Partida Rol por web

-Con suerte alguno de los otros elegidos muere y se te concede "la luz" por todo lo que estás haciendo- le dije a Johann como si nada- después de todo quién llevaba la marca del oso era un grandote que nunca se interesó por la misión y ahora ha desaparecido el nigromante, probablemente muerto, la verdad es que no se como piensan los dioses pero creo que es una opción-

-Vuestra historia es algo rara a decir verdad…-Murmuró después de escucharos.-Pero matar a “El Rey Demonio”…eso suena complicado, ¿no tenéis más compañeros?, una misión de tal calibre…deberá de contar al menos con un ejercito enorme o armas de destrucción masiva.

Entonces os miró de arriba abajo, repasándoos con la mirada.-Ya…parece que no tenéis ni una cosa ni la otra…bueno…¿entonces cual es el plan?, ¿Qué hay que hacer?  

— De hecho, hay mas compañeros. Cada uno es peculiar, y hace un tiempo nos acompaño un nigromante que desaparecio extrañamente... Los Dioses son algo extraños sin duda, pero, debemos de encontrar y proteger a las 7 princesas de los reinos, supongo que esa es nuestra mision primordial. — Dije tranquilamente, como si no tuviera el peso del mundo en esta mision. — Si logramos protegerlas a todas, entonces no tendremos que luchar contra el rey demonio. O al menos eso espero, de todas maneras... El luchar contra el seria... Hmmm... — No lo expresaba en mi tono de voz, pero por mi mirada afilada, se podia notar claramente de que si deseaba luchar y destrozar a ese monstruo, por muy dificil que fuera. — En todo caso, iremos a presentarte a nuestros compañeros. 

La genio escuchó la explicación de Johann como tan buenamente pudo, aunque parecía no entender lo que se le explicaba claro.

-Hmmm…¿entonces vuestra misión es proteger a las princesas?, parece muy complicado, ¿Cómo lo vais a hacer, tenéis poderes o algo especial?. Siento que tu compañero es un demonio, incluso que tiene una marca parecida a la tuya, ¿es vuestra arma secreta?-Preguntó a la vez que levitaba sobre Zehan y le agarraba un mechón de pelo, meciéndolo entre sus dedos como si estuviera analizándolo.

-No lo sabemos todavía- le dije a Midna - quizás si, pero a decir verdad han ido menguando la gente con la marca y otros que hasta a mi me parecen más dignos aún no la tienen, quizás sirvan para algo o quizás solo sean los dioses librandose de responsabilidad al azar...-

— La verdad es que no tenemos ni la menor puñetera idea. Los Dioses no nos han dado instrucciones de como hacerlo todo, ¿Sabes? Parece ser que quieren que lo descubramos, a mi no me molesta, al menos. — Dije con una sonrisa leve de indiferencia ante todo esto, pues las explicaciones habian llegado al punto de que, no tenia respuestas. No soy un Dios. — Eso de la marca es, bueno, no se que es lo que hace. ¿Que no es solo una señal de los elegidos? La verdad, ni idea, pero, no te preocupes. ¡Sera divertido~! — Claro, porque no hay nada mas divertido... Que salvar al mundo del mal, si señor. 

La genio os escuchó con atención y al final sonrió, asintiendo repetidas veces.-Bueno, entonces será mejor ponernos en marcha, no creo que queráis volver a esa cueva, ¿verdad?.-Preguntó ladeando la cabeza.

-Recuerdo que por aquí había una gran ciudad, ¿es ese vuestro destino?, no recuerdo muy bien como se llamaba, Shawirma, Shurima, Shiwasa…¡era un nombre raro!.-Exclamó inflando los mofletes y cruzándose de brazos, molesta de no poder recordar el nombre de la ciudad.  

— La verdad es que no, pero fue una gran coincidencia el haberte encontrado, estos dioses y sus encuentros gratuitos. — Dije con una sonrisa caminando tranquilamente, pero no me estoy quejando al menos. — La ciudad de Schwindra... Asi se llama, ¿De verdad llevas todo ese tiempo dormida? ¿Que haces cuando te aburres dentro de la jarra esa? — Pregunte curioso, mientras avanzabamos finalmente. 

Con las manos en los bolsillos caminaba junto a mis compañeros de viaje, escuchando lo que hablaban.

-De hecho también tengo curiosidad de saber cómo vives mientras no eres invocada para cumplir tus deseos, además me gustaría saber hasta dónde llega tu poder también-

La genio sonrió, comenzando a caminar con vosotros en dirección a Schwindra, no sería buena con los nombres, pero recordaba donde estaba la ciudad, por lo cual no tendríais problemas para llegar.

