Partida Rol por web

Trataste de esquivar a aquel asesino, diciéndole a Shina que se mantuviera al margen, pero aun así, recibiste un poderoso golpe que casi te tumba.-¿Huh?...bueno, al menos has podido sobrevivir a ese golpe, ya eres uno entre un millón, puedes sentirte orgulloso, pero el siguiente…el siguiente no será tan suave.-Declaró con voz monótona y tranquila a la vez  que veía como intentabas golpearle la muñeca.

Con un fácil salto, logró esquivarte, dándote entonces una patada que buscaba golpear tu cabeza.-Buenas noches-Exclamó a la vez que su bota buscaba tu rostro. La princesa por su parte ahogó un grito de terror al ver semejante golpe, aquel ser no era un simple ladrón al que podías machacar en un callejón, era un asesino entrenado, un asesino entrenado que buscaba matarte y raptar a la princesa para hacerle vete tu a saber que.

Aquel golpe iba directo a tu cabeza y lamentablemente, no ibas a tener suerte, era el fin…o al menos así era cuando de repente una luz comenzó a emanar de ti, terminando en una pequeña explosión que lanzó varios metros a aquel asesino, golpeándole contra un muro de piedra y dejándole ahí tirado y K.O.

Tu cuerpo comenzó a doler, sobretodo la zona del pecho, como si te estuvieran marcando a fuego. La princesa lloraba y se tapaba los ojos asustada, ¿Qué diantres ocurría? No fue hasta después de unos largos segundos que se te hicieron eternos, que notaste como el dolor remitía. Al bajar la mirada te fijaste que tenías una extraña marca en el pecho…un zorro. ¿Que era aquello?, ¿una señal de los dioses?

Me había confiado demasiado. Aquella persona era un asesino contratado para acabar o capturar a la princesa, estaba muy por encima de mi. Mi segundo intento de hacer algo contra él también fue inútil y cuando vi que iba a golpearme de nuevo sentí una gran frustración. - Maldita sea, ¿Consigo escapar para acabar así? - La libertad me había durado apenas unos minutos. Y la princesa.. ella sería la siguiente víctima después de mi, no había nadie que pudiese ayudarla.

Sin embargo, cuando pensaba que todo iba a acabar, empecé a brillar con una extraña luz y una fuerza desconocida hizo que el asesino fuese mandado por los aires en un instante. A cambio yo acabé hecho trizas, apretando los dientes por el dolor y llevándome la mano al pecho, que parecía la fuente del mismo. Allí tenía una marca que nunca antes había visto.

- ¿Qué demonios...? - Fue lo único que logré formular mientras me acostumbraba al dolor que se iba desvaneciendo poco a poco.

Fui corriendo hacia la princesa a pesar de mi estado. No había tiempo para pensar sobre la marca, ya lo haríamos una vez a salvo. El ruido podría haber alertado a los guardias y quizás ese asesino no fuese el único. - Vamos, princesa. - Tomé a Shina de la mano y comencé a correr para alejarme del lugar.

Desde luego lo ocurrido fue para mear y no echar gota, pero no te quedaste a pensar que era esa marca o que había ocurrido, agarrando con la mano a la princesa y comenzando a correr junto a ella, la cual estaba asustada y extrañada, ¿Qué diantres acababa de pasar?, no lo sabía, pero tampoco sabía muy bien que hacer al respecto, más allá de seguirte y intentar que nadie os matara.

Pronto aparecieron guardias ahí donde habíais tenido el encontronazo, fue bastante sorprendente a decir verdad…y más cuando comenzaron a dar la alarma y hablar de un extraño halo de luz, pero ningún culpable…¿significaba que el asesino había escapado?, mejor no pararse a preguntar y seguir corriendo.

Así estuvisteis un buen rato, hasta que os comenzasteis a adentrar en la ciudad, ¿Qué podías hacer con la princesa?, ¿llevarla a tu guarida?, ¿iros de la ciudad sin esperar?, ¿Qué sería lo más sensato?

Habíamos logrado salir del castillo y ahora estábamos en las calles de Schwindra. Si bien era un terreno que conocía bastante, no podía sentirme demasiado seguro. Los guardias no habían encontrado a nadie y eso significaba que el asesino seguía suelto. Nos detuvimos en un callejón durante unos segundos para pensar bien nuestro siguiente movimiento, y de paso tomarme un respiro después de lo que había sucedido.

- Vaya, las cosas no han salido como esperábamos. ¿Verdad? - Dije intentando quitarle hierro al asunto. La verdad es que me había asustado mucho durante la pelea.

No podíamos quedarnos quietos durante mucho tiempo, pero ¿Dónde ir? Mi escondite no era un mal sitio, podría ocultar a la princesa de otros ladrones que fuesen a verme y no harían muchas preguntas. Por desgracia. - Mierda. - Había dicho mi nombre a aquel asesino pensando que iba a derrotarle. Si le daba por buscarme, podría encontrar ese lugar. Teníamos que salir de la ciudad.

- Princesa. La montaña esa de la manzana. La que dijo tu criada. ¿Está muy lejos de aquí? - Si era un lugar seguro, podríamos quedarnos aunque fuese un día. El tiempo de preparar bien las cosas para salir por patas.

Te detuviste en un callejón junto a la princesa, intentando bromear sobre todo lo ocurrido.-¿Q…que fue eso?, ¿Por qué quieren matarme?...y…y más importante, ¿Cómo le pudiste vencer?...si…si no eres más que un plebeyo y posiblemente incapaz de hacer algo tan heroico.-Ala, si se te podía humillar esa chica lo había hecho en un abrir y cerrar de ojos.

Pero mientras te revolvías en tu dolor, la chica no tardó en responder a tu segunda pregunta.-P…pues…está…está a un par de días en carro…-Susurró un tanto avergonzada.-Yo no pensé que fueran a venir a matarnos porque si…es…es todo muy siniestro y extraño, ¿estaremos bien?.-Aquellas palabras si que iban sin mal intención, estaba asustada, preocupada, no sabía que iba a ser de ella y por eso mismo te pedía una especie de consuelo, como si tu fueras su hermano mayor.

 - Un asesino. - ¡Duh! - Querría secuestrarte o algo. O lo mismo alguien te quiere muerta. ¿Estamos en guerra con otro país? - Quizás la princesa no era la mejor para responder a esa pregunta, más aún cuando ni había entendido lo que acababa de pasar. Y encima de todo me desprecia a pesar de haberle salvado la vida. - Menos mal que no está el asesino aquí, si no te tiro de cabeza a él. -

Me apoyé en la pared aguantando el dolor mientras seguía pensando en la situación. - Un par de días... - No nos iba a ser posible escapar de allí andando, necesitábamos un método de transporte. - Claro que estaremos bien, después de todo ya te he salvado una vez la vida. _{Aunque a ti te parezca poca cosa.} - Farfullé entre dientes.

Me llevé una mano donde tenía aún mi marca y le tendí la otra a ella para seguir nuestro camino. - Lo primero es buscarte algo de ropa, tenemos que hacer que pases desapercibida. - Un cambio de aspecto a ambos nos iría bien para ocultarnos un tiempo. A la mínima que viese ropa tendida desprotegida o una tienda cualquiera, allí que iría.

Desde luego la princesa era una borde, pero posiblemente no tenía malas intenciones, ¿Qué ibas a hacerle?, ¿reventarla contra el suelo?, no te rentaba, así que le aseguraste de que estaríais bien y le ofreciste la mano para seguir el camino, diciendo que teníais que buscarle ropa para que pasara desapercibida.

-¿P…pero…pero esto es malo?.-Preguntó un tanto preocupada sin agarrarte la mano, pero caminando junto a ti sin quedarse atrás.-Yo…yo tengo que vestir como la realeza por si…por si hay problemas, ¿sabes que quiero decir?...ima…imagina que encontramos un príncipe o alguien de otra familiar real, ¿t…tendré que seguir el protocolo, no?...si visto de manera rara…

- Encima cabezota, si encima querrá llevar joyas y todo. Por si no atraemos asesinos, para que vengan ladrones a darnos una tunda. - En parte entendía que no quisiese desprenderse de todas sus posesiones así como así, pero tampoco es que hubiese demasiados príncipes como para que nos los encontrásemos por el camino.

- Mira, tomaremos una bolsa o algo de tela para poder llevar con nosotros tu ropa. Y si por casualidad nos encontrásemos con alguien de la realeza, le explicaremos lo sucedido y seguro que lo comprende. - Claro estaba, si no les daba por pensar que el secuestrador era yo. Entonces la cosa iba a ponerse peor.

- De todas formas, no podemos quedarnos mucho tiempo quietos. Vamos. - Andar dolorido no me hacía pizca de gracia. Ser encontrado y verme en otra pelea mucho menos, así que tenía que aguantar un poco más.

Aquella chica te sacaba de tus casillas. No la entendías, ni sabías que hacer con ella, ¿Qué se suponía que tenías que hacer?...rápidamente saltaste a otra opción. Una bolsa de tela donde transportar su ropa y joyas…y si ocurría algo, bueno, podía explicar la situación. La pequeña te miró un tanto extrañada, pero asintió levemente.

-S…supongo…supongo que tienes razón, es una buena idea.-Dijo un tanto intranquila, pero comprendiendo que…bueno, no había otra opción. Así que siguió a tu lado hasta que llegasteis a un patio donde había ropa tendida, ¡B-I-N-G-O!.

-¿Y tenemos que robar?...dijiste que no robaríamos más.-Ya volvía a saltar otra vez con sus quejas y pesadeces, ¿no podía quedarse callada y dejarse llevar como todo el mundo?

- Menos mal. - Accedió a la idea, aunque a regañadientes, cada paso que avanzábamos suponía un paso atrás por parte de la princesa. El poco tiempo que habíamos ahorrado cuando pasó aquella cosa extraña lo estábamos desperdiciando. Por suerte, pronto encontramos una zona de la que tomar algo de ropa, pero la alegría no duró mucho.

- ¡Por dios santo! ¿Aún estoy a tiempo de devolverla? - Daba por hecho que íbamos a "tomar prestada" esa ropa. Era algo a lo que estaba acostumbrado. Y aunque la princesa llevaba razón en que había dado mi palabra, tampoco teníamos demasiadas opciones.

- Mira, podrías dejarles algo de dinero a cambio... y si no, cuando las cosas estén más calmadas podemos volver y devolverle la ropa. No vamos a encontrar ningún sitio donde nos la den de gratis, y si vamos a comprarla te reconocerán. - Y si se esperaba que fuese yo a pagar la llevaba clara. Acababa de salir de prisión sin una mísera moneda, y ya de por sí era un muerto de hambre. No es que tuviese nada ahorrado.

Aquella chica no parecía parar de poner pegas a todo, ¡todo! Lo que hacías…incluso le dijiste que dejara dinero o algo a cambio de las ropas, ya que no os ibais a encontrar con ropas gratis tiradas por ahí.-B…bueno, tienes razón, pero aún así…-La chica se quedó parada unos segundos y suspiró, quitándose un anillo de sus pequeñas y delgadas manos y dejándolo en el suelo.-¿S…será suficiente?, tal vez debería darle más…

Aquel anillo costaba más de lo que habías robado en toda tu vida, ¿era coherente aquella frase?, te salía más a cuenta darle un golpe en la nuca y llevártela a rastras, menos quejas y menos problemas.  

Casi se me salieron los ojos de las órbitas al ver el anillaco que la princesa dejaba en el suelo. ¿Que si era suficiente? Aquella familia podría olvidarse de tener que trabajar o pasar penurias durante toda su vida. Aunque fuesen 24 en una casa, no les iban a faltar comodidades.

- ¡Pero no lo dejes ahí! - Le dije tirándome al suelo para coger el anillo como si fuese de oro. Aunque realmente... lo era. Podría haberme quedado con esa sortija y huir al mar. Podría olvidarme de asesinos, de pobreza y de princesas repelentes. Pero había dado mi palabra de no robar, y oh, cómo iba a arrepentirme de ello. Me levanté con el anillo en la mano, resistiéndo las ganas de irme corriendo.

Finalmente dejé el anillo en el bolsillo de una de las ropas que estaban tendidas y fui con la princesa. - Te aseguro que será suficiente, y si lo dejamos ahí lo encuentran seguro. Ahora ponte las ropas por encima y vámonos, antes de que nos pillen. -

Al ver que la chica dejaba el anillo en el suelo, no tardaste en lanzarte para recuperarlo, si lo dejaba ahí tirado no lo verían o lo perderían, había que ser un poco más consciente, por lo que te levantaste del suelo y colocaste el anillo en una de las ropas tendidas.

La niñita no comprendía que te preocupaba tanto sobre aquel anillo, pero terminó aceptándolo, poniéndose como pudo ropas de baja clase por encima de su escasa ropa principesca. Al final terminó por mirarte un tanto sonrojada.-¿C…como estoy?.- ¿Le decías la verdad?, parecía una niña vestida con la ropa de su madre, ni siquiera estaba atractiva, pero con aquellos ojitos y la rojez en sus mejillas…

Cogí una una túnica raída y sucia de la ropa tendida, si veíamos gente podría cubrirme el cabello aunque fuese. Por desgracia me asaría de calor, no era algo permanente. En lo que yo me ha había puesto la túnica, la princesa ya estaba cubierta de harapos. Si nos veía su cuidadora en aquel momento, seguro que me cosía a collejas.

- Eh... sí, estás muy mona. - Le dije para hacer que se callase. - ¿Se piensa que esto es ahora un desfile? En el palacio tendría 10 doncellas adulandola por llevar un vestido que costaría más que la vida de 100 personas de la clase baja. - Ya habíamos perdido mucho tiempo, hora de salir de allí.

Le ofrecí la mano para que me la tomase y así salir de allí, sin correr pero con algo deprisa. No queríamos tampoco que nos confundiesen con ladrones y pensaran que estábamos escapando de unos guardias o algo. - Venga, vámonos. -

Cuando le dijiste a la chica que estaba mona, pudiste ver como sus labios formaban una “S” y se sonrojaba gratamente, ¿estaría resfriada?, no importaba, había que salir de ahí, así que le agarraste de la mano y comenzaste a apurar el paso buscando largarte de ahí sin que los guardias os vieran.

En un abrir y cerrar de ojos (y unos cuantos pasos de más) terminasteis a las afueras de la ciudad, fue ahí donde la chica se giró para mirar por ultima vez la ciudad.-¿C…crees que volveré algún día?-Te preguntó finalmente, mirándote con ojitos de cachorrito a la vez que temblaba levemente.

Estabas siendo algo duro con ella, no tenía culpa de ser una princesa rica y famosa, ni siquiera de poseer riquezas inimaginables, ¿Qué terminarías haciendo con ella?, ¿hacia donde huirías?

- Puf, no recordaba que la ciudad fuese tan grande. - Al fin habíamos salido de la ciudad, y vivos, que era un plus. Había sido una suerte no encontrarse con mucha gente por la calle debido a la hora que era, y como conocía bien los callejones, pudimos evadir los guardias a medida que avanzábamos. Tenía que confiar en que no nos hubiese seguido ningún asesino.

- ¡Claro que volverás! - Exclamé de forma exagerada, para quitarle seriedad al asunto y a ver si la chica ganaba un poco de confianza. Ahora mismo ella era mi pase de seguridad, con ella tenía menos posibilidades de perder el pellejo. Tarde o temprano su familia la buscaría y yo tendría que dejarla ir, o me matarían y se la llevarían, depende de si me pillaban a su lado o no.

- Tu cuidadora dijo que no podemos ni a KharazKhar ni al mar de zafiros, los sitios donde menos gente te iba a reconocer... - Y donde mejor se valorarían mis habilidades. El resto de las zonas daban miedo, y en Shanteen la reconocerían al instante. - Mi idea de montar un barco-restaurante y vivir la vida hasta que las cosas se calmen no sirve. Le haremos caso a esa mujer de prominentes p... pensamientos e iremos a la montaña de la manzana. - Un sitio que sonaba a que tenía manzanos y poco más. Me iba a aburrir como una ostra... y encima haciendo de niñera.

Le aseguraste a la chica que volveríais, no estaba muy segura, pero tu parecías estar seguro…¿Por qué no iba a fiarse de ti?, eras un ladrón redimido, todo iría bien si no os separabais, ¿verdad? Cuando dijiste de ir a las montañas de la manzana, se quedó un tiempo pensativa, era un gran camino a través del desierto y los pantanos, ¿llegaríais de una sola pieza?, fuera como fuera era vuestra mejor baza, una zona tranquila donde nadie preguntaría y os dejaría en paz.

-Entonces…entonces cuando todo esto se acabe…te daré dinero para que tengas tu restaurante.-Te explicó con inocencia y tranquilidad, parecía hablar de todo corazón, en si no parecía ser mala, desde luego habían algunos viejos reyes, príncipes y princesas de Scwindra que pondrían los pelos de punta al demonio más feroz. No todos eran amables y tranquilos, tenían sus locuras…y todo el mundo lo sabía.

Miré a la princesa extrañado por lo que dijo. ¿De verdad me había tomado en serio? Tanta inocencia y buen corazón me habían calado, un poco. En aquel momento la princesa parecía una pequeña adorable, cubierta de oro y joyas, y con trapos por encima. Quizás lo más bizarro que había visto en toda mi vida. Le puse la mano en la cabeza como gesto afectivo, si se podía considerar como tal, y seguí el camino planteándome un nuevo problema...

Yo nunca había salido de Scwindra. Si bien conocía las calles para evadir los guardias, las casas donde esconderme y me manejaba como el mejor, el desierto y la arena era lo único que conocía. En toda mi vida jamás había puesto un pie fuera, y mi única habilidad destacable era robar, y la princesa no me dejaba, si nos quedábamos sin dinero y joyas ninguno de los dos valdríamos para trabajar.

Por un instante la visión de aquella niña adorable se transformó en una posible víctima a la que saquear y luego dejar en la puerta del palacio, como si no hubiese pasado nada, para escapar solo y vivir una vida de lujo en otra ciudad. Pero eso era un poco cruel. Bueno, demasiado cruel. Tendría que confiar en que encontrásemos alguien quien nos indicase el camino o un carruaje que fuese de paso. Esperaba que la suerte no se me hubiera acabado.

- Por cierto, ¿Conoces ese sitio? La montaña esa. ¿Has ido allí antes? - Quizás estaba menospreciando la utilidad de la princesa.