonríe. Da un pequeño salto fuera y se estira como si fuese una flor intentando hacer fotosíntesis. En ese momento es sorprendida por ancianas voces.
- ¡Ah! Buenos días, señores. - les dice con un tono alegre alegre. Cierra un ojo y esboza una pícara sonrisa: - ¿Que de dónde vengo? Bueno, no sé si lo habréis escuchado de las flores y las abejas. Cuando un hombre y una mujer se quieren mucho... - responde y luego suelta una risilla divertida.
Camina un poco para admirar el poblado. ¡Le encanta lo bonito que está decorado, las flores y los detalles! - De casualidad por aquí no habrá pasado una guerrera rubia, ¿verdad? - les pregunta a los ancianos, llevándose un dedo al labio inferior.
Aquellos hombres casi se quedan boquiabiertos al oírte hablar sobre las flores y las abejas. Pero luego te miraron un tanto enfurruñados, pensando que les estabas tomando el pelo y no que simplemente eras una chica dulce e inocente.
-Graciosa.
-Comediante.
Gruñeron entre los dos, aunque cuando preguntaste por una guerrera rubia se miraron los dos de reojo.-¿Por qué todos los extranjeros raros vienen el día del festival?.-Bufó uno de los ancianos.
-Abajo, hacia la entrada del pueblo, hay una posada…ahí tienes a un tipo y dos chicas raras, una de ellas rubia, ¿buscas eso, no?.-Preguntó el otro.-Mientras no vengáis a destruir el festival podéis hacer lo que queráis, es un día muy importante, la elegida se tiene que coronar pase lo que pase.
La joven Atelie sonríe y se reverencia ante los hombres mayores.
- Muchas gracias. Procuraré no traer problemas. -
Y con eso dicho, emprendió el camino hacia la entrada del pueblo. Ir espada en mano no quedaba precisamente bien, pero de momento no tiene funda donde guardarla... Se le ocurre, sin embargo, atarla de forma rudimentaria a su bolso. No es lo más cómodo ni lo más seguro, pero es mejor que ir blandiendo aquél arma por todos lados como si fuese un juguete.
Se dirige hacia la posada, siguiendo sus improvisadas pistas.