Fuera como fuera, cuando le hicisteis preguntas, no dudó en quedarse pensativa.-Si, en general llevo dormida la mayoría del tiempo…aunque cuando me despertaba…bueno, era como estar en un lugar chiquitito, sin gran cosa que hacer. La mayoría del tiempo soñaba o rezaba para que alguien me encontrara.-Susurró encogiéndose de hombros.

-¿Vosotros no habéis pasado por cosas así?, estar encerrados, sin nada que hacer…durmiendo, como en un sueño.-Preguntó de soslayo antes de escuchar a Zehan.

-¿Mi poder?...supongo que es complicado de explicar…pero hay una serie de normas que todos los genios hemos de seguir. Solo se pueden cumplir tres deseos y luego están las excepciones. No puedo hacer que nadie se enamore de nadie, no soy cupido, no puedo resucitar a los muertos y…no sirve el viejo truco de pedir más deseos.-Exclamó sacando levemente la lengua y guiñando un ojo.

-Está el mito de que no puedo matar a nadie, en cierto modo es cierto…mis hechizos están hechos para desterrar, adormilar, mutilar, mermar, transformar…pero no puedo “asesinar”.

-Ya llegamos a la ciudad?- pregunté al aire.

— Que triste suena esa vida, encerrada adentro de esa lata... — Dije, al escuchar su historia. ¿Todos los genios tienen que sufrir estas cosas? Que espantoso, sin duda. — La verdad, es que no, jamas me ha pasado algo asi. De hecho, considero que nadie deberia de pasar algo asi, pero bueno. — Dije tranquilamente al seguir avanzando, pero, no soy nadie para intentar cambiar algo que los mismos dioses han creado. En todo eso, escuche sus normas y poderes, a lo cual sonrio con felicidad un poco. — Bueno, sabremos ocupar bien tus habilidades, al final, el asesinato no siempre es bueno. — Dije con una sonrisa amigable, mientras caminabamos a la ciudad. 

-Pues un poco triste la verdad…pero no importa, al menos hasta que se acaben vuestros deseos y tenga que volverme a mi casa.-Sonrió encogiéndose de hombros, aunque ciertamente no parecía darle demasiada importancia, ¿era eso bueno?

Fuera como fuera, la conversación duró así un buen rato hasta que al fin pasasteis por los enormes arcos y las puertas de la ciudad. Pasando entre guardias, mercaderes y prostitutas, no tardasteis en comenzar a caminar por las calles repletas de arena y sus gentes desconfiadas y de tez morena.-¡Bueeeeno, ya estamos aquí!.-Exclamó alzando los brazos.-¿Ahora que tenemos que hacer?  

-Tenemos que encontrar a una pelirroja y un carruaje...y nada más, una vez los encontremos decidiremos que hacer, hay que comentarle que perdimos a uno pero ganamos a otra, no creo que tenga problema aunque es un poco casca rabias y tiene aires de líder- dije hablando de Ashura claramente.

-Por otro lado- comenté mirando de reojo a Johann - te diste cuenta que somos los únicos hombres del grupo ahora? Deberíamos empezar a llevarnos mejor si no nos van a querer quitar nuestra autoridad-

Al escuchar a Midna, una leve mueca se mostro en mi cuerpo. ¿Los genios estan acostumbrados a esa vida? ¿A una vida de encierro, en una lata que consideran hogar, durmiendo hasta que alguien sin importar quien sea los necesite? No me agrada mucho la idea, pero evite hablarlo por ahora, pues teniamos otros problemas. — Justo como dice Zehan, la mujer pelirroja esta acompañada de las princesas de Shanteen, aunque de encontrarlas nos haremos cargo nosotros. Deberian de estar en algun lado, esperandonos, y no creo que sea tan dificil no encontrarlas, son un grupo algo... Peculiar para la vista. — Dije, ya que al final son dos princesas y una condenada ninja que graciosamente todas son muy bonitas. 

En eso, Zehan me lanzo aquel extraño comentario, a lo cual le regrese la mirada de reojo. — Lo tienes dificil, Zehan. Bajar de ese pedestal a Ashura sera complicado, pero, al final, tu eres el que debe hacer eso. — Dije de manera despreocupada. — Tu eres el heroe, yo simplemente soy un caballero que ha ofrecido sus servicios para el bien. Eso si, obviamente como hombres nos haremos cargo de nuestro deber. — Y le sonrio, amigablemente